Treinta y uno

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Gracias por leer, amores.

Mención especial a UnaFangirl por ser la más fan de los australianos. ♥︎


—Cal, en serio no necesito ayuda.

—¿Qué tal si te apoyo con el guacamole?

Harry se encontraba atareado cuando el chico de vans negros entró por la puerta de la cocina.

No era que rechazara la oferta, agradecía la intención de Hood pero no le gustaba mucho convivir cuando estaba cocinando, aborrecía que irrumpieran en su espacio y le insistieran en hacer cosas con métodos diferentes a los que él sabía.

Tenía lista la bandeja de carnes frías, fruta en brochetas y verdura picada, una fuente de chocolate derretido para acompañar, jugos de muchos sabores empaquetados individualmente y no podía faltar la hielera llena con latas de cerveza a tope.

Le restaba por sacar del horno dos pizzas que hizo guiándose de un tutorial que se encontró días atrás en YouTube, y rogaba a todos los santos que salieran deliciosas. Era su primera vez haciéndolas y eran varias personas las que comerían de ellas, no deseaba terminar pagando gastos médicos por infecciones en el estómago.

—¿Dónde pusiste el aguacate? —El de iris oscuros, abrió el refrigerador.

—Es que no traje, no voy a preparar esa salsa —Siguió picando una sandía que le hizo falta.

—¿¡Por qué no!? —gruñó Calum, colocándose la mano en su cintura y reclamó con indignación—: ¡No puede faltar con totopos!

Harry dejó entrar el oxígeno por su nariz, contando hasta cinco en su mente. No era nada en contra de su amigo, lo adoraba muchísimo y su compañía siempre era grata.

Más bien, se trataba de su poca paciencia en esos casos; no sería grosero con él, pero de verdad quería que se retirara y lo dejara seguir con los preparativos. Cuando estaba en una cocina, se dedicaba de lleno a sus actividades pendientes y no se fijaba en nada más.

—Olvidé comprarlos cuando fui al supermercado —farfulló, vaciando los trozos de la jugosa fruta en un tazón.

—Que pecado, ¡nos vas a dejar sin nuestro refrigerio favorito! —chilló teatral, palmeándose el pecho.

—No sabía que les gustaba tanto, me disculpo —respondió y se apretó el labio con los dientes.

Nadie tenía porqué saber que si el jodido aguacate no estuvo en su lista de compras, fue porque recordó que a cierto invitado de ese día, no le gustaba. Llámenlo loco, después se arrepintió y quiso volver por él, pero se le hacía tarde y las filas en las cajas de cobro eran interminables.

Mejor suerte para la próxima.

—Bueno, ¿entonces en qué te ayudo? —instó, tomando una brocheta del bowl y la masticó calmadamente.

—No necesito ayuda, de verdad, ya casi... —Y recapacitó. Que su amigo lo perdonara pero necesitaba terminar sin desviarse—. Oh, ¿puedes ir a comprar el aguacate?

Calum ya había tomado un lugar en el perímetro, recargado en la encimera a un costado de la estufa.

—¿No prefieres que te ayude en algo aquí?

—Podrías ayudarme con el guacamole, pero primero necesitas traer su ingrediente principal —Se limitó a especificar.

—Uhm, robaré la bicicleta de Ashton —Sin hallarse convencido al cien por ciento, no le quedó de otra más que aceptar—, ellos están montando todo en el jardín de atrás.

—¿No tendrías que estar ayudando? —preguntó, cortando los últimos trozos de fruta.

—Algo así, pero hay demasiado sol, ya me duché y no quiero sudar —espetó con gracia y sinceridad—, entonces me escabullo de mis responsabilidades como integrante.

Harry ahogó una risa, en definitiva ese australiano era excepcional.

—Será mejor que te muevas de aquí —expresó ameno, dejando el utensilio punzocortante a un costado—. Michael viene seguido a revisar que no provoque un incendio en su cocina.

—El supermercado me espera, ya regreso —dijo, y agarró uno de los muchos zumos pasteurizados. Lo agitó ante el gesto denunciante del rizado—. Para el camino, ¿sí?

—Vete antes de que me arrepienta y te haga devolverlo —suspiró entre agotado y feliz, esos eran los momentos que iban curando el daño intangible que traía cargando.

—Ya vengo, si preguntan por mi... —Una mueca reflexiva se trazó en sus facciones—. Les dices que no tienes idea de dónde fui, son capaces de ir por mi.

—¿Eres prófugo normalmente?

—Algo así, evado mucho el trabajo físico.

Ambos muchachos se miraron sonrientes, y Harry le juró que no daría indicios de su paradero. Por mientras, Calum jugaría el papel de un agente secreto y saldría por la puerta principal, cruzando el camino de piedra de río que Michael mandó a hacer como sendero hasta la entrada de su vivienda.

Todos los demás, estaban muy agobiados instalando lo necesario para la pequeña presentación frente a sus amigos. Para la suerte de los chicos, el día estaba soleado y no había ni una sola nube obstruyendo el cielo azul.

Habían colocado un escenario improvisado, con tarimas de madera y uno que otro clavo para que no se desarmara con el tránsito de personas y el peso de los instrumentos. La batería de Ashton era seminueva, la había conseguido con descuento en una venta de garaje y solo le hizo unos arreglos, dejándola en perfectas condiciones de uso.

Las guitarras de Luke y Michael también eran de segunda mano, pero de una calidad espléndida. En cambio, el bajo de Calum si era nuevo, lo obtuvo luego de juntar por seis meses enteros todos sus sueldos y anexando el dinero extra que sus padres le regalaron el día de su cumpleaños.

En tanto ellos se encargaban de dejar todo listo, Harry se ofreció a preparar los bocadillos que darían terminando la tocada. Según lo que habló con Ashton, interpretarían unas cuantas canciones que ellos mismos habían escrito y desarrollado.

Él solo había tenido el placer de escuchar una a través de una grabación por celular y podía decir que el talento era nato, lo traían en las venas.

Moría por oír el resto.

Tarareaba una melodía en su mente al colocarse el guante grueso de cocina y abrió la puerta del horno, sacando las bandejas con las pizzas. El olor era exquisito, su boca se hizo agua cuando vio el queso gratinado, el pepperoni tostado y la masa crujiente; ese manjar le comunicó que había triunfado como chef esa mañana.

Las cortó en rebanadas proporcionales, y las metió a unas cajas de cartón hechas especialmente para esos alimentos. Fue un acierto haberlas traído, así guardarían un poco más el calor.

Como una madre amorosa que contemplaba a sus hijos crecer, miró el banquete sencillo que procuró efectuar con higiene y entrega. Admiró, distraído en sus creaciones, hasta que el sonido perteneciente a la voz de Irwin, fue rescatado por sus oídos.

—Hazz... —masculló, disminuyendo la celeridad de su arrebatado andar—. Cielos, huele delicioso.

—¿En serio? —No dudaba de sus habilidades, pero quería comprobarlo.

—¡Claro! —Ashton olió otra vez—. Te odio secretamente por cocinar mejor que yo.

—A decir verdad... Tú no cocinas —El rizado siseó con cautela.

—Hago el intento, se debe valorar —expresó, en una risilla candorosa—. Pero yo venía a otra cosa, más bien, a avisarte...

Al escucharle, Harry arrugó el entrecejo y se retiró la manopla de algodón.

—¿Qué pasa?

—Louis ya llegó —concedió, frunciendo la boca—. Y tenían razón, vino con Liam y Z.

Harry no sintió humildes mariposas en el estómago, no, lo que le nació fue una rebelión de aves que movían sus alas desesperadamente, una jauría de lobos hambrientos corriendo por el bosque, una manada de leones inquietos... todo eso se desató en él, cuando fue confirmada la asistencia del castaño.

