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—¿A dónde vas, Jiminie?—La voz acusadora de Tae lo detuvo en seco. Eran las nueve de la noche y Jimin iba de salida.—¡Vas a verte con Jungkook de nuevo!

—¡No le digas a Nam, por favor!

—Eso tiene que terminar antes de que las cosas se salgan de control. Hace una semana dijiste que ya no lo verías y mírate ahora, vas corriendo otra vez a encontrarlo.

—No pude verlo en toda la semana.—Jimin bajo la cabeza.—Solo quiero pasar todo el tiempo que pueda a su lado.

—Te dolerá más si no lo terminas pronto, Minnie. Y lo vas a lastimar si permites que se enamore más de ti.

—Lo sé.

Pasaron cuatro meses desde la fiesta de cumpleaños de Tae. Cuatro perfectos meses desde que conoció a su alfa. Estaban saliendo, llevando las cosas poco a poco. Jimin era feliz, pero se sentía terrible cada vez que le mentía a Kookie.

—Termínalo hoy, Jimin.—Tae no estaba de acuerdo con su relación, menos si era a base de mentiras. Era un omega orgulloso y divo, pero no le gustaba la deshonestidad. Y menos viniendo de su pequeño y tierno hermanito.—Si no lo haces, le diré a Nam.

Namjoon era un amor de hermano cuando los omegas lo necesitaban. Pero se convertía en un diablo estricto cuando estos se metían en problemas. Le temían más que a su padre. Si por culpa de Tae se enteraba de que estaba saliendo a escondidas con un empleado del hotel... era capaz de despedir a Jungkook. Y su alfa necesitaba su trabajo, no podía permitirlo.

—¡Que cruel eres! ¡No te atrevas a hacerlo!

—¡Pues no me des motivos!—Tae le dio una nalgada.—Voy a dejar la ventana de tu habitación abierta, así puedes entrar por ahí sin que te descubran.

Enojado por la falta de apoyo, Jimin salió de la casa y se subió al auto en donde el chofer lo esperaba tras el volante.

—¿A dónde quiere ir está noche, señor?

—Al lugar de siempre.

Hasta el chofer le dio una mirada de desaprobación.

—¿Tú también me vas a regañar, Sunying?

—Claro que no señor.—El agradable anciano le sonrió por el espejo y puso el auto en marcha.

Cuando estaba a unas cuadras de la cafetería en la que siempre tenían sus citas, Jimin le pidió al anciano que detuviera el auto y se bajo, acomodándose el abrigo y la bufanda. Caminaría a partir de aquí, no quería que Jungkook viera el liños auto negro en el que iba.

—Señor, no debería salir sin escoltas. Si su hermano se entera de que lo estoy sacando de la casa tan tarde...

—¡No pasara nada, despreocúpate!—Jimin estaba feliz y ansioso de ver a Jungkook, su ánimo se transformaba radicalmente hasta convertirse en un aura radiante.—Ven a recogerme en dos horas.

—Permítame darle un consejo, señor.—La voz del anciano era sabía y amable.—El amor es algo frágil, que cuando se traiciona, nada es capaz de reparar el daño.

—¿Por que me dices eso?

—Ese joven está muy enamorado de usted. Y se ve que es un buen alfa, bastante joven y torpe. Si usted no lo quiere de verdad, no lo ilusione.

—Yo lo quiero. Y mucho.

—¿Tanto como para enfrentarse a su familia?—Jimin se quedó mudo.—Eso es lo que pensé.

—No es como si estuviera jugando con Jungkook. Yo conozco sus sentimientos y no quiero lastimarlo.

—¿Y que hay de sus propios sentimientos?

—¡Ya no me atormentes, anciano!—Dijo lo último con cariño.—Tu solo quieres mortificarme. Además yo tengo claro lo que siento. Me gusta Jungkook y me hace feliz, pero no me emparejare con él.

—¿Y él lo sabe?

—¡Sunying!

—Aclare las cosas, señor. Antes de que sea tarde.

Jimin se fue dando furiosas zancadas. ¿Que pasaba con todo el mundo que de repente se metían en su vida? El tenía claro que su relación con Jungkook era por pura diversión, el alfa era esa correntada de aire fresco que necesitaba. Lo que tenían no era nada serio y ambos lo sabían.

—¡Minnie!—Jungkook lo saludo con un tremendo beso y un agarrón de nalga.—Moría por verte.

Jimin sonreía a más no poder, a su lobo le encantaba ser recibido con mimos y besos. El alfa se veía tan guapo con ese gorro negro sobre su cabeza y el abrigo gris. Tan alto y guapo. Y lo mejor era su sonrisa de dientes brillantes.

—¿Tanto me extrañaste?—Jimin se puso de puntillas para morderle los labios.—No te creo...

Jungkook gruñó ante la actitud juguetona del omega.

—¿Por que me provocas, Minnie?

—¡No, me haces cosquillas!

Cerró los ojos mientras frotaba su rostro contra el de Jimin, haciendo reír al omega, sutilmente lo estaba marcando con su olor. Algo que había empezado a hacer últimamente y que el omega no había tomado en cuenta.

Le dio un beso en la pequeña nariz a Jimin.

—¿Como van tus clases? ¿Ese profesor dejó de darte problemas?

Jungkook sabía que Jimin tomaba clases de fotografía, pero omitir el pequeñísimo detalle de decirle que iba a una de las más prestigiosas escuelas de arte de Corea.

—Pude entregar mi proyecto, sin problemas.

—Bien. Así que si has terminado el proyecto quiere decir que estás libre por un par de días. Tengo algo que preguntarte, Minnie.

—¿Que cosa?

—Le conté a mi familia sobre nosotros y quieren conocerte. ¿Quieres ir conmigo a verlos la próxima semana?

Y fue ahí donde Jimin comprendió que las cosas no estaban tan claras para ambos.

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