Capítulo dos: Café y canela

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Tzuyu podía considerarse alguien seria a plena vista, y la mayoría de los omegas la miraban de aquella forma, era increíble verla con un semblante tan tranquilo, pero ahora Tzuyu se sentía muy distinta, y por supuesto, los omegas lo notaron, sobretodo los que se encontraban en la facultad de gastronomía.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Heejin al ver que aquella alta chica no había parado de sonreír.

—¡Más que bien! Y —hizo una pequeña pausa—, necesito algo de ayuda.

Heejin parpadeo un par de veces, era extraño que pidiera ayuda. Además, ¿por qué la necesitaba? No lo entendía, dejó de lado sus pensamientos para mirar a la alfa que parecía querer obtener una respuesta.

—¿Qué necesitas exactamente? —preguntó, esperando a que dijera algo más.

—Necesito que me ayudes a preparar chocolate.

—¡¿Eh?! ¿C-chocolate?

Eso no lo esperaba.

Tzuyu pidiéndole ayuda para preparar chocolate, lo creería si fuera acaso una omega que viniera a la facultad para pedir esa clase de ayuda. La anterior semana la facultad se había impregnado de tanto aroma a chocolate que inclusive Heejin ya le estaba tomando asco a ese dulce, pero no esperaba que una alfa como Tzuyu pidiera ayuda para algo como eso.

Simplemente era más que increíble escuchar aquella petición, y podía ver en su mirada que estaba hablando en serio. Nada de dudas, nada de risas que puedan indicarle que se trataba de una simple broma. Absolutamente ninguna señal de que fuera una mentira. Definitivamente se sentía sorprendida.

—Supongo que es para ti, ¿no?

—No —eso ahora si la había dejado más que sorprendida. Preguntó con la mirada, quería saber de quién se trataba—. ¿Conoces a Sana Minatozaki?

—¿La omega de la que tú y tus amigas están interesadas? —Chou asintió frenéticamente—. ¡Espera! ¿Piensas declararte tú?

—Sí. Sana no trae ningún regalo, es desesperante —mencionó soltando un suspiro—. Y me gustaría regalarle algo por mi cuenta, por eso necesito tu ayuda.

—Un chocolate para omega... —la mayor sonrió mientras daba un corto asentimiento—. ¿Las demás lo harán también?

—Lamentablemente sí, pero descuida, prometimos no pelear si es que acaso Sana escoge a una de nosotras.

—Eso no es lo que me preocupa. ¿Segura que van a estar de acuerdo si la omega escoge a sólo una de ustedes? —Tzuyu asintió—. Bien. Entonces, manos a la obra.

***

Ciertamente las lecciones para preparar chocolate pueden ser un poco complicadas, eso lo había descubierto ahora. Los ingredientes que necesitaba debían de ser los adecuados, y Tzuyu no sabía qué demonios podía utilizar. Gracias al cielo, Heejin le mostró lo que podía usar, desde aguas con olores de flores muy distintivos, hasta especias además de leche, y otros ingredientes que la mayor no consideraría tan adecuados a la hora de preparar chocolates. La repostería si que era más complicada de lo que se imaginó.

Miraba atenta los ingredientes, no quería algo que fuera tan fuerte, pero quería que fuera significativo para la omega. Algo que le indicará que había sido ella quien le había entregado dicho regalo. Necesitaba que fuese especial, sumamente especial.

Observando de un lado a otro las distintas cosas en la mesa, Tzuyu disfrutaba de ciertos sabores matutinos, era lo que siempre hacía, pedir café con una pequeña pizca de canela en polvo hacía que la bebida perdiera el amargor que a veces detestaba que tuviera al olerlo. Miró con detenimiento al café soluble y la canela en polvo, podía tratarse de un riesgo en la cocina, lo podía reconocer, pero en un chocolate, tal vez no sea tan malo. De inmediato agarro ambos ingredientes y los colocó frente a Heejin.

—¿Estás segura? Esto podría ser más como una bebida de chocolate.

—Muy segura. Necesito chocolate amargo.

—Querrás decir semi-amargo, eso ayudará más con estos ingredientes, sobretodo porque quieres combinarlo con café.

—Entonces hagamoslo —dijo la alfa, juntó sus manos para poder dar leves aplausos, estaba entusiasmada.

Tzuyu no era mucho de acercarse a la cocina, usualmente lo hacía sólo para prepararse una sopa instantánea o un poco de café por las mañanas. La mayoría del tiempo le gustaba ordenar comida o simplemente salir por unas cuantas frutas y hacerse ensaladas. Rara vez compraba hamburguesas, y se disponía a usar el microondas para poder hacer palomitas de maíz con caramelo, y ahora prácticamente estaba frente a la estufa, con un delantal amarrado en su cintura, las mangas de su playera arremangadas hasta casi llegar a los codos, y con una olla pequeña con agua hirviendo con un tazón encima de esté mismo con el chocolate derritiéndose poco a poco. El olor amargo llegó a sus fosas nasales.

