Cinco

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Muy temprano el domingo, Harry recibió el mensaje de Niall en su celular indicándole la hora en que tenía que estar en el centro comercial. Había hecho espacio en su armario, quitando y sacando ropa que ya no usaba para meter la nueva que le fuera comprada.

No planeaba abusar de la amabilidad de su jefe, no tenía idea de lo que le iba a regalar, solo quería que no rompiera sus prendas como el día anterior.

Llegó a la hora establecida y se quedó en el acceso principal, viendo a las personas entrar y salir con bolsas de distintas tiendas. Miró el reloj en su muñeca, habían pasado diez minutos de la hora pactada pero fue paciente porque no podía reclamarle al rubio, no cuando él fue impuntual toda su primer semana de trabajo.

Por desgracia, la persona que esperaba no llegó y claro que se enojó cuando vio a Louis acercarse con toda la calma del universo, caminando como si no tuviera ninguna responsabilidad encima.

—No puede ser... —bramó, cerrando los ojos.

—Tampoco es grato para mi tener que acompañar al británico —refutó el castaño a lo lejos.

De acuerdo, lo había escuchado.

—¿Entonces qué haces aquí? Yo no te esperaba —avisó, apretando sus dientes.

—No lo hago por gusto, más bien Niall iba a venir pero no pudo. Liam dijo que estaba atascado en el tráfico y Zayn parece estar muy ocupado para responder su celular... su última opción fui yo —Acomodó la gorra que llevaba puesta, antes de alzar su mano en ademán indiferente—. Me negué pero me amenazó con descontarme lo que gastaras hoy y no planeo perder mi sueldo solo porque no me caigas bien.

—Si te sirve de consuelo, tú tampoco me caes bien —farfulló en defensa.

—Que bueno, es mutuo.

El menor pensó en irse, inventarle a Niall que se había sentido mal y tuvo que abandonar a Louis, como todos lo hacían cuando deseaban evadir situaciones.

—¿Te vas a quedar ahí parado o vas a ir a buscar lo que necesitas? —Louis inquirió, enseñándole una tarjeta de crédito—. Esto es de Niall, solo playeras y no dejes a mi amigo en bancarrota.

—Él se ofreció, yo no se lo pedí —Escupió indignado, acercándose a él con la intención de arrancarle la cabeza—. Hizo la sugerencia y no me dio opciones...

—¿Quieres callarte? Tu voz en serio es molesta —Dicho eso, le tapó la boca con el plástico rectangular sin permitir que terminara—. Vamos a que consigas lo necesario rápido, no tengo todo el día y no quiero desperdiciarlo contigo.

El castaño lo dejó ahí parado y la tarjeta descendió al suelo, ya que Harry no fue capaz de reaccionar para sostenerla. El día pronosticaba un fracaso total, el convivir con una persona así de complicada, era una advertencia de problemas avecinándose.

No iba a darle el poder de arruinar su ida al centro comercial, era la primera oportunidad que tenía de visitar la plaza, así como de obtener algo que le gustara desde que llegó a Nueva York.

Simplemente se concentraría en su persona y haría como si Louis no existiera.

Pensó que había tardado mucho tiempo en sacar sus conclusiones y en levantar el plástico, porque lo primero que vio cuando ingresó al enorme edificio, fue a su acompañante forzado tomando una malteada de McDonald's.

—¿Te gusta el chocolate? —Le preguntó, haciendo que Harry se descolocara.

—Ah... ¿si? —dijo sin comprender.

—Que bueno, porque a mi no me gustó. La iba a devolver y no me la recibieron, no la quiero.

Sorpresivamente, Louis le proporcionó el vaso casi lleno junto a una servilleta y él lo agarró, observando el logotipo impreso del establecimiento. También, le quitó la tarjeta y la guardo en su bolsillo para tenerla bajo su poder.

—Si no te gusta, ¿para qué la pediste? —limpió la parte superior del popote con el pedazo de papel, no iba a desperdiciarla.

—Porque es mi dinero y yo decido que hacer con él —Le aclaró, sacando de una pequeña bolsita de papel un nugget de pollo.

—Eres ridículo —susurró y bebió un poco de la malteada recién hecha.

Muy buena para su gusto.

