- Te llevas bien con Marc ¿no? - escucho la voz de un chico y yo hago una mueca girándome viendo como el sevillano caminaba para acercarse a mi - un poco más y tenemos que meternos alguno en mitad para que respetéis cierta distancia de seguridad.

- ¿Pero a ti que narices te importa como me lleve con Marc o con el resto de la plantilla? - protesto flipando antes de negar con mi cabeza - si las cosas no te salen en los entrenamientos encima no vengas a pagarlo conmigo idiota.

- A mira que bien, tú te podías quejar con los demás cuando no te gustaba estudiar algo y los demás no nos podemos quejar por nada porque le molesta a la niña - recrimina y yo achino mis ojos intentando entender a que se refiere - ¿vuelves a tener tu habitación de blanco y por eso estás de cascarrabias o ya la tienes de tu color favorito y por eso te vas ofreciendo con medio equipo?

- Vuelves a insinuar que voy de zorra con vosotros y te dejo mis huellas grabadas para un mes de la hostia que te daba - amenazo antes de negar con mi cabeza y caminar rápido hacía el despacho de mi amiga - ¿por qué los hombres son tan subnormales?

- Es la cualidad que les define cariño por eso son todos iguales - responde Antia antes de encogerse de hombros- ¿que ha pasado ahora?

- Bueno pues hemos pasado de no querer seguirla por no parecer psicópata a parecer subnormal solo con dos oraciones - comenta Nico antes de asentir con su cabeza varias veces - maravilloso el plan, no sé como no se me ha podido ocurrir a mi antes.

- Necesito que me animes, no que me asegures que mis acciones han sido una gilipollez porque de eso ya he sido capaz de darme cuenta gracias - protesto antes de suspirar - no sé que me ha pasado cuando la ha visto con Marc, es como si fuera dejando de ser yo cada vez que la veía reír con él.

- Sino te conociera, te mandaría yo solo al psiquiátrico una temporada para que aclares las ideas que lo sepas - avisa y yo ruedo los ojos - son celos Gavira, lo que has sentido se llaman celos y vienen provocados porque tenías miedo de que Marc se cargara tu tercera oportunidad con ella, aunque no le ha hecho ni falta, porque su trabajo lo has hecho tú solito.

- Ni siquiera le he dicho como me llamo - susurro bajando mi mirada - mi tercera oportunidad no puede acabar aquí, no le he contado nada de mí, no sabe que soy el chico al que le decía que tenía 3 años, porque la primera vez que nos vimos estaba con el cojín tapándome la cara, he pasado años esperando a volver a encontrarla ¿y va a acabar así?

- A veces las cosas no salen como nosotros queremos Gavira, hay veces que las casualidades y la mala suerte se unen para ser uno y acabamos haciéndole daño o simplemente molestando a quien no lo merece.