Cuarenta y dos

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El humor de Louis estaba por los suelos.  

Peor aún, Harry estaba temiendo por su propia existencia terrenal, al ver a Niall intentando soltar las muñecas del mayor con ayuda de un pasador para el cabello. Fue inteligente al solo ver de lejos la escena, con la maraña de tirabuzones enredados, su pijama mal puesta y un dolor en el culo que no podía describir con ninguna palabra.  

Caminaba como un maldito pato y ahora se arrepentía de haber sido tan desconsiderado con su propio cuerpo. 

O no, no lo hacía.  

Sin embargo, al ojiazul no le causaba nada de gracia estar sentado en el sofá, de espaldas a Niall, mientras introducía reiteradas veces la punta del broche en la abertura, justo donde debía entrar la llave extraviada.  

—No quiero indagar en como terminaste así —musitó, entrecerrando los ojos para enfocar mejor su vista—, pero a juzgar por el peluche en estas porquerías, puedo deducir que pasaron una buena noche. 

Harry tuvo que reír despacio al sentir sus mejillas encenderse.  

En cambio, Louis solo gruñó y suspiró extenso, rescatando una pizca de la bendita alegría que tenía en la madrugada.

—Lo fue, hasta que cierto británico se dio cuenta de que la llave no estaba —ironizó, haciendo énfasis a lo dicho con movimientos de cabeza—. ¡Mejor aún! Que vino a despertarte para que lo ayudaras y tú estabas perdido en el quinto sueño de tu noche.  

—Oye, no puedes culparme, estaba tomado y aparte la marihuana me relajó. Mejor agradece que mi resaca es soportable, de no ser así, no estaría peleando con el seguro.

—¡Yo pasé toda la noche con las manos en la espalda! —cacareó con hastío, antes de rodar los ojos—. Hace un rato tuvo que ayudarme a cepillar los dientes y ni hablar de ir al baño… 

Niall apretó los labios para no carcajearse y evitar que la molestia del castaño aumentara. Vio a Harry, éste solo tenía las manos escondidas detrás mientras jugaba con su pantufla, pateándola hacia afuera y luego volviéndosela a poner.   

—¿De verdad no pudiste quitárselas? —cuestionó, inspirando para alejar la risa—. ¿Lo intentaste al menos? 

—Lo hice —masculló el menor, sin levantar la mirada—, pero digamos que Lou es muy desesperado. 

—Estuviste cuarenta minutos tratando —El nombrado intervino—, y solo lograste romper dos pasadores… de metal.

Bueno, simplemente aquello de forzar cerraduras no se le daba.  

—¡Ya perdóname! —chilló, frotándose el rostro con las manos—. Ahí te das cuenta de que yo como ladrón, no serviría. 

Louis nunca deseó tanto mostrarle el dedo medio a alguien. Y desgraciadamente, no podía.  

—Claro, como tú si pudiste dormir tranquilamente y hasta babeaste la almohada —reclamó, en descontento—. Que me joda yo, boca abajo y sin poder moverme.  

—Oye, te puse una manta encima cuando me lo pediste —murmuró en defensa—. Además, tú también dormiste, estabas roncando.  

—Pero no descansé, estaba más preocupado por no torcerme. 

—Te llamé dos veces y no te moviste —Inquieto, alzó una ceja.  

—¡No pude dormir! —refutó, cínico.  

—¡Mentiroso!  

—¡Ya está, ya está! —El rubio se vio en la necesidad de interrumpir su discusión a tempranas horas de la mañana—. Ya quedó, diablos, sus peleas siempre producen jaqueca y lavamanos rotos. 

Ambos muchachos guardaron silencio con la acusación. Louis carraspeó, al tiempo en que sus manos fueron por fin liberadas, recuperando su postura habitual cuando el ojiceleste le contribuyó al retiro del juguete sexual que tanta controversia ocasionó.  

Se sobó las muñecas de inmediato, tronando los huesos de estas al girarlas y suspiró con alivio, ahora si podría asesinar a Harry.  

—Supera lo del lavabo —comentó, de forma altiva—. Además, ya es hora de que sepas porque se rompió en realidad. 

—Me gustaría quedarme con la primera versión de los hechos —Niall se apresuró a decir—: Ahora que veo de lo que son capaces, no dudo ni un poco en que el accidente haya sido por su calentura.  

