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Taehyung.

Mi trabajo era mantenerla con vida, lo cual rotundamente falle, a pesar de que la amaba, no pude hacer nada al respecto ya que lamentablemente fue mi amor por ella lo que acabo terminando con su vida, fue un pecado haberle amado tanto...

Nací en el castillo junto con todos los esclavos de su majestad, pero mi trabajo era uno de los mas especiales de todos, uno de los cuales muy pocos tenían el privilegio, por así decirlo, desde pequeño fui alimentado con pequeñas dosis de veneno, de casi todo tipo, pero las dosis no eran letales si no lo suficientes como para que mi cuerpo se hiciera inmune a ellos.

Esto hacia que además de mi cuerpo, desarrollara otro tipo de habilidades necesarias para ser el catador de su majestad, con solo oler los alimentos o algun objeto podría notar si contenía algo letal. Incluso el aroma de la comida mas fuerte jamás escondería el aroma de un veneno para mi.

Naci para esto sin duda alguna, pues a pesar de que los demás catadores sufrían demasiado al empezar a probar de los venenos, en mi caso no era asi, solo era un malestar leve, un poco de fiebre y era todo, todos estaban impresionados conmigo sin duda alguna solo que mi habilidad venia con una consecuencia.

—Ahora que tu inmunidad y habilidad se han desarrollado maravillosamente, debes de saber algo también Taehyung, tu saliva y sangre son tan peligrosas como el mas letal de los venenos, no podrás tener descendencia, no podrás tocar a nadie mas allá de un roce.

Pense que no me importaría eso, despues de todo tengo un propósito, soy valioso incluso siendo un esclavo, sobrellevaria todo lo que conlleva ello.

Sin mencionar que si mi letalidad era el precio a pagar por mantener a la Princesa, era un precio bastante bajo, mi vida entera es para ella, solamente ella.

La princesa Rocio, ella era amable, como hermosa, bondadosa como ninguna, siempre sonriente; era un hecho que yo me había enamorado de ella, pero ella jamás me había notado, como catador siempre debía andar con una capucha, y no podía ver a nadie del castillo a los ojos, solo me acercaba a la cocina para probar los alimentos, y darles mi aprobación, desde ahí la mirada, le adoraba.

Una de las tardes que me preparaba para poder hacer mi trabajo, cometí un error, bueno tal vez no lo pueda ver así, porque fue lo que cambio mi mundo, siempre aseguraba la puerta de mis aposentos, para que nadie entrase mientras me vestía, ese día no lo hice y ella entro, con la mejillas rosadas por la huida que emprendía, abrí mis ojos como platos al ver que estaba en mi habitación, hizo un gesto con el dedo en señal de que guardara silencio, no podía verse más tierna haciendo eso, sus cabellos negros le cubrían un ojo, y su lindo lunar junto al labio era notoria con la luz de mi habitación, lo mas encantador de ella era su mirada, la miel de sus ojos era simplemente esplendorosa.

—Shh, no hagáis ruido, si me descubren me condenaran con ese aburrido tutor.

— ¿Por qué os escondéis?— me atreví a hablarle como si fuésemos iguales

—Pues a mi padre se le ha metido la loca idea, de que aprenda a tocar violín, y da el hecho de que me parece algo aburrido, sin mencionar que el tutor que me ha traído es de lo mas simplón, así que no me apetece aprenderlo, es simplemente algo tedioso para mí— sonreí hablaba demasiado, se que apenas tiene dieciséis, le llevo solo tres años, pero creo que soy demasiado serio para ella.

—Pero si el violín es hermoso, mas cuando se toca con dulzura, déjeme mostrarle mi princesa.

Me acerque y atranque la puerta, fui hasta un baúl de la cabecera de mi cama, y saque mi violín regalo de mi padre, y comencé a tocar para ella como si no existiera el mundo, me perdí debo admitirlo, pero era una de mis pasiones, hacer que ese instrumento sonara como los ángeles y a ella parecía gustarle.

—Pero que hermoso, tenéis razón, se escucha de lo mejor, creo que hasta empiezo a animarme para tocarlo, pero la melodía que tocaste era muy triste, será porque estas solo, es que jamás te he visto en el palacio.

—Pero siempre he estado aquí mi princesa.

