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Su atención estaba totalmente enfocada en la ciudad que había mejorado demasiado, habían muchos edificios y negocios, además de mucha gente por las calles, luces y de más, no estaba acostumbrada a todo eso. Sin saberlo sus ojos estaban brillando y una pequeña sonrisa se asomaba por sus labios, pero sólo una de las chicas se fijó en ella, admirándola con impresión debido a que no la había visto de esa forma.

Salió de su fantasía cuando el auto frenó. Miró al frente y vió como el resto bajaba pero no hizo lo mismo. Admiró el hospital, dejando de lado el hecho de que se le hacía conocido, estaba tan cerca de su mejor amiga ahora. Nicha estaba ahí dentro... Todo su cuerpo estaba temblando y tan tenso que no pudo moverse, estaba nerviosa y estaba sudando a pesar del frío que entraba por la ventana.

—Lisa.

Sorprendida, miró a su derecha y observó a JiSoo con la mano extendida, al parecer abrió la puerta y ahora estaba esperando a ayudarla a bajar. A pesar de que se intentó convencer de que podía sola, esta vez no quería hacerlo sola, por lo que aún temblando tomó la mano ajena y no dudó en que ésta se dio cuenta de los nervios debido al sudor en su mano.

Al bajar finalmente del auto sus piernas temblaron un poco, pero gracias al agarre de la pelinegra mayor pudo sostenerse de pie. Aún así tras eso la soltó.

—Sígueme.

Acató las órdenes de Minnie, quien la guío hasta el interior del hospital el cual era enorme pero como ya se mencionó, le era familiar. Continuó caminando, adentrándose en demasía; a su alrededor habían personas y más personas, comenzaba a intimidarse.

—Venimos a ver a Kim Nicha, es mi abuela. —dijo la Tailandesa menor a la recepcionista, quien asintió con una dulce sonrisa antes de registrar la visita.

Luego la misma le indicó por dónde ir y las instrucciones y reglas que todos debían seguir, tras aceptar aquellas condiciones avanzó por donde ya se le había indicado, llegando al cabo de unos minutos al exterior de una habitación.

—¿Quién irá primero? —preguntó JiSoo.

—Yo —respondió de inmediato—. Después ustedes dos. —sonrió—. Debo decirle que alguien más viene a verla, ya sabes cómo es, JiSoo. Puede asustarse un poco.

"Sí, tal vez...", pensó Lisa.

JiSoo y Lisa se sentaron a esperar después de que Minnie entró a la habitación. No hablaron ni se miraron. Además de que era incómodo por alguna razón; Lisa no tenía las fuerzas para pensar en ese momento, estaba intentando mentalizarse para soportarlo y no llorar, pero le era muy difícil. Así que probó enfocarse en otra cosa, por lo que dirigió su mirada a otra parte, topándose así con el perfil de la mayor, era bonita, era de esas chicas que mirabas y podías decir "no puede ser, estás tan bonita".

Su nariz, delineó la facción de ésta con su mirada y después pasó a sus labios, brillaban por el reflejo de la luz pero también porque eran un poco rojizos, costaba creer que no eran por maquillaje sino por naturaleza de ese color.

—Eres bonita. —murmuró, pero ya que JiSoo estaba junto a ella, la escuchó.

—¿Qué? —frunció su ceño y giró su mirada a la menor, quien apartó la suya al darse cuenta.

—¡Ya está! —Minnie salió de la habitación y miró a Lisa, quien recorría la habitación con la mirada y parecía avergonzada, esto se pudo notar debido al color en sus orejas—. ¿Pasó algo?

—No. —contestó la chica rápidamente—. ¿Podemos entrar?

—Ah, ¡Claro! —una sonrisa se dibujó en sus labios—. Por favor tengan paciencia.

Lisa se puso de pie y respiró profundamente en un intento de relajarse que fue en vano, sintió en su pecho mucha confusión, no quería entrar pero necesitaba verla... No... ¿Y si la odiaba por dejarla? ¿Y si no la recordaba?

