Capítulo cuatro: Papel y almendras

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Mina desde que llegó a la universidad jamás creyó que causaría tanto alboroto. Pensaba en pasar desapercibida, pero eso no iba a ser posible. Chica atractiva con una gran afición a las actividades físicas y que puede conseguir la victoria en cuanto está realizando cualquier deporte, no iba a pasar como un cero a la izquierda en poco tiempo.

Unos creían que a Mina le gustaba llamar la atención, pero la alfa no lo hacía con esa intensión. Llamar la atención de los omegas no estaba mucho en sus planes, desde que había llegado se sentía como una tonta entre tantos extraños, llegar a medio curso no es nada fácil, sobretodo cuando eres nueva en la ciudad, pero se trataba de adaptar a los hechos, por supuesto no fue nada fácil en un principio. Poco a poco tuvo que irse integrando entre todos los que pudiera conocer, capitanes de equipos, y personas amistosas, pero lo había logrado.

Mina consideraba que su repentino alcance a ser más social y a que todos la considerasen como una de las más populares de las alfas, era algo que podía ser más como una meta que no pensaba en alcanzar tan pronto.

Pero claro, no estaba tan interesada en eso. Le había llamado la atención una omega la cual consideraba muy hermosa y solitaria. Sana Minatozaki podía pasarse la mitad de su tiempo sin hablar con nadie y pasarse todo el tiempo con libros de un lado a otro estudiando o dándose un gusto personal por la lectura, lo que sólo la dejaba más intrigada. ¿Por qué nadie se le acercaba? Tal vez la omega podía llegar a ser grosera, o simplemente le ignoraban porque no parecía ser una persona agradable.

Pero la realidad era que Sana tenía sus amigos, sólo que estaban en distintas clases, además de facultades. No podía darse el gran lujo de ir con uno y con otro en los tiempos libres que tenía, y menos cuando eran las épocas de exámenes.

La alfa quería algo, y eso era poder llamar la atención de dicha omega. Aunque, por más que trataba de hacerlo, no lo lograba. A pesar de que por muchas partes se escuchaba como era halagada por su esfuerzo, esperaba alguna reacción de Sana, cual por supuesto no obtenía, y eso la hacía sentirse como una tonta. ¿Cómo era posible que Lisa ni siquiera prestara atención a todos esos halagos? Tal vez necesitaba hacerle saber que quería que la mirase de otro modo.

Rascó su nuca frustrada, estaba sentada en una de las ramas más gruesas de uno de los arboles altos del campus, en la facultad de ingeniería, con un cuaderno en sus manos y con la tarea que le faltaba por hacer. Claro la haría en ese tiempo libre, aunque le preocupaba más el regalo que le iba a dar a Sana.

Había conseguido unos chocolates con almendras, odia comprar sin hacerlos ella, pero no creía posible que los de la facultad de gastronomía la dejaran entrar para preparar chocolate. Prácticamente le tenían prohibido todo a jugadores de cualquier equipo de la universidad, pues simplemente podían hacer un desastre en las cocinas, y querían evitarse la limpieza más profunda.

Observó las barras de chocolates de almendras que tenía sobre el cuaderno, no le interesaba si se manchaban, ya no le importaba.

Miró hacia abajo, encontrándose con la omega. Eso si que le había sorprendido.

Pudo apreciar que en sus manos llevaba un vaso vacío por completo, más un ramo de rosas.

Parece ser que se le han adelantado sus amigas.

Y eso que creía que sería la primera en confesarse.

Diablos, demasiado tarde, Myoui Mina. Para la otra actúa antes.

—¡Joder! —la exclamación de la omega hizo que volviera a mirarla—. Que alguien me diga qué demonios significa esto.

Mina sonrió al escuchar esa pregunta. Por lo que veía, ni siquiera se había percatado de su presencia, así que decidió hacer algo. Escribió en un pedazo de hoja y lo hizo una bolita, arrugándolo poco a poco, y por fin cuando estuvo totalmente hecha, la lanzo.

La omega estaba cansada, su cabeza solo podía rondar con el pensamiento de lo que las alfas le habían dicho y dado. Y no encontraba una excusa para evitar pensar en todo lo que le estaba pasando, el hecho de que esas alfas le dieran un regalo le hacía pensar que posiblemente estaban enamoradas de ella.

Pero lo descartó rápidamente, no podía pensar en eso. Ninguna de ellas se había mostrado interesada en ella en todo este tiempo, y ahora resulta que ambas están pidiendo que fuese su omega. Eso si que no lo aceptaría, aún no puede hacerlo.

Decidió sentarse debajo de la copa de un árbol que daba una buena sombra y recargar su espalda en el rugoso tronco. En verdad que necesitaba relajarse, demasiadas confesiones por el día de hoy. Además necesitaba aclararse una enorme duda:

¿Por qué eran ellas quienes le regalaban chocolates?

Eso no era algo que hubiera visto en otras ocasiones, siempre veía a los omegas, y cuando los alfas regalaban algo, era para su omega, siendo ya una pareja formal, no como ahora.

Sintió como algo caía sobre su cabeza, haciendo un rebote y cayendo al instante frente suyo. Ladeó la cabeza al ver aquello; un pedazo de papel arrugado.

Con la curiosidad a mil, tomó el papel, y lo desenvolvió.

Siempre lo hacía, le gustaba saber que era lo que estaba escrito, o si simplemente se trataba de pura basura que alguien había desechado de por medio.

"Significa que se te han declarado".

Parpadeó un par de veces.

¿Acaso alguna clase de ser divino la había escuchado y le había respondido por medio de esto?

Bien, ahora sí creía que estaba enloqueciendo, no podía ser un ser divino, no había ser divino alguno, no ahora, así que debía de ser más lógica, había alguien que la escuchaba, y posiblemente esté arriba de ese árbol.

—¿En serio? No me había dado cuenta de eso —Mina casi suelta una risa al escuchar ese notorio sarcasmo en la voz de la chica, en verdad que era agradable, debía admitir que no se lo esperaba, que quizás obtendría otra respuesta de su parte—. ¿Quién eres?

En cuanto la omega hizo aquella pregunta esperaba obtener una respuesta con voz, pero en cambio recibió un nuevo papel en su cabeza. De nuevo lo tomó para desenvolverlo y leerlo.

"Una persona".

Sana no pudo evitar negar mientras sonreía, al parecer ese sujeto sabía jugar muy bien sus cartas.

—Muy chistoso, pero en serio, ¿qué eres? —Mina aclaró su garganta.

—Sigo siendo una persona, ¿sabes?

—Sé que eres una persona, no puede tratarse de algo distinto que pueda escribir y lanzarme papeles a la cabeza.

—Entonces, ¿por qué no miras hacía arriba, omega?

Sana frunció el ceño, ¿aquella persona sabía de su condición?

Se extrañó un poco, tal vez había dejado muy a la deriva su aroma, tal vez debió haber utilizado más supresores en aerosol. O tal vez, habían más personas enteradas de su condición, más de las que podía esperar. Y eso que trataba de ocultarse lo mejor posible.

Con cuidado, fue levantando su rostro, algunos de sus cabellos que estaban descansando sobre su frente fueron cayendo poco a poco hasta tenerla casi despejada y por fin pudo ver quien estaba allí arriba, tragó en seco al ver a esa alfa sonreírle.

—Hola, Sana —dijo, haciendo que la omega parpadeara un par de veces confundida. ¿Desde cuándo las alfas más atractivas de toda la universidad se habían propuesto a aprender su nombre?

—Debo decir que estoy sorprendida —mencionó en respuesta.

—No te deberías de sorprender, es normal que un alfa pueda presenciar a su omega.

¿Su omega? ¿De qué estaba hablando?

Sana frunció levemente el ceño, observó como la pelinegra dejaba de mirarla a los ojos para pasar a ver su cuaderno y arrancar una hoja, vio sin entender lo que estaba haciendo. Veía los movimientos ágiles de sus manos hacer alguna figura, no sabía que clase de figura, pero sabía que estaba tan concentrada en cada uno de los dobleces, como si esperando que fueran perfectos, sin alguna clase de error de por medio para poder entregárselo, en cuanto había terminado.

Sonrió hacia el avión de papel que había hecho, con cuidado colocó las barras de chocolate, al menos eran del tamaño ideal para que no pesarán tanto.

Y por fin, Mina mostró el avión en sus manos, Sana observó como se disponía a lanzar el papel para dejarlo planear de forma pesada hasta el suelo. De inmediato, al caer, se incorporó para poder agarrarlo y ver algunos chocolates dentro. También pudo percatarse que en la envoltura decía que eran chocolates con almendras.

Miró que la hoja tenía escrito algo, así que terminó por extenderla por completo, dejando de lado la figura de avión para pasar a como era antes.

"No nos conocemos del todo, soy casi nueva en este lugar, y tú ya estabas aquí cuando yo llegué, pero debo admitir que no he podido apartar mi vista de ti desde que te vi. Así que perdona si es algo atrevido, pero, ¿quieres ser mi omega?"

Las mejillas níveas de la japonesa mayor comenzaron a tomar color, podía sentirse sumamente nerviosa.

¿Por qué esas simples palabras estaban haciendo que su corazón estuviera latiendo tanto y hacerla sentir tan pequeña de lo avergonzada que estaba?

Diablos, estas sensaciones que ha estado experimentando en tan poco tiempo la traían loca. No entendía a su cuerpo, era algo que apenas estaba experimentando.

No sabía si se sentía de esa forma por el simple hecho de que se lo estaban diciendo las alfas más atractivas, o porque no sabía como reaccionar ante todo aquello.

—Esperaré tu respuesta al final de clases, ¿qué dices? —la pregunta la sacó de sus pensamientos, dejó de mirar la hoja y miró hacia la copa del árbol, encontrándose entre las ramas y hojas los ojos oscuros de la alfa. Se veían ansiosos y con un brillo de alegría indescriptible.

Sana sólo atinó a dar un asentimiento a lo que la otra se lo devolvió para dejar de verla, y así Minatozaki había emprendido camino para ir a otra de sus clases.

Sólo esperaba que esta vez hubiera clase, no podía seguir pensando en todo lo que había pasado en estas pocas horas, y necesitaba que por lo menos uno de los profesores diera una clase para poder estar concentrada en eso y no en todo lo demás.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro