✠ Cap 18 ✠

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Capítulo 18

Jamás se había sentido tan nervioso en su vida. Ni siquiera cuando fue su conversión a vampiro por parte de su guapísimo novio. Más bien en aquel entonces se había sentido muy emocionado, pero ahora, las cosas eran absolutamente diferentes, tenía que luchar para controlar el impulso de querer beber sangre humana y sinceramente no era algo fácil de hacer. 

Después de haber bebido la sangre de Mew, algo había cambiado en él además del evidente color de sus ojos, sin temor a equivocarse, podía decir que se sentía incluso mucho más fuerte, más rápido, con los sentidos mucho más desarrollados, vamos, se sentía invencible y teniendo a Mew como su compañero a su lado sentía que de verdad nadie, pero absolutamente nadie podía hacerle daño.

Pero de igual manera se sentía nervioso, es decir, temía no poder controlarse y dañar a alguien, le aterraba la idea de caer nuevamente en un trance como en el que lo llevó a morder a Mew. Sin embargo, tenía que vencer esos miedos y demostrarle a su novio que podía manejar las cosas, que era digno para ocupar el lugar como su compañero para el resto de la eternidad, así que sin importar nada debía dar su máximo esfuerzo y hacer bien las cosas.

- ¿Puedes escucharlos? – preguntó Mew refiriéndose a los linces que estaban cerca de ellos.

- Sí – respondió Gulf – percibo el sonido de su corazones y como la sangre pasea por sus venas –

- Antes de saltar a atacarlos debes analizar todos los posibles escenarios – explicó Mew – que sentidos sean los que te guíen, pero que sea tu cerebro el que te ayude a actuar –

- ¿Qué pasa si solo me lanzo a ellos? –

- Los animales también tienen sus sentidos muy desarrollados, no como nosotros pero si mucho mejor que los de los mortales, si no eres sutil notaran tu presencia y escaparán –

- ¿Quién te enseñó a cazar a ti? – cuestionó Gulf. 

- Ionel – respondió Mew.

- ¿Y pudiste hacerlo bien a la primera? –

- Sí, aunque solo pude cazar una liebre – dijo el mayor frunciendo el ceño al recordar a su primer presa – ahora, no te distraigas y vigila a tu víctima –

- Sí señor – 

Mew suspiró ante el apelativo que uso el menor y giró su vista de nuevo a los linces que pastaban cerca de ellos. Después de unos minutos de silencio, el menor le comunicó que estaba listo y entonces, la acción empezó.

Con una rapidez que no había visto nunca en Kana, el chico salió corriendo con dirección a su cena, si tenía suerte claro. Y por supuesto que la tuvo, Gulf saltó por sobre los linces y capturó a  uno dirigiendo sus colmillos directamente al cuello del animal. Fue un espectáculo increíble, Kana parecía una leona cazando, fue sigiloso, cauteloso, observador y efectivo.

El joven succionó toda la sangre hasta que el animal quedó tieso. Gulf se levantó del suelo y sacudió su ropa. Sin importar lo que había hecho lucía impecable. Su porte era demasiado llamativo, sublimemente elegante y sencillamente perfecto.

- ¿Cómo lo hice? – cuestionó Gulf cuando llegó a su lado.

- Muy bien –

- ¿De verdad? –

- Lo hiciste bien Gulf – volvió a decir Mew con una semblante mucho más amable para que el chico creyera en sus palabras.

Sopló el viento y un inconfundible olor a sangre humana llegó a ellos. El cuerpo de Gulf se tensó y sus ojos volvieron a cambiar a ese peculiar rojo carmesí. Su garganta, recientemente humedecida con la sangre del lince, empezó a arder nuevamente, aquel olor le llamaba con insistencia, deseaba con todas sus fuerzas poder beber de aquel exquisito líquido rojo.

- ¡Gulf! – llamó Mew para sacarlo de su letargo. Funcionó. El joven, temeroso de lo que fuera capaz de hacer se acercó más a Mew y lo abrazó con fuerza.

