Capítulo uno: Chocolate

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—¿La vieron? —preguntó Jisoo mientras se mantenía concentrada buscando algunas cosas en paginas de Internet.

—¡Por supuesto que lo hicimos! —medio gritó Somi soltando un suspiro—. Ojalá traiga algo para mí.

Jennie soltó una suave risa al escuchar eso, era obvio que la omega no traería nada, estaba segura de eso. Desde el año pasado se había percatado de que Lisa no era una de las tantas omegas que se les confesaban a ellas, y eso podía ser algo desesperante.

Irene apretó sus labios formando una línea, por más que no quisiera reír, era imposible pensar que la omega les traiga algo. Estaba demás, nunca llevaba nada consigo en el día de los enamorados.

—¡Chicas! —todas miraron hacía dónde provenía la voz, Soojin se acercó corriendo hacia ellas—. ¿La vieron? —cuestionó entusiasmada mientras tomaba asiento al lado de Somi, empujándola levemente.

—Sí, Soojin, la vimos —Jeon rodó los ojos ante la respuesta tan seca de Jennie.

—¿Y? —preguntó la alfa peliazul, quería saber todo lo que habían visto. Se había quedado en los jardines para poder ver a la omega que tanto había llamado su atención desde que había llegado a aquella universidad, pero debido al tumulto de omegas que estaban encima suyo, no pudo verla—. ¿Trae algo?

—No, no traía nada —mencionó Irene, mientras cruzaba los brazos sobre su pecho—. Tal vez deberíamos de dejar de pensar si acaso traerá algo.

—No hemos visto dentro de su mochila o casillero —habló Somi, no quería perder la esperanza—. ¿Por qué no le preguntamos?

—Nos veríamos muy desesperadas —dijo la de ojos felinos—. No es una buena idea hacer algo como eso. ¿Te lo imaginas? ¿Qué pensará si le preguntamos si acaso esconde algún regalo para nosotras? Apuesto a que pensará que estamos locas.

—No lo creo —está vez habló Jisoo, levantó la mirada del computador y miró con mucha seriedad a sus amigas—. Creo que se asustará.

—¡Exacto! —otra voz se hizo presente en su conversación, Rosé apareció dejando su mochila en el suelo y se sentándose a un lado de Irene—. ¿Y bien?

—Eso deberíamos preguntártelo a ti. ¿Ella tiene algún regalo? —la rubia negó.

Las demás soltaron un bufido, en verdad es más difícil de lo que pensaban. ¿Acaso esa omega no se sentía nada atraída hacia ellas? ¿Por qué no lo hacía? ¿Acaso tenía otra alfa en sus pensamientos? ¡Es era lo que menos querían!

—Nunca trae un regalo —Rosé hizo un puchero—. Ni siquiera pude saludarla o hablarle.

—¿Ahora sí te atreverás a hacerlo? —preguntó Irene—. Siempre que lo intentas nunca puedes porque te cohíbes de inmediato.

—Lo sé, lo sé, pero esperaba tomar el valor suficiente para hablarle —rascó su nuca avergonzada. Siempre era lo mismo, cada que intentaba acercarse a la omega para poder saludarla, se sentía nerviosa y simplemente no entendía como las palabras salían de su boca tan fácilmente, pues por dentro era un manojo de nerviosismo.

—Por lo menos puedes estar cerca de ella —Somi soltó un suspiro—. Yo quisiera estar así de cerca, podría caer rápido con mis métodos de conquista.

—¿Es en serio? —Jennie frunció el ceño—. Portarte amable y cariñosa sólo hará que la empalagues, dale el respeto que merece y una rosa y ella caerá a tus pies.

—¿Y por qué no lo haces? —retó Soojin, Irene casi se ríe al escuchar eso, Rosé no disimulo en nada su risa.

—Porque no la tengo a dos butacas, idiota.

—¿Qué haz dicho? —gruñó bajo, no le gustaba que la insultarán.

—Dije que eres un- —Jisoo interrumpió la pequeña discusión que se estaba formando entre esas dos.

—¡Lo encontré! —exclamó con una sonrisa en sus labios.

Todas las presentes la miraron. ¿Qué era lo que había encontrado y por qué se mostraba tan feliz de haberlo hecho?

—¿Qué encontraste, Jisoo? —cuestionó Somi para que su amiga prosiguiera.

La mencionada se levantó y señaló la pantalla del computador, indicándole así a las demás que se levantarán para que pudieran mirar. Somi se apresuró incorporándose y corriendo hacía su amiga. Jennie caminó tranquilamente hacía ella, Irene estiró sus brazos para por fin levantarse e ir hacía dónde se encontraban las demás, Soojin y Rosé caminaron con prisa para mirar de qué se trataba.

Cuando todas habían por fin fijado su vista en la pagina de Internet que se encontraba abierta ante sus ojos, fruncieron el ceño.

—¿Chocolates para omegas? —dijo Joohyun con extrañeza, mientras fruncía un poco más su ceño, pues no entendía de que se trataba todo eso.

—Sí, chocolates para omegas —afirmó Jisoo sin dejar de sonreír.

—¿Y qué demonios significa eso? —Rosé llevó una mano hacia el monitor, señalando con su dedo indice el titulo de la pagina principal.

—Es fácil —comenzó a hablar la azabache—. Un alfa regalándole chocolates en el día de los enamorados a su omega.

—¿Y? —Jennie fue la siguiente en cuestionar.

—Y... pienso que deberíamos hacer lo mismo —Somi no podía ni siquiera creer lo que escuchó. Rosé se veía igual de sorprendida—. No es para tanto.

—Esto no es como la tradición —habló Soojin—. Se supone que los omegas son los que regalan algo al alfa, y el alfa regala cuando sabe que ya tiene un omega en su vida.

—Lo sé —respondió—. Pero esto es cuando los omegas no piensan confesarse, el alfa le regala chocolates al omega para confesar lo que siente, y este está obligado a darle una respuesta, ya sea con otro regalo como método de afirmación de sus sentimientos, o simplemente rechazándolo. Esto lo hace devolviendo el regalo recibido.

—¡Vaya! —exclamó la otra Kim, sorprendida—. No es tan mala idea, así sabremos si acepta nuestros sentimientos.

—Sí —asintió Somi—. Pero...

—¿Qué pasa?

—Eso también significa que sólo aceptará a una de nosotras, ¿no es así?

Somi estaba en lo correcto, sólo a una de ellas, y quien reciba el presente de parte de la omega será prácticamente a la que haya aceptado como alfa. Eso sí que podía ser considerado horrible, no querían que sus corazones fueran rotos por la misma omega, pero también querían que esta les hiciera caso, así que, ¿por qué no intentarlo? No perderían su tiempo, podrán convivir un poco con la chica, lo que no han hecho nunca, y sería una maravillosa oportunidad. Valía la pena hacerlo.

—Sólo piénsenlo, chicas. Sea quien sea a la que acepte, debemos aceptarlo, no importa, ¿entendido?

Sería difícil, pero lo aceptarían.

Todas a excepción de la alfa que había hecho la pregunta, asintieron. Jisoo sonrió ante la respuesta de sus amigas.

—Bien, entonces, ¡a conseguir chocolate se ha dicho!

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