Capítulo 34

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🍒

—Colin...

Papá es el primero en ponerse de pie, en cuanto Fritz entra a la sala.

—El mismo que viste y calza.

Ambos se abrazan como si fuesen los mejores amigos, que se acaban de reencontrar.

—¡No lo puedo creer! —Mamá sale de su estado de shock—. El Colin de Victoria.

—Es bueno verte de nuevo, Penny —Fritz la saluda, con una gran sonrisa que le llega hasta los ojos.

—Pero que pequeño es el mundo, ahora eres profesor de mi hija, no lo creí cuando Scarlett nos lo mencionó —Papá lo guía hasta el comedor—. Acompáñanos por favor, estábamos por sentarnos a comer.

Colin sonrie nervioso.

—Gracias, pero he venido...

—Lo sabemos —Penny llama a Esme, para que comience a servir—. Pero primero hay que recordar los viejos tiempos.

Nos sentamos a la mesa, en un cuadro muy familiar, es como si Colin perteneciera a la familia, de toda la vida.

Una hora después, estamos en la sala, tomando un té caliente con galletas.

—Entonces, ¿leíste las cartas?

Cuestiono tomando otra galleta del plato.

—En realidad, la mitad de los sobres son cartas, y la otra mitad, son hojas que parecen de un diario.

—Tal vez son las hojas que faltan... —Me pongo de pie, caminando hasta el pasillo—. ¡Denme un segundo!

Subo a mi habitación y tomo el diario, cuando bajo, Colin ha sacado todas las cartas, y mis padres las leen con atención.

—Victoria me estuvo mandando estas cartas, bueno, eso pretendía... —explica Colin, sosteniendo dos cartas en su mano derecha—. Parece que su madre lo supo, y escondió todas las cartas, pero Victoria se dio cuenta, y un día las encontró en un joyero que tenía su madre, las recuperó, pero ya era tarde, yo ya no estaba en la ciudad... Supe todo esto, por las últimas cartas, donde revela su más grande secreto...

Voltea a verme, lo mismo que mis padres.

—¿Es sobre mi padre? —tantos secretos me causan ansiedad.

—Si, pero primero, quiero saber si, ¿terminaste de leer el diario?

—No... Me falta poco... —bajo la mirada a mi regazo, donde descansa el diario, después volteo a ver a mis padres—. La respuesta...

Lo abro en las últimas hojas, pasando la vista de un lado a otro, con desesperación.

—¡¿Qué?!

Me pongo de pie y retrocedo con algunos pasos.

—¿Qué sucede, Scarlett? —Mamá toma el diario y papá se acerca a ella, ambos leen con rapidez—. ¡Es imposible!

—Colin... —Papá se acerca a él—. ¿Las cartas dicen que tú...?

—Si, la penúltima carta lo explica... —responde dándome las cartas—. Victoria estaba embarazada cuando terminó conmigo, su madre la obligó a alejarse, pero ella no quiso decir nada del embarazo, por miedo...

Estoy en shock, apenas y puedo tomar las cartas, para desdoblar una con cuidado, voy leyendo su contenido, mientras ellos siguen hablando.

—A que mi madre la obligara a abortar —interrumpe Papá—. Mamá no veía con buenos ojos su relación, pero jamás pensé que Victoria había terminado contigo por órdenes de mi madre, recuerdo que incluso, algunos meses antes de que terminarán, ella dio su consentimiento sin reproches.

—Eso explica muchas cosas —interviene Penny, atrayendo mi atención, así como la de papá y Colin—. Que Victoria haya encontrado un pretendiente tan pronto, y que se casara a los días de conocerlo, así como el embarazo precipitado...

—¡Claro! —Papá camina de un lado a otro—. A mamá no le gustaba que Colin viniera de una familia de clase media, decía que no tenía futuro, y no iba a aceptar que mi hermana tuviera un hijo con él...

—Así que le buscó nuevo novio... —Según lo que dice la carta, mi abuela obligó a mi madre a casarse con Bastian—. Para que mi madre no pasara vergüenzas con la alta sociedad, por eso la bestia me odiaba... Por eso me grito todas esas cosas cuando estábamos en el juzgado...

«Ahora entiendo la última nota de mis abuelos, en aquella carta que me dejaron, por eso me pidieron que luchara por el amor, porque ellos no dejaron que mi madre viviera su historia con Colin».

Todo me da vueltas, esta es demasiada información para mí.

—¡Scarlett! —Colín me ayuda a sentarme, cuando ve que me mareo—. Respira profundo...

—Tú eres... —Mis ojos se cristalizan, cuando nuestras miradas se encuentran—. No lo puedo creer...

—A estas alturas de la vida... Es lo que menos esperaba, sin embargo... Es el mejor regalo que Victoria pudo dejarme.

Tal vez es verdad que los ojos son la ventana al alma, porque en Colin solo puedo ver esperanza.

—Toma, Scarlett —Penny me acerca un vaso de agua, que acepto gustosa—. Es increíble que la vida los haya puesto en el mismo camino.

—Jamás me hubiese pasado por la cabeza... —murmura Colín—. Así que... tomate tu tiempo... para asimilar las cosas...

—Si... Yo... voy a... quiero descansar... voy a mí...

Me pongo de pie, viendo a todos como completos desconocidos.

—Te acompaño —Se ofrece Penny, quitandome el vaso.

—No.

Doy la vuelta y subo las escaleras a mi habitación, quiero estar sola, necesito asimilar todo. No me desagrada la idea de que Colin Fritz sea mi verdadero padre, pero para mí, John es la figura paterna que conozco.
Noto la carta aún en mis manos, junto con la ultima carta, la curiosidad me gana y la leo.

Mi amado Colin.

Ahora que sabes que mi hija, también es tu hija, quiero que estés al pendiente de ella, que la busques y la salves de las manos de Batian.

Al ser su padre biológico, estoy segura que te darán la patria potestad de mi pequeña, por favor, no la dejes sola, porque ese hombre no la quiere, hace días que lo note, él aparenta ser un buen padre, pero sé que cuando no estoy, mi niña sufre y no quiero que tenga un futuro lleno de traumas.
Por eso he pedido a mi hermano; que si llego a faltar, la tome a su cuidado y entonces tu podrás hacerte cargo de ella.

Intentaré hacer lo posible para que esta carta llegue a tus manos, solo espero que no sea tarde. Tal vez esta sea la última carta que escribo, pues ya no tengo ni fuerzas para respirar.
Por favor, no desampares a mi pequeña Scar.

Y recuerda que te amo, te amo Colin, con todo mi ser, eres y serás el amor de mi vida. Solo tú.

Siempre tuya, Victoria McCarthy.


—Mamá...

Cubro mi boca con la mano, dejando que las lágrimas caigan en cascada, en un silencioso llanto.

Esta es la verdad que tanto he querido saber, pero me duele lo mucho que mi madre sufrió, para mantenerme con vida y a salvo.

Tomo las llaves de mi auto y salgo por la puerta de servicio, el auto de Colin ya no esta, seguro que se ha ido a casa, después hablo con él, ahora quiero estar sola. Subo y manejo rumbo al este de la ciudad.

Solo hay un lugar en el que puedo pensar con claridad, sobre todo lo que está sucediendo, y ese es el lago de Santa Clara, mi nuevo hogar, el lugar donde crecí, el lugar en el que fui feliz... mientras mi madre vivió.

Estaciono el auto en la orilla de la carretera, ligeramente sobre el cesped, tomo la frazada que siempre cargo en la cajuela, aquella que mi madre dejó abandonada en el ático, y que siempre me recuerda a sus brazos.

En mi celular busco painfully beautiful, de IL Volo, quiero escuchar algo que me ayude a relajarme, pongo play y camino por la verde hierba que comienza a descongelarse, las pequeñas margaritas del prado despiertan, al sentir que el invierno está alejándose.

Llego a la orilla del lago para sentarme en un pequeño tronco, arropandome con la frazada.

—Quisiera que estuvieras aquí... —murmuro levantando la vista al cielo—. Tú sabrías qué hacer...

