𝟎𝟓. I'm fine, Jackson.

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Estoy bien, Jackson.
Chapter five. ଓ The Lightning Thief.




— ¿Oferta? ¿De qué oferta habla? — preguntó Percy con la espada en su mano, apuntando a la furia.

Megara y Percy miraron a Annabeth, esperando su respuesta, pero antes de que pudiera abrir la boca, fue interrumpida por una voz de una mujer detrás de ellos.

— Hoy no, amigos. No en mi umbral.

La furia cubrió sus ojos, mientras que los semidioses y el sátiro movieron sus ojos hacia donde venía la voz.

Una mujer con un vestido de color beige claro, con un sombrero del mismo color, tapaba sus ojos. De inmediato, los cuatro movieron su mirada al saber de quién se trataba.

— Si tienen algo que resolver, ¿por qué no entran y los ayudo? ¿Alecto? ¿Nos acompañarás? — preguntó, a lo que la furia movió su mirada más lejos de Medusa. — No, no pensé que lo harías.

Hubo un momento de silencio, en el que Megara se debatía en si podía o no subir la mirada; pues Medusa siempre había sido una persona que llamaba su atención por completo.

— No los molestara mientras estén conmigo. — aseguró la mujer de los labios rojos. — Tampoco es que se irá, no si eso significa informar que no pudo recuperar al hijo de Poseidón.

— ¿Cómo...?

— Un hijo prohibido fue reclamado. ¿Cuánto tiempo pensaste que se mantendría ese secreto? Un placer conocerte, hijo de Poseidón. Soy Medusa.

Percy se encontraba en el mismo debate de Megara. Queriendo ver, pero con miedo a que las cosas no fueran muy bien.

— Percy, no. Es un monstruo.

— No, claro que no. — murmulló Megara, rodando los ojos.

Fácilmente el monstruo podría ser Atenea.

— Todos elegimos a quienes hacemos nuestros monstruos, pero ahora ella quiere arrancarte miembro por miembro... y yo les ofrezco almorzar. Ustedes eligen.

Megara dejó salir una sonrisa de lado mientras miraba como Annabeth fruncía el ceño y a Percy realmente confundido sin saber qué hacer.

Antes de que Megara pudiera opinar algo al respecto, Percy habló — Creo que podemos confiar en ella.

— Si.

— ¿Qué?

— ¡Amigo!

— No puedo explicarlo, solo... Mi madre solía contarme su historia. El punto era que ella no es lo que la gente piensa. Y sin duda confío en mi mamá.

— Yo también.

Megara no conocía a la madre de Percy, pero si él estaba dispuesto a darle una oportunidad –como todos la merecen– gracias a lo que su madre le contó, sin duda sería una persona a la cual Megara le tendría confianza.

— Entraré. — avisó Megara sin esperar respuesta de sus amigos.

— ¡Megara!

𖥸

Los semidioses y el sátiro pasaron por la puerta del hogar de Medusa, llegando a una gran sala con una larga mesa llena de bocadillos.

— Esto no es lo mismo para mi como lo es para ustedes. — alegó Annabeth entrando a la sala con desconfianza.

— ¿Te preocupa que te guarde rencor solo porque eres hija de Atenea? — Todos bajaron su mirada al piso. — No te preocupes. No somos nuestros padres después de todo. Y quizá tengamos más en común de lo que crees. Por favor, siéntense y coman.

Grover, Percy y Megara se acercaron a la mesa y tomaron asiento, a diferencia de Annabeth quien se quedó de pie, rehusándose a ser parte de lo que fuera que estuviera ocurriendo.

— Si no eres un monstruo, ¿qué eres? — preguntó Percy con curiosidad, ganándose una patada por debajo de la mesa de Megara.

— Una sobreviviente.

— Debes ser algo más que eso. Hay una furia afuera que parece tenerte terror.

— Porque sabe lo que pienso de ella. No me gusta los hostigadores. Cuando uno aparece en mi entrada, termina pasando allí más tiempo de lo planeado. — Medusa tomó asiento en una silla más alejada de los demás. — El regalo que me dieron los dioses es que ya no me pueden intimidar.

— Pero fue injusto. — murmulló Megara viéndola.

— Lo que mi madre le hizo no fue un regalo, sino una maldición.

— Eres leal a tu madre... y tú eres hija de Temis, diría.

Medusa había notado las pequeñas discordias que habían tenido desde que apareció y no pudo evitar pensar qué tal vez Megara era hija de la diosa de la justica. Si tan solo supiera.

— Si.

— No... pero no tendría problema.

Medusa soltó una pequeña risa y luego volvió a dirigirse a Annabeth. — ¿La apoyas?

— Siempre.

— ¿La amas?

— Claro que sí.

— Y yo también la amaba. También la amaba. — reveló Medusa, asintiendo con la cabeza.

Annabeth quedó totalmente callada y seria, mirando a Medusa.

— ¿Conoces la historia de cómo llegué a ser así? — le preguntó a Annabeth, pero Grover respondió antes. — ¿Te la sabes?

Grover miró a Annabeth, luego a Percy y Megara con confusión. — ¿La sé?