- ¡Solo relájate! – indicó Mew correspondiendo el abrazo, escondiendo en su pecho el rostro el menor – mentalízate, aun no es tiempo de beber sangre humana, te acabas de alimentar y eso debe ayudar a calmarte un poco – pero aquello no estaba dando el resultado esperado, Kana sentía que su cuerpo ardía cada vez más.

- Mew... -

- Tranquilo, estoy aquí, no voy a dejar que hagas una locura –

- Me duele... me duele mucho... - se quejó el menor sin soltar el agarre que tenía sobre la cintura de su compañero – Mew... -

- Shhh, por favor trata de pensar en otra cosa – le dijo Mew al oído apretando su agarre y acariciando la espalda en el proceso – Dime ¿Qué es lo que quieres hacer llegando a casa? –

- Quiero... quiero que hagamos el amor – respondió Gulf haciendo que Mew casi se atragante con su propia saliva - ¿No quieres? –

- No sabía que tuvieras tanto apetito sexual y menos estando en estas condiciones –

- Me dijiste que pensara en algo más y eso me distrae mucho –

- De acuerdo, pienso en eso entonces –

Gulf sonrió y permaneció escondido entre los brazos de Mew. Podía seguir oliendo la sangre humana pero intentaba enfocarse en recordar todas las veces que había hecho el amor con Mew. Eran muchas, muchísimas, después de todo prácticamente a diario se entregaban el uno al otro en diferentes posiciones y en distintos escenarios. En ocasiones, incluso más de una vez. 

Pero hubo una, en que la entrega había sido sumamente especial. Se encontraban en el invernadero regando las plantas y poniendo los girasoles cerca de la ventana para que pudieran recibir los cálidos rayos del sol. Gulf se dio cuenta de que Mew cuidaba muy bien todas sus plantas pero ponía especial cuidado en los girasoles. Los trataba con delicadeza, y siempre tenía una mirada melancólica acompañado de una ligera sonrisa.

A él también le gustaban los girasoles. Eran su flor favorita y ver cómo Mew trataba con especial cuidado a esas hermosas flores lo hacía sentir maravillosamente conectado a él. 

- Si sigues haciendo eso me pondré celoso de ellos – soltó Gulf desde el otro lado de la mesa que estaba en medio del lugar.

- ¿A qué te refieres? – preguntó el mayor sin quitar su vista del girasol que arreglaba con esmero.

- A tu manera de tratar a los girasoles – respondió Gulf – eres... eres tan cuidadoso y delicado con ellos – Mew levantó la vista.

- ¿Y eso te pone celoso? -

- Un poco sí – 

- Es imposible tratarte con cuidado y delicadeza – dijo Mew ahora sin dejar de mirar a Gulf – eres muy... salvaje...-

- ¿Salvaje dices? – Gulf no estaba enojado. Más bien le parecía gracioso que Mew tuviera ese concepto de él – Veamos, inténtalo, puedes llevarte una sorpresa –

Mew lo miró un par de segundos sin decir nada. No sabía a lo que estaba jugando Gulf, pero de ese muchacho podía esperar cualquier cosa. ¿Quería que lo tratara con dulzura y delicadeza? Bueno, no sabía cómo hacerlo pero lo intentaría. Aunque para empezar, ni siquiera sabía por qué le seguía el juego. 

Rodeó la mesa para colocarse justo frente a Kana. Colocó sus manos en la cintura y con cuidado lo subió a la mesa para que se sentara en ese lugar. A lado del menor se encontraba un girasol recién cortado que iba a cambiar de florero. Lo tomó con cuidado y lo acercó a su nariz para aspirar su aroma. Extrañamente ese olor le recordaba a alguien que no aparecía nítidamente en sus recuerdos.