¿Por qué le estaban sudando las manos?

—Bien por él... —formuló, pasando saliva rígidamente—. No lo voy a saludar.

—No te sientas obligado —Le apoyó el baterista—, solo quería que lo supieras, que no te tomara por sorpresa ahora que salieras.

—Acompáñame a sacar esto, ¿sí? —Con un mohín, le señaló los recipientes llenos de fruta ensartada en palillos de madera—. Por favor.

—Claro, ¿ya terminaste? —inquirió, husmeando en la barra dónde descansaba todo lo que comerían.

—Sí, de hecho ya pensaba en ir para allá.

—Dime que me llevo.

El rizado le aconsejó que se llevara la fuente, así que Ashton le hizo caso y la cargó fuera de la cocina.

Estaba demasiado inquieto, no al grado de estar temblando pero si sentía algo en su pecho que le impedía respirar bien. Sabía que no tenía porqué intercambiar palabras con Louis, así que mandaría a la mierda su educación y pasaría por alto su aparición.

Había ido a divertirse y eso iba a hacer.

Le pisaba los talones a su amigo, llevando entre sus manos dos de los tazones, los abrazaba para que no se le cayeran mientras hacía el recorrido por el interior de la casa, hasta la salida trasera al jardín.

Cuando llegaron a la puerta corrediza y de cristal, el primero en salir fue Ashton; él sonrió enorme y todos los pares de ojos se posaron en la máquina que surtiría el chocolate fundido. La mesa dónde pondrían los alimentos estaba en una esquina, ya tenía un bonito mantel puesto, así como servilletas, platos desechables y tenedores del mismo material.

Harry inhaló extenso, antes de cruzar el marco y puso la mejor cara que pudo, disimulando su malestar.

Arrastró sus botines y al instante, fue localizando a las personas invitadas: por un lado, sentados ya en algunas sillas frente al escenario creado por los músicos, estaban los que arribaron a la hora exacta, dos chicas y dos chicos que mantenían una conversación banal en lo que esperaban.

Al borde del jardín, cerca de un rosal, estaba el resto de los asistentes esparcidos, platicando en pares o grupos, algunos recién se estaban conociendo y otros más se ponían al corriente con lo que estaban logrando o haciendo de su vida.

Y al fondo, a un lado de un árbol de manzanas que Mike tenía, estaba el trío conformado por Zayn, Liam... y Louis.

Por supuesto que lo observó antes de darse a notar, el ojiazul llevaba encima unos vaqueros negros, una camiseta blanca estampada y una chaqueta de mezclilla abierta que le sentaba terriblemente bien.

Él no se había esmerado mucho en su atuendo, solo portaba una camisa azul de manga larga doblada hasta los codos, skinny negros y sus botines más cómodos, lo que menos le navegó por el cerebro fue verse deslumbrante.

Caminó con desidia mirando su calzado, sin atreverse a erguir la espalda. Tendría que saludar a la bonita pareja de novios que acompañaba a Louis, al final ellos eran tema individual pero pensaba en como hacerlo sin tener la necesidad de involucrarse con la tercia.

Al estar delante de la mesa de aperitivos, no demoraron en organizar lo que traían consigo y dejaron espacio suficiente para lo que aún quedaba en la cocina. Seguido del orden general, el par encadenó sus ojos y Ashton interpretó la melancolía que Harry emanaba sin ser consciente de ello.

El tono cetrino se matizó, se veía extenuado, su buen estado de ánimo se mitigó y por desgracia, contrario a lo que se veía físicamente, sus latidos incrementaron al hallar entre los presentes a Louis.

No había hablado con él y no tenía pensado hacerlo... pero solo con verlo, su mundo se había puesto inevitablemente de cabeza.

—¿Estás bien? —Le susurró Ashton, alarmado.  

—Eso creo, ¿no estoy pálido? —Podría parecer broma, pero también se acercaba a ser un hecho.

