Cae la oscuridad y los Heartless traen la guerra a Hollow Bastion.

El Comité de Restauración está disperso y Aerith observa con temor cómo sus alertas llegan a su sede. Cid, a su lado, monitorea la situación con los dientes apretados. Sus amigos ya están en el campo luchando: Leon es inmovilizado por Heartless en los túneles debajo del castillo. Yuffie está protegiendo el mercado, que por ahora es seguro; avisará si eso cambia. Cloud está en silencio, como siempre, y Aerith espera que sea una buena señal.

Las Claymores de Cid, el mecanismo de defensa del pueblo, comienzan a emitir sus propias advertencias. La abrumadora cantidad de enemigos aún no ha llegado al corazón de la ciudad, pero Aerith ya puede sentir la enfermiza arena de la oscuridad espesa en el aire. Agarra su bastón y se dirige a la puerta, solo para dudar con la mano sobre el pomo.

Aerith mira a Cid. Él apoya su lanza en el hueco de su brazo, y aunque la mirada que le da es neutral, ella puede ver cuán fuertemente aprieta su mandíbula. Él se preocupa, al igual que ella.

"Voy a salir con unos amigos", dice alegremente.

Cid se da cuenta rápidamente. "¿En este clima?" Levanta las cejas y se muerde pensativamente el palillo que tiene en el labio. "Bueno, diablos. Diles que dije hola. Vuelvo antes del toque de queda, ¿de acuerdo? Y cuídate ahí fuera. Se avecina una tormenta y parece grande".

Ofrece una sonrisa nerviosa, con gotas de sudor en las sienes. Ella lo devuelve con fuerza. Su mano gira el pomo.

"Así es", está de acuerdo. "Te veré esta noche, Cid".

"Sí", se dice a sí mismo, mientras ella abre la puerta, "lo harás".

Aerith cierra la puerta detrás de ella ante la imagen de Cid agarrando su lanza, viendo su pantalla brillar en rojo con todas las malas noticias entrantes. Volveré, se dice de nuevo. Todos lo haremos. Ella respira profundamente y se estabiliza. Luego echa a correr hacia el castillo.

Los Heartless ya han hecho un rápido trabajo en los crecientes esfuerzos de reconstrucción de la ciudad. Se ha derribado el muro que protegía el almacén de obras; Espera despiadada encaramada sobre los escombros de la destrucción, observando movimiento.

Tan pronto como dobla la esquina, un soldado se abalanza sobre ella. Por reflejo, le dispara un rayo antes de que pueda impactar. La magia evapora al Soldado, luego salta de enemigo en enemigo, dejando un rastro de marcas de quemaduras donde estaban. Ha despejado una entrada al castillo, pero el camino que conduce a su poterna todavía está lleno de enemigos.

"Fuera de mi camino", gruñe, más para sí misma que para los Heartless. Con el corazón endurecido, carga.

Anillos de llamas retorcidas le sirven de armadura; Lanzas de relámpagos y hielo le sirven como armas. Ella despeja el camino lenta y metódicamente, con cuidado de no dejar ningún Heartless a su paso. Esto es la guerra , y si ella cae, si alguno de sus amigos cae, perderá su hogar. Aerith está radiante con esta fiereza en su corazón. Sin embargo, cuando llega al final del sendero, puede sentir el tirón revelador del agotamiento de maná: frialdad en la punta de los dedos, un dolor punzante en las sienes.

Ella derriba al último Morningstar en su camino justo cuando el último reflujo de su poder retrocede. El hedor de la magia es pesado en su lengua mientras se empuja hacia la poterna del castillo.

Finalmente, Aerith reduce el paso. Medio tambaleante, con la respiración entrecortada, se acerca a la barandilla y mira hacia la niebla que hay debajo.

Ejércitos de Heartless pululan desde las afueras abandonadas de Hollow Bastion. Son innumerables, infinitas e indiscernibles formas oscuras que se ondulan como agua a medida que descienden sobre la ciudad. La sangre de Aerith se hela. Sus manos temblorosas agarran con más fuerza su bastón.

Está tan sumida en su miedo y cansancio que no oye a los Heartless acercarse sigilosamente detrás de ella.

Por el rabillo del ojo, ve movimiento y se da vuelta en el último momento. Ella invoca una barrera mágica; el Shadow Heartless se estrella contra él y cae al suelo. El hechizo no dura mucho. De espaldas al abismo debajo del castillo, su magia agotada y Heartless rodeándola por todos los demás lados, está atrapada.

Esa misma Sombra vuelve a saltar. Aerith no se agacha lo suficientemente rápido y ataca a ciegas, sus garras le cortan la frente justo encima del ojo. Aerith retrocede hasta que golpea la barandilla, se limpia la sangre del ojo y acumula los restos de su magia en la punta de sus dedos. Si puede apuntar una explosión de fuego justo en el centro de este grupo, tal vez pueda ...

Una forma oscura desciende borrosa sobre los Heartless. Aerith apenas tiene tiempo de parpadear antes de que el nuevo combatiente derribe a los Heartless reunidos y aterrice sin hacer ruido ante ella.

Cloud la mira con preocupación. Su ala oscura está extendida. Claramente ha estado en el fragor de la batalla: la sangre gotea por su brazo debido a un corte no atendido en su hombro, y su espada está ennegrecida con el icor de Heartless. Durante un largo momento, se evalúan mutuamente en silencio, dejando que el impacto de la batalla se desvanezca.

Cuando finalmente habla en el silencio, su voz es ronca. "Ten más cuidado aquí".

Aerith no puede evitarlo: se ríe, liberando toda la tensión anudada en su pecho. "¡Un buen consejo, viniendo de ti!"

Él frunce el ceño. Aerith sonríe disculpándose y da un paso adelante para quitarse el polvo de la ropa. Con lo último de su magia, ella cura sus heridas, haciendo florecer enredaderas de magia que giran en espiral alrededor de ambos. "Oh, eres demasiado fácil de burlar. Gracias, Nube".

"Lo digo en serio, ya sabes", dice. Su mirada es intensa, oscura como una tormenta. "Los combates son peores cuanto más lejos estás de la ciudad".

"¿No debería decirte que tengas cuidado?" ella pregunta a la ligera. "¿No eres tú quien está a punto de embarcarse en una búsqueda épica?"

Cloud mira hacia un lado, apretando los dientes. "No es una búsqueda. Es... necesito encontrarlo, Aerith. Necesito arreglar las cosas".

Justo esta semana, había decidido dejar el mundo para cazar a Sephiroth, el hombre que encarna la oscuridad de Cloud, que simboliza todo lo que lo había perseguido desde que los Heartless aparecieron por primera vez hace tanto tiempo. Ha estado muy enojado desde su regreso a Hollow Bastion. Incluso en su juventud, Cloud guardaba silencio sobre sus sentimientos, pero el fuego de esta búsqueda parece consumirlo, ardiendo al rojo vivo de adentro hacia afuera.

Aerith no tiene dudas de que Cloud sabe cuánto ella y todos sus amigos se preocupan por él. Pero no puede descansar hasta que todos sus demonios sean abordados.

"Lo sé", dice ella. Por supuesto que lo sabe: cualquiera que tenga ojos podría ver lo importante que es esta búsqueda para él. "Pero me alegro de que no te hayas ido todavía y de que me hayas encontrado hace un momento. Y me alegro de que estés luchando por este mundo antes de ir a darle una lección a Sephiroth".

"Por supuesto. Tú eres... Se detiene y reconsidera sus palabras. "Este mundo es mi hogar".

Aerith sonríe a pesar de sí misma y le endereza el cuello y le alisa la parte delantera de la camisa. "Y algún día, eso será suficiente para que te quedes".

La nube traga. Sus ojos, siempre como un libro abierto, se suavizan con solo un toque. Él extiende una mano para pasarle el pulgar por la frente y Aerith se da cuenta de que la está curando: la magia cálida calma la herida sobre su ojo y la picazón desaparece.

Se da vuelta para irse y despliega su ala. Su silueta, tan imponente contra el cielo pálido, le resulta tan familiar a Aerith ahora... ¿Cuántas veces lo verá irse? Ella sofoca todas sus objeciones a su partida mientras él se aleja. Él regresará, como siempre, y ella estará allí para darle la bienvenida a casa, como siempre.

"...Adiós, Aerith." Cloud se agacha en el borde de la poterna y mira fijamente al ejército de Heartless que se encuentra debajo.

A su espalda, Aerith dice suavemente: "Hasta pronto, Cloud".

Hace una pausa, pero no se da vuelta. Luego vuelve a saltar a la palestra.