—¿Ridículo? Ridículo es tomarte algo que te dio la persona a la que menos le agradas en este mundo.

El líquido se detuvo en la pajilla porque el rizado dejó de sorberlo, se sintió estúpido por haber confiado así como así.

—¿Le hiciste algo? —Destapó el envase, tratando de encontrar alguna anomalía en su interior.

—Por supuesto que no, ¿por quién me tomas? Solo quise compararlo —Marcó una seña, invitándolo a que le siguiera.

Harry quiso arrancarse los cabellos en ese instante, su equilibrio emocional siempre era perjudicado, su paz mental se alteraba a causa de Louis y este amaba sacarlo de sus casillas.

Sin embargo, aparentemente las cosas marchaban bien, ya que el recorrido por los andadores era en silencio y aprovechaba para visualizar con detalle las vitrinas que mostraban maniquís en exhibición con ropa de temporada.

No sabía por lo que iba, solo estaba ahí, viendo lo que existía y con discreción, miraba los precios de las prendas para no ser un avaricioso al elegir lo que pensaba llevarse.

Louis ya no le dijo nada, gracias a cualquier deidad, él iba atendiendo una llamada en su lugar y conversando alegremente con alguno de sus amigos, supuso.

Y agradeció eso, hasta que su andar se detuvo en una tienda que resaltaba entre las demás.

—Aquí compramos nosotros —habló, tapando el micrófono de su móvil—. Puedes buscar algo aquí, si quieres.

Harry tardó unos segundos en procesar que era él a quien le hablaba, torció la boca y paró a un lado suyo, mirando la publicidad de la marca.

—¿Aquí encontraré algo que me guste? —Se cuestionó a si mismo, mordiendo su labio inferior con brío.

—No sé si algo que te guste, pero si lo que necesitas —aseguró—. Revisa lo que hay, mételo a la canasta que te den y te veo en la caja.

El pecho del rizado se infló, mirando desde afuera todos los anaqueles con camisetas dobladas, colgadas y extendidas. Había skinny jeans en diferentes tonos, con rasgaduras, lisos, cortos y largos.

Seguramente encontraría algo ahí dentro.

—¿Vas a entrar o no? —habló irritado—. ¿Necesitas que te lleve como un niño pequeño?

—No, no lo necesito —recriminó absorto—. Solo necesito terminarme esto... —Levantó la malteada que aún estaba a más de la mitad.

—Bien —Acto seguido le arrebató el vaso, y el ojiverde acabó perplejo cuando fue depositado en un bote de basura cercano.

—¿Gracias? —Harry pestañeó.

—Rápido, ¿quieres? —Pidió Louis, dejando caer el brazo izquierdo a su costado—. Tengo cosas más importantes que hacer.

—Si quieres irte no tengo problema, dame la tarjeta y yo me encargo —Propuso, ordenando algunos de sus tirabuzones rebeldes.

—¿Y dejar que te gastes el dinero de mi amigo a lo tonto? —discutió con una ceja arriba—. Quince camisetas a lo mucho, tienes media hora para elegir.

Si algo odiaba, era que le colocaran límites para hacer las cosas, no podía tardar solo treinta minutos en elegir. Pero no lo dijo, solo decidió que haría esperar lo fuera necesario a Louis.

Entró a la tienda y directamente se dirigió hacia la zona de estampados sobre películas ficticias y animadas, revisó la calidad de la tela, asegurándose de que fuera duradera y no se rompiera a la primera lavada. O como Niall lo había hecho, con el primer tirón. 

Uno de los empleados del lugar, le tendió una canasta dónde podía colocar aquello que seleccionara. No le costó tanto como esperaba, había muchas camisetas que tenía buena pinta y estaban lindas, sus compañeros tenían buen gusto. Unas eran largas y podían cubrirle hasta los muslos a simple vista, otras tenían la medida perfecta quedando justo arriba del inicio de sus pantalones, y unas más, tan cortas que podría mostrar el abdomen.  

Había gran variedad de estilos y colores, su expresión se había suavizado, compartiendo un momento consigo mismo.  

—Lamento interrumpir, pero creo que esta te vendría muy bien. 

Harry giró por inercia, topándose con el trabajador que con anterioridad le dio el cesto. Sonrió al sostener lo que le fue ofrecido, tratándose de una camiseta de color verde militar.  

