EXTRA: ¡A la caza de conejitos!

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Algún día en el futuro...

Un alfa bastante molesto miró con seriedad al pequeño cachorro rubio de cinco años frente a él.

—No lo volveré a decir, es hora de tus lecciones. Obedece.

El cachorro hizo un puchero y empezó a pisotear el suelo con sus piecitos enfundados en zapatos a la medida que el abuelo Min le había mandado a hacer.

—¿Porque tengo que aprender a rastrear conejitos en el bosque, Papá? ¡No somos salvajes! ¡Además no los voy a matar! ¡Eso es horripiloso, papá! ¿Acaso no sabes lo adorables que son? ¡Ellos son mis amigos!—El pequeño Jungmin terminó su discurso con los brazos cruzados, un puchero y el ceño fruncido.

Jungkook se agachó y puso su cabeza entre sus manos. Llevaban dos horas con la misma discusión. Frente a él estaba una versión en miniatura de su omega. Vestido con pequeños pantalones negros, una mini chaqueta verde que le quedaba enorme, gafas Gucci, y unos adorables zapatitos que el abuelo Min le había regalado, su hijo era la viva imagen de Jimin. Ambos rubios, bonitos y caprichosos.

—Es necesario que sepas controlar a tu lobo interior, estás pequeño aún, pero es una parte muy importante de ti. En especial si resultas ser un alfa. En la ciudad no puedes practicar por lo que debemos aprovechar que vinimos a ver tus abuelos.

—¡Yo voy a ser omega, como mi Papito!

—No es cuestión tuya decir.

—¿Y porqué no?—Jungmin hizo otro puchero.—¡Papi decidió ser omega y así fue! Y además, yo soy muy sensible y bonito como para ser un alfa.

Jungkook soltó un suspiro de cansancio.

—Se acabó.—Cargo a su hijo y lo puso en el límite del bosque.—Anda, tienes que cambiar a tu forma lobuna. Luego iremos a dar un paseo.

—¡Pero llovió y el bosque está lleno de lodo! ¡Me voy a ensuciar mi hermoso pelaje blanquito!—Jungmin no lucía muy convencido.—Además, no creo que Papi esté de acuerdo con esto, ya fue hora de mi baño y me puso el perfumito que el tío Tae me regaló. ¿Estás seguro de que tienes permiso para meterme entre el lodo, Papá?

—Si, estoy seguro.

—No te creo. ¡A Papi no le gusta que me ensucie!

—¡Ya basta, Jungmin! Tienes que obedecer.

El cachorro se tiró a llorar a los brazos de su papá alfa.

—¡Me da mucho miedo el bosque!

Jungkook suspiro y cargo a su cachorro, meciendolo y besando su cabecita rubia hasta que se calmó. Si una cosa había aprendido en estos años como padre, era tener paciencia.

—No debes tener miedo. Yo voy a estar contigo y no dejaré que nada te pase. ¿Alguna vez te he contado que fuí yo quién llevo a tu Papi a cazar conejos la primera vez?

—¿Papi también hace esto?

—Yo le enseñé.

—Esta bien.—Su cachorro se revolvió inquieto hasta que lo puso en el suelo Se quitó su ropita y la dejó doblada debajo de un gran pino. Tomó la mano de su papá y lo miró con ojitos vacilantes y un puchero.—No sueltes mi manita hasta que me transforme. ¿De acuerdo, Papá?

—No lo haré, bebé.

Horas después, Jimin regreso a la cabaña con un pequeño bebé de cabello castaño en brazos. Se detuvo en seco al ver que el piso de la cocina, los sofás y las escaleras, estaban cubiertos de lodo.

—¿Pero que....?

El bebé de tres años en sus brazos chilló con alegría.

—¡Lodito!

—No, Seokie, ese no es motivo para celebrar.

Un pequeño cachorro cubierto de lodo y con las nalguitas rosaditas expuestas, salió corriendo de la cocina y se tiró a abrazar las piernas de su papá omega.

—¡Papá me llevo a cazar conejos! ¡Y adivina qué! ¡Logré atrapar tres!

Jimin vio todo rojo al ver el estado de su cachorro. Su pequeño Jungminnie, la luz de sus ojos, la razón de su existencia, estaba desnudo y todo rosadito por el frío, su cabello rubio era un desastre y estaba cubierto de lodo de la cabeza hasta los pies.

—¡Jungkook te dije claramente que no te deba permiso para esto! —Un alfa, bastante molesto, apareció detrás de su hijo. Llevaba una caja de cartón en los brazos.—¿Qué es eso?

Jungkook sonrió con ironía.

—¿Quieres contestar a esa pregunta, Jungmin?

El cachorro extendió los brazos hacia el cielo y chilló con alegría.

—¡Son mis nuevas mascotitas!

Jimin parpadeó lentamente, reaccionando de a poco a lo que acababa de escuchar.

—Oh, es justamente lo que estás pensando.—Jungkook puso a los conejos sobre la mesa de la cocina.—Estos son los conejos que Jungmin atrapó.

Jimin le revolvió el cabello a su pequeño.

—No puedes tener conejos como mascotas, Jungmin.

Su cachorro frunció el ceño, pensativo. Luego agrandó los ojos hasta que se convirtieron en dos pozos de agua cristalina.

—Tienes razón, papito...

—Lo siento, Jungminnie...—Empezo a lamentarse el omega hasta que su cachorro lo interrumpió.

—¡Voy a darle uno a cada uno de mis primitos!

—¿Qué? No, eso no es lo que quise decir...

—El mío será el de pelaje blanco...—El pequeño cachorro le arrebató los conejos a su padre alfa y le enseñó uno a Seokie.—¿Cuál te gusta, Okie? ¿Creés que a Jia le guste el de manchitas?

Seokie agitó sus bracitos y tomó a un conejo de pelaje marrón mientras Jimin lo mantenía cargado.

—¡Conejo! ¡Mío!

Jungmin salió corriendo libre y feliz al patio, bajo la mirada de sus padres que no hicieron más que negar con la cabeza y morirse de ternura.

—¡Oh, tío Yoonnieeeeeee! ¡Mira lo que tengo para tu pulgosaaaaa!

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