Besó sus pétalos, y después deslizó la flor por la sensible piel de Gulf iniciando por su rostro para después pasarse a su cuello, sus brazos, sus manos... el menor solo cerró los ojos ante el contacto y sin esperarlo, Mew poco a poco empezó a desabrochar los botones de su camisa, de inmediato volvió a abrir los ojos solo para toparse con un Mew que observaba embelesado como el girasol rozaba su piel.

Se veía tan metido en su tarea, que prefirió permanecer callado y no arruinar el momento. Mew tenía la misma mirada que le dedicaba a los girasoles, y lo tocaba con el mismo cuidado que tenía con ellos. Quizás en su momento bromeó cuando dijo que sentiría celos de aquellas bellas flores, pero ahora que era él, el que recibía aquella atención estaba empezando a creer que realmente no soportaría ver como su compañero regalaba sus cuidados a alguien más, aunque ese "alguien" fueran los girasoles.

"¿Son para mí?... por supuesto que son para mí... nunca había visto una flor tan bonita... se llaman girasoles, su nombre es porque precisamente ellos siguen al sol... son hermosos Suppasit, muchas gracias... no me lo agradezcas... ¿Sabes? yo quiero ser un girasol también... ¿Por qué?... porque tú eres el sol, y yo siempre te seguiré... bien, entonces sé mi girasol..."

El gemido que Gulf soltó hizo que Mew regresara a la realidad. Últimamente pequeños fragmentos de su pasado asaltaban su mente principalmente cuando estaba en compañía del menor. Era como si él desatara ese torbellino de recuerdos que cada vez lo confundían más, pues por más que lo intentara, no podía recordar quién era la persona que aparecía en aquellas memorias.

No supo en que momento había apartado la camisa de Gulf de su cuerpo ni cuando empezó a acariciar con los pétalos del girasol el pecho desnudo de Kana. Su piel suave y blanca hacía un perfecto contraste con el color amarillo tan peculiar de aquella flor. ¡Joder! de verdad que Gulf era sencillamente perfecto, y no importaba lo mucho que se esforzara en buscarle algún defecto. Simplemente no tenía. Ni uno solo.

Dejó el girasol sobre la mesa y acercó su boca los pezones erectos que lo esperaban ansiosos. No era la primera vez que los probaba, en sus anteriores encuentros había tenido el gusto de saborear aquella parte de su cuerpo, incluso en su primera vez incluyó crema batida, lo recordaba bien. Inmediatamente después, los dedos de Gulf se enredaron en su cabello. Lo estaba disfrutando, y se sentía bien complacer y hacer sentir bien a Kana con sus besos y caricias.

Ambos estaban sumergidos en su propio mundo que olvidaron donde se encontraban. Con cuidado y lentitud se fueron desnudando el uno al otro y cuando nada cubría sus cuerpos, Mew lo hizo suyo. Se enterró en él en medio de besos, caricias y gemidos de satisfacción. Gulf permanecía sentado en la mesa y rodeaba con sus piernas el cuerpo de Mew que de pie lo embestía placenteramente.

El cuidado que tuvo Mew a la hora de hacerle el amor, la ternura que empleo al momento de besar sus labios y su cuerpo, la paciencia que tuvo para esperar a que se corriera primero y la pasión de desbordó cuando derramó su semilla en su interior hicieron de ese momento, uno de los más bellos que habían compartido.

- ¿Te encuentras mejor? – preguntó Mew al sentir la respiración más tranquila de Gulf, trayéndolo de vuelta al presente. 

- Estaba recordando cuando hicimos el amor en el invernadero - 

- Querías que fuera suave y delicado contigo – el mayor confirmó que recordaba el momento.

- Justo como ahora lo estás siendo – Gulf levantó su rostro para mirar a los ojos a Mew – muchas gracias, haces que te quiera cada vez más –

- Lo has hecho bien – susurró besando su frente, un gesto que ninguno de los dos hubiera esperado – supongo que podemos empezar a cazar juntos –

- ¿Lo dices en serio? –

- A partir de mañana – aseguró Mew – es mejor que vayamos a casa –

- ¿Puedes llevarme en tu espalda? – Suppasit suspiró, pero no se negó. Y con Kana en su espalda partieron rumbo a la mansión.

