Veintiséis

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Gracias por leer, bebés.

⚠️ Advertencia de contenido sexual ⚠️

Harry solía pensar que la vida estaba escrita desde que llegabas a éste pútrido mundo.

Como que, cada persona tenía un libro en el que todo estaba plasmado y las cosas se iban cumpliendo conforme el pasar de las estaciones; incluso, sabía que si tuviera la oportunidad de leer el suyo, no lo haría porque le quitaría lo divertido a su futuro.

Sin embargo, Louis no compartía ese pensar; él era un creyente nato de que el destino lo ibas armando tú, sin importar lo establecido, si tu deseabas darle un giro de trescientos sesenta grados a lo planeado, podías obtener algo mejor en tu existencia terrenal y esa era la chispa de un mejor mañana.

Harry pensaba que Louis se había cruzado en su senda por alguna razón que todavía no resolvía.

Y Louis no pensaba en un por qué, solo vivía a tope los momentos buenos que él trazaba.

Una doctrina dividida era el resultado de dos personas contradictorias en muchos aspectos, dos polos opuestos, como el agua y el aceite; elementos que nunca iban a combinarse pero podían estar juntos en el mismo espacio sin perder sus propiedades.
En eso se habían convertido.

Porque no por nada, Harry estaba sentado justo al borde de su pequeño escritorio recientemente adquirido; si iba a estudiar en unos meses, quiso prevenirse y tener un espacio dónde realizar sus tareas. Sus lápices estaban regados en el suelo, al igual que su nueva caja de marcadores de colores que había conseguido en internet y esperaba usarlos en los apuntes que hiciera en un salón de clases.

Hojas sueltas regadas en el suelo, la silla acolchada y con rueditas varada en una esquina.

Y un chico de orbes añil entre sus piernas, preparándolo con sus dedos en busca incrustarse más adelante en su agujero dilatado.

—Eso... —farfulló, apretando los ojos y gimiendo bajito—, no te detengas, así...  

—Es que no puedo creer lo dócil que eres, estás tan abierto y caliente  —Encantado, Louis le encajó los dos dedos, barriendo su próstata y haciéndolo lloriquear con tan sencilla acción—, te tomé ayer y mírate, puto insaciable.

La mitad de su culo sobresalía del mueble y sus pobres brazos resentían el peso de su cuerpo. Era casi inmundo el chapoteo ocasionado por el lubricante, el temblar en sus piernas separadas y los jadeos perpetuos repletos de placer que provenían de su ronco pecho.

Se estaban acercando a la perdición, un viaje sin retorno y con el boleto pagado... por supuesto que irían.

—¿Qué quieres? —Louis juntó su frente sudorosa a la del ojiverde, ambos respirando pastoso.

Su polla estaba dura, ya no llevaba ropa puesta que lo confinara, ambos desnudos de pies a cabeza, siendo adolescentes hormonales en pleno despertar sexual. Harry no sabía cuánto más iba a durar en tal posición, no podía tocar el cuerpo de su verdugo y se iría de espaldas si dejaba de apoyar todo su peso en ambas manos.

Pero es que joder, una fantasía ser follado sobre el mueble de caoba que usaría más adelante para obtener buenas notas.

—Te pregunté que quieres —demandó endiosado, abusando del orificio angosto que el menor le ofrendaba—, contesta, ofrecido.

Harry perdió la capacidad del habla y aspiró el aire con torpeza. Su cerebro estaba congelado, se estremecía con cada penetración dada por los dígitos delgados, hirviendo en sus adentros y a la espera de que el pene del castaño tomara el protagonismo.

Fue ahí, cuando otro manotazo aterrizó en su mejilla ruborizada; el escozor en su epidermis le calcinó, elevando su excitación y evacuó un lloriqueo gozoso.

No fue un acto que le causara dolor. Lo habían platicado cuando volvían en el auto y concordaron que solo se podría utilizar esa arma fugaz al estarse enrollando o cuando la libido estuviera por las nubes.

