Epílogo

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Lecuim

No podía pasar por alto los nervios que empezaban a crecer en mi interior, había esperado por casi un siglo para encontrar a la chica que me haría delirar. Helery era una chica muy especial: Noble, cariñosa, amigable, humilde y te hacía subir a las nubes con cada beso que deleitaba hasta al más insensible, podía asegurar que me había enamorado en poco tiempo, medio año para ser exactos, pero a pesar de estar buscando otra mujer mi corazón sentía que le pertenecía a ella.

La boda era mañana, estaba nervioso, asustado y feliz día, quería irme a dormir para tener la suficiente energía y decir con voz firme acepto. El padre de ella se encontraba conmigo explicándome lo que tenía que hacer, la presencia de él me hacía sentir más nervioso, pues confirmaba más el matrimonio que estaba a punto de llevar a cabo.

- Hijo, iré a beber con unos amigos. Dijeron que querían celebrar la boda de mi hija - Musitó con una sonrisa - ¿Te gustaría ir?

- No, me iré a dormir ahora mismo - ore cálidamente - Disfrute mucho señor Guays.

- ¿No te importa quedarte solo?

- No, así estaré menos nervioso - Suspiré - Después de que vaya a beber podría ir con Helery, todo estará bajo control. - El asintió y se fue.

Pegué otro suspiro y me fui a dar una ducha, estaba esperando que Helery me llamara para ver cómo se encontraba o si la estaba pasando bien, pero durante la ducha, mientras me vestía e iba a la cama, Helery no me llamó ni una sola vez, así que supuse que estaba demasiado entretenida con su fiesta y me fui a dormir. A lo lejos podía escuchar mi celular sonar, abrí un ojo para ver de quién se trataba y era un número desconocido, fruncí el ceño confundido y tomé las fuerzas necesarias para levantarme y tomar el celular por completo.

- Diga - Contesté mientras tallaba mis ojos - ¿Sammer? 

- Hola Lecuim, perdón por molestarte pero es algo urgente - Contestó al otro lado de la línea.

- ¿Que ocurre? ¿Le pasó algo a Helery?

- No la encontramos, hace rato salió y no a vuelto. Mi madre y yo tenemos miedo a que le haya pasado a algo.

- Iré ahora mismo a buscarla - Colgué.

Salté de la cama y me vestí de inmediato, tomé las llaves del auto de Helery y empecé mi búsqueda ¿Dónde podría estar a tan altas horas de la madrugada? Un sentimiento de temor empezaba a crecer, temía que algo malo le fuera pasado o alguien la fuera lastimado. Mientras manejaba algo distraído por estar mirando para todos lados, movía mi celular tratando de llamarla pero no contestaba, estaba apagado. Pasé por un puente el cual tenía sólo un espacio para un auto y seguí llamando a Helery.

Una luz brillante, un sonido exagerado de la bocina del auto contrario hizo que despegara los ojos del celular, traté de esquivarlo pero había olvidado que me encontraba en un puente. Perdí el control del auto y éste se fue al río conmigo a dentro, rápidamente quité el cinturón de seguridad y traté de abrir la puerta pero, estaba atascada.

- ¡Maldición! - Grité mientras veía como el agua iba inundando el interior del auto - Ábrete, ábrete.

Respiré profundo viendo como el agua me tapaba por completo, seguí buscando una salida para salvarme, ésto no podía terminar así, debía ir, cansarme con Helery y hacerla feliz por toda la vida. Los golpes que le daba al vidrio cada vez se hacían menos fuertes, botaba el último oxígeno que quedaba en mis pulmones y dejé de luchar contra la muerte. Mi cuerpo empezaba a convulsionar tratando de sobrevivir, pero la falta de oxígeno no ayudaba.

Lo último que pasó por mi mente fue la belleza que tenía la mujer con la que me iba a casar, los hijos que pensaba tener con ella y la casa donde íbamos a vivir. Entre pensamientos y suspiros ahogados por falta de aire, mis ojos se fueron cerrando perdiendo el conocimiento de éste mundo. Adiós, Helery.

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