Chicle y Chocolate (Charlie X Violeta One-Shot)

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-¡Eres mío Charlie! ¡Y lo serás aunque sea lo último que haga!-Expreso Violeta Beauregarde, aquella niña, ahora señorita, orgullosa y competitiva que, al menos superficialmente, o eso dejaba ver, había cambiado poco respecto a su experiencia en la fábrica, una que realmente quería olvidar completamente por la incomodidad como vergüenza que le causaba, especialmente por la derrota indirecta que cierta persona que ahora tenía en frente le había causado, alguien al que nunca hubiera deseado volver a ver, pese a que su mente, y hasta corazón, en sentido figurado claro, le decía lo contario.

-Te equivocas conmigo Violeta, no le pertenezco a nadie, ni siquiera a Wonka. No me conoces siquiera para dar un juicio de valor sobre mí-Respondió seriamente Charlie Bucket, aquel joven muy pobre de buen corazón que varios años atrás había sido el afortunado ganador de la fábrica de manera muy inesperada, algo que ni siquiera él pudo creer en el primer momento que escucho eso salir de las palabras de su ahora patrocinador, mentor y mejor amigo, como hermano mayor no oficial, Willy Wonka.

-No lo necesito. Los perdedores como tú no necesitan ser examinados ni conocidos a profundidad para saber que son y serán siempre eso, perdedores-Dijo ella mirándolo seriamente-Pese a que habrás ganado la fábrica, sigues siendo un perdedor.

-¿Así que es eso? ¿Todo esto es por la fábrica?

-No. Ni siquiera es por mi madre. Es por mí. Verte humillado y derrotado será lo que me regrese mi honor. Quiero que sufras hasta el final lo mismo que yo sufrí, tanto en la fábrica como posteriormente. Sentirás como es que todos te abandonen y nadie te de nada.

-No te dejare hacerlo. Admito que llegaste a aterrarme tanto que ni podía verte a la cara, pero eso se acabó. Nunca me ha gustado la violencia, y siempre eh detestado pelear, pero esta vez, haré una excepción.

-Vaya, al fin vas a actuar como un hombre de verdad. Se nota que Wonka no te enseño eso ¿Qué se siente eh? ¿Qué se siente saber que ahora Wonka ni tu abuelo ni tus nuevos amigos estarán aquí para defenderte?

-Voy a ser muy honesto en lo que voy a responderte. Nada, ya no tienes nada con lo que puedas lastimarme.

Molesta, soltó abruptamente su arma basada en chicles, seguidamente haciendo lo mismo con el chicle que llevaba mascando desde antes de quedar atrapados en ese lugar, entendiendo Bucket la indirecta haciendo lo mismo con su bastón.

-No sabes cuánto eh esperado este momento Bucket... ¡Te haré llorar y suplicarme peor que un perro, me oíste, te derretiré peor que un maldito chocolate!

-¡Deja de hablar y pelea Beauregard!

-Qué bueno que al fin actuarás como un hombre de verdad. Para que veas que no soy tan mala, si ganas, no te molestaré más, pero si pierdes, tendrás que disculparte conmigo por más humillante que sea.

-Ya lo veremos...

No había nadie para interrumpirlos. No estaba la maestra Honey, ni sus compañeros, y ni siquiera Wonka para detenerlos en cuanto se movilizaron para arremeter golpes uno contra el otro.

¿Cómo habían llegado a esa situación?

Todo empezó cuando se reencontraron en el lugar menos esperado; la escuela secundaria en un internado. No podían creerlo ninguno de los dos. Estaban viéndose frente a frente, cara a cara, choque a choque, después de cinco años de lo ocurrido en la gira por la fábrica de otra persona que cierta rubia también deseaba olvidar. De todos los posibles lugares que quizá alguna vez habrían imaginado en reencontrarse, ninguno pensó en que sería en ese sitio.

Pese que Bucket intento hacer las paces con ella, poco le importo al declararle formalmente la guerra casi al instante, como que lo vigilaría muy de cerca y que cuide su espalda de ahora en adelante.

-¡Eres mío Charlie! ¡Y lo serás aunque sea lo último que haga!-Resonando esas palabras en la mente de la estadounidense en medio de su batalla, por más que quisiera engañarse a sí misma, sabía que no lo dijo solo en sentido de pelea, sino, como algo más...algo muy complicado de entender para ella.

Todo empezó ese día, aquel maldito día como decía ella misma hablando sola muchas veces en su habitación, no importándole siquiera que su odiosa compañera de gira, y ahora de cuarto para su mala suerte, Veruca Salt, estuviera presente o no.

En la primera sala que el chocolatero los llevo, recordándolo como si fuera ayer, su memoria en mente visualizaba como ese chico intento arrancar una de las manzanas de caramelo de su rama en el árbol en el que crecía. En un principio no quiso acercarse, veía inútil quitarle algo tan tonto a ese pobre muchacho que se notaba a simple vista por su físico que no tenía mucho para comer. Hubiera sido así de no ser por recordar al instante las palabras de su progenitora que ella siempre debía estar delante de todos, sin importar el que o quien se interpusiera en su camino al triunfo.

Pensado y hecho, sin ningún reparo le arrebato la manzana. Colocándose su chicle, que llevaba mascando tres meses como ella misma había dicho en televisión al encontrar el boleto dorado, algo que ahora no deseaba haber encontrado, en una de sus orejas. Se hubiera ido al instante sin mediar palabra alguna, de no ser por los ojos que puso el chico; uno de los más hermosos que hubiera visto en toda su vida, no eran de odio o de malicia, ni siquiera intentando reclamar lo que iba a ser suyo por derecho.

-¿Por qué te lo pegas? Masca uno nuevo-Pregunto y dijo él inocentemente.

-Porque no sería una campeona, sino perdedora, igual que tu-Le respondió groseramente, dándole un mordisco a la manzana de caramelo y retirándose como si nada hubiera ocurrido.

Pese a que pudiera parecer lo contrario por su actitud, desde ese día, la joven rubia nunca había dejado de pensar en él; aquel joven extremadamente pobre que había tenido la enorme suerte de haber ganado esa enorme fábrica ¿Por qué demonios no podía quitarse su maldita imagen de niño bueno e inocente de la cabeza? ¿Tanto había sido el impacto que ese perdedor, como le dijo esa vez, y le decía constantemente desde que se reencontraron, había causado en ella que tantas vueltas daba en su cabeza? Lo peor del asunto era que no solo se arrepentía de aquella acción, aunque nunca lo hubiera expresado a nadie, sino por el hecho de ni siquiera haberla dado otra de ese curioso árbol cuando nada le costaba.

Desde que era niña, y más desde el divorcio de sus padres, su madre, que posteriormente la abandono sin más con su padre como si de un chicle terminado de masticar se tratara, siempre le había inculcado ser la mejor más que nadie en todo el mundo. Ahora sabía que eso solo habían sido pretextos y patrañas para proyectar los sueños frustrados de su progenitora desde que le anunciaron que estaba en cinta. Tampoco habiéndolo expresado con alguien, a Violeta había empezado a aburrirle desde hace un tiempo, incluso antes de los sucesos de la fábrica, que siempre obtuviera la victoria. Al principio le gustaba, pero ahora le parecía apático ganar siempre, no existiendo nadie, bueno, salvo la hija adoptiva de la maestra y directora Honey, Matilda, que con su inteligencia podía responder varias cosas en casi todas las clases que compartían, pero casi nunca habían cruzado palabra, a excepción de esa ocasión donde tuvieron un violento choque de palabras por obtener el papel protagónico en una obra de teatro, razón por la cual Honey le había prohibido participar en cualquier actividad posterior, nunca la había visto como una rival seria, por más que le recordara a ese chico por ciertos aspectos.

Eso era porque sabía quién era, quizá, su verdadero enemigo, Charlie Bucket. No importaba lo flexible que era ahora, nada, salvo humillarlo como ella había sido humillada indirectamente, le devolvería la felicidad y alegría perdida, o al menos eso pensaba y creía. Sin embargo, una vez que empezó a atacarlo con amenazas, empujones y hasta amenazas de golpe, no podía evitar sentirse culpable posteriormente por ello. No era la primera ni última persona con la que le pasaba eso, pasándole con Matilda, la maestra Honey, y hasta con Augusto y Veruca. Pero con Bucket era diferente, como si se retara a si misma de que lo que hacía estaba muy mal. Y no era algo tan ridículo como ella pensaría.

Desde esa vez en la fábrica, de una manera u otra, Charlie siempre había sido siempre honesto con ella. Era de las pocas personas que había conocido, además de su progenitor, que se mostraba tal como era, sin fingir algo que no era ni ser hipócrita como su progenitora que ahora quería olvidar o la propia Veruca, incluso habiendo ganado la fábrica, eso no lo había cambiado como inicialmente pensó que sería así al cegar muchas veces el poder a las personas, como si había sido el caso de ella.

Posteriormente, sin habérselo imaginado junto a sus compañeros forzados de batalla, Miguel, aquel odioso niño obsesionado con los videojuegos de guerra, y los ya nombrados Augusto y Veruca, Charlie empezó a plantarles cara. Nunca imagino que gracias a eso volvería a sentirse viva en luchar durante cuatro noches seguidas con su considerado némesis, sobretodo la última en la que ella y él pudieron verse las caras y batallar en serio, aunque sea a la distancia por medio de sus respectivas armas; un bastón similar al de Wonka como parte de su propio traje de Candyman como regalo suyo por su cumpleaños 14, ropa que la rubia había dicho que le daba asco que el usara, otra mentira suya, y ella un arma disparadora de chicle cortesía de Miguel Teevee, antes de quedar atrapados en ese loco lugar que era el centro de la tierra, muy similar a la fábrica de Wonka para desgracia de los jóvenes, salvo Miguel que ni estuvo presente.

Sin más opción al estar atrapados en ese lugar, tuvieron que hacer una tregua temporal. Sin embargo, y pese a conocerlo más de cerca con varios peligros vividos, toda esa serie de eventos anteriores habían hecho que la tensión entre ambos se mantuviera por más que intentaran estar en paz por la situación mucho más grave que una simple rivalidad y/o pelea inconclusa, principalmente por el hecho que Violeta quería una disculpa de Charlie por lo que le había sucedido. Fue a tal punto que la estadounidense sureña no lo soporto más y tuvo, estúpidamente, que volver a provocar una pelea entre ambos tras un forcejeo que hizo que cayeran rodando hacia un barranco. Por supuesto, por más inocente que hasta ese entonces hubiera sido antes o después, Charlie no era idiota y no iba a dejar que Violeta lo siguiera pisoteando. Esa situación se tenía que terminar allí mismo. De ese modo se desato su situación actual.

Habiendo peleado por más de 7 minutos, mientras en la superficie sus compañeros Augusto, que ya había hechos las paces con Charlie, su mejor amigo que había venido en su ayuda Jacob, y como no, aunque en realidad no le importara mucho al estar más ocupada por obtener señal en su teléfono, Veruca, no habiendo sido en vano para Bucket que Wonka le enseñara un poco de defensa personal, algo que hasta Violeta había impresionado de él por más que no lo admitiera.

Agotados y heridas, no pudiendo creer la rubia que iba a suceder otra vez, el perder nuevamente contra ese perdedor, siendo ahora más humillante por ser propiamente cuerpo a cuerpo, intento hacer un último movimiento de combate que, para su desgracia, salió mal al interceptarlo el castaño británico, terminando ella encima suyo, cayendo fuertemente al suelo.

Encima ella de él, sus rostros estaban frente a frente. Pese al temor interno que aún sentía ante su presencia, no dejando que lo acobardara, le dijo-Se acabó Violeta. Ríndete, no deseo realmente hacerte daño.

Hastiada de toda su sinceridad y comportamiento siempre de niño bueno, gruñendo, pronuncio unas muy serias palabras-Sabes que es lo peor de ti Bucket...¡Que no sales de mi maldita cabeza por más que quiera!-Expreso pegando su rostro al de el-¡No solo te odio por lo sucedido en la fábrica, te aborrezco por no borrarse de mi mente tu maldita sonrisa y mirada de niño bueno e inocente! ¡Pero lo que más detesto de ti es que nunca eh podido hacerte algo sin sentirme culpable después! ¡Te eh detestado tanto desde que te vi que lo único que eh deseado hacerte desde que te volví a ver es...!-Dijo levantando uno de sus puños, pareciendo que estaba dispuesta a golpearlo nuevamente, preparándose mentalmente Bucket para recibirlo. Grande fue la sorpresa de Charlie cuando lo que sintió posteriormente no fue ningún golpe, sino, todo lo contrario, algo que nunca espero de ella desde el día que se conocieron; un beso.

Por más palabras de odio que habría expresado directo a su rostro, ahora Beauregarde se contradecía sola con su acción en sus labios. Empezó con un beso tímido y sencillo, aunque fuerte y seco, ayudándose usando sus manos para aprisionar sus muñecas en el suelo. Realmente Charlie no sabía como reaccionar ante esa situación, no solo por ser una verdadera y completa sorpresa, sino porque realmente no había hablado sobre esos temas con sus padres y menos con Willy, no por que no tuviera confianza con los primeros, y tampoco por que al segundo le siguieran desagradando esos temas, sino por que realmente no se sentía listo para conversarlo con alguno de ellos. Lo que no podía negar era lo bien que se sentía los labios de la chica competitiva con los suyos; un sabor a mora combinado con fresa. Quizá seria producto de su transformación.