—Hablas como un viejo de cincuenta años, apenas tienes veintiuno —El ojiverde se mofó y se dedicó a sujetar su cabello en un moño alto—. Además, no son cosas que tú no hayas hecho alguna vez.  

El involucrado bufó, recargándose en el respaldo del sillón y subió una de sus piernas por encima de la otra. 

—Pues aunque no lo creas Hazz, yo soy un alma pura y casta, nunca he cometido actos inmorales y mucho menos en lugares donde no debería —El tono que usó fue diplomático—, nadie a pasado por este cuerpo de ensueño, solo para que lo sepas.  

—No me jodas —Louis estaba más que impresionado—. ¿Tú nunca…? 

—Dúdalo si quieres —graznó, con la barbilla ligeramente alzada—. Nunca he tenido novia, ni novio, ningún tipo de pareja formal. 

Louis y Harry se miraron estupefactos, con los ojos bien abiertos y las cejas arriba. Uno con los brazos cruzados y el otro sin dejar de frotar sus muñecas.  

—¿Te van las chicas?  

—Me van ambos, Tommo —farfulló, buscando su celular con la mirada sobre la mesita de centro—. He tenido citas por ahí, pero nada serio, y jamás he estado con alguien más allá de un beso. 

—¿Por qué? —Harry cuestionó, curioso—. Quiero decir, ¿por qué no te das la oportunidad? 

Niall frunció el ceño y negó, desaprobando la interrogante. 

—Nadie dijo que no me dé la oportunidad, simplemente la gente no llena mis expectativas —habló sincero, deslizando el dedo sobre la pantalla de su móvil—. No soy exigente, pero también sé lo que merezco. 

—¿Y qué mereces? —Louis sonrió de lado—. ¿Alguien como ese tal Shady

—¿Quién? —Le miró, confundido.  

—Sí, el dueño del local donde vamos a trabajar —dijo, como si fuera lo más obvio del mundo.  

La risa de Harry se coló hasta sus tímpanos, así que le observó sin comprender el motivo de la gracia.  

—Se llama Shawn —aclaró Horan—, y sí, algo así, tiene toda la pinta de ser el hombre de mi vida.  

—¿Te gustó? —Con circunspección, el ojiverde sorteó. 

—¿A quién no? Es todo un hombre de negocios, apuesto, canadiense y encima es tan culto… —El chico estaba soñando despierto, su visión se fijó en la ventana abierta de la sala—. Me hizo reír tantas veces el día que firmé el contrato, me encantó.  

—Estás… —Con el dedo índice, Louis señaló la comisura de su propio labio y su expresión estaba repleta de burla—. Babeando, límpiate. 

Luego de resoplar, Niall rodó sus ojos y le enseñó la lengua de forma infantil.  

Por su lado, Harry solo se hallaba de pie, escuchando atentamente y dudando en si la molestia del mayor había disminuido. Se acercó con precaución al sofá que compartían sus invitados y recogió las esposas acolchadas, viendo que el seguro estaba roto y su rostro reflejó la decepción que sintió al advertir que ya no podrían usarlas.  

O por lo menos hasta que compraran otras, porque él no planeaba dejar de descubrir los frutos que podían cosechar con esas cosas.  

 —Por cierto, ¿te tendremos que dar la bienvenida al bar?  

La cuestión hizo que Harry prestara nuevamente atención a la conversación ajena. Perplejo, se acercó todavía más a los chicos, sus dedos jalando la suave cubierta celeste de los aros metálicos y la incertidumbre saltando en su mente.   

—Claro que deben hacerlo, no todos los días regresa el mejor bartender de la historia. 

El ego de Louis era tan alto como un rascacielos. 

—¿Vas a volver? —Luego de morderse el labio, Styles al fin logró formular su pregunta. 

—Ayer estábamos en pláticas sobre eso y sí, mi regreso a Club Bengala será con la reinauguración —espetó, con alegría disuelta—. ¿No quieres que vuelva?

El menor parpadeó paulatinamente y después bosquejó una sonrisa al ver esa chispa de ilusión en los ojos de su compañero.

—No, si vas a seguir molestándome, ni se te ocurra volver —explicó, en su papel del empleado ofendido—. No planeo seguir batallando con el Bengala que se cree el amo y señor de todo.  

—Soy amo y señor… —rechistó, al levantarse de su sitio y entrelazó los brazos por el frente—. Al menos de ti, si lo soy. 

La quijada del implicado cayó hacia abajo, destensando los músculos de la espalda mientras Niall aplaudía, con la risa botando sonoramente de sus cuerdas vocales. Hubo un contacto visual rígido, Louis no dejaba de sonreír con arrogancia y Harry trataba de controlar el sonrojo furioso de su rostro.  

—Sigue soñando —optó por responder, antes de intentar huir hacia la cocina.  

Y sí, solo hizo el intento, porque ni siquiera alcanzó a dar el paso.

Sintió los dedos contrarios envolviéndose en su antebrazo, sujetándolo con fuerza pero sin lastimarlo. Tomlinson jaló de ahí para hacerle voltear y lo rotó de golpe, le tomó de la barbilla con la mano suelta, ejerciendo presión sobre la piel y forzó el contacto visual.

—¿Seguro, precioso? 

Al rizado se le olvidó que Niall estaba ahí.  

—Uhm... no —Acto seguido, le enganchó las manos al cuello y juntó sus labios, deshaciéndose en un beso sublime y fervoroso.  

De cualquier forma, su jefe estaba muy ocupado enviándose mensajes con alguien que lo tenía sonriendo como estúpido al leer.  

Cuando Louis estuvo a nada de bajar sus manos al pomposo trasero que no tuvo el derecho de tocar como era debido en la madrugada, unos chiflidos y chasqueos de dedos fueron los causantes de un gruñido, una mordida al apetecible labio de Styles y la separación abrupta de sus cuerpos. 

—¡Chiflando y aplaudiendo! 

Liam y Zayn hicieron su aparición por el pasillo, ambos recién despiertos y Harry volteó sobre su hombro para verlos con una sonrisa empática.  

—Yo los voy a matar —Al contrario del castaño, quién los odió por unos míseros segundos.  

—¡Buenos días, girasoles! —Liam voceó. El desgraciado no presentaba ni una mísera seña de resaca—. ¿Qué hay para desayunar?  

—Yo iba a desayunar hasta que ustedes aparecieron —Louis espetó, en doble sentido—. ¿No deberían estar llorando por el dolor insoportable de cabeza y eso? 

—Deberíamos, pero la verdad es que yo me siento bien —confirmó Zayn y se dirigió a su novio—. ¿Qué tal tú? 

—Como una lechuga fresca —resaltó, avanzando hasta el sofá de una plaza y se dejó caer ahí—. Buen día, Ni.  

El aludido le observó por arriba del celular y le saludó con un gesto amable de mano. 

—¿Qué hay para almorzar? —El morocho se sobó la barriga.  

—Veré que tengo en el refrigerador —Como buen anfitrión, el ojiverde propuso. 

No obstante, Louis le otorgó una mirada desaprobatoria.  

—No le harás de desayunar a estos tres vagos —afirmó—, pidamos algo. 

—Nada me cuesta… 

—Ya lo sé, pero es mucho tiempo desperdiciado y no —reprochó y esta vez inquirió hacia sus amigos—. ¿Pollo frito? 

—Con puré de papa —La boca del ojimiel se hizo agua.  

—Y ensalada —secundó Zayn. 

—Soda de limón —aportó Niall, aunque él estaba inmerso en su chat. 

La santa voluntad de Louis fue atendida y a Harry no le quedó más que aceptar, en el fondo estaba agradecido por no tener que cocinar.

—Bien, haré la orden, no me tardo. 

El mayor abandonó la estancia, dejando al cuarteto de chicos regados en el área; Zayn había tomado lugar a un lado de Liam, justo en el reposabrazos, Niall se hallaba a la orilla del sofá más grande, con sus pies descalzos sobre el asiento y sin despegar los ojos de su teléfono, mientras que Harry se movió unos cuantos pasos para terminar apoyándose en una pared.  

Hubo un silencio intermitente, que el propietario del apartamento se encargó de disolver.  

—Entonces… ¿Louis va a volver? 

Zayn, quién se encontraba haciéndole cariñitos en la cabeza a su chico, le vio con esperanza al recordar la plática que tuvieron la tarde anterior.  

—Dijo que sí —murmuró, alegre—. ¿Niall?

—Si él quiere, es bienvenido —espetó, luego de haber bloqueado el celular—. Siempre y cuando acate las reglas, no quiero disturbios.

—Lo hará, de eso me encargo yo —garantizó el rizado—. Solo queda empezar con la organización.  

—¿Cuándo comenzará la mudanza? —inquirió Liam—. Recuerden que los días siguen corriendo y la bodega tendrá un costo. 

—Esa la podemos realizar mañana mismo, solo necesito buscar un lugar que se encargue —sopesó el de mata clara—. Mientras tanto, hoy iré a ver lo de los trámites para ver cuanto tiempo tardan los permisos.  

—Te podemos acompañar si quieres.  

La boca de Horan se torció casi imperceptible con la sugerencia y desvió su visión hacia un gran reloj que había en la pared de la vivienda. 

—No hace falta, eh… voy yo, más tarde les llamaré y les aviso lo que haya resuelto. 

Todos notaron el semblante de su jefe, su piel era tan blanca como la nieve que le era imposible esconder cuando se ponía nervioso, el color bermellón se apoderaba rápidamente de su cara. Nadie dijo nada, respetaron su privacidad.  

—¿En qué te ayudamos entonces? —La incomodidad fue evaporado gracias a la cuestión de Malik.  

—Podrían buscar buenos operarios que nos ayuden con la fabricación de la barra central y la contrabarra, que no sea tan costoso pero que tampoco escatime en materiales baratos. 

La emoción que empezó a llenar el pecho de Harry, se extendió en su faz. 

—¿De verdad vas a considerar mis ideas?  

—Claro, ¿por qué no habría de hacerlo? 

—No lo sé, creí que… bueno, pensé que solo lo habías dicho por compromiso —Se refregó la nuca. 

—Pues estás equivocado, aunque tú dime si quieres que te pague por ellas, la verdad es que no quiero ser un abusivo y demeritar tu esfuerzo —dialogó el ojiceleste, consciente de la remuneración a cualquier trabajo.  

Pero el rizado se escandalizó, realizando ademanes exagerados al declinar la oferta. 

—No, cielos, no es necesario —Se sintió apenado por la simple sugestión—. No lo dije por eso, de verdad, puedes usarlas y yo les ayudaré a encontrar trabajadores para realizarlo.  

—Igual tu tienes que estar en el bar cuando la estén fabricando, para que des indicaciones. Al final es algo que tu realizaste y nadie más que tú, conoce la idea principal.  

Con un asentimiento, estuvo más que de acuerdo y no ocultó ni un gramo el entusiasmo de ser considerado a tal nivel. Liam y Zayn le observaron callados; veían un gran futuro en su amigo. 

—¿Puedo hacer otra pregunta?

—Te escucho.  

—Estuve analizándolo y bueno... has pensado en, no sé, ¿tener música en vivo en el club? 

La valentía que se dio para indagar en lo siguiente, fue gracias a su alegría. De otro modo, se habría guardado la opinión para no entrometerse.  

—¿Música en vivo? —Las cejas de Niall se alinearon—. ¿De qué tipo? 

El ojimiel se incorporó, despegándose del respaldar y a su vez, Zayn ladeó la cabeza, interesado en la recomendación. 

—Eh, música, así como… una banda, ¿tal vez? —Sus nervios volvieron, pero ya había abierto la boca. 

El silencio reinó por segundos que Harry sintió como horas, pues veía el semblante reflexivo de la tercia de huéspedes y meditó el correr a su habitación para meterse bajo la cama.  

—¿Qué sugieres?  

La pauta por el rubio fue dada, y la respuesta también fue clara. 

—Ashton… —comunicó, reservadamente—. Y los chicos, ellos son buenos. 

Los tres pares de ojos extras que había en la sala, intercambiaron miradas circunspectas. En el pasillo, Louis se había quedado quieto, escuchando atento y sin hacer denotar su presencia, ninguno le había visto llegar y pudo visualizar aquella mueca concedente que Niall realizaba cada que estaba conforme con algo.  

Definitivamente, Horan iba a considerarlo.





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La siguiente semana fue de locos para absolutamente todos los miembros del club.  

Entre bancos tirados a medio camino, sillas apiladas y mesas arrinconadas, Niall quiso llorar varias veces por el estrés que le producía tanto desorden en su negocio y por el caos del papeleo legal. Por más que trató de llevar a cabo un buen control sobre el acomodo, los nervios de ser un fracaso al abrir nuevamente le hacían latir el corazón con angustia y contraer el estómago por los espasmos. 

Gracias a algún ser misericordioso, todos le tendieron la mano y estuvieron a cargo de algo. 