—Deja que se derrita poco a poco, y muévelo de vez en cuando, no queremos que termine quemándose —advirtió Jeon—. ¿Vas a moldearlo o prefieres hacerlo en una bebida?

—Una debida estaría bien, me gustaría darle algo que le de un poco de calor —Heejin asintió.

—Entonces iré por la leche.

Tzuyu la agregó después de que Heejin se lo indicara, y sin dejar de mover aquello, agregó unos cuantos gramos de café instantáneo y un poco de canela en polvo. Siguió con el movimiento mirando el color de la bebida, como un café con leche, sólo que este tenía un poco más de espesor. La rubia agregó un poco más de leche y listo, estaba bien. Los aromas juntos eran increíbles, cualquiera que estuviera cerca estaría más que encantado.

—Está listo —anunció Heejin, la alfa sonrió contenta con el resultado—. Ten.

La beta le entrego un vaso que podía aguantar el calor de la bebida, y antes de que Tzuyu vaciara el contenido, decidió darle su toque personal al vaso. Buscó entre sus cosas, y logró encontrar un plumón de punta delgada, entonces comenzó a escribir en el vaso para después colocar algunos pequeños dibujos y por fin estaba listo. Vació la bebida chocolatada que había preparado, sonriendo satisfecha. Nada mejor que este regalo, esperaba obtener algo de parte de la omega.

—Te debo una, Heejin.

—Descuida, amiga. ¡Ahora ve por tu omega!

—¡Eso haré!

***

Sana odia las horas libres. ¿Era demasiado pedir que sólo por ese día los profesores no se esmerasen en no asistir a clases? Soltó un largo suspiro, apenas habían pasado menos de una hora y por supuesto el profesor no se dignaría en aparecer, de eso estaba más que segura. Observó como todavía había algunos de sus compañeros por el salón de clases, hablando unos con otros, compartiendo experiencias y más cosas.

No era de hacer muchas amistades entre todos los que se encontraban a su alrededor, prefería mantenerse más distanciada de todos, era lo mejor, además de que las personas trataban de evitarla, usualmente la tachaban de aburrida o de una irrespetuosa, cosas que la omega no consideraba, y no le agradaba escucharlos. Recargó su mentón sobre sus brazos cruzados sobre su mesa de trabajo, mirando a los demás.

Un pequeño grito ahogado se escucho, miró hacía la entrada del aula, y allí la vio, esos ojos tan profundos que había visto en la mañana, se sintió pequeña al percatarse de que aquella alfa había conectado su mirada con la suya al instante, aparto la mirada, esa alfa traía algo en sus manos, lo notó. ¿Acaso era un regalo? ¿A quién se lo daría? Había varios omegas en su aula de clases, y podía percatarse como se ponían algo tímidos y tímidas al ver que la chica tenía un regalo.

—Sana —su profunda voz hizo que se diera la vuelta encontrándola más cerca de ella, Tzuyu le dedicó una pequeña sonrisa, y los pocos que estaban a su alrededor miraban atentos la escena—. Para ti, omega —extendió el vaso hacía la japonesa.

Sana no podía creer lo que había escuchado. ¿Le acaba de decir omega? Sintió sus mejillas arder al instante, su corazón no dejaba de latir como loco, era demasiado para ella.

—Y-yo —intento hablar pero parecía que no iba a poder hacerlo, así que Tzuyu se adelantó.

—No me tienes que responder aún, te daré tiempo. ¿Nos podemos ver después de clases? —eso en verdad la dejo más sorprendida.

—S-sí, supongo —tragó grueso.

Maldición. ¿Por qué quería verla? ¡Esperen! ¿Acaso...?

—¿Excelente! —sonrió a más no poder, para por fin irse, parecía muy feliz con la situación, y por supuesto que lo estaba, no había sido rechazada, ¿qué mejor que aquello?

Sana pudo respirar con normalidad cuando vio que la alfa se había ido, miró el vaso que estaba sobre su mesa de trabajo, y por fin el aroma llego a sus fosas nasales, chocolate. Maldición. ¡Sí era una confesión!

Observó con más detalle el vaso y pudo percatarse de que tenía algo escrito mientras parecía ser rodeado por varios dibujos de corazones pequeños como una lluvia.

"Espero no sea una molestia para ti, me gustas desde hace tiempo, ¿quieres ser mi omega?"

Eso era lo que decía, y simplemente Sana sintió sus mejillas calentarse, sabía que ahora parecía un tomate, totalmente sonrojada.

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