Estaba medido para hacerlo gemir el nombre del mayor con devoción, la mano libre de Louis cumplió con la función de engrandecer el espectáculo, le hormigueaba por hacerlo otra vez. 

—¿Ves a lo que me refería? Estás llorando y ni siquiera te la he metido, cabrón necesitado —Sus nudillos quedaron dentro del chico, curvándolos de la punta y se tomó un momento para admirar la obra de arte que tenía disponible para sí.

—P-por favor —Sorbió su nariz, agitando su cabeza de lado a lado, muy desesperado—, fóllame... por lo que más quieras, hazlo ya.

Tragó la saliva que tenía acumulada en su cavidad bucal y levantó los párpados, estremeciéndose gracias a la viveza en la mirada mate que lo vigilaba. No había una pizca del tono cerúleo, la lujuria se comió cualquier rastro del etéreo color y las pupilas extendidas eran lo que sobresalía.

Y Harry estaba demasiado ocupado en no morir, como para notar que su entrada había sido abandonada y ahora, lo que se frotaba en ella era la punta de la polla del ojiazul. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal cuando éste le sonrió de lado, aprisionándose la lengua con sus colmillos.

Lo hizo sufrir un rato, restregándole su glande en los bordes, haciéndolo retorcer y aferrarse con casi crueldad a la superficie. Optó por tirar su cabeza hacia atrás, dejando su cuello expuesto y su compañero gimoteó al ver aquella protuberancia marcarse tentadora en su garganta.

Harry se sintió estúpidamente feliz cuando Louis le apretó la carne de los muslos, haciendo que le rodeara la cadera con ellos y de una magnífica estocada, se encajó en él, motivándolo a gemir destrozado. Por desgracia, no soportó la sensación cósmica y penosamente, se dejó ir hacia atrás en contra de su escritorio, sollozando cuando chocó con su espalda y cabeza sin amortiguar la caída.

La risilla de Louis voló por el aire al presenciar la colisión inesperada.

—¿Estás bien? —preguntó, amasando la cintura del aludido—, no hagas eso... vas a quedar más imbécil de lo que ya estás.

—Idiota —susurró el ojiverde, cubriéndose los ojos con el antebrazo—, t-tú dedícate a hacer lo único que puedes hacer bien.

—No me ofende... si es lo que buscas —Le aclaró, empujándose lo más que pudo hacia adelante y lo miró arquear la espalda.

—Ya c-cállate y jódeme —boqueó.

El mayor se volvió a reír cautivado por la espontaneidad del chico, no sería capaz de negar que le gustaba su actitud autoritaria, exigiendo con determinación que lo folle, que cumpla con su parte del trato carente de cláusulas, que se haga cargo de aminorar su calentura.

Era una dualidad inexplicable, se encontró con la persona más subordinada y mansa a la hora de un polvo, pero también con alguien preponderante que no le temía a la humillación, que adoraba sentirse endeble entre sus brazos cuando le atravesaba.

Uno en un millón.

Louis haría uso de la carta abierta que se le dio para acabar directo y sin filtros con el muchacho que le imploraba, lo tomase como solo él sabía hacerlo: profundo, rápido, bravío.

—Lo haré, tu no podrás tener otra polla que no sea la mía —Le encaró, aventándole el brazo que cubría sus jades hacia un costado—, estás hecho para mí.

Y joder, eso último no debió de causar una rebelión en los sentimientos encontrados de Harry, menos al ser en medio de una follada porque ya conocía en lo mínimo a Louis; él le decía esa clase de cosas habitualmente durante el sexo para intensificar el ambiente e incentivarlo.

Sin embargo, no pudo ocultar el simple hecho de verle radiante, como si hubiese descubierto a una criatura extraña con una belleza prodigiosa. Fue algo similar a lo que sentían los piratas, al descubrir el cofre del tesoro después de tantas semanas de viaje en el océano.

Se lo estaba haciendo tan difícil.

—Lou... yo- ¡Oh, mierda!