Tal cual se lo habían pedido, Harry estuvo al pie del cañón con la construcción de la gran y novedosa barra central, escuchando consejos de los expertos y anotando en una pequeña libreta aquella información que le podría servir como experiencia en el futuro. Necesitaban garantizar la resistencia de ese mueble, así que aplicaron todas las sugerencias que los profesionales en ese tipo de fabricación le comentaron.  

Los materiales fueron comprados y la realización se llevó a cabo en el margen del tiempo acordado; el resultado fue un enorme mostrador fijo, en forma de zigzag, que tenía los refuerzos necesarios para no vencerse con el peso de los muchachos.  

Louis fue el indicado de vigilar la elaboración de la contrabarra, el ojiverde le explicó a grandes rasgos lo que querían lograr con los entrepaños más altos y separados; él estuvo feliz de ser el líder en el montaje de esa área. Al final, las botellas eran cosa suya.  

Por último, Zayn y Liam fueron quienes se ocuparon de los adornos, la pintura y la estética interior junto a la exterior del lugar. No eran grandes especialistas, pero tenían la noción de lo que hacían y eso era lo importante; decoraron todos los muros con cuadros, frases que el morocho pidió permiso para escribir en aerosol y muchas luces neón que compraron a través de portales en internet. 

El estilo rústico se amoldó a lo moderno, dando como resultado algo increíble.  

Los asientos fueron arreglados, todos y cada uno de ellos, los reforzaron para evitar accidentes, los pintaron y barnizaron. La barra principal fue montada como siempre, esa parte quedó igual a la antigua, pero le dieron un buen mantenimiento que la hizo resaltar como si recién la hubiesen adquirido.

Y claro, el letrero con el nombre del bar lo enviaron a reparar y ahora esperaba en la oficina de Niall para ser puesto en la fachada.

El espacio del joven jefe también fue reacondicionado al cien por ciento, ese sí contó con una mayor participación por parte de Harry. Después de leer blogs informativos en la web, le planteó al rubio los beneficios de tener ciertos colores en las paredes, le argumentó detalles acerca de la iluminación que debían poner y el escritorio que antes tenía, fue desechado para comprar uno totalmente nuevo.  

Fue una inversión bastante arriesgada, todo el dinero que Horan gastó lo tenía aterrado. Era ganar o perder, no había un intermedio esta vez.

Platicó con Shawn una tarde que se lo encontró en el local y él le ayudó a hacer las cuentas generales del efectivo que estaba saliendo de su cuenta bancaria. Era una cantidad demencial, los ahorros que había en su tarjeta, aquellos con los que iba a comprar el anterior espacio, ya se habían ido en la remodelación de este.   

Separó lo que necesitaba para invertir en bebidas, botana, sueldos y lo que fuera surgiendo por los días iniciales. Sin embargo, el dueño del lugar fue muy claro al decirle que, si no tenía éxito desde la primera semana, jamás recuperaría su dinero y se iría directamente a la quiebra.

Se lo dijo como observación y el muchacho acabó llorando en los brazos de Louis por el miedo que sentía a no tener el éxito que se esperaba. 

Le hicieron publicidad a la reapertura, especificando la nueva ubicación por redes sociales, imprimieron volantes a color, enviaron invitaciones a sus contactos en redes sociales y el anuncio de una nueva etapa con música en vivo fue marcada como una de las mayores atracciones.

Porque sí, Ashton y el resto de los chicos habían sido llamados por Niall. Luego de fijarles un sueldo que ellos no querían, pero que aun así se les hizo aceptar, quedaron dentro de la plantilla de trabajo del bar. Incluso se les dio una bodega para los instrumentos, en el cuarto sobrante que también era pensado al inicio como oficina.  

Después de exactos siete días de ardua labor, desde el amanecer hasta el anochecer, de mal comer por la falta de tiempo, y de mucho, pero mucho estrés con los detalles que les iban poniendo el pie, lograron levantar el negocio y no mentían cuando lo describían en el internet como “fenomenal y reinventado.” 

Ya no había marcha atrás, Club Bengala estaba listo para abrir sus puertas y si bien, los chicos se habían mantenido bajo la línea de la tranquilidad, ese día querían vomitar.  

—¡A ver, más a tu derecha! —gritó Horan, mientras señalaba el espacio vacío en esa dirección.  

Louis respiró hondo y con ayuda de Zayn, movieron el letrero hacia el lado indicado.  

—¿¡Ahí!?  

—¡Casi! —No parecía convencido. En realidad, no lo estaba—. ¡No, regrésalo a tu izquierda!

—Pequeña mierda —gruñó el ojiazul, antes de empujar de vuelta el anuncio luminoso—. ¿¡Qué tal ahora!?

Niall se talló la barbilla, sin estar conforme con la posición.

—No sé...

—No quiero presionar, pero se hace tarde y todavía tenemos que cambiarnos —Liam agregó, sosteniendo desde abajo la escalera de aluminio donde Zayn se hallaba.

—Payno tiene razón —Harry opinó, en la misma postura pero de lado contrario. Él sujetaba la escalera de Louis—. Son casi las seis y se supone que la hora de apertura es a las siete.

—¿¡Qué tal si lo suben más!?

Fueron vilmente ignorados por Horan, él estaba preocupado como pocas veces en la vida por el acomodo de esas malditas dos palabras en color rojo brillante, que se conectaban a la luz.

Y como era de esperarse, a Louis se le agotó la tolerancia.

—Ya, es todo —Alzó un poco más el letrero y miró con enfado a su amigo—. Cuélgalo ahí, es demasiado.

—¡No, ahí no! —Escandalizado, Niall se llevó ambas manos a la cabeza.

—¡No me importa! —Le respondió en cambio, antes de entornar los ojos—. Ahí se ve bien, ya relájate.

—¡No me gusta!

—¡Qué lástima!

—¡Louis! —El rizado regañó desde abajo—. ¡No seas grosero!

—¡Ya, pues súbanse ustedes! —bramó, en tanto aseguraba bien la placa resplandeciente—. ¡Yo ya me mareé!

Harry se apretó el puente de la nariz, escuchando fatigado la charla agresiva entre los muchachos exaltados y a tope de estrés.

Sabía que Louis no estaba en su mejor momento; tal vez estaba inquieto por su regreso o probablemente solo había amanecido de malas, pero se dio cuenta de que algo no andaba bien desde que le hizo un reclamo absurdo sobre dejar la pasta de dientes destapada y apachurrada hasta derramarse.

Solo tomó la decisión de darle su espacio, permitiendo que se calmara en el transcurso del día y quizá aportó su granito de arena al darle un pequeño masaje en los hombros, después de que tomó una ducha en busca de aligerar su pesadez emocional.

Si Louis estaba nervioso, no se lo iba a decir, pero claro que él podía adivinarlo, había aprendido a leer su lenguaje corporal de forma excepcional y reconocía los ademanes que realizaba cuando algo le inquietaba de más.

Pero no mencionó nada acerca del tema, y sostuvo la escalera cuando escuchó sus pisadas al descender, él se movió un poco a la derecha para no estorbar y lo dejó pisar la acera, viéndole alisar su ropa con las palmas extendidas.

Zayn imitó la acción, bajando con precaución después de fijar el letrero dónde se le indicó, y al tocar el suelo de concreto nuevamente, Liam se tomó la atribución de sacudirle el polvo que traía en el cabello.

—¡Está chueco! —chilló el rubio, exasperado.

—No lo está —Entre dientes, el castaño dictaminó—. Déjalo así, ya no tenemos tiempo y aún tenemos que lavar los baños.

—Mierda, me duele el estómago. Creo que me dará diarrea.

—Ni, si no te calmas, ten por seguro que te dará.

—¡¿Cómo se supone que me calme?! —Abrió los brazos hacia a la entrada del local—. Estamos a punto de saber si esto es la nueva era o la gran quiebra de mi vida.

—¿Sabes qué? Necesitas un respiro urgente —Zayn decretó y fue juicioso al abrazarle por los hombros—. Vamos adentro.

Gracias a la calma que representó el acto para Niall, no tuvo más remedio que dejarse encaminar hasta su oficina, escuchando las frases motivadoras que el pelinegro le iba dando, mientras atravesaban el umbral del establecimiento.

Así mismo, Louis los siguió sin decir nada, metiendo las manos a las bolsas traseras de su pantalón y avanzando aceleradamente hacia el interior, con el objetivo de cambiarse la camiseta en el espacio que adaptaron como vestidor.

—¿Qué le pasa a Tommo? —La duda carcomió a Liam y no se reservó cuando el mencionado se fue—. Está raro desde que llegamos.

—Solo son nervios —Harry musitó con veracidad—. Además, ayer tuvo cita con la psicóloga, necesita su espacio.

El ojimiel hizo un gesto que mostró comprensión.

