🦷

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—¡Chaeyoung, ya es hora, baja de una vez o perderemos el autobus!

La mujer de anteojos se rascó la sien con impaciencia y frustración. Sabía más que bien lo que significaba una respuesta no inmediata y sabía aun más lo que pasaría si no se apresuraban.

—¡Chae...! —Repitió una vez más, esperanzada de que su hija empezara a mostrar alguna señal positiva de madurez adelantada así le haría el trabajo más sencillo, trabajo, había faltado a su trabajo para ocuparse de la susodicha y decidía dificultarle las cosas.

Resignada del milagro de que apareciera por sí misma fue en busca de su hija a su habitación pero, como lo suponía, no estaba.

—¡Chaeyoung! —Recorrió cuarto por cuarto pero no la encontró en ninguno. Era el colmo, le había hecho prometer la noche anterior que esta vez sería diferente y ella lo prometió. Tal vez fue su error por confiar en la palabra de una niña de siete años.

Con pasos firmes llegó a la cocina, el único lugar que no había revisado.

Podía escucharse de fondo el sonido de alarma de la película Kill Bill, ese que ponían cada vez que la protagonista cobraba venganza, porque significaba que se avecinaba el peligro y eso mismo significaba para Chaeyoung el que su madre estuviera a solo unos pasos de ella. Mientras tanto saboreaba asustada el chocolate con maní en su boca sujetando una barrita incompleta con sus pequeñas manos.

—Chae... —Podía ver sus pantorrillas y pies. Su madre había apoyado las manos sobre el mesón y lo sabía porque ella estaba justamente escondida debajo del mueble de cuatro patas. Le dió otra mordida a su chocolate.

La mujer, más que impaciente, levantó el mantel de una vez y retrocedió cruzándose de brazos para ver a su hija.

—¡Pero qué...! —Casi se le escapa una mala palabra al ver a la niña con la boca y manos embarradas de chocolate. Obviamente su remera también, para colmo era blanca. Era.

—¡Por favor no mamá! —Se aferró a una de las patas de la mesa como si su vida dependiera de ello al ser tomada del brazo— ¡Ya no comeré más dulces pero no me obligues a ir!

—¡Sabes que tienes que ir así que no te comportes así!

—¡Noooo! —Su madre había logrado separarla del mueble, no era la primera vez después de todo, la última vez se había agarrado de la pata de la cama.

A tirones logró llevarla a su cuarto para higienizarla rápidamente hasta dejarla brillando como el oro.

—¡NO MAMÁ, TE LO SUPLICO! —Entre lágrimas se resistió sujetándose ahora del marco de la puerta, pero fracasó una vez más.

—¿Es en serio? ¿Todo este drama por tener que ir al dentista?


Media hora después se hallaban frente a la puerta de una clínica odontológica que exhibía arriba un cartel blanco rectangular con el nombre de "Sonrisas abc" junto a unas caritas redondas sonrientes. La mujer jaló a la pequeña al interior y la reprendió por casi ponerse a hacer una rabieta delante de todos.

Chaeyoung se sacudió como un gato asustado al reencontrarse con esas paredes blancas, soporte de credenciales y cuadros, que fueron testigos de su llanto y gritos las veces que estuvo ahí. Para empeorar la situación, vió el pasillo oscuro detrás de la recepción y entonces le pareció oír el sonido de la película Psicosis, el de la escena del asesino y la mujer en la ducha. Entró en completo shock.

~Flashback~

Muy bien, abre la boca lo más que puedas —Le indicó el hombre de pelo gris a través del cubrebocas. La pequeña Chae temblorosamente obedeció distinguiendo una clase de pinza en la mano de aquel.

Dígame doctor, ¿están muy dañados? ¿Es posible solo cubrirlo con pasta?

Tiene muchas caries en los dientes premolares y molares inferiores debido al exceso de azúcar. Las incisiones no se ven perjudicadas... por ahora —respondió al mismo tiempo que iba explorando con la sonda.

Le he dicho mil veces que no coma dulces pero trabajo tantas horas que no puedo estarla vigilando y aunque me he deshecho de las golosinas y dulces que teníamos en casa siempre encuentra la manera de conseguir uno. Hace poco me enteré que intercambia stickers por chicles y chocolates en la escuela. ¡Eso!, está obsesionada con los chocolates.

La entiendo. Cuando mi hija era pequeña le tenía absolutamente prohibido consumir dulces y ella solía guardar pequeñas paletas de caramelo entre las hojas de sus libros para que no la descubriera.

Los niños siempre encuentran la manera de hallar nuevos trucos.

Concuerdo. Afortunadamente hoy en día ya no le interesan esas cosas que no hacen más que arruinar los dientes de los niños.

Suerte la suya.

Con respecto a su otra pregunta, al tratarse de dientes de leche sugiero extraérselos para que salgan sus dientes nuevos.