Las lágrimas ruedan por mis mejillas, me siento sola, triste, desesperada y enojada.

—La vida no es justa, mi madre no debió vivir tantas injusticias...

Sollozo casi en silencio, cuando me percato de una hermosa paleta de verdes, rosados y amarillos, que dibujan una increíble aurora boreal en el cielo nocturno, al mismo tiempo que, el espectáculo se ve reflejado en el calmado lago, un lago puro y cristalino.

El viento sopla suavemente; cantando en mis oídos, moviendo los mechones sueltos de mi cabello de un lado a otro; borrando las lágrimas de mis mejillas, y conduciendome a la relajación.

Respiro profundamente, mientras mis pensamientos se pierden en las figuras multicolor que se crean; es maravillosa la manera en que se mezclan, sin perderse entre sí. Lo que me recuerda a Paul, somos tan distintos, pero aprendimos a estar juntos.

—Ni estando triste, dejo de pensar en ti...

Sonrío ampliamente, este hermoso paisaje me ha echo recordar a Paul, la persona que ha traído luz a mi vida.

Las auroras boreales son un hermoso paisaje, que pueden llevarte a imaginar, y en mi caso a recordar los bonitos momentos, con personas importantes.

—¿Por qué tan sola?

Doy un pequeño brinco y me pongo de pie, volteo a verlo asustada.

—Me has asustado...

—No era mi intención, perdón... —Se sienta en el pequeño tronco, donde hace un momento estaba sentada—. Iba pasando y vi tu auto... ¿Estás bien?

Su intensa voz inunda mi ser, por un momento quisiera no haberlo conocido.

—Gracias, estoy bien —tomo mi celular y lo apago, comienzo a caminar de regreso por donde he venido.

—Espera —alcanza a tomarme del brazo, poniéndose de pie—. No puedo dejarte ir así, es obvio que no estás bien.

—Ese no es tu problema —expreso molesta, empujandolo para que me suelte, pero se niega—. Sueltame, por favor.

—Claro, como no soy Iván, no dejas ni que me acerque, ni si quiera a consolarte —Me suelta de un tirón.

—¿Qué te sucede? —acaricio mi brazo, volviendo a cubrirme con la frazada.

—Solo quería ser amable contigo, pero eres tan necia que no aceptas mi ayuda...

—¡No pedí tu ayuda, mentiroso! —grito molesta, dejando salir todo el enojo que he estado acumulando.

—No miento, de verdad quiero ayudarte...

—No me refiero a esto, me refiero a lo que me dijiste de tus padres —Lo interrumpo, colocandome frente a él—. Mencionaste que tu madre es directora de cine y no es verdad, es directora pero de un bachillerato, y tú padre es asistente de chef, no un chef reconocido...

—Eso puedo explicarlo —Me observa con seriedad—. No podía decirte que mi familia es de clase media, cuando tu nadas en dinero, vives en una mansión de oro, y te la pasas en viajes y fiestas costosas...

—¡Esa no es excusa! —golpeo su pecho con ambas manos—. ¡Mentiste! ¡Mentiste sobre todo...! ¡Y tu hermana, tu bendita hermana es una delincuente...!

—¡No voy a permitir que te expreses así de ella! —toma mis manos para que deje de golpearlo—. ¡No la conoces!

—¡La conozco lo suficiente, como para saber que irá a la cárcel por lo que me hizo!

Voy rumbo a Santa Clara, necesito un momento para aclarar mi mente, últimamente he estado haciendo las cosas mal, por lo menos eso pienso, pues en lugar de avanzar, siento que estoy retrocediendo, que estoy volviendo a a ser un adolescente descarriada, pero no es el momento para tonterías, tengo que madurar, enfocarme en lo que quiero.

Y lo que quiero está justo frente a mi, el auto de Scarlett está estacionado en la orilla de la carretera.

Bajo de la motocicleta y camino entre la hierba, ahí está ella, admirando la aurora boreal, un hermoso espectáculo de la naturaleza, no tan hermoso como la chica que lo admira.

No quiero interrumpirla, pero necesito, quiero hablar con ella, estar cerca de ella, la quiero conmigo.

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