Casi lo avienta todo por la borda, iba a contestar algo asquerosamente cursi pero gracias a los dioses en el cielo, apenas articuló el inicio y terminó mordisqueándose los labios.

Louis le paró en seco de una embestida, sacando su polla hasta la mitad y luego clavándola en lo más recóndito de su cuerpo. Inició a moverse metódicamente, explorando la tibieza y lo ajustado en el agujero de Harry; a pesar de haber sido extendido con antelación, éste se cerraba primorosamente alrededor de su miembro erecto, saqueándole jadeos y bramidos primitivos.

El ojiverde flotaba en el firmamento, sus pieles chocando, los testículos llenos y pesados de Louis golpeteándole las nalgas, esos sonidos vulgares que no se guardaban por nada reinaban en la habitación y hacían eco en el espacio cerrado.

Los gemidos de Harry se tornaron a gritos, siendo más ruidoso que de costumbre; las penetraciones erráticas que le eran propinadas, se convirtieron en la causa principal de su lamentable estado.

Sus expectativas siempre eran superadas y cada ronda nueva, era mejor que la anterior.

El mayor le pellizcó los pezones y lo privó del oxígeno en momentos particulares; colaba de repente los dedos entre sus labios y lo atragantaba mientras él coordinaba sus movimientos, estampándose toscamente contra su trasero.

Por la posición, existía un mejor acceso y ángulo al orificio que lo succionaba con maestría, se apretaba en su longitud a propósito y lo que obtenía a cambio eran quejidos mojados de placer.

—Más duro... más, más —imploró el rizado con su rostro llameante.

—Gime mi nombre, hazlo —espetó de vuelta, posesivo—, que tus vecinos sepan que ya tienes quién te folle... vamos.

La velocidad de las acometidas era despiadada, Louis atenazaba las yemas en la cadera de Harry, lanzándose sin compostura al precipicio, rompiéndole el culo en el extremo final de su propio orgasmo.

—¡Louis! ¡Louis! —repitió en secuencia, encogiendo más las piernas e hincó sus talones en el trasero del ojiazul, arrimándolo enteramente—, jódeme, así.

—Ansío ver mi semen derramándose por tus muslos —Desenroscó la lengua, deslizándola por sus propios labios resecos, sin perder el ritmo que ya había ganado.

Lo estaba desarmando, Harry terminaría hecho trizas después de ser penetrado por tal bestia en la que Louis se transformaba, ¿de dónde sacaba tanta energía? Ni siquiera lo sabía, la resistencia del chico era de admirarse y de poner en un altar.

—Voy a correrme, ya —Avisó, en la cumbre de su liberación—, por favor...

Como el ser generoso y de luz que se consideraba, le brindó su caridad, escupiendo en su mano un hilo de saliva y envolvió la hombría de Harry, masturbándolo desalmado.

Subió y bajó una tanda de veces, antes de que el semen de su amante saliera a borbotones de la hendidura, manchándose el vientre y llegando hasta su pecho por la fuerza con la que eyaculó.

Harry lloró, las lágrimas le abandonaban a la par de un gemido que le reventó los tímpanos a su compañero, su cuerpo convulsionó y unas sutiles huellas pintaron la tez de su garganta al cerrarse con solidez.

Algo caliente salpicó en la profundidad de su forzada entrada, sintiéndose de un momento a otro rebosante y atascado en el placer que construyó un delicioso orgasmo paralelo. Hizo aquello de jalar de sus tirabuzones, recibiendo la corrida entera de Louis, con el corazón martillando a mil por hora.

Lo que se escuchó por los siguientes cinco minutos, fueron gruñidos, palabras altisonantes y respiraciones que rastreaban el consuelo.

Demasiado bueno para ser verdad.

—Nos vemos pronto, te espero en el infierno —El dote actoral de Harry, llegó cuando sus piernas tambalearon y cayeron a los costados de su profanador—, estoy muerto.

—Y yo... —siseó y trancó un paso hacia atrás, saliendo de la prisión distinguida.

Vio escapar el líquido blancuzco del moribundo muchacho que yacía desparramado en el escritorio y el menor sacó el aire de sus pulmones en un suspiro al percibir el semen chorreando.