—He visto lo que estás tomando… y-y creí que tal vez te gustaría, es del mismo color que tu… tu… —El chico tartamudeó, señalando su cabeza con el dedo índice. 

—Bandana —completó el rizado con dulzura—. Es linda, no la había visto, ¿dónde estaba? 

—En los anaqueles del fondo, pero no has ido ahí y te la traje, solo por si no quieres ir... o si planeabas hacerlo la puedo devolver para que cuando vayas, la agarres tú, no tengo problema con eso —balbuceó. 

El ojiverde no quería reír por la postura adorable del muchacho, estaba nervioso y sus manos temblando lo delataban. 

—Está perfecta, me la voy a llevar —dijo, guardándola en la canasta. 

—Excelente… uhm, ¿cómo te..? —No logró acabar, su hombro fue empujado hacia adelante por culpa de otro, causando un alboroto en el centro armonioso. 

—A ver, quiero ver que llevas —Louis llegó, parando de tajo la pequeña conversación y metiéndose entre ellos.  

—Que rayos... —Harry alcanzó a comentar mientras el castaño revolvía lo seleccionado con anterioridad. 

—Bien, ¿ya te las mediste? —preguntó, dando un paso hacia atrás y chocando con el pecho del vendedor curioso—. ¡Uh, disculpa! 

—No te preocupes, yo ya me iba —Con el labio tembloroso, el joven se puso en marcha alejándose de la zona.  

Eso había sido cruel y Harry lo sabía.

—¿Eres así todo el tiempo? —insistió, retirando de su alcance las próximas compras—. ¿No te cansas de ser tan molesto? 

—¿Me hablas a mí? —exclamó, simulando dolencia—. Te dije que llevamos prisa, así que apúrate a ponerte todo esto para irnos, en serio. 

Con dignidad, el menor le sacó la vuelta, encaminándose hacia los probadores. Louis le siguió a una distancia considerable; necesitaba hablar con Niall y dejarle en claro que nunca más en su bendita vida, volvería a ser la compañía de nadie, no amaba de ninguna forma esperar sin nada que hacer.  

Al llegar al acceso de los cubículos privados, Harry entregó la canasta, esta fue revisada y contabilizada con lo que llevaba dentro para evitar robos clandestinos, era protocolo. Le indicaron el probador que podía usar y no miró hacia atrás cuando entró en él, corriendo la cortina. 

Así, con cuidado de no maltratar nada, se midió todas y cada una de las camisetas que escogió, echando un vistazo a su torso en el espejo, cada que se ponía una distinta. Hizo diferentes poses, descartando unas que pensó no le iban bien, pero amando otras que enmarcaban de sobremanera sus bíceps o mostraban su abdomen haciéndolo lucir atractivo. 

Unos largos y duraderos minutos después, acomodó todo, apartando las que se llevaría y las que no. Después de todo, no le fue tan mal, eran once las victoriosas de quince que tenía como opción. Cuando por fin salió del angosto espacio, devolvió lo que no quiso a la encargada de esa área y ella le dedicó una sonrisa, mostrándole donde estaba la caja.  

No encontró a Louis por ningún lado, pero no le dio mayor importancia porque claramente, al inicio le dijo que lo vería en la fila para pagar.

Sin embargo, el corazón le empezó a latir con fuerza cuando su turno estaba por llegar y el castaño no aparecía.  

—¿Dónde diablos estás? —siseó, alzando su cara para buscarlo entre las varias cabezas del lugar. 

La hilera seguía avanzando y su estrés incrementó, Louis no estaba ahí y sus manos sudaban por los nervios, se sentía como cuando su madre lo dejaba esperando en el supermercado mientras ella iba por cualquier cosa que había olvidado.  

Pronto, le tocó trasladarse hacia una de las chicas en las cajas registradoras, ella muy educamente le comentó que había ofertas en ciertos accesorios y productos para el uso personal; lastimosamente no le prestó atención porque él buscaba por todas direcciones a quién iba a pagar todo lo que traía.  

—¿Todo bien? ¿Puedo cobrarte? —indagó consternada. 

—Yo… eh, sí —musitó, entregándole sus adquisiciones y ella rápidamente empezó a pasar los códigos de barras por el lector. 

