🎪Circo 20🎪

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La noche había caído, y ninguno de los presentes estaba preparado para recibirla.

Conversaciones, planes, discusiones y estrategias fueron habladas sin cansancio durante las últimas horas; Yoongi había mostrado una faceta determinada y segura, dejando los mismos miedos que estuvo sintiendo en algún rincón de su mente, mientras que se apoyaba en los conocimientos espirituales que SeokJin poseía, a sabiendas que en esa ocasión la tecnología con la que contaban en equipos de investigación jamás sería suficiente.

"Un demonio no puede hacer mucho en su estado natural, debe debilitar un cuerpo humano para así tomar posesión de él y empezar a hacer verdadero daño"

La afirmación del omega Kim tenía peso porque estaba justificada tras muchos años de investigación religiosa; sin embargo, Jimin sabe que ese demonio es uno diferente.

Un espectro del mal que fue creado en ese mismo lugar; que no llegó a poseer, sino que vió su nacimiento bajo esas carpas abandonadas. Un demonio que en su esencia original fue un humano más, y que lo más probable fue que vivió algo peor que el infierno mismo que fue capaz de fragmentar su alma cuando aún estaba vivo.

¿Tiene sentido o justificación? Para Jimin sí lo tiene, y una parte de él también sabe que SeokJin piensa lo mismo, porque los ojos del peliceleste no pudieron ocultar la duda que sus palabras trataron de camuflar.

Una única cosa es segura; todo ser maligno creado siempre guarda su esencia original, por muy oculta y manchada que esté gracias a los años pasados. Esa es la única vía de escape que el rubio puede ver, esa única puerta que puede guiarlo hacia el lado humano y olvidado de Ange Rouge; un punto débil que será la única oportunidad para darle destrucción.

—¿No puedes dormir? —la voz de Jungkook provoca un pequeño salto debido a lo repentina que fue.

Le sonríe y le deja un beso en la frente. —Aún es temprano.

—Papá dijo que debíamos estar despiertos en unas horas —recordó el cachorro—. Deberías intentar dormir un poco.

—Aunque quisiera, no puedo —dejó escapar aquel suspiro que mostraba todo el cansancio que sentía—. Tengo muchas cosas en qué pensar.

Jungkook no respondió de inmediato, en su lugar, tomó la mano pequeña de su papá y le dio un apretón suave que planeado o no brindó nuevas energías en el omega. Jimin se sujetó con fuerza a aquel agarre, la necesidad por sostenerlo era tan fuerte que incluso el menor llegó a sentirla, y, pese a ello, se mantuvo tranquilo, como si supiera exactamente lo que el mayor estaba necesitando en ese momento.

Minutos largos pasaron hasta que el cachorro dejara salir aquella pregunta que estaba quemando en su garganta; necesitaba saberlo, así como también anhelaba que aquel sentimiento agónico y desconocido sólo le atacara a él mismo y a nadie más.

—¿Tienes miedo, papá?

La respuesta de Jimin tardó en llegar. —Lo tengo.

—No tengas miedo —las palabras del menor provocaron que el rubio le mirara; Jungkook fijó aquellos ojos celestes en el rostro angelical de su padre y sonrió con determinación—. Yo te protegeré.

Esas fueron las palabras que desarmaron al omega. Jimin ocultó su rostro bañado en lágrimas en el pecho de su hijo y ahí lloró de manera descontrolada. Sentía sentimientos ajenos y propios, pero no lograba diferenciar cuáles le pertenecían y cuáles no; más eso no fue razón suficiente para dejar de llorar.

Temía tanto por su hijo, que el simple pensamiento de perderlo debilitaba su espíritu por completo.

Jungkook lo sostuvo con todas las fuerzas que tenía; una parte de él podía sentir el miedo que su papá estaba tratando de ocultar, y su pecho dolía al saber que era por su causa. En su mente buscó alguna solución que formara una pequeña garantía que le diera tranquilidad al mayor, pero nada pudo encontrar que le tranquilizara ni a él mismo, porque desde hace mucho tiempo que sus opciones se vieron nubladas por una voz que le adormecía y le llenaba de temor.

Una voz que era tan parecida a la de su propio papá, que incluso había ocasiones en las que su verdad se vería trastornada.