—Creo que puedo tener otra erección solo con verte así —Le dijo, palpando suavemente los hematomas que se empezaban a oscurecer en dónde oprimió irracional.

—Tendrás que solucionártelas solo, estoy a nada de pasar a mejor vida...

—Dramático, exagerado aparte de todo —No se rio, se aguantó.

—Veo la luz —Aún recostado, Harry estiró los brazos hacia el techo y simuló el pretender alcanzar la entrada al cielo.

Eso fue lo que generó que Louis le agarrara de las muñecas, halando de ahí y lo enderezó, haciendo que se sentara como al principio.

Se quejó por la alevosía, pero el reclamo que iba a realizar, acabó evaporado en un beso dónde no intervinieron sus lenguas, fue más un roce entre labios y Harry juró sentir una sonrisa en medio del suceso.

—¿Puedo quedarme? —Al separarse, Louis le cuestionó.

—Eso no se pregunta, estúpido —Le contestó, suplicando por otro beso al acunar sus mejillas.

—¿Es un sí? —Su presunción le hizo levantar una ceja y curvar la boca hacia arriba.

—Es un ve a la cocina y trae lo que compramos para comer, muero de hambre —bisbiseó, picoteándole la boca como un pajarito—, por favor.

Louis sonrió al asentir y tras ponerse su bóxer negro, corrió a lavarse las manos y fue por la cena que compraron en la franquicia de pizzas recién inaugurada en la avenida; las reservaron para culminar su hambre, luego de haberse comido entre ellos.

Se consideraba gula.

Harry aprovechó para limpiarse, vistiéndose también con su ropa interior que encontró dando vueltas en el ventilador del techo.

Levantó lo que habían regado, medio acomodó las cosas hasta que se puso a revisar su celular y vio que tenía cuatro llamadas perdidas de Ashton. Preocupado, le contactó por el mismo medio, sonando cuatro timbrazos antes de que el australiano contestara y que una canción famosa en el fondo se escuchara a todo volumen.

—¿Hola? —Harry no oía mucho, apostaba su casa a que su amigo estaba en una fiesta o algo cercano a ello.

¡Hazz, hola! —gritó, retumbando en la bocina.

Tuvo que quitar el celular de su oreja.

—¿Qué pasa? Me marcaste cuatro veces —sondeó y su mirada descubrió a Louis entrando de nuevo al cuarto, con la caja cuadrada de cartón semiabierta y una rebanada afuera, siendo triturada por sus muelas.

¡Si, te quería invitar a salir! ¡Estoy con mis amigos en un bar!

—¿Dónde? —Se mordió la uña del dedo pulgar.

Mientras Ashton le daba santo y seña de su ubicación y compañía, el ojiazul por medio de señas le preguntó a quién tenía al otro lado de la línea. Harry le devolvió el gesto, pidiéndole un minuto al hacer su mano un puño y juntó las yemas de sus dedo índice y pulgar.

El interrogante rodó los ojos, sentándose en la orilla de la cama mientras le daba otro mordisco a su rebanada como niño regañado. 

—... Pero si gustas te envío la dirección por mensaje —propuso el baterista en medio de su ensoñación.

Harry se imaginó su gran sonrisa y asintió aunque él no pudo verlo.

—Bien, si, mándamela y quizá llegue en un rato —Breve silencio en lo que escuchaba—, no, en serio, no es seguro porque honestamente estoy muy cansado.

¿Por qué? ¿Acaso ya empezaste a ir al gimnasio como habías dicho? —Probablemente, Ashton no debió preguntar eso.

—Uhm, no... no estoy yendo al gimnasio pero... —Hizo un sonidito con su boca, observando de soslayo a Louis, quién se mantenía atento a la llamada—, solo no he dormido bien y no tengo la misma energía, ya sabes...

—¡Que mentiroso, dile que te acabo de follar como a una perra en celo! —Y el castaño tenía que abrir la boca para exhibirlo.