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Habían pasado muchos años desde la última vez que lo vio. Sabía que irremediablemente, Luca había muerto, el cómo, cuándo, dónde y de qué no lo sabía, pero estaba seguro que esa extraordinaria visita le daría muchas respuestas.

- Has criado muy bien a nuestro hijo – dijo Luca al ver la cara de asombro del vampiro.

- No tan bien como lo hubieras hecho tú – respondió Ionel sin poder que estaba delante del gran amor de su vida.

- No seas modesto que no va con tu personalidad, sabes que has hecho un estupendo trabajo con Suppasit –

- No puedo creer que estés aquí – le dijo de pronto Ionel.

- Yo también pensé que jamás volvería a hablar contigo – aseguró Luca.

- El joven Krist es muy poderoso – habló dijo vampiro – intenté comunicarme contigo a través de otros médiums pero nunca dio resultado –

- Lo sé – dijo el padre biológico de Mew bajando la mirada – lamento mucho que no haya dado resultado, todo es culpa mía –

- ¿A qué te refieres con eso? ¿Acaso no querías hablar conmigo? – era evidente la tristeza en la voz de Ionel.

- ¡Oh Ionel! – se acercó a él para abrazarlo – te he extrañado tanto todo este tiempo – su abrazo fue correspondido al instante.

- ¿Por qué te fuiste Luca? ¿Por qué nos abandonaste a Suppasit y a mí? –

Después de que Ionel formulara se pregunta, Luca empezó a sollozar entre sus brazos. Había prometido que no lloraría y que hablaría con ese vampiro que lo que había pasado entre ellos, después de todo, él se merecía una explicación. Pero su sentimiento de pérdida y profunda soledad era tan desgarrador que apenas lo tuvo enfrente toda la firmeza y entereza que había en él, se derrumbó. Ionel lo era todo para Luca y por una mala decisión lo había perdido para siempre.

Luca era de esas personas que puede provocar sentimientos de tristeza y felicidad al mismo tiempo. Quizás no era su cuerpo físico, pero él estaba ahí, y estaba entre sus brazos, eso lo hacía inmensamente feliz y dichoso. Pero el bello mortal lloraba, y eso rompía su corazón en mil pedazos. Lo que siempre busco, su único objetivo desde que lo conoció era ver una sonrisa en su rostro y que ésta jamás se borrara.

- ¿Por qué lloras, ángel? – preguntó Ionel sin alejarlo de sus brazos.

- Te amo Ionel... - susurró Luca sorprendiendo al vampiro – quizás no como te mereces que lo haga, pero te amo y quería que lo supieras - hubo unos minutos en los que ninguno habló, tampoco se separaron, fue Ionel el que rompió el silencio después de un rato.

- Lo sé ángel – dijo con un tono melancólico en su voz – siempre supe que me amabas aunque no me lo dijeras –

- Ionel yo... -

- No digas nada Luca, sé que clase de amor sientes por mí –

- Perdóname... - le dijo aun entre lágrimas – te juro que muchas veces lo intenté pero... -

- No puedes obligar a tu corazón a que ame a una persona – lo interrumpió Ionel – el corazón ama y ya, y yo te amo a ti y siempre lo haré –

- ¿Por qué llegaste tan tarde a mi vida eh, vampiro coqueto? – Luca preguntó triste.

- No lo sé ángel, supongo que... no era yo... - respondió refiriéndose a que no era su destinado y que por eso la vida en lugar de unirlos los había separado.

- Perdóname por no aceptar ser un vampiro como tú – Ionel solo se encogió los hombros – perdóname por haberlos abandonado a ti y a mi hijo – el vampiro solo cerró los ojos y asintió sin decir nada – perdóname por... perdóname por haberme quitado la vida –

El cuerpo de Ionel se tensó. Cuando Luca se fue de su lado, como un loco lo buscó por todos lados pero jamás lo encontró. Con un Mew recién transformado fue muy difícil para él hacerse cargo del neófito y de la búsqueda de Luca. Se volvía loco de desesperación al no saber nada del mortal padre de Suppasit, uso todas sus influencias, utilizó todos sus poderes, pidió ayuda a otros vampiros pero jamás volvió a saber de él. Hasta ahora. 