—¿Pago con tarjeta o en efectivo? 

Harry se mordió el interior de la mejilla, observando a su alrededor una última vez con la esperanza en el suelo y resignado al darse cuenta de lo que había pasado. 

—En efectivo, por favor. 

Louis lo había dejado.  

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—Ahora, que probabilidad hay, de que te tomes tres shots de ron al hilo —El ojiazul sugirió. 

—De ninguna manera, sabes que no me gusta el ron —reclamó Zayn. 

—¡De eso se trata! —comentó, sentándose frente a frente con su amigo—. No ahora, ya que nuestro turno termine para que no te metas en problemas.  

El bufido del pelinegro le hizo saber que había aceptado, entonces Liam saltó, colocando su mano entre ambos rostros y levantó tres de sus dedos, iniciando el conteo: 

—¡Tres, dos, uno..!

—¡Dos! —gritó Louis. 

—¡Tres! —chilló Zayn al mismo tiempo. 

—¡Joder! —Se lamentó el mayor, viendo la celebración que la pareja estaba haciendo al ganar esa ronda—. Los odio. 

—La suerte estuvo de su lado —Liam alardeó—. ¿Otro? 

—No, ya casi es hora —afirmó Louis, recargando la mejilla en su mano. 

—Cierto, no me había dado cuenta —musitó el ojimiel, poniéndose de pie y vio con un mohín a su novio—. ¿Me acompañas a la bodega por las botellas nuevas? 

—Claro. 

Louis vio a sus amigos irse, abrazados mutuamente. Era fiel creyente de que ellos habían nacido destinados, su conexión era divina y compartían muchas cosas, simplemente el uno para el otro.  

Una ráfaga invadió el área cuando Harry entró a pasos firmes y largos por la puerta del bar que yacía entreabierta. La ira centellando en sus esmeraldas, podía sentir la rabia corriendo por su sistema y eso incrementó cuando lo vio sentado detrás del mostrador como si nada. 

—¡Tú! ¡Maldito engreído! —masculló, haciendo su mano derecha en puño—. ¡Me dejaste con las compras en la tienda! 

—Hola Harry, que gusto verte —habló con un atisbó de burla. 

—¿¡Quién te crees que eres!? —rugió, a punto de explotar—. ¡Tenías una sola tarea con la que debías cumplir y no lo hiciste! ¿Ni para eso sirves? 

—Oye, fíjate como me estás hablando —Louis se levantó, haciendo a un lado su asiento—. Tuve que irme, te dije que tenía prisa, así que no es mi culpa que te hayas tardado más de lo que debías. 

Los parpados del rizado cayeron, dejando entre ver sus iris en un espacio reducido. 

—¡Pudiste haberme avisado! Te llevaste la tarjeta, sin importarte si traía dinero con que pagar —Llenó sus pulmones de oxígeno, haciendo sus fosas más anchas por la rudeza— ¡Esto lo va a saber Niall!

—¡A mí, no me amenaces! —replicó, rodeando la barra pública.  

Harry espero a que se aproximara, tenía todo listo para estamparle la mano en la mejilla, su enojo estaba saliendo de todo lo que él conocía, nunca se había sentido así de enfurecido. Cuando estuvieron cerca el uno del otro, hicieron contacto visual exasperados, dispuestos a defenderse en caso de ser necesario.

Ninguno se iba a dejar.  

—No es amenaza, pero nuestro jefe debe saber que su encargo no fue realizado —El tono ronco que usó, hizo que el castaño se atolondrara un poco. 

—¿No compraste nada? —interrogó, abrazándose a si mismo para mostrar más seguridad—. ¿Acaso sales sin dinero de tu casa? 

—Por suerte llevaba mi sueldo, pagué con eso porque tu ineptitud me pudo haber provocado un problema —Enderezó su espalda, sonriendo de lado al ver que le sacaba unos centímetros a Louis. 

—¿Entonces cuál es tu problema? ¡Ya las tienes, así que deja de llorar como un bebé! 

Los pechos de ambos subían y bajaban por la sensación áspera, no habían dejado de mirarse intimidantemente y Louis no tendría que haber desviado los ojos hacia los labios regordetes de Harry, entreabiertos y dejando salir bocanadas de aire por el enojo.

Y tampoco tendría que haber obedecido el impulso de buscar a ciegas un roce, acercándose para eliminar la distancia sobrante entre sus cuerpos.

Pero obviamente no resultó, porque lo siguiente que ocurrió fue un empujón por lo hombros, de parte de Harry hacia él, haciéndolo tambalear un metro hacía atrás y perder el equilibrio.

Cuando éste reaccionó, su programación cerebral cambió a defensa y lo primero que intentó fue dejarle un golpe en la cara, fuerte y cerca del pómulo. La mano de alguien lo tomó por la muñeca y detuvo su acción cortando con la riña.  

—¿¡Qué demonios está pasando aquí!? 

—¡Eres la peor escoria! —Ahora, Liam sostenía al ojiverde, quién trataba a toda costa de zafarse. 

—¡Tú un intruso, no sirves para esto, acéptalo! —exclamó el mayor, moviendo su brazo para que su jefe lo soltara. 

Zayn miraba estupefacto la escena, con las manos cubiertas por unos guantes de látex y un trapeador entre ellas.  

—¡Cálmense! —Niall no entendía nada y pronto iba a averiguar lo que estaba aconteciendo—. ¿Qué ocurrió? 

—¡Louis me dejó en el centro comercial, se llevó tu tarjeta! —acusó, haciendo el milésimo intento por caerle encima. 

—¡Tuve una emergencia y me fui! —justificó—. ¡No tenía forma de avisarle! 

—¡Eres un..! 

—¡Basta! ¡Si no se callan, me van a obligar a despedirlos! —Soltó el rubio en alarido. 

El altercado cesó de lleno, lo único que se oía eran las respiraciones aceleradas del par que había provocado semejante disturbio; no era normal que eso ocurriera.  

—¿Me van a explicar lo que pasó? —Niall exigió, dejando libre la mano de Louis—. ¿Cómo que lo dejaste? 

—Yo me tuve que ir, él estaba en el probador y tuve una emergencia. No supe como avisarle y olvidé por completo dejarle la tarjeta —dijo convencido, pasando por alto la mirada denunciante de su compañero. 

—Eso es mentira —comentó Harry relajándose, pero aún sujeto por Liam—. Él me dejó ahí, incluso me apresuró y me dijo que tenía prisa, es obvio. 

La tensión corría como el aire, era una burbuja de arrebato incesante. 

—Solo les voy a decir una cosa… —Su jefe habló con seriedad—. Las peleas innecesarias también están penadas entre ustedes y si me vuelvo a encontrar con esto, no voy a dudar en liquidarlos, ¿entendido? 

—Si… —las dos voces hicieron eco.  

—Los problemas que tengan, los dejan afuera porque no van a arruinar mi negocio —Para ser tan joven, Niall tenía autoridad y carácter—. Louis, debiste avisarle, no tenías por qué dejarlo a su suerte. 

—Si, Ni, está bien —murmuró, aparentemente arrepentido.  

—Y tú Harry, no debes recurrir a la violencia, por favor. Te repondré el dinero que pagaste porque yo era el que cubriría los gastos de hoy, por eso no te preocupes, pero por favor no vuelvas a agredir a tu compañero —lo regañó hasta con su forma de verle. 

—Solo me defendí, si no lo aventaba me iba a golpear... pero tienes razón, disculpa mi reacción —jugueteó con sus dedos.  

Louis infló levemente sus mejillas, él no tuvo la intención de pegarle en ningún momento.

—Y claro que estarán castigados, les tocará lavar los baños dos semanas completas —Ante la sanción, Liam y Zayn sintieron alivio porque los próximos días, ellos eran los responsables de ese desagradable encargo—. Tienen cinco minutos para estar listos, la gente espera afuera.  

Los cuatro aceptaron, acatando el mandato y se fueron esparciendo a sus lugares. Los responsables del caos se visualizaron con recelo y pronto el mayor desapareció, caminando hacia los vestidores.  

¡Holaaaa! ♡ Bueno, espero les guste el capítulo y nos vemos lo más pronto posible con el siguiente. Se viene lo chidoooo.
Gracias por sus votos y comentarios, les amo muchísimo♥︎.

María.

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