—Entiendo, también estoy muy nervioso y eso que yo nunca dejé mi puesto, no me imaginó como se ha de sentir él.

—Estoy seguro de que no durmió bien, se movió demasiado en la noche —relató y se refregó un ojo—, siempre cae como piedra y está vez se la pasó dando vueltas en el colchón.

—Tal vez tiene un mal presentimiento.

El espacio entre las cejas pobladas del rizado, se plegó.

—¿Por qué lo dices?

—Es que, no lo sé Hazz, pero por primera vez siento que no hay una brújula que nos guíe —masculló, observando la avenida recorrida por la variedad de autos que transitaban—. Sin ser negativo, estamos a una hora de abrir y no hay gente esperando para entrar.

Y joder, Liam no fue el único que se percató de tal cosa.

De igual manera, Harry se comenzó a preocupar por la notable ausencia de personas al exterior haciendo fila, tomando en cuenta que cuando el club estaba en su apogeo, los clientes se iban formando desde las cinco y media para asegurar ser de los primeros en accesar.

En este caso, el tiempo seguía corriendo y no había ni un alma rondando por el sitio.

Pero tenían que mantenerse calmados, porque lo que menos querían era seguir perturbando a Niall.

—¿No tendremos guardia de seguridad? —inquirió Harry, en busca de darle un giro al tema.

—Llega seis y media, ya no debe tardar.

—Bien. Entonces, ¿entramos?

Liam asintió y llenó sus pulmones de oxígeno al inspirar hondo.

—Después de ti.

El dúo de muchachos tomó dirección hacia la puerta principal e ingresaron a las instalaciones del club renovado en un ochenta por ciento; en su trayecto, echaron una revisión fugaz a los adornos, se fijaron que todas las luces indicadas estuviesen encendidas y que las mesas lucieran impecables.

La pista de baile ahora se dividía en dos secciones, y la delimitante era la enorme barra central que estaba lista para ser parte del gran debut en la noche. Como buen detalle, establecieron el área para la banda a un lado de dicho mostrador; estaban seguros de que en algún momento, las canciones tocadas serían un éxito entre el público conocedor y se convertirían en las favoritas para danzar sobre la extensión de madera.

Eso, pensando en que cuando menos asistieran cien personas esa noche.

Finalmente, sentado en uno de los bancos frente a la barra principal, se hallaba Louis, con los pies colgando y las manos descansando en su regazo, protegiendo quién-sabe-qué-cosa.

Se avecinaron apaciblemente hasta él, Harry no se sentó en ningún lado pero Liam hizo lo contrario, montándose sobre el brillante mostrador y sacando al castaño de su mar de pensamientos.

—¿Listo? —preguntó, regalándole unos golpecitos en el hombro—. ¡Es hoy!

Aunque el ojimiel estaba muriendo de miedo, le pareció correcto actuar con normalidad. No quería contribuir a la mala corazonada.

—Claro —Tomlinson le vislumbró con una débil sonrisa—. ¿Tú estas listo?

—Más que nunca —mintió.

—Ya, pues para la buena suerte, tengo algo para ti.

—¿Qué es?

Entonces, el ojiazul examinó con sigilo lo que descansaba sobre sus propias piernas y pronto, Harry divisó que era una torrecilla de ropa, particularmente, camisetas de un mismo tono y estilo.

Observó sin emitir vocablo y no contuvo la sonrisa que esbozó al ver una de las prendas extendida, justo la que le pertenecía a Liam; era sencilla, de color negro, sin mangas y tenían estampado el nombre del club al centro con letras en color neón.

El deja vú que tuvo, fue escalofriante.

—No es uniforme, pero espero que te guste y la utilices hoy —comentó y se la entregó con modestia—, Zayn ya tiene la suya y dijo que sí se la pondría.

La impresión de Liam fue digna de enmarcar; sonrió reluciente y no dejó de pasear la vista sobre el presente hecho por uno de sus mejores amigos.

—¡Me la voy a poner ahora mismo! —barboteó, jubiloso—. ¡Gracias, Tommo!

Después de agradecer con una felicidad enigmática, el muchacho salió disparado, brincando sin cuidado de la barra y perdiéndose en el pasillo que llevaba a los vestidores, pues ansiaba admirarse unos cuantos minutos en el espejo. Louis se rio de su comportamiento espontáneo, lo conocía tan bien que ya había predicho la reacción y no le sorprendió verle correr como desquiciado.