Caminó hasta la habitación, entrando en ella. Lentamente subió su vista para ver a la anciana acostada, inmediatamente sintió nostalgia, mucha nostalgia que le dejó en shock. JiSoo pasó a su lado, empujándola un poco así que entró en razón.

Minnie cerró la puerta para dejarlas solas, Lisa se adentró más en silencio hasta sentarse junto a la camilla y en compañía de la Coreana. Una vez más miró a su mejor amiga, pero ésta sólo pudo reconocer a JiSoo.

—¿Cómo estás? —mostró una dulce sonrisa, una sonrisa que Lisa reconoció de inmediato.

—Bien, muy bien, ¿Usted? —respondió sonriendo.

—Aquí sigo, ¿No? —comenzó a reír con dificultad.

"Tan fuerte como siempre has sido", suspiró descendiendo su mirada al saber que no soportaría verla en ese estado. Total... ¿Quién sí lo haría?

JiSoo explicó la situación y el porqué estaban ahí en ese momento, Nicha al oír que estaban allí para saber más de la guerra inmediatamente asintió, sonriendo leve y soltando un pesado, pero profundo suspiro.

—La guerra... —murmuró al recordar—. Fue algo difícil de pasar, mucho dolor, muchas lágrimas, mucha sangre... Pero el hecho de que tenía amigos lo hacía más fácil, en especial por ella —una sonrisa nostálgica se mostró en su rostro—. Mi mejor amiga, ella hacía que los días ahí fueran buenos, más... Felices. Ella era muy tímida y débil, era alguien a quien se tenía que proteger porque era muy frágil tanto físicamente como emocionalmente, por eso siempre intenté protegerla hasta que se me permitió. —su sonrisa se desvaneció y un nudo en su garganta se formó, provocando que su volumen al hablar disminuyera—. Me hubiera encantado cuidarla más... Tenerla más tiempo entre mis brazos...

Lisa apretó su mandíbula y sus puños mientras sentía su cuerpo temblar.

—Ella siempre fue muy pura de corazón e inocente aunque hacía las cosas sin pensar. —continuó—. ¿Saben? Ella usualmente corría, salía corriendo intentando escapar, nunca lo logró y por eso era castigada, la colgaban de un árbol... La golpeaban horrible, ella lloraba... —suspiró ante los recuerdos—. Aún después de la guerra, las marcas en su cuerpo seguían ahí... Nunca le dije que se detuviera, porque incluso yo tenía la esperanza de que algún día ella podría escapar de ahí.

Lisa cerró sus ojos y los presionó con fuerza para no llorar, pero sentía que con cualquier otro comentario lo haría. Estoy aquí... ¡Estoy aquí! Quiso gritar con todas sus fuerzas.

JiSoo la miró.

—¿Lisa? —se puso de pie para acercarse a la mencionada, pero la puerta se abrió, era Minnie.

—JiSoo, ¿Puedes venir? —murmuró con delicadeza para no molestar a su abuela. la mas baja miró una última vez a Lisa antes de salir.

Volvió a abrir sus ojos y miró a Nicha, finalmente estaban solas. No sabía cuánto tiempo se iban a tardar las otras chicas pero ya no le importaba, sólo quería volver a los brazos de su mejor amiga. Al recibir la mirada ajena mostró una sonrisa que le dolió fingir.

—¿Puede hablarme más sobre su amiga? —con ambas manos sujetó delicadamente la mano foránea.

—Su padre me hablaba mucho de ella después de la guerra... —regresó su vista al techo—. Me decía que antes de la guerra era una chica muy alegre y extrovertida, que sonreía y reía mucho... —su tono de voz bajo—. Me hubiera gustado verla así de feliz... —miró al rubio con tristeza—. Realmente merecía ser feliz

Comenzó a llorar al ya no soportarlo así que bajó aún más su mirada, dejando que todo aquello que tenía guardado saliera, emociones, sentimientos... Odiaba reservarse todo, odiaba que a pesar de estar frente a ella no tuviera el valor de decirle que estaba ahí, que al fin volvían a estar juntos.

El llanto se hizo más fuerte a tal punto donde no pudo retener más sus sollozos.

—¿Lalisa? —murmuró con sorpresa—. Por Dios... Lisa, eres tú. —con dificultad subió su mano hasta la pelinegra, acariciando su mejilla—. ¡Eres tú, en serio estás aquí...!

—Nicha lo lamento... —se acurrucó en la mano de su mejor amiga y después puso sus palmas sobre la ya antes mencionada de la ajena, para que no se apartara—. De verdad lo lamento...

—¿Por qué te disculpas? —sonrió con dulzura—. Dios mío, sigues tan bella... Sigues tan tú. —soltó una risa seguida de una tos.

—Hay tantas cosas que tengo que explicarte, yo... —mordió su labio inferior, queriendo detener un momento el llanto para hablar.

Shh... Está bien, está bien. —habló con un tono calmado pero tierno al mismo tiempo.

Lisa puso ambos brazos en el borde de la camilla y apoyó su cabeza ahí para ocultar su llanto luego de entender que no podía controlar éste. Mientras, Nicha acariciaba su cabello con suavidad, delicadeza y dulzura.

—¡No quiero vivir en esta época, te necesito de vuelta! Por favor... —exclamó sintiéndose frustrada.

—Me tienes en esta época... ¿Conociste a mi nieta? Es todo una belleza, ¿No?

Otra sonrisa se formó en sus labios, al oírla Lisa alzó su rostro y gracias a que hizo eso, la menor pudo limpiar con cuidado y lentitud las mejillas impropias, quitando el rastro de lágrimas, pero que pronto volverían a aparecer.

—Nicha, por favor...

La puerta volvió a abrirse, Minnie se asomó una vez más pero esta vez un poco, sonriendo de forma agradable a ambas. Lisa rápidamente limpió las lágrimas que salieron al final, aunque aún así no pasó desapercibido. Se levantó e hizo una reverencia a la anciana, sintiendo su pecho oprimirse al darle la espalda a su mejor amiga.

Salió de la habitación sin esperar a que alguna dijera algo más, si escuchaba a Nicha hablar volvería a llorar y esta vez soltaría todo, de igual forma si Minnie le preguntaba si se encontraba bien estaba segura que iba a romperse. Sin embargo; Al salir, frente a ella ya estaba Sorn, la hija de su mejor amiga.

Sorprendidas, se miraron unos segundos hasta que Lisa descendió su rostro, limpiando cualquier rastro de lágrimas.

—Minnie, JiSoo, ¿Se pueden adelantar? Su profesora debe estar llegando. —habló la madre de la primera nombrada, mirando a ambas chicas.

Ambas acataron sus órdenes y se fueron de ahí, dejándolas a las dos solas. Sorn esperó hasta que JiSoo y Minnie dieran vuelta en el pasillo para asegurarse de que se quedaban solas.

—¿Lisa estaba llorando? —murmuró Minnie a la mas baja.

—Se puso sensible cuando tu abuela nos estaba contando sobre la guerra, no sé porqué lloró. —respondió—. Es más sensible de lo que pensé... —alzó su mano hasta su nuca, sobando ésta suavemente—. ¿Tu madre conoce a Lisa?

—No lo sé, según yo no. —se encogió de hombros e hizo una mueca—. Quizás sí, pero nunca me habló de ella... Todo esto es tan extraño.

—Sí, estoy de acuerdo.

Por otra parte, Lisa seguía mirando el suelo, pocas lágrimas seguían deslizándose por sus mejillas, pero tan pronto salían las limpiaba. Sorn no sabía qué decir, no sabía cómo tratarla o qué decirle.

—De verdad estás aquí... —dijo después de segundos de silencio—. Mi madre me habló mucho de ti, siempre, todos los días me contaba de ti... Sinceramente —soltó una pequeña risa, sintiéndose avergonzada por lo que iba a decir—, hubo un tiempo en mi adolescencia donde te odié, sentía que ella te quería más a ti que a mí. —suspiró recordando aquel tiempo—. Pero cuando me cedió la casa y me explicó todo, comencé a sentir muchísima admiración por ti.

La pelinegra frunció ligeramente su ceño tras eso último, ¿Por qué admirar a una lesbiana? Se preguntó.

—Soportaste demasiado... —balbuceó—. Quería conocerte pero no podía llegar solamente y decir "hola, soy la hija de tu mejor amiga", temía asustarte. —rascó su nuca y río leve al imaginarse eso—. Cuando llegaste a la casa el dieciocho, fui para comprobar que estuvieras bien y te vi dormida, no pude evitar abrigarte...

—¿Fuiste tú? —alzó su vista a ella y cuando miró que asintió, pudo sentir un alivio—. Creí que habían sido los fantasmas. —soltó una risa apenada.

La rubia no pudo evitar soltar una carcajada por eso, Lisa era una niña, eso le quedaba claro, pero al mismo tiempo sintió pena por ella. ¿Cómo no iba a ser como una niña? Perdió su niñez y adolescencia dentro de esos campos, pasó por tanto así como su madre le había contado.

—Te llevaré con la profesora, vamos.

Ambas caminaron en silencio hasta la entrada del hospital, donde estaba la docente junto a JiSoo y Minnie, las tres parecían estar conversando, probablemente sobre Nicha. Sorn estrechó la mano con la mujer e hizo una reverencia, sonriéndole.

—Lisa, ¿Ya entraste? —la mencionada asintió—. ¡Ah... Entonces sólo falto yo! —soltó una pequeña risa—. Minnie, ¿Podrías entrar conmigo?

— Claro. —se giró a su mejor amiga—. JiSoo, ¿No te molesta? —la otra negó, así que ahora se dirigió a su madre—. Maaá, puedes irte con ellas, yo llevaré a la profesora cuando terminemos. —sonrió.

—Está bien, vamos chicas. —puso su mano izquierda en la espalda de JiSoo y su diestra en la de Lisa para indicarles el camino.

Las tres fueron hasta el auto de la mayor y subieron a éste, JiSoo en la parte delantera y Lisa atrás.

Al principio todo fue silencio, tal vez no incómodo sino penoso, hasta que la madre de Minnie miró a la pelinegra mas alta por el retrovisor para hablar después.

—¿Qué tal la escuela, Lisa? —la mencionada se sorprendió un poco y la miró.

Eh... —miró de reojo a JiSoo, dándole así una señal a Sorn, quien entendió— Bien, es difícil adaptarme, toda mi vida estudié en casa...

—¿Ustedes se conocen? —preguntó JiSoo, mirando a la mayor y posteriormente a Lisa de reojo.

—No. —respondió de inmediato la menor, al recibir esta vez la completa mirada de JiSoo, desvió su vista y se encogió de hombros—. Es sólo que... —miró a Sorn en busca de una excusa.

—Ya nos habíamos encontrado antes, Lisa solía trabajar en una repostería. —la nombrada frunció su ceño de sorpresa.

Era cierto que trabajó un tiempo en una repostería en 1948, pero no sabía cómo la mayor estaba enterada de eso... ¿Qué tanto le contó su mejor amiga acerca de su vida?

Ah. —JiSoo soltó una leve risa—. Pareciera que se conocen mucho. —murmuró retomando su postura—. ¿Ya no trabajas?

Eh, no... Dejé la pastelería meses después, me despidieron. —sintió pena de la respuesta que no dio, pero que estaba segura tenía que dar.

—¿Por qué? —cuestionó JiSoo de vuelta.

—Me comía los pasteles. —respondió Lisa con toda sinceridad.

Esa respuesta ocasionó la risa de JiSoo, quien no se reía fácilmente, y la de Sorn también. Lisa se sintió avergonzada y se encogió de hombros, tratando de ocultarse en su sudadera.

Sin embargo, la risa de las contrarias le había hecho sentir en confianza por lo que sonrió levemente.

La Minnie abuelita es qn mas me duele de este fic TOT

¡Gracias por leer!

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