—Mhn, pudo ser peor —musitó juicioso, ante un rostro descolorido—. A ver...

Harry se rio apagado, cuando los dedos de su amigo pellizcaron suavemente la piel de su rostro, cerca del pómulo; según su teoría, eso le devolvería el color y dejaría de parecer un muerto.

—¿Quieres que vaya por lo demás? —El australiano ofertó y luego le señaló al escenario—. Ve con Luke y Michael, yo traeré el resto.

—No, prefiero perderme un rato, lo que menos quiero es sentirme como el bicho raro.

—No eres el raro, eres el bichito más genial de toda la galaxia —Halagó y el menor balanceó su cabeza, conmovido—. Anda, iré a ayudar con las conexiones, en cuanto termines te espero ahí.

—Sí, no tardo.

Y mientras Harry iba de vuelta a recolectar lo que hacía falta por sacar, Louis acotaba su trayecto desde el rincón, repasando fijamente su circulación en el césped.

En lo que sus dos mejores amigos reían por algo que Liam contó, él se desvió del parloteo y no descuidó la marcha del ojiverde, encandilado por esas piernas largas y los rizos sedosos que se movían cada que se trasladaba.  

Por media hora, lo vio sonreír con gentileza, escuchó los cumplidos que le hicieron sobre los tatuajes de las golondrinas que mantenía debajo de sus clavículas, se percató de la unión que ya tenía con los cuatro extranjeros y vigiló que Luke no hiciera ningún truco sucio.

Simulaba ser un maldito acosador al mirarlo de esa manera, como un detective buscando pistas de algún asesinato; su vista tenía un imán al rizado, lo atraía como si estuviera hecho de acero. Era fatal.  

No le importó que no le saludara cuando se avecinó a los compositores para presentarles a Zayn y Liam. Harry les habló risueño a sus compañeros de trabajo, integrándolos plenamente a una plática corta pero sugerente y Louis no tuvo la dicha de cobrar un “hola” que proviniera del menor y se rio de eso; lo había desconocido auténticamente y no estaba listo para admitir cuanto le descolocaba esa actitud irreverente.  

Niñato odioso.  



❖ ◦ ❁ ◦ ❖ ◦ ❁ ◦ ❖ ◦ 🍻 ◦ ❖ ◦ ❁ ◦ ❖ ◦ ❁ ◦ ❖



Cerca de la una de la tarde, el show de los cuatro músicos con una nacionalidad en común, provocaba las palmas del público. Las sillas se volvieron obsoletas, pues todos se hallaban de pie, bailando con las canciones interpretadas y disfrutando privilegiadamente del evento gratuito.

Harry se encontraba a la orilla del escenario barato, captando con la cámara de su celular el talento que sus amigos tenían para utilizar la guitarra, el bajo y la batería.  

Dejaban su alma en los instrumentos, poseían habilidades extraordinarias para cantar y por el amor de Dios, sus letras eran sobresalientes. Llevaban cerca de seis o siete canciones, teniendo una marca límite de diez por tocar; hasta el momento, la favorita del ojiverde había sido una que llevaba por nombre “Disconnected". 

Los había subido a sus historias de Instagram y varios seguidores las respondieron con reacciones, acompañadas de preguntas basadas en: “¿Quiénes son?”, “¿Cómo se llaman?”, ¿Tienen canal de YouTube?” 

Harry sonrió, prometiéndose responder cada una de las dudas.  

En su asiento, Louis igual gozaba de la buena música; aunque los roces que tuvo con Ashton en el pasado, los obligaron a no ser cercanos, sabía reconocer el talento cuando lo veía y vaya que el baterista lo llevaba en las venas.

—¿Cómo se llama esa canción? —Le preguntó a Liam, quién también grababa felizmente con su móvil.  

Long way home, así dijeron, creo —dijo cerca de su oído, para que su voz no resaltara en el video.  