Mientras tanto, Harry continuó visualizando con disimulo y se sintió patético cuando la mirada ajena, entroncó con la suya, dejándolo expuesto y al descubierto. La boca se le secó y contrajo su expresión sin poder hilar una frase coherente.

—¿Qué ocurre? —El castaño mantuvo una ceja arqueada.

—Son bonitas... quiero decir, las playeras... escogiste un buen diseño —Después de todo, el cumplido fue sincero.

—Lo son —Le respondió, a secas.

El ojiverde tardó un rato en asimilar la situación. Honestamente, esta vez esperó ser incluido como miembro de trabajo oficial en el bar, pero como siempre sucedía, adelantarse a los hechos le traía malos resultados.

Precisamente, calculó mal los segundos que pensó, tardaría Louis en entregarle una prenda similar a la de los chicos, porque eso no sucedió y el otro solo desvió la vista hacia las botellas alineadas en la contrabarra llena de luces rojas.

Bien, sí, todo bien.

No se inmutó, hizo aquello de ponerse los rizos tras las orejas y para disolver la incomodidad, se miró el anillo con la figura de un león que ese día había elegido portar. Lo rodó en su dedo anular y suspiró.

—Iré a cambiarme —Suavizó el tono de voz y se burló de sí mismo en sus adentros—, ya regreso.

Harry estuvo a punto de echarse a andar por el sendero que Liam trazó rumbo a los lockers.

Espera.

Como era costumbre, el llamado de su compañero lo detuvo, y el agarre que se terminó cerrando sobre su brazo, lo obligó a posicionarse justo en medio de sus piernas.

—¿Qué? —indagó, subiendo su mirar a los zafiros fulgurantes.

—¿De verdad piensas que me olvidé de ti? —pronunció, fanfarrón.

Harry se mostró notablemente confundido, su garganta raspó y tuvo que tomar aire por la boca previo a contestar.

—¿Cómo dices?

Louis no le respondió, solo le tendió el pequeño bulto de tela restante y doblado en cuatro partes iguales.

Con un ademán, le indicó que lo desplegara.

—La tuya es un poco... diferente —canturreó.

Los hombros del menor se relajaron y frente a sus ojos, fue levantada una camiseta corta, adornada con una tipografía idéntica a las demás y con esas dos palabras impresas en un tono azul brillante.

Era un crop top de mangas cortas.

A simple vista, el menor supo que le quedaría a la altura del ombligo.

—¿Por qué la elegiste así? —consultó, a medida que una sonrisita cálida fue iluminando su rostro. 

—Porque me encanta como se ven tus tatuajes —Se encogió de hombros y argumentó con simpleza—. Esos laureles me tienen al borde de la histeria.

Harry dejó de prestarle atención al diseño de la playera y la colgó en su antebrazo, pasándola a segundo plano. Le miró a través de sus pestañas delicadamente rizadas, plenamente consciente de que la felicidad invasora era revelada en todo su esplendor, sin prohibiciones o tapujos.

—Todos los van a ver.

Tentó a la suerte y como respuesta, Louis lo atrajo de un solo tirón, cerrando el paso de cualquier brisa de aire entre sus cuerpos.

—¿Sí? —Acunó el rostro opuesto entre sus palmas—. Que los vean, de todas formas, yo soy quién los toca, el único que los besa.

Las mariposas en su barriga hicieron un trabajo excepcional y quizá, estaban buscando un nuevo hogar... porque Louis también las sintió aletear en su estómago, volando de uno a otro y esparciendo un legado de encantadoras emociones.

—Solo tú.

—Solo yo.

Y se sonrieron.

—¿Te vas a molestar cuando un magnate me lleve en la subastas? —murmuró con sorna, rozando apenas sus bocas.

—Yo mismo me encargaré de vigilar tus citas, malcriado. Si alguien intenta ponerte una mano encima, estaré dispuesto a ir por otra demanda.

Harry se pasmó y luego negó por inercia.
Ya no debían cargar con más problemas.

—No lo digas ni de chiste —declaró y estampó los labios en su pómulo.

A partir de ahora, habría una diferencia marcada en su relación laboral, y que por supuesto, cualquiera notaría a millas de distancia.

Solo faltaba que la hora de apertura llegara, y joder... nadie sabía que esperar.







Hola bebés, espero disfruten el capítulo, estoy amando la evolución de Louis.
Gracias por la paciencia y nos leemos pronto, amores. ♡
María.

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