Capítulo tres: Rosas y más rosas

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Los suspiros podían escucharse por los pasillos de la universidad, por supuesto Jennie no paraba de sonreír hacia los omegas y betas que trataban de ocultar cierta vergüenza de solo querer sonreírle, y eso era lo que más la tenía feliz. La alfa tenía siempre varios admiradores, y por supuesto todo omega quería que por lo menos se dignara a mirarlos con otros ojos, por supuesto, Jennie no lo hacía, ella ya tenía a alguien especial en el corazón, y necesitaba encontrar el regalo para su querida omega.

La ventaja del día de los enamorados en aquella universidad, era que podían celebrarlo sin tener que esperar al finalizar las clases, así que Jennie tenía la oportunidad de poder encontrar el regalo perfecto. Pero, ¿qué podía ser considerado como el regalo perfecto? Todo omega merece un regalo especial, sobretodo quien te ha robado el corazón.

Por fin dejo de caminar para mirar el pequeño jardín de rosas que había cerca del centro del campus de las facultades de ciencias, eran sumamente radiantes, los pétalos deslumbraban sus colores bajo la luz solar.

—J-Jennie unnie —una voz casi inaudible se escuchó cerca suyo, miró hacia donde provenía. Conocía a esa beta, habían sido compañeras el semestre anterior, Hyunjin siempre era considerada una chica amable que inclusive llegaron a pensar que era la novia de Jennie, pero la realidad era otra. Hyunjin era dedicada a sus estudios, y solo era una amiga de Kim, pues ella se veía más interesada en otra alfa—. L-le envían esto —la beta le mostró una pequeña caja de regalo.

Por unos instantes por la mente de la castaña pasó la idea de que quizás Lisa había sido quien mandó aquel regalo, pero la felicidad se le fue casi por completo al percatarse de como había un par de chicas más adelante, una muy avergonzada casi ocultándose detrás de su compañera, seguramente habían sido ellas.

—Gracias, Hyunjin —suspiró—. Deberían de evitar darte mis regalos, espero no sea una molestia.

—A decir verdad, es agradable al principio —mostró una tenue sonrisa—. H-Hasta que comienzan a murmurar tonterías —sacudió levemente la cabeza para sacar esos comentarios de las omegas—. En fin.

—Gracias de nuevo —su mirada volvió a recaer en las rosas, la beta lo notó.

—¿Pasa algo, Unnie?

Jennie no sabía si comentarlo, Hyunjin es una chica de confianza, siempre se la pasaba la mayoría del tiempo conversando con ella, ya que la mayoría solo estaba interesado en hablarle para después declararse y cuando eran rechazados, ni siquiera se querían acercar. Siempre era así con los omegas y los betas, con alfas era distinto, las amigas que tenía ahora las había conseguido con esmero y sabía que se trataban de personas buenas. Los demás alfas parecía que la aborrecían por robarse la atención de toda la población de omegas, siempre le acusaban de aquello, y Jennie pensaba que se quedaría sola, lo cual para su gran sorpresa no fue así. No cuando conoció a esas cinco alfas que parecían igual de interesadas en la misma omega.

Todavía lo podía recordar, Jisoo había tropezado con ella por accidente, y parecía que estaba escapando de alguien. La hermosa imagen de la omega que se presentó ante sus ojos jamás la olvidaría, no lo podía ni creer. ¿Acaso era un ángel? Sintió como su corazón se quería salir de su pecho en cuanto vio a esa omega, era simplemente perfecta, fue allí cuando Jisoo le preguntó si le gustaba Lisa.

Al principio no lo aceptaba, pero al final terminó cediendo y diciendo lo mucho que esa chica le había llamado la atención por completo, lo demás, es más que historia.

—¿Sabes qué puedo darle de regalo a una omega? —Hyunjin se quedó estática en su lugar, no esperaba esa pregunta. Jennie la miró de nuevo—. ¿Qué?

—¿U-una omega? —parpadeó un par de veces—. ¿Te interesa alguien?

—Sé que es algo fascinante, pero sí, me interesa alguien.

—¿Quién? ¿Quién es? ¡Merezco saberlo! —la menor estaba muy emocionada, siempre había visto a Jennie rechazar tantas confesiones que ahora simplemente escuchar el que le gusta alguien le era inimaginable. Era algo que merecía saber de inmediato.

—Lalisa Manoban —la beta se vio más emocionada, conocía a Lisa, la omega siempre era amable y le gustaba leer mucho en la biblioteca. A veces se juntaban para pasar el rato leyendo y estudiando, eran de distintas carreras, pero eso no les impedía el querer convivir.

—Espera. ¿No se supone que debe ser ella quien te regale algo?

—Lo sé, pero el problema es que Lisa no le ha dado regalos a nadie, ningún alfa en está universidad, y me gustaría ser yo quien dé el primer paso.