— Atenea lo era todo para ti. — contó Megara lo que sabía del tema.

— Es así. La adoraba, la alababa. Le hacía ofrendas. Nunca respondió. Ni siquiera un presagio que insinuara que apreciaba mi amor. — quitó su sonrisa y habló con seriedad después. — No era como tú, cariño. Yo era tú.

Annabeth fingía que no podía escucharla mientras miraba a todas partes menos a Medusa.

— La hubiese adorado así toda la vida... en silencio. Pero un día, vino otro dios y rompió ese silencio.

— Poseidón. — Megara dijo, mirando a Percy quien tenía el ceño fruncido.

— Aciertas de nuevo... empiezas a agradarme. — confesó Medusa. — El dios del mar me dijo que me amaba. Sentí que me miraba de una manera que nunca antes había sentido. Pero luego Atenea declaró que yo la había avergonzado y que debía ser castigada. No a él. A mí.

Inconscientemente, Megara fruncía el ceño y miraba a sus manos jugar entre ellas, escuchando con atención a Medusa. Sin detenerlo, volvió a estar algo molesta, como siempre solía estarlo cada vez que recordaba aquella historia.

— Decidió que ya no podía ser vista por quien viviera para contar la historia.

— Eso no es lo que pasó. Mi madre es justa, siempre.

— No, no lo fue en ese momento. — Redferne miró a Annabeth con molestia.

Megara habría vuelto a explicar la historia si pudiera para que Annabeth entendiera, que no solo por ser su madre significaba que fuera una persona perfecta, sin ningún tipo de error.

Percy al notar el temperamento de la hija de Ares, puso su mano en su hombro y le hizo una mueca intentando que se calmara un poco.

— Los dioses quieren que creas eso, que son infalibles. Pero solo quieren lo que todos los hostigadores. Quieren que nos culpemos a nosotros por sus defectos.

— Eso no es lo que ocurrió. Y eres una mentirosa.

Hubo un silencio apenas Annabeth terminó de hablar.

— Creo que algo se está quemando. ¿Por qué no me ayudas, Percy?

Percy se paró de su asiento y siguió a Medusa con cuidado. Megara tomó su mano antes de que siguiera caminando.

— Ten cuidado, Jackson.

— Lo tendré. — sonrió de lado.

— Grover, Megara... — llamó la hija de Atenea con los brazos cruzados. — prepárense para correr.

𖥸

Los cuatros tomaron sus cosas y fueron a la primera puerta que consiguieron para poder esconderse, llegando al sótano. Donde todo estaba totalmente oscuro hasta que fuego hizo una aparición en todo el sótano.

El lugar estaba lleno de personas convertidas en piedra.

Empezaron a correr por todo el sótano esquivando a las personas y al mismo tiempo haciendo muecas de desagrado.

— Somos cuatro y ella es una. Si nos separamos, no podrá vernos a la vez.

— No creo que sea tan simple.

— Quizá sí. Este es el plan. — empezó a hablar para todos Grover. — Me elevare en el aire, llamaré su atención. En cuanto me oigan decir "Maia", ustedes comienzan a... ¡Ay, no! Bueno. — los zapatos hicieron volar a Grover mientras que el intentaba bajar. — Apágate. Abajo.

— Definitivamente necesitaremos otro plan.

— No somos nuestro padres, hasta que elegimos serlo. Ustedes tres han elegido.

𖥸

El plan había ido a la perfección o así lo creía Annabeth, Percy y Grover. Lograron cortarle la cabeza a Medusa gracias a la gorra de Annabeth y con Percy para hacer el trabajo sucio con su espada.

Megara se encontraba totalmente callada mirando lo sucedido y como Percy tomaba la cabeza de Medusa.

— ¿La encontraste?

— Espero que si.

La castaña puso sus dos manos detrás de la espalda de Percy llevándolo hacia las escaleras para salir del sótano. — Terminemos con esto y salgamos de aquí.

Ambos caminaron hasta la entrada, donde Percy dejo de moverse haciendo que Megara chocara con su espalda.

— Auch. — sobó su nariz mientras la fruncía.

— ¿Estás bien? — preguntó Percy.

— Si. Tampoco me pegue tan fuerte. — aseguró, refiriéndose a su nariz.

— No hablaba de tu nariz, aunque me alegra que esté bien. — suspiró. — Sé que no estabas muy a favor de este plan, pero creo que debemos empezar a hacer sacrificios para lograr que la misión vaya bien, Meg.

Megara miró hacia la puerta sin querer mirar al rubio. — Está bien. Lo entiendo... creo.

— ¿Estás segura? — preguntó moviendo su cabeza hacia un lado para poder ver bien su cara.

— Estoy bien, Jackson. — empujó suavemente su hombro. — Ve a deshacerte de esa furia. — le guiñó el ojo.











𖥸 Orita's note.

Bueno mi plan era terminar todo el episodio en este capítulo, pero sentí que se haría muy largo y aburrido y quise terminarlo aquí! Espero subir lo que queda mañana o tal vez hoy mismo<3

38 votos para el próximo capítulo! No olviden que agradecería millones si dejaron comentarios con sus pensamientos en lo que va del fanfic <3

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