¿Qué? —La mueca de perplejidad que hizo el australiano, fue digna de enmarcar.

—Carajo, nada, no fue nada —Su cara se tiñó, ahora era un bonito jitomate—, mándame mensaje, te...

—¿¡Otra ronda Harold!? ¡Si necesitas que te dé otra vez, yo no tengo problema! —Louis volvió a vociferar, burlándose de su vergüenza.

—¡Ya Louis! —Harry no tapó el micrófono de su teléfono—. ¡Cállate!

Entonces, muy tarde se percató de que había dicho el nombre de su domador, y que Ashton lo había oído. No le daba recato, pero... mierda, ventiló sin querer lo que no quería, aunque su amigo ya supiera que se estaba enredando con Tomlinson, no era como que se la pasara gritándolo a los cuatro vientos.

Evidente.

—Te diría que tu también te callaras pero es imposible —Con la boca llena, el mayor dictaminó—: ¡Eres muy ruidoso!

—Dios mío...

Te voy a colgar, yo no quería saber que acababas de follar con Tommo —El trauma que iba a quedar en él, sería para siempre—. Me avisas si vienes, adiós Hazzie.

—Si, si —titubeó, con las cejas unidas al centro y le acusó a Louis con un ademán—, gracias, adiós.

Te quiero, nos vemos.

—Yo a ti.

Sonó el tono que marcó como finalizada la charla y posicionó el móvil sobre su buró, cruzándose de brazos al barrer con la mirada a su ex colega que seguía comiendo sin culpa.

—¿Estás loco? ¡Irwin no tenía por qué enterarse!

—Me vas a decir que no le has contado, relájate —Es que ese era Louis, tan desinteresado de lo que ocasionaba con un par de sílabas hiladas—, nada que no sepa. 

—¿Tú que sabes? —Descalzo, se aproximó hasta la caja de pizza que descansaba en su intento de tocador y su boca se hizo agua cuando el pepperoni se cruzó en su radar—. No le cuento mis intimidades a cualquiera.

—Creí que Ashton no era cualquiera,  es tú amigo, ¿no?

—Lo es, sí —confirmó, enterrando sus dientes en la masa delgada y cubierta de ingredientes espectaculares.

—Ahí está, ¿acaso me vas a decir que no sabe que yo soy el único que puede joderte como te gusta? —farfulló, altanero.

—Soy muy reservado para esas cosas —mintió a medias—, tarado.

—¿Sabes algo? —Pasó el bocado y siguió—. No me importa, en absoluto, reservado y todo pero solo conoces las palabras Louis y más cada que te la meto.

—¿Quieres cerrar la boca? —Harry rescató el queso que casi se desborda en su rebanada.

—Claro, ¿alrededor de tu polla?

Con un carajo...

—Maldito monstruo adicto —Harry acercó su silla arrumbada y descansó su trasero en ella, procurando no lastimarse—, me duelen las piernas.

—Gajes del oficio —canturreó, yendo por otro pedazo del grasoso alimento.

—Después de que se me baja lo caliente, recuerdo que no soy de acero.

—Bien, tendré que mantenerte en tal estado, solo por tu bien —Le dijo, llegando hasta la ventana de cortinas cerradas e hizo un hueco para mirar a través del vidrio en lo que se continuaba alimentando.

La espalda de Louis era un tanto ancha, de músculos visibles y bien formada, el tono de su piel era sublime, tenía lunares diminutos esparcidos en el área, que Harry deseó contar y formar constelaciones con ellos. Se fijó en la curva de su cintura y en su trasero prominente, recordó haberle visto un tatuaje aleatorio ahí, un pingüino o similar a eso.

Desde su perspectiva, no se consideraba un damnificado perjudicado por las mieles de un chico como el castaño. ¡No era un delito! Era muy fácil tener una inclinación tentadora por el joven de veintidós años, los simples mortales caían por un dios de tal magnitud, por esa cara esculpida por el mismísimo Miguel Ángel, por ese cuerpo y por lo que sabía hacer con él.