—Eso es de notarse, pero porque si eres un súbdito de mi padre nunca haces aparición— se acerco a mi delicadamente mirándome a los ojos— guardia no eres, eres muy joven además de que los guardia son feos y tú eres muy atractivo, músico tampoco ya te hubiera visto, ¿tal vez cocinero?, pero que digo de ser cocinero y con ese rostro, Alicia seguro ya me hubiese hablado de ti— Alicia esa mujer como me sacaba de mis casillas, era la mucama personal de La princesa, pero acosaba a todo chico del castillo, a mi a cada rato me dice que me quite la capucha tan solo para darme el visto bueno la descarada.

— Soy catador mi princesa, por eso nunca me habéis visto por el palacio.

—¡Catador!, que encanto, eso es lo mejor quiere decir que nuestra comida siempre la prueba usted para que mi padre y yo estemos a salvo, ¿no es verdad?

—Así así es básicamente, ese es mi trabajo— no podía creerlo, hablaba con ella de la manera más natural.

Estuvo un rato en mi habitación, atacándome con miles de preguntas, le interesaba como es que termine siendo catador y no pude mas que contarle con detalle mi crianza.

—Pues que vida más interesante...— me miro directamente a los ojos— pero no me has dicho tu nombre.

—Taehyung.

—Me encanta suena lindo, pues es una suerte que Alicia no te hubiera visto porque es seguro que te quiere comer— se ríe por debajo

—No creo que ser tan atractivo mi princesa—

—¿Qué no? Eres alto cabellos castaños, ojos avellana, tu piel morena es preciosa, y linda sonrisa, dios si eres una adonis, mira que yo en este momento que no he visto hombre más atractivo que usted, incluso me pone nerviosa cuando sonríe—.

¿Qué? Momento me acaba de decir que le gusto, ¿no es así? Pero antes de confirmarlo sale de la habitación diciendo "aprenderé a tocar el violín, te visitare más seguido y mostrare mis avances, no cierres con seguro que cuando toque dos veces y abra seré yo"

Y así fue día tras día me visitaba, y platicábamos horas sin sentido alguno, a veces venia y tocaba para mí, pero era lo más espantoso que hubiese escuchado en mi vida, aunque jamás se lo diría, disfrutábamos estar juntos cada momento, no me importaba si después de esto sería castigado, el estar con ella lo valía a cada instante, aunque cuando ella intentaba siquiera tocarme yo me alejaba.

—¿Por qué te alejas Tae?, siempre lo haces, ¿no me quieres?

—No princesa, no es eso, lo que pasa, es que no debe tocarme.

—Al demonio con eso del esclavo y su ama.

—No debe de usar ese lenguaje princesa— ella se veía molesta— no es que no la quiera, si la amo, y con todo mi ser, es el hecho de que no puede hacerlo, ni yo puedo, mi virtud de catador como usted la llama es también mi mayor perdición...— no me dejo terminar cuando estaba enfrente mío.

—¿Me amas has dicho?— le brillaba la mirada

—Si, con todo mi ser, tenemos más de un mes viéndonos a escondidas y cada día me enamoro mas de usted, no hay noche que no sueñe con su sonrisa que no piense en usted— rio fuertemente.

—Tae, no sabes lo feliz que acabas de hacerme, yo estoy loca por ti, ya te había visto antes de la primera vez que entre en tu habitación, te espié varias veces en el baño debo admitir, y ahora dices que sientes lo mismo por mí, soy la mujer más feliz del mundo— ella me amaba como yo a ella, es momento hubiera sido perfecto si no fuese porque me dio un beso sin darme cuenta, y yo respondí estúpidamente, reaccione tarde, la empuje demasiado tarde.

—Rocio, ¿Qué hiciste?— la mire de arriba abajo, ella se desvaneció en el piso, la tome entre mis brazos —No, no, no André, princesa mía, no— le tocaba el rostro, ella extendió su mano para tocar el mío.

—Shh, no digas nada, Tae soy la mujer más feliz del mundo, sabía que eso me mataría, pero de todos modos moriría de tristeza si no te tocaba, perdona por darte este dolor, pero yo soy feliz, tranquilo— no dijo mas su respiración termino en ese "tranquilo", los guardias escucharon mis gritos y entraron a mi habitación, era obvio lo que había pasado yo había asesinado a Rocio la princesa....

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