Se grabó el nombre, le había encantado la tonada y aplaudió con ganas cuando finalizó. Esperaba pronto grabaran algún demo, sin vergüenza pediría una copia porque había encontrado un gusto nuevo por aquella banda.  

—¡Gracias! —Luke gritó y se quitó la guitarra, recogiendo una de las botellas de agua que Harry les proveyó con anticipación. 

—¿Cuál sigue? —indagó Calum, regulando las cuerdas de su bajo. 

—No sé, ¿Mike? —Luego de beberse la mitad del líquido, le tendió el restante al nombrado.  

—Ensayamos mucho End up here —dijo, y se empinó la botella para saciar su sed.  

—¿Tú que dices Ash? —volvió a cuestionar Hood.  

—La que quieran, yo estoy listo —Con una destreza impecable, hizo un giro con su baqueta que causó un chillido con afición por parte de los espectadores.  

Los habían contado, había más de cuarenta personas deleitándose con su presentación y eso que ellos solo habían extendido la invitación a quince. Entre que habían venido sus amigos, y estos trajeron a su propio grupo de acompañantes, la cantidad creció en beneficio de ellos; como lo habían dicho, entre más gente los escuchara, mejor.   

Pero la pizza no iba a alcanzar.

—Ustedes mandan —Tras establecer el siguiente paso en su espectáculo, el rubio se colocó nuevamente su instrumento y retomó el habla por medio del micrófono—. ¿¡Qué tal la están pasando!? ¿Otra más? 

Harry fue el primero en vitorear un “si” alargado, su felicidad retornó y solo quería seguir apoyando a su nueva agrupación favorita. El público aclamó con la misma palabra y Michael infló el pecho cuando notó que de verdad, sus creaciones como conjunto estaban gustando.  

—¡Esto es End up here

Y así, tras la indicación con las baquetas, comenzaron a tocar, acoplándose al compás y la voz afinada de Luke, retumbó en el predio: 

You walked in, everyone was asking for your name, you just smiled and told them "trouble"...

Al reconocer de inmediato la canción, el rizado brincó jovial y comenzó a corear los versos que alcanzaba a recordar; ese era el tema pregrabado que Ashton le había mostrado hace un tiempo.

Estaba tan concentrado en cantar a todo pulmón, que nunca sintió la mirada incisiva de Louis sobre él: estaba siendo todo, menos discreto.

Lógicamente, las manos le hormiguearon y su instinto le empujaba a estrujar la cintura del joven que se meneaba con pasión, danzando por inercia y gracias a la música en vivo. Su reacción era normal, el tono era pegajoso y hasta él había empezado a mover sus pies.

Dio un vistazo a su alrededor; todo se redujo a saltos extasiados y manos tendidas apuntando a la banda.

How did we end up talking in the first place,
You said you liked my Cobain shirt...

Regresó su ambición por sentir entre sus dedos la piel lechosa de Harry, delineó su perfil insuperable con esa mandíbula recta y esos labios gruesos naturalmente rosados que se abrían y cerraban al tararear. El hoyuelo naciendo en su mejilla por la condenada sonrisa soñadora, sus tirabuzones cafés cobrando vida al rebotar con su baile.

Louis batalló con sus comisuras para que éstas no se alzaran, le gustó verlo desenvolverse sin pretensión; ese era el Harry que se sentaba como copiloto en su carro, ponía la radio y golpeaba con sus dedos la guantera mientras cantaba cualquier pieza musical que las estaciones transmitieran.

Now we're walking back to your place,
You're telling me how you love that song,
About living on a prayer...

Era el Harry que se carcajeaba en su cara cuando algo le salía mal o simplemente por hacerlo enojar, era quién respondía sus insultos y no se dejaba intimidar.

El que acunaba su rostro para besarlo con suavidad, tanteando sus labios con la lengua y demandando después algo más feroz.

El que bordeaba con la punta de sus dígitos la mayoría de sus tatuajes, sin preguntar cuál era su significado o cuándo se los había hecho.

El que le hizo apoyar la espalda contra la pared mientras veía maravillado cada uno de sus movimientos en cualquier ámbito.

El que despertaba sus celos al pensar en compartirlo con alguien más. 

Era el primer chico que no se acobardó y le soportó las malas pasadas que le jugó.

I'm pretty sure that we're halfway there,
And when I wake up next to you I wonder how... How did we end up here?

El singular Harry Styles que un día amaneció durmiendo pacíficamente en su colchón y le hizo preguntarse al despertar... ¿cómo habían terminado ahí?

Estropeó su ideología.



❖ ◦ ❁ ◦ ❖ ◦ ❁ ◦ ❖ ◦ 🍻 ◦ ❖ ◦ ❁ ◦ ❖ ◦ ❁ ◦ ❖



Louis estaba encerrado en el baño.

No estaba ebrio, pero tampoco estaba sobrio.

Caminaba en la línea de lo normal, si consumía una cerveza más, probablemente tendría que ir con resaca a trabajar al día siguiente y si declinaba seguir bebiendo, se levantaría de mal humor pero sin quererse morir cada cinco minutos.

Se miró al espejo y se juró rechazar cualquier botella llena de esa bebida alcohólica, firmando su pacto consigo mismo al echarse agua en la cara; su ojo derecho sufrió un poco porque fue un bruto y algunas gotas se colaron por ahí.

Salió del sanitario mientras se refregaba el párpado con la vista gacha, no le ardía pero no podía abrirlo sin sentir molestia.

Su camino de regreso al jardín, dónde sus amigos le esperaban, fue interrumpido por el choque de su hombro contra el de un desconocido; eso le incitó a bufar con desagrado y a levantar la cara para exigir una disculpa.

—¡Oops!

A veces, el destino era un hijo de puta.

Pues se topó con un Harry que lucía totalmente perturbado, como si se hubiese tropezado con el mismo diablo.

—Hola —Louis dijo, y sonrió ladino sin dejar de tallar su cuenca.

No habían coincidido en ningún punto hasta ese momento, ¡Y que mejor manera de encontrarse! Uno estaba petrificado y el otro tuerto.

—Hey —gesticuló el rizado con dificultad.

—¿A dónde vas? —interrogó, pestañeando cantidad cuestionable de veces.

—Al baño —simplificó y no se resistió a preguntar—: ¿Qué te pasó?

—Nada, solo me entró agua —siseó, retirando su mano de la zona y trató de volver a la normalidad—. ¿No trabajas hoy?

—Apenas son las cinco, me iré hasta las seis —masculló, neutral.

—Solo te queda una hora de libertad.

—Si... Eso creo.

Entonces, hubo silencio. Incómodo silencio.

Harry jaló aire por la nariz e inhaló hondo, necesitaba huir lo más pronto posible.

—Bueno, yo creo que-...

—Te ves precioso hoy —escupió Louis, sin tapujos—. Por si no te lo habían dicho.

Las pestañas de Styles aletearon en serie, el pliegue entre sus cejas se acrecentó y su pulso se aceleró violentamente.

Corre, corre.

—Debo decir gracias —Se mostró sereno—. Me tengo que ir, nos vemos luego.

Dicho eso, esquivó toscamente el cuerpo del ojiazul por un costado, creyendo triunfar cuando sus zancadas no fueron detenidas.

Error.

Dos más y una mano se envolvió en su muñeca, tirando de ella con ligereza y parando su propósito. Tuvo que darse la media vuelta, observando inexpresivo al responsable; su intuición le decía que estaba en riesgo.

—¿Sí? —sondeó, enarcando una ceja—. ¿Se te ofrece algo?

—¿Por qué tuviste que meterte en mi vida?

Harry boqueó, sin comprender la acusación.

—¿Qué?

—Mi día a día era increíble hasta que tú te apareciste.

Eso había sonado como un reproche, Louis lo sacó casi con odio, ocasionando que los ojos del otro se ensancharan, horrorizado.

—¿Hasta que yo me aparecí? Joder, eres... —El agarre en su brazo le había empezado a quemar—. Yo no me metí en tu vida, tú te metiste en la mía.

—Eso es mentira —gruñó, acortando la separación entre los dos—. Todo estaba bien hasta que tú llegaste.

—Yo solo quería un maldito trabajo, no me puedes culpar por eso.

—Te adentraste en un lugar que no te correspondía.

—¿Ah no? —farfulló con sorna e incredulidad—. ¿Cuál es mi lugar entonces, Louis?

—Yo que sé, pero no ahí —Con resentimiento, retiró su toque de la muñeca ajena y reafirmó su postura—. Solo llegaste para echarlo a perder.

Las palabras de Louis eran cuchillas filosas, no había un filtro, eran crudas y dolorosas; quería deshacerse de esa irrelevante emoción de una vez por todas.

—Eres un cobarde, Tomlinson —recalcó, alejándose unos centímetros y clavó su visión a la opuesta—. Eso eres, un puto cobarde que me sentencia por idioteces.

—¡Es que tú viniste a alterar todo! —ladró bruscamente—. Mi vida era magnífica hasta que el estúpido chico británico salió de la alcantarilla.

—Discúlpame por caer en Nueva York —Iba a defenderse, claro que lo haría —, pero yo no nací para darle gusto a los demás, yo veo por mí y no me interesa si no te parece porque nunca hice nada que te perjudicara.

—Yo tampoco —El mayor se excusó.

Y Harry no iba a permitir que mintiera, si las cosas ya habían alcanzado tal punto, culminarían ahí mismo.

—¿Te atreves a decir que tú tampoco? —Chirrió las muelas, permitiendo luego que de su boca escapara una risa amarga—. Me trataste como basura en el trabajo, me diste malos consejos, me hiciste a un lado en cuanto puse un pie ahí. Hiciste lo que quisiste conmigo y yo lo soporté.

—Tan sencillo que era desistir —espetó Louis, tensando el mentón—. Pero te quisiste meter como la humedad y lo lograste.

—¡Yo no me entrometí, solo necesitaba el dinero!

—¡Te colaste hasta el fondo!

—¡Solo era un jodido empleo! —Harto, elevó el volumen en su habla.

—¡Es que no estoy hablando del puto trabajo! —vociferó, reteniendo la vista verdosa.

—¿¡Entonces de qué mierda hablas!?

De nuevo, enmudecieron.

Tomlinson se remojó los labios con su propia saliva, inspeccionando la mueca airada que destacaba en su compañero. Ambos respiraban exorbitante, la incomodidad se palpaba en la atmósfera y la rabia mutua era irrefrenable; en el peor de los casos, súbitamente volaría un golpe, una cachetada o algo que inculcara la agresión.

—Hablo de esto.

Sin embargo, la mano de Louis sujetó drásticamente la de Harry; la levantó y la deslizó por debajo de su chaqueta abierta, desplegándola sobre su torso y la instaló a la altura de su corazón. 

Ahora palpitaba repulsivamente rápido.

—¿Q-qué haces? —tartamudeó, sin atreverse a quitar su tacto de aquella área. 
Demasiado tarde, sin segundos de ventaja.

La bomba a la que tanto le temía Louis, explotó, arrasando con todo a su paso.

—Harold, tú te metiste aquí —El mayor presionó dócilmente la palma del implicado en su contra—. Y yo necesito sacarte.





:)

Hola y adiós, no tengo nada más que decir. Solo recordarles que les amo y que nos leemos pronto, besos, jsjs.♡

PD: no se asusten, amores, ya lo he dicho por mis redes sociales, esto va a terminar bien. Disfruten lo que se venga. 
María.

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