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Adorando por silencio, rogando. 

Implorando que todo esto se suspenda prestamente. Aspirando tu retorno a nuestra lar. 

Aguardando la persistencia de tu interregno, anhelando tu reintegro en este alcázar. 

En esta añoranza perenne, no puedo transigir tu morriña carencia. Me dedico a figurar que me dejé llevar por el boceto de ceñir tu efigie, de encauzar tu designio hasta la plétora linfática. 

Pero no soy responsable de la lazada en tu conducto torácico. Aquel nudo que no te ha permitido tornar. 

¿No has tenido suficiente de aquello?

¿No estás cansado de la melancolía? 

No tergiverses mis palabras, me encantaría quedarme por una cantidad inacabable de tiempo a tu lado. 

No te equivoques, me complacería en demasía poder formular los vocablos que anhelas percibir. 

Pero, ¿no has tenido suficiente pesar?

Y, ¿no hemos tenido suficiente de esta disyuntiva?

No me malinterpretes. 

Inocuo y blanco en aquel entonces, antes de ponernos detrás del fraudulento pliego y aprender a falsear la talante. 

Intuía que no sería fácil, nada lo es, pero no estimaba que fuera a ponerme en este brete. 

Como reo llega a la ribera y modifica su pigmento, yo alcanzaré aquella arista y medraré. Exenta de aquel yerro de testar ante la nube de pensamientos que continuamente reincide en persistir nuestro idilio. 

No deseo ser Leviatán, tampoco Adán o Eva, mucho menos beata; pero esta aflicción convierte el costurón en uno más ingente y cruento. 

Mientras más acortas la distancia que prefiero guardar, siento como si con tu salobre mano palparas la tarascada en mi epidermis. 

Y no es lo idóneo mantener mi ánima penitente de tus zalamas.

Yo era de tu usufructo, tú no eras de mi dominio.

Tu seductor augurio, nuestra melopea prosperó a la luz de los luceros. Ahora admiramos como es abrazada por un lumbre abrasador. 

Rota en menudencias, la remembranza volviéndose pavesa. 

Aquella palabra eterna significaba nuestro todo, pero tu envés muestras cuando la llama crece. Tú la atizas. 

En este castillo de arena que se desmorona, alguien mintió. Mientras valsamos sobre la inminente llama de la tea, el desenlace del globo se acerca. 

Otra vez el desamparo me circunvala. Las entretelas de mi corazón arden, junto al núcleo. 

Necesito que tomes mi mano una última vez, sólo ayúdame a obstruir la animosidad. 

La abúlica isla. La cadencia desdeñada. 

La certidumbre sólo es un lacerante espejismo. Extravié mi sendero por una tierna ilusión, me agucé, pero por la avidez todo se tornó inapetente. 

Este sentimiento es otra forma de nombrar al anticristo. No sostengas mi mano. 

Con el pesar de haberlo vociferado, clavé una daga a mi consciencia. Cada día la realidad se hunde más en mis canalillos; diseminé aquel espeso líquido, con pigmentación escarlata. 

No puedo inhalar, cierro los párpados cada noche, acechada por la deformada existencia. La arqueta polifónica relata infortunios. 

Para ser libre, debo aludir a ti. Porque esos belfos eran acaramelados, logrando que pensara con desdén sobre mi futuro; por tu falsa afición. Cuando le concedí ver la luz a mis oculares, celadas sólo otearon. 

Miradas frígidas, fijas e intangibles. Mi felicidad insalubre, y yo tontamente adepta a tu mansedumbre. Sin querer dejarte volar por miedo al toque mefistofélico, sin saber que tus manos poseían el impuro.

Tan funesto y a la vez tan afable.  

Nuevamente, única en este baluarte de sílice. 

Discúlpame, estoy abandonando este sitio. 

¿Puedo volver en cuanto las tinieblas amenacen con colmar el lugar? ¿O ya no necesitas de mi presencia? 

Estarás afanoso y por eso desoyes las frases que formulo. Si, seguro. 

Siempre intentando escaquearse, pero no puedes cometer la dicha si tus pensamientos son otros. Adelante, convierte mi corazón en simples partículas; ya no hay más que urdir. 

Hazme cuestionarme el por qué te permití el paso, ¿serás tú o seré yo la tesis de lo vesánico? Debes creer que me he vuelto invidente. 

No pretendas hacerme idealizarme como la concitadora, emerges para pronunciar agur.  

Debe alguien sentir que su contrario es dadivoso, al condescender de escacharrar sus entrañas. 

De nuevo, atrapada entre las paredes del castillo, entre los ladrillos de las murallas, y entre tú y yo. Entre tú o yo.  










































Pueden dejarme un comentario contándome qué les pareció, me encantaría leer opiniones.

¡Voten!

S I L K Y;

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