Chaeyoung apretó a sus costados empezando a sudar frío.

Será muy doloroso para mi Chaeyoung.

Se le caerán inevitablemente. Pero si quiere retrasar el proceso...

No, cuanto antes mejor. ¿Cómo procederá?

Le extraeré dos muelas ahora y en la siguiente cita me ocuparé de otras dos. La premolares podemos dejarlas para el próximo mes. Mi secretaria le dara la hoja con todas las indicaciones a seguir durante la semana posterior a cada encuentro.

De acuerdo.

"De acuerdo", esas dos palabras se metieron a la cabeza de la pequeña y rebotaron por como pelota de ping pong.

Los siguientes fueron los minutos más eternos, crueles e inhumanos para la pequeña quien sintió experimentar el dolor más poderosamente horrible e insoportable de toda su corta existencia.

Su "tortura" empezó con un pinchazo repentino, tan fuerte y profundo que su grito debió escucharse varios kilómetros a la redonda. Sus lágrimas le nublaron la vista pero podía jurar que vió al dentista agarrar unos alicates, un picahielo, un martillo y un serrucho en ese orden. Sintió su cuerpo convulsionar varias veces y pataleó con todas sus fuerzas cuando vió una motosierra entre las manos de aquel psicópata.

Un verdadero INFIERNO.

~End flashback~

—El doctor no se ha presentado a trabajar hoy. Pero su hija vino en su reemplazo.

—Mi hija Chaeyoung tenía un turno para las diez de la mañana.

—Tiene un retardo de treinta minutos.

—El autobus se averió en medio del camino y tuvimos que continuar a pie —Trató de que su mentira se oyera lo más convincente posible para no perder la cita—. Siempre hemos sido puntuales.

—Entiendo pero hay otras personas esperando.

—El doctor Akira sabe de la urgencia dental de mi pequeña. Dijo que fijaría una cita inamovible para el día de hoy —Y además no le concederían otro permiso cuando solo había justificado tres inasistencias en su trabajo. ¿Quién la llevaría si le aplazaban el turno para otro día?—. Por favor, ya estamos aquí, solo son unos minutos, ¿qué cree que diría el doctor si estuviera aquí? Vea el historial si no me cree.

—Bueno pues...

—Hoy es su última cita, si no la atienden mi niña tendrá que vivir con ese diente malo por más días, ¿podrá dormir con eso en su conciencia?

—Le comunicaré a la odontóloga. Aguarde un minuto —La recepcionista se rindió ante las insistencias de la mujer y prefirió dejarlo a decisión de la profesional.

La madre de Chae suspiró de alivio y se giró a dar cortas reverencias a las otras personas a modo de disculpas.

Cuando la muchacha con la que hablaba segundos atrás regresó, les indicó que pasaran a ser atendidas. Sin contratiempos, la mujer tomó la mano de su hija y caminó en dirección al pasillo, la pequeña se aferró a su brazo con mucho miedo. La sola idea de que sus dientes volvieran a ser taladrados la aterrorizaba hasta más no poder.

Se detuvieron en un cuarto que tenía la puerta abierta, "el cuarto feo" como lo había apodado Chae, y entraron. A la pequeña casi le da un paro al recordar las terribles vivencias dentro de esas cuatro paredes.

Entonces se encontraron con la figura esbelta de una mujer de perfil. Cuando ésta volteó por completo, algo desconocido se instaló en los sentidos de la pequeña paciente. No supo por qué pero sintió cosquillas en los hombros y en las manos.

La joven de uniforme y guantes blancos les sonrió amablemente antes de hablar.

—Mucho gusto.

—El gusto es nuestro, no sabe cuánto lamento el retardo. Le pido mil disculpas.

—No se preocupe, fue un caso fortuito.

—¡Eso mismo! Soy Yu-Ri y ella es mi hijita Chaeyoung.

—Mi nombre es Mina, Myoui Mina.

—Su padre es el mejor dentista de la ciudad, debe estar orgulloso de que su hija siguiera sus pasos.

—El orgullo es mutuo. Pero no estoy a su nivel —Rió con modestia.

—Oh, cuánta humildad, una importante virtud.

—Gracias, pero realmente no estoy al mismo nivel. Terminé la carrera de odontología hace solo seis meses. Al lado de mi padre no soy más que una aprendiz, por eso acepté honorablemente reemplazarlo.

En realidad era muy talentosa y hábil en la especialidad pero por supuesto que no iba a presumirlo, no le gustaba inflar su ego ni que otros lo hicieran con adulaciones. A sus veintiún años era un poco más madura que otras chicas de su edad.

—Mi padre me dejó información referente a los pacientes del día —Comentó clickeando en su laptop. Son Chaeyoung, aquí está.

La nombrada salió de su mundo al escuchar su nombre en aquella relajante voz. Pensó que era muy alta y que tenía lindos zapatos, lucían cómodos, y se le hacía divertida su forma de caminar, era como un pingüino.

—Recuéstate por favor —Le pidió señalándole el sillón dental. Su madre la empujó sutilmente ya que no se movía por su cuenta y la ayudó a subirse al asiento.

Luego de acomodarse, cerró los ojos con fuerza y se agarró de los costados del respaldo. Se preparaba mentalmente para recibir el dolor.

—Pequeña. Puedes abrir los ojos porque no hay nada que temer —Esa tranquilizante y dulce voz otra vez, dulce, dulce como el pastel de chocolate que se había comido en la feria de su escuela. ¿Qué era ese aroma a florcitas también? Decidió confiar y subir sus párpados.

Se encontró entonces con el color más bello que había visto en su vida, ese color nuez dorado único y atrapante en sus iris. Mina se quitó el cubrebocas y le sonrió cándidamente, dejando ver su blanca dentadura y encías rosadas, sus ojos tomaron la forma de dos medialunas. Era mucho muy bonita para Chaeyoung quien se quedó mirándola fascinada.

No sabía, sin embargo, que quitarse el tapabocas era algo que hacía la mayor cuando niños iban a ser atendidos, la ayudaba a inspirar confianza y seguridad a los pequeños asustados como Chaeyoung.

Un minuto después, Mina se encontraba explorando la cavidad bucal de su paciente.

—Avisto los cimientos de los nuevos dientes molares —Pronunció alumbrando con una linterna con forma de bolígrafo—. Tienes caries en dos premolares —Los picó con la punta de la sonda—. Los extraeré, ¿está bien?

Chaeyoung no fue capaz de responder y agradeció que su madre lo hiciera por ella, algo en sus ojos se había aprehendido a los de Mina, en su mirar, en su mejillas rosáceas y ligeramente abultadas como gomitas de azúcar. Estaba tan distraída que no sintió el pinchazo de la inyección.

Muy concentrada pero manteniéndose relajada, la odontóloga colocó forceps alrededor del diente y haciendo uso de otro instrumento fue tirando del objetivo hasta desprenderlo de su base. La niña ni siquiera sintió el contacto ni el tacto cuando la raíz de su diente fue separada de su encía, se había dejado absorber por el universo dentro de aquellos orbes. Tampoco fue muy consciente cuando el proceso volvió a repetirse.

—Ya está. ¿Verdad que no dolió tanto? —Esa sonrisa que volvía aparecer—. Ten —dijo tendiéndole un vaso con agua para que se enjuagara y escupiera en el lavabo a su izquierda— Ya puedes bajar.

La pequeña no esperó a ser alzada y de un saltito fue a esconderse detrás del vestido de su madre, de repente la timidez se había apoderado de ella.

—No se quejó en ningún momento, eso es sorprendente. Muchas gracias.

—A usted.

—Oh, es mi teléfono —Desvió su atención cuando lo sintió vibrar en su cartera. Apoyó ésta en la mesa que estaba detrás suyo y se puso a buscar.

Chaeyoung permaneció a su lado tocando su mejilla, ya siendo consciente de que había perdido otro diente. Sus ojitos se aguaron.

La dentista sintió algo de culpa y conmoción también cuando volvió a encontrarse con la mirada de la niña.

—Pequeña —Se inclinó hasta quedar a su altura, apoyándose en sus rodillas. La menor ahora tenía su labio inferior abultado y sus pupilas se habían dilatado como las del gato con botas. ¿Había algo más lindo que eso? Imposible.

Mina volvió a enderezarse y mientras la madre de Chae hablaba por teléfono fue por su propio bolso en una silla. Revolvió entre sus cosas un momento hasta hallar lo que buscaba. Luego regresó con su recién atendida paciente y volvió a inclinarse pero ahora ofreciéndole una mini paleta de caramelo.

Pudo ver como los ojitos de la pequeña se iluminaron como una lluvia de estrellas, enterneciéndola aun más cuando sus manos tomaron la golosina con cuidado.

Le enseñó su gummy's smile otra vez al erguirse, sin imaginar el efecto que estaba volviendo a causar en la menor: que se perdiera en sus ojos de nuevo.

—Le agradezco y disculpe la tardanza otra vez. Chaeyoung, camina —Habló su madre sin obtener respuesta— ¿Chaeyoung?

—Hasta pronto señora Yu-Ri, pequeña Chaeyoung.

La mujer mayor se despidió con igual respeto y luego jaló a su hija consigo hasta dejar el quirófano. Mina se percató del brillo persistente en aquellos ojos que no dejaban de admirarla y solo pudo pensar que la anestesia que le había inyectado tenía mucho que ver.

La niña no reaccionó hasta salir de la clínica odontológica. Por primera vez se iba de allí con una sonrisa dibujada en la cara. Sí, tenía un diente menos y el labio adormecido pero se había ganado una paleta ¡y un par de gummy's smiles!




:) ♡

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro