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La mayoría de invitados se había retirado, la tía Jeon estaba despidiendo a los últimos miembros de la familia. Pronto tendrían que limpiar el desastre de la fiesta, pero por el momento Jin se dejó caer en el sofá con su revista y una copa de vino.

Pasó las páginas hasta llegar de nuevo al artículo que dejó a medias. Los herederos Kim. Vaya, si que eran personas con clase. Pero lo que capturó su atención fue el hermano menor. Por absurdo que parecía sentía que lo había visto en algún lugar.

—¿Jin ya se fueron todos?

Jin levantó la vista, Jimin venía bajando las escaleras, acomodando su cabello rubio hacia atrás, un gesto que se veía tan natural en el omega pero que era tan de diva.

—Si. Todos estuvieron encantados contigo, Jiminie. ¡Hasta quieren volver a probar tu sopa! —Se río de su propio chiste.

—Que bueno. Estaba tan nervioso.—El Omega sonrió, aunque lucia decaído.—¿Dónde está Jungkook?

—En el patio, hablando con mi tío.

—¡Gracias Jin!—El omega llevo sus manos al rostro y hizo un gesto tierno.

Jin bebió un sorbo de su copa de jugo de uva, por que esa cosa era de todo menos vino, y puso su atención en la foto nuevamente. Tardó en reaccionar, pero cuando lo hizo, escupió lo que estaba tomando. Una y otra vez levantó la vista comparando al omega de la foto con Jimin. La única diferencia era su color de cabello. El de la revista lo tenia castaño oscuro, el omega frente a él era rubio.

¡No era posible! ¿¡Cómo no se había dado cuenta antes!? Ropa de diseñador, modales impecables, cutis perfecto y elegancia de nacimiento. Jimin era todo un omega de alta sociedad.

—¿El pequeño Kim? ¿En mi casa?

Jin salió corriendo hacia la habitación de invitados, su lobo curioso debía saciar sus sospechas. ¡Ya sabía él que esas Dolce y Gabbana no podían ser de imitación!

—Esto no me gusta, no va a terminar nada bien...

Llegó a la habitación del omega y rebuscó en sus maletas. No era correcto husmear en las cosas de los demás, por supuesto. ¡Pero esto era una emergencia! ¡UNA ALERTA ROJA! Lo único que encontró fue ropa de marca, sudaderas finas y suaves para los sensibles de piel, cremas y perfumes, zapatos, una cámara...Un celular, con varias llamadas pérdidas.

—¿Cómo se desblo...?—Para su sopresa el celular no estaba bloqueado.—¡Oh!

Varias llamadas de alguien llamado Taehyung, mensajes de texto (no los leería, estaba espiando pero no llegaría tan lejos) y varias video llamadas perdidas de un tal Namjoon. No cabía duda, eran los hermanos Kim.

¡Ay por la madre naturaleza! Jimin era un niño rico. De esos que Jungkook tanto detestaba y su primo ni siquiera lo sabía. Eso era claro. Jungkook NUNCA en la vida se enredaria con personas como el omega.

¿Pero como habían terminado juntos esos dos? Y lo más importante... ¿Cómo logró engañar a su primo y porqué estaba haciendo esto?

Los pies de Jin hormigueaban por bajar y traer a rastras al omega por una explicación. Pero él era una persona, además de guapa, inteligente. Le sacaría toda la verdad a Jimin antes de acusarlo con Jungkook. Si valía la pena la excusa que el omega tuviera dejaría que fuera él quién le confesara la verdad a su primo, de lo contrario él mismo se lo diría. Jungkook no merecía ser engañado de esa forma. Su Kookie era un alfa tan devoto y leal que merecía solo felicidad.

Jin se cruzó de brazos, sentado en la cama y se dispuso a esperar al omega, que tan hábilmente los había engañado a todos.

—Yo sabía que había algo raro en tí. —Entrecerró sus redondos ojos.—Kim Jimin.

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