ALMAS ROTAS

Me encontraba vagando, sola y perdida, con más de mil cuatrocientos sesenta heridas en el alma, tantas para considerarla fracturada, rota en el peor de los casos, inservible para todo artesano que tuviera la gentileza de querer repararla. «Resígnate» escuché de todos, porque alguien como yo con tantas marcas donde ya no sé distinguía si sonreía o si lloraba, no había más que hacer. Un alma desahuciada, en fase terminal, caminando pero con escasas gotas de vida.

Busqué un carpintero, pero me dijo que más sería el dolor que el beneficio, no había garantía de su parte.

Busqué un herrero, el cual me dijo que podría intentar forjarla, pero su fuego me escocería más de lo que pudiera resultar bueno para mí.

Busqué un alfarero, que tenía fama de elaborar las vasijas más fuertes de la ciudad,
llegué y me dijo que él solo hacía cosas nuevas, no trabajaba con vasijas rotas.

Busqué un sastre, que pudiera remendar mis cortes, solo tenía retazos de distintas telas que podría intentar usarlos de parche, pero solo eso, un parche, la herida seguiría viva debajo el. -¿Debería resignarme?- Pregunté.

-Veras, pequeña, solo reparo perfectamente prendas que yo mismo hice, porque sé su material, su hilo, su fortaleza, y de no tenerlo, sé dónde buscarlo, porque las conozco, pasaron por mis manos. Con esto quiero decirte que; hay heridas que solo pueden ser reparadas por las manos de quien te creó- Me dijo el sastre apuntando el cielo.

Autor : Gilraen Eärfalas

Maratón 2/2

Lily