La única esperanza que lo hacía no derrumbarse era que quizás, cuando el alma de Luca reencarnara, ellos se volverían a encontrar, y aunque no estuvieran destinados, sin duda volvería a cuidarlo contra viento y marea, porque Luca era la persona más importante para él. 

Pero ahora que le decía que él mismo se había quitado la vida, eso jamás iba pasar. El alma de Luca estaba condenada a vagar como un alma en pena por haber cometido el "pecado" de terminar su vida cuando aún no era el momento, cuando aún no estaba escrito. Jamás volvería a renacer en otro tiempo y esa... esa era quizás la última vez que lo vería. No pudo soportar el dolor y cayó de rodillas sosteniéndose de las piernas de Luca.

- ¿Por qué... por qué lo hiciste? – lloró Ionel con amargura.

- Ionel yo... yo... -

- Condenaste tu alma por el dolor a un hombre que nunca te amo –

- También el dolor que me causó la enfermedad de Suppasit y el perderlo para siempre me cegó por completo y yo... -

- No ibas a perder a Suppasit, solo iba a estar un tiempo lejos de ti hasta que pudiera controlarse – dijo Ionel sin dejar de llorar – Luca, no estabas solo, yo siempre estuve contigo –

- ¡Lo sé! – gritó frustrado - ¡Mierda lo sé! y no te imaginas lo mucho que me arrepiento – las lágrimas no daban tregua y no soportaba ver a Ionel así – abandoné a mi hijo y te abandoné a ti, a las dos únicas personas que me amaron de verdad y que siempre estuvieron conmigo, fui egoísta y débil y cobarde y... - no pudo continuar porque Ionel lo jaló hacía él para poder abrazarlo.

- Solo eras un niño con el corazón roto, ángel – Ionel trató de calmarlo – perdóname tú a mí por no poder aliviar nunca ese dolor - 

- Ionel... -

- Hubiera hecho cualquier cosa por ti con tal de verte feliz, cualquiera –

- Me hiciste feliz – dijo Luca mirándolo a los ojos. Aprovechó que sus rostros estaban muy cerca para acariciar su mejilla – aunque tu cuerpo siempre esta frío, tú eres un vampiro muy cálido –

- Es el calor de tu propia mano, ángel

- Claro que no – negó Luca sin apartar sus ojos de los del vampiro – como me hubiera gustado amarte como te lo mereces Ionel, de verdad que luche contra el amor que le tenía al papá de Suppasit para poder amarte a ti pero... -

- Gracias por amarme como lo hiciste – lo frenó Ionel – los años que me permitiste estar contigo y con Suppasit han sido los mejores de mi existencia y siempre los atesoraré en mi corazón –

- Te amo Ionel... -

Se acercó a su rostro y depósito un casto beso en sus labios. No era un beso romántico, pero si uno lleno de un infinito amor que quizá nadie entendería. Ellos tenían su propia manera de amarse, y de alguna manera, el tiempo que el destino quiso que estuvieran juntos fueron los mejores años de sus vidas.

Cuando se alejó de los labios de Ionel sonrió con debilidad y se desvaneció en sus brazos. Ahora en el vampiro se encontraba cargando el inerte cuerpo de Krist. Indirectamente había besado al hermano de Kanawut. Sonrió de lado. Sabía que volvería a ver a Luca, después de todo, aún tenían mucho de que hablar.

CONTINUARÁ...

Lloré cuando escribí la parte de Ionel y Luca. Pero aún falta mucho por descubrir, así que esta no es la despida de ellos, aún. 

Gracias por leer, nos vemos en el siguiente capítulo. 

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