Y sentía tanto miedo, pero tampoco podía decirlo, porque lo menos que necesitaba era causar más tormento en todos aquellos que amaba.

—¿Tu padre está dormido? —la voz de Jimin se escuchó amortiguada.

—Eso parece —susurró Jungkook, mirando a pocos metros el rostro tranquilo de su padre alfa al estar dormido.

Jimin se enderezó y se sentó, todos sus compañeros dormían tranquilamente a excepción de Lisa ya que a ella le había tocado vigilar mientras los demás dormían. Sintió como Jungkook se sentaba a su lado y dejó escapar una risa floja; todo parecía indicar que el cachorro tampoco dormiría.

—Kookie —llamó con dulzura—. Duerme un poco, por favor.

—¿Qué hora es? —indagó el menor.

Jimin miró su reloj. —Las veintiún con quince y Yoongi dijo que debíamos despertar a la medianoche —recordó—. Hazme caso y arovecha a descansar estas pocas horas.

—No tengo sueño —debatió con el entrecejo fruncido.

—Inténtalo, ¿Si? —insistió Jimin, no le gustaba que su hijo no descansara lo suficiente—. Si no lo haces, tendrás mucho sueño cuando iniciemos a explorar.

Aquellas palabras lograron un tenue convencimiento en el cachorro. Jungkook quería tener toda la energía posible, porque su padre había informado que explorarían los alrededores de la oficina de Jang y los extremos del telón principal. La tranquilidad que se mostró hasta ahora era indicio suficiente para imaginar el caos que estaba por desatarse. La típica calma antes de la verdadera tormenta.

Pero el tormento no se iba. Cada vez que cerraba los ojos la imagen de aquel ser llenaba su mente; cabellera espesa y negra, tez blanquecina y un par de ojos rojos y profundos que incitaban a pensamientos que le atormentaban en cada rincón de sus sueños.

Se había adherido a él como una capa de segunda piel. ¿Lo peor? Es que no hacía algo para evitarlo.

—Papá... —la duda pintó cada palabra, y no pudo evitar el sonrojo cuando Jimin le miró con atención.

—¿Qué sucede, pequeño? —sintió el impulso de acariciar la cabellera suave de su hijo, mientras miraba con curiosidad la timidez que demostró el menor al desviar la mirada.

—¿Me puedes abrazar? —jugó con la tela de su suéter—. Si me envuelves con tu aroma quizá pueda dormir un poco.

La sonrisa del omega fue amplia al escuchar la petición de su hijo. Los recuerdos de un Jungkook de seis años invadieron su mente, rememorando con nitidez cada noche que su cachorro le ayudó con sus pesadillas, convirtiéndose en aquel rayo de luz que siempre impidió que la oscuridad le consumiera.

—Ven aquí —abrió ambos brazos en una cálida invitación, a la vez que una sonrisa hermosa aparecía en sus labios.

Jungkook devolvió la sonrisa que su papá le mostró y no perdió tiempo para refugiarse entre los brazos del omega. Ambos se recostaron nuevamente, con la esperanza de descansar un poco; el alfa daba inhalaciones profundas a aquellos aromas que siempre le acompañaron, dando la fuerza necesaria al lazo que compartían desde el primer día y que era exclusivo de ambos.

—Trata de dormir, mi niño —la voz suave y delicada fue un manto que cubrió por completo al menor en un calor reconfortante y colmado de tranquilidad.

Los ojos del alfa se fueron cerrando, y sonrió porque las pesadillas que le atormentaban en esa ocasión no estuvieron presentes.

—Te amo, papá —musitó, para segundos después sumergirse en un mundo arrullador de sueños.

Y Jimin no supo el momento exacto en el que él también quedó dormido, siendo envuelto en los suaves brazos de su hijo.

Las pesadillas que generalmente llegaban para atormentarle no estaban. En lo profundo de su mente trató de buscar algún indicio de lo inevitable, siendo las luces brillantes que le enceguecían la introducción a todo el show que se adueñaba de su subconsciente hasta llegar al punto exacto donde todo era consumido por las llamas eternas de la desesperanza.

Jimin sabe que está dormido porque su mente ha alcanzado un punto de relajación que jamás podría alcanzar estando despierto. Siente la tranquilidad que hace tiempo venía anhelando, junto con el calor ajeno de un cuerpo pegado al suyo que no tarda en reconocer.

Pero la incertidumbre y desconfianza sigue latiendo con fuerza insostenible. Aquella tranquilidad lleva consigo una espina que no le deja disfrutarla con plenitud, tantos años y tantas noches que se hicieron eternas en un sufrimiento ajeno ha tenido que soportar, que, ahora con una nueva visión que nubla sus sentidos, no puede evitar sospechar de que todo lo que está viviendo no es más que otro engaño cruel.

Sabiendo todo esto, debería buscar algún modo de despertar. No quiere dormir con aquella tranquilidad porque no confía en ella; desea con todas sus fuerzas que las pesadillas dolorosas vuelvan a torturar cada abismo de su mente, porque a ellas sí las conoce, y sabe cuando van a terminar.

No puede decir lo mismo con la tranquilidad que le adormece. Tan efímera y eterna a la vez que le llena de pánico vivirla. No quiere, desea alejarla y nunca más tener que recibirla, porque no sabe si en un futuro seguirá teniendo la fuerza suficiente para rechazarla y no adherirse a ella con desesperación y necesidad.

La mente humana es un arte que nunca es entendido por igual. Como los mismos artistas con sus pinturas que dejan al público la juzgue e interprete a su modo; así mismo es el funcionamiento real de la mente. Absolutamente todos mostrarán comportamientos y deseos diferentes, más eso no significa que cada uno de ellos sea un acierto o un error.

¿Bien? ¿Mal? Términos que pueden variar, porque no todos encontrarán maldad en la oscuridad, y también existen aquellos que tampoco encontrarán bondad en la luz.

Entonces llega el momento donde hay un tenue cambio que le hace saber lo que está pasando.

La tranquilidad que le causaba recelo se ha ido aclarando hasta el punto de revelar el núcleo de su formación. En medio de todo el silencio vacío de su mente, Jimin puede escuchar con claridad las teclas de un piano al crear una melodía hermosa, que está seguro es la causante de que las pesadillas no le hayan visitado en esa ocasión.

El piano es tocado con tanta destreza que no puede evitar imaginar los años de práctica que su creador ha tenido que llevar. La melodía es sublime, se ha convertido en un susurro envolvente que le hace sonreír con facilidad, con el conocimiento presente de que no hay nada que temer, ahí no hay maldad.

Una luz blanca llega a envolver cada rincón de su mente, ilumina sus recuerdos y los protege con fuerza envolvente; para luego deslizarse con suavidad en cada fibra sensible y darle un momento de eterna tranquilidad.

Y le parece extraordinario, porque Jimin puede jurar que todo aquello que está sintiendo ha sido planeado y llevado a cabo con suma rigurosidad.

Casi parecía que el dueño de la melodía tocaba para hacerle sentir consolado de alguna manera. Hacerle ver que sí había luz en las sombras, aquella misma que por esa noche mantuvo toda pesadilla alejada.

Fue así como pudo confiar en la tranquilidad que guiaba a sus sueños. Dejó su mente tranquila y se dejó envolver por completo en la dulce melodía que acariciaba sus oídos, sintiendo la sonrisa pequeña que fue dibujada en sus labios, cuando sentimientos cálidos le dieron más fortaleza y descanso.

Despertó con la respiración tranquila. Sus ojos detallaron con cuidado en el rostro dormido de su cachorro, y no pudo evitar extrañarse cuando fue consciente del suave palpitar de su corazón, dejando de lado la conocida angustia y desesperación que siempre le embargaba en cada despertar de su vida.

Maniobró con cuidado hasta que se vio libre de los brazos de su hijo. La mirada oscura viajó a través de todos los presentes y descubrió que todavía permanecían dormidos.

—Despertaste —giró a la izquierda y sonrió cuando Lisa lo hizo.

—¿Qué hora es? —preguntó, pese a tener el reloj en su muñeca.

La alfa respondió en un susurro bajo. —Las veintitrés con veinte —suspiró—. Falta poco para iniciar con la exploración.

—No tiene caso que vuelva a dormir —reconoció el omega, a sabiendas de que la tranquilidad que lo envolvió minutos atrás ya no estaría.

Sin embargo, su respiración se detuvo por un momento cuando prestó un poco más de atención y supo que estaba equivocado.

El piano... aquella melodía hermosa... podía escucharla con suma claridad, aún estando despierto.

—Tienes razón —la voz de la alfa le distrajo, y por la tranquilidad que ella mostraba, Jimin dedujo que no escuchaba el piano al ser tocado.

El omega trató de seguir la conversación que Lisa había iniciado con el fin de matar el tiempo, más no pudo continuar un hilo fijo porque sus pensamientos estaban revueltos, provocando que una necesidad peligrosa invadiera a cada fibra de su cuerpo.

Aquella melodía seguía escuchándose, y pronto descubrió que a medida los minutos pasaban la intensidad en el sonido aumentaba, escuchándose tan claro como reconfortante.

—Jimin... ¿Estás bien? —la alfa cuestionó—. Luces demasiado ansioso.

El omega lamió sus labios. —Necesito comprobar algo.

Sabía que era una locura; por ningún motivo debía alejarse para buscar el origen de la melodía, tenía que mantenerse quieto y tratar de ignorar el sentimiento extraño y combinado entre la calidez y la tristeza que aquella melodía le hacía sentir.

Pero su mente y corazón estaban de acuerdo por primera vez en mucho tiempo, siendo ambos los que pedían a gritos que buscara el origen del sonido hermoso que llegó para darle paz cuando más lo necesitaba.

—No puedes alejarte —Lisa adivinó las intenciones del omega Min con suma facilidad.

—No tardaré, lo prometo —suplicó, la necesidad por salir y seguir su razón lo estaba envolviendo.

Ella le miró angustiada. —Es muy riesgoso, Jimin.

—Lo sé, pero siento que debo hacerlo —la seguridad en sus palabras aniquiló cualquier rastro de duda o miedo.

—Al menos déjame ir contigo —intentó convencer, más Jimin se negó de inmediato.

—Es algo que debo hacer solo —aseguró, sonrió para darle tranquilidad a la mujer que parecía estar a punto de tener un ataque de pánico—. Por favor, confía en mí —pidió—. Prometo que no me llevará muchos minutos.

Los minutos que transcurrieron en espera de una respuesta fueron pesados y difíciles de soportar. Al final, un suspiro cargado de resignación le dio la respuesta esperada.

—Por favor, no tardes.

El omega asintió con seguridad, y sin esperar por más tiempo se levantó e inició a caminar sin mirar atrás.

La familia Jung se había encargado de colocar faroles en cada punto del circo, gracias a ellos el camino estuvo iluminado y le dio las facilidades para continuar sin detenerse, mientras sus oídos escuchaban con atención la melodía que cada vez se hacía más cercana.

No sabe con exactitud el camino que tomó; giró de izquierda a derecha en más de una ocasión y hubo otras en las que tuvo que pasar por debajo de carpas viejas que yacían tiradas en un terreno baldío.

A medida que sus pasos lo acercaban hacia el punto desconocido de su necesidad, un aplastante sentimiento de tristeza llegó para invadir su pecho. Sin ninguna explicación lógica le cubrió, hasta el punto en que las lágrimas no pudieron ser contenidas.

Y no podía comprender todo lo que le estaba sucediendo, porque aquellos sentimientos estaban completamente desligados a todo lo que involucrara a Ange Rouge.

Sin embargo, la explicación pronto llegó.

Lo supo cuando ingresó a un pequeño salón donde un piano perfectamente limpio y de un hermoso color blanco ocupaba todo el espacio central; Jimin supo que de ahí provenía la sublime melodía que le acompañó en sus sueños, y que lo seguía haciendo hasta en ese momento.

Y un jadeo involuntario salió, al igual que más lágrimas dolorosas que mojaron la tierra bajo sus pies, cuando su mirada brillante impactó de lleno con el joven que permanecía tras el piano, tocándolo con devoción.

—¿Y-Yoongi?

















Melodía que Jimin escuchó.

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]


Vamos a meterle nitro a esta historia, así que prepárense con triple actualización diario (excepto los sábados y domingos)

Aquí está el primer capítulo del día, faltan dos.

¿Qué les pareció? 👁












YOONGLH🎪

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