Transcurridos unos segundos, separándose de sus labios lentamente, Violeta no podía creer que hubiera hecho esa acción. Cambiando su rostro de enojado a asustado, soltó sus aprisionados brazos. No, no quería obligarlo a que la amara. Mucho menos extorsionarlo con algo así. Disponiéndose a huir, no espero que ahora seria Charlie el que cogería fuertemente sus muñecas, acompañándolo una mirada seria a la que la llevo a su rostro. Esperaba algún tipo de reprimenda, como un grito o una llamada de atención de su parte, en cambio, lo que obtuvo fue un beso suyo. Pese a sus ojos abiertos, no puso ninguna resistencia, dejándose envolver en sus labios, correspondiendo rápidamente, colocando sus manos en su pecho, haciendo él lo propio en su espalda, soltando respiros temblorosos.

Sin duda para Charlie era una enorme sorpresa; Violeta Beauregard, la presumida joven que le había declarado su enemistad indirectamente desde que se conocieron, como la encargada de hacerle cuadros la vida en ese internado, compartía un apasionado beso con él en ese instante. Su mente solo le pedía dejarse llevar por la acción, una bastante hermosa; nunca imagino que su primer beso seria con la segunda eliminada de la fábrica, y seguramente Violeta tampoco con la persona que más había despreciado en el recorrido.

El beso se agito tanto que el lugar se llenó de jadeos. Por primera vez, aunque no expresado con palabras, para la presumida ex campeona había algo en su vida mucho más importante que todo el chicle y trofeos del mundo.

Como si algo despertara dentro de sus mentes, separaron sus labios al fin, reaccionando, mirándose atentamente a los ojos, finalmente separando sus cuerpos. Violeta regreso a su actitud de siempre, tratando de ocultar su aún confusión mental que finalmente había salido a la luz, mientras Charlie acomodaba su mente para terminar de entender que había sucedido para que acabaran haciendo aquello que ahora sería bastante incomodo de nombrar para ambos.

-De acuerdo. Ganaste limpiamente. Cumpliré mi palabra. No te molestaré más. Ignoraré tu presencia en todo momento de ahora en adelante. Solo no te mantengas cerca de mí...-Dijo ella poniéndose en pie lentamente por el dolor que le causaba los golpes dados por Bucket en su defensa, disponiéndose a alejarse de la zona para dejarlo en paz como dijo en su palabra. Ya no deseaba fastidiarlo más, solo quería olvidar todo lo ocurrido ese día, especialmente el acontecimiento inusual que había sucedido.

Sin embargo, y pese a todo lo que habían pasado, Charlie no podía evitar sentir gran pena y lástima por Violeta, no evitando pronunciarle unas palabras-Violeta...sabes que es imposible que te pueda odiar...-Nunca pudo negar que realmente Violeta le atrajo desde la primera vez que la vio en ese diario al ser muy atractiva, siendo su actitud la única barrera entre ambos, y que Bucket no era tonto para estar suplicando amor a alguien así. Pero ahora, la situación parecía ser otra.

Escuchar esas palabras no solo hizo que detuviera su andar, sino que lágrimas empezaran a correr de su rostro como nunca antes lo había hecho, o al menos eso recordaba hasta el momento. ¿Sería posible que realmente Charlie no le guardara ningún rencor a diferencia de sus otros compañeros que la detestaban por su carácter tan competitivo y odioso?

Notando como ella había detenido su caminar, sin importar su dolor físico, Charlie no pudo evitar acercársele sin ningún temor a ver como estaba. Estando paralizada por la sorpresa dada, el joven la volteo lentamente, notando sus lágrimas cayendo de su hermoso rostro. Sin más que perder, con sus dedos limpio sus lágrimas de sus hermosos ojos que habían quedado azules producto de inflación de mora, viéndosele mejor de ese color según la mente de Charlie.

Sin más que expresar, se terminaron abrazando en señal de reconciliación y paz al fin, suplicándole ella que la perdonara por todo, respondiéndole que ya lo había hecho. Con nada más que perder ambos, ahora sinceramente, sus labios volvieron a juntarse, esperando que nada los interrumpiera de su mágico momento.

De todos modos, Violeta al fin se sentía en paz consigo misma de tanto tiempo enojada con la vida como consigo misma. Nunca se le paso por la cabeza que ese perdedor, al que ya no lo consideraba bajo esa denigrante categoría, el sucesor y futuro dueño de la fábrica de chocolates más grande y famosa del mundo, sería el que le brindara la paz que tanto había anhelado y buscado.

Fin.

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