—Eso es muy dulce —soltó un suspiro—. Los chocolates para omegas son un dulce acto.

—¿Sabes sobre eso? —Jennie pensaba que nadie más sabía sobre eso, después de todo, parecía ser algo demasiado nuevo.

Hyunjin asintió frenéticamente mientras sonreía, miró hacia las rosas, tal vez podía brindarle algo de ayuda a su amiga.

—Creo que tengo algo que le puede gustar a tu omega.

—¡¿De verdad?! —Hyunjin asintió—. ¿Y qué es?

—Es un regalo algo simple, pero supongo que le gustará, coloca en las rosas un chocolate, ponlo entre los pétalos de las flores, no sé cuantas le quieras dar, pero... Eso sería muy dulce.

Por supuesto no era una mala idea.

***

Lisa aún analizaba el vaso en sus manos, el aroma era demasiado bueno, aún tomaba la bebida chocolatada, era deliciosa. Definitivamente tendría que pedirle a Jisoo que le de esa receta, es simplemente exquisita, pero aún podía leer aquel mensaje que estaba escrito.

—¿Ser su omega? —preguntó al aire, no sabía por qué de repente esa confesión había llegado a sus manos. ¿La alfa se habrá equivocado? No quería ni saberlo, pero Lisa estaba segura de que no se había equivocado, si lo hubiera hecho ni siquiera le hubiera pedido que se vieran después de clases—. Esto es frustrante.

No podía creer que le gustase a Jisoo, eso era imposible, es como si le gustaras a una princesa de cuento de hadas. ¡Un enorme imposible!

Además, ¿por qué le estaba dando un regalo? Los omegas son los que regalan algo al alfa, y si el alfa llega a dar un regalo, sólo lo hace para el omega que es su pareja. ¡No sabe que demonios estaba ocurriendo!

—Tal vez debería dejar de pensarlo demasiado —dijo para volver a releer con sumo cuidado cada palabra que estaba escrita en el vaso. Simplemente era algo difícil de creer, ese mensaje es para ella, y solo ella, entonces debía dejar de darle tantas vueltas al asunto, pero es imposible dejar de pensar en eso—. ¡Aaah! —gritó frustrada, demasiado para su cabeza y sus emociones.

—¡Hola, Lisa! —saltó en su lugar al escuchar una voz.

Miró a su lado y allí estaba quien menos creía que le hablaría.

¿Qué hace Jennie Kim sentada a su lado en una de las tantas bancas vacías de la zona de descanso de su facultad?

—¿Hola? —maldición, se sentía nerviosa, otra alfa atractiva ante sus ojos y que sabe su nombre. ¿Qué demonios estaba pasando?—. ¿Qué..?

—¿Qué hago aquí? —Lisa sintió sus mejillas arder, en su cabeza se escuchaba mejor esa pregunta, ahora parecía ser algo grosera, maldición—. Bueno, hay una buena razón para todo y esta es una.

Lisa no había comprendido, pero cuando vio como la coreana dejaba de ocultar sus manos para mostrar un ramo de rosas frente a ella y con chocolates pequeños que parecían haberse enredado entre los pétalos de las aromáticas flores, sintió que su cara estaba completamente caliente. Demonios, no quería sonrojarse tan de golpe, pero era inevitable.

—Y-yo... —la alfa colocó su dedo indice en sus labios indicándole que no hablara.

—Antes de que me digas que el color rosa no es de tus preferidos al igual que las flores, debo aclararte que no me interesa, es un regalo, omega —Lisa sintió su corazón latir más rápido—. Y me gustaría que lo aceptes, ¿sí?

Con el corazón con sus latidos a tope, y con sus manos con un leve temblor, Manoban tomó el ramo, aceptando así el regalo que la alfa le daba, Jennie sonrió agradecida.

—Y —habló de nuevo—, antes de que digas algo más —se aclaró su garganta—, me gustas, ¿bien? Desde que te vi no puedo dejar de sentirme como la más afortunada en haberte encontrado en mi camino. ¿Te gustaría ser mi omega? —ahora Lisa sí sentía que le daría un infarto—. No me tienes que responder ahora, te veo al final de clases, ¿sí?

La omega sólo atinó a darle un tímido asentimiento a lo que Jennie le sonrió para volver a incorporarse y despedirse con un ademan hecho por su mano, y poder caminar para alejarse por completo de su vista.

La omega miró las flores, el aroma tenue y delicado más el de los chocolates que estaban dentro solo hacía que se sintiera muy cómoda, y se sorprendió al percatarse de que había recibido dos confesiones. Ambas le han dicho que la esperarían después de clases. ¿Qué le estaba pasando a este mundo?

Soltó un largo suspiro.

—¿Qué carajos significa todo esto? —preguntó mientras miraba al cielo, se sentía como si fuera un sueño, uno muy largo y del que por alguna razón, no quería despertarse.

Les presento a Hyunjin, el amor de mi vida.

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