Era fácil resbalar por un hombre como Louis, patinarse y caer de bruces.

—¿Qué quería Ashton? —La tela de color amarillo pálido fue puesta en su lugar y Louis interrogó, quitándole el borde de pan a la pizza.

—Me invitó a una reunión —Desvió la vista al barniz celeste que llevaba en sus uñas—, dijo que estaba con algunos amigos, que fuera para allá y que infielmente, se juntaron en nuestra competencia.

—¿Nuestra competencia? —rascó su sien—. ¿Cuál?

—Ajá, mencionó un bar que está a dos calles de dónde trabaja... —Se detuvo, aclarando la voz—. De donde trabajo, eh... no sé su nombre, pero dijo que me enviaría la dirección por mensaje.

—¿Está ahí justo ahora? —Regresó a su anterior sitio e hizo inconscientemente un puchero que se remarcó en su labio inferior.

Harry lo halló encantador.

—Ajá, bueno, en una hora... —Enfocó el gran reloj en su pared—, al parecer se corrió la voz de que Club Bengala no abriría las puertas hoy.

—Y que lo digas, hasta salieron en las noticias de Facebook —exclamó con sorna y con la boca llena de comida—, lo vi hace rato.

—No te creo —El asombro en su máximo esplendor.

—Ajá, ven a ver —Louis palmeó el lugar vacío a su lado en el colchón.

Harry no dudó en brincar hasta el sitio indicado, rebotando como una pelota a su costado y ambos rieron por el zarandeo. El mayor recuperó su celular y le mostró un artículo online que hablaba del cierre temporal de uno de los mejores bares de Manhattan, con fotos exclusivas de varias patrullas fuera del establecimiento, y algunos policías recabando los datos del dueño.

—Mira, en esa se ve Niall —La cara del rubio estaba en uno de los bordes en la imagen—, creo que iba a llorar.

—Yo creo que se espantó —Supuso—, me pasé de imbécil.

—No es novedad.

—Ya te dije que por más que busques ofenderme, no va a funcionar.

—Oh, no, descuida, no busco causar ofensas, solo soy sincero porque me enseñaron a no mentir.

—Te odio —Dejó el aparato bloqueado sobre la cama y obtuvo una mejor posición en ésta, recorriéndose unos centímetros para atrás—. Entonces... ¿Iremos?

Harry infló sus cachetes rojizos y movió la nariz.

—¿Te estás invitando? —Su voz grave cambió a una más delicada, ni siquiera él sabía como había logrado la transición.

—Sí, pero si no quieres que vaya, no tengo lío, puedo ir con Liam y Zayn a interrumpir su noche de descontrol —Soltó en un bostezo, haciendo que la entonación se escuchara bofa.

A veces las buenas elecciones no estaban ligadas a Harry. Es que... ¿Cuál era la puta lógica? Era obvio que Ashton y Louis no se llevaban bien, ir solo con él a un bar dónde probablemente terminaría ahogado en alcohol y ayudándolo a caminar, tomando en cuenta que no podrían llevarse su auto porque sería peligroso para ambos y sabrá el todopoderoso a qué hora terminarían saliendo de la aquella juerga esporádica.

Era prácticamente un suicidio.

—Bien, sí, no veo porqué no puedas venir —Su grado de inteligencia a veces era cercano al cero.

—Vale, hay que ducharnos.

—Tú primero, yo terminaré de arreglar aquí y-...

—Yo pensaba ahorrar agua, ya sabes, por aquello de la ecología.

Lo mencionado por Louis, los hizo sonreír acordes.

—Solo por el bienestar del medio ambiente.

Y aquello solo era el inicio de una velada fabulosa... o caótica. Porque si Louis creía que él estaba diseñando su destino, a lo mejor le tocaba emplear otro tipo de lápiz o algún color, pues ir a emborracharse no era lo más acertado que habían elegido hacer.

Pero eso, ellos no lo veían venir. 


Holaaaaa.♡ Capítulo veintiséis y contando, se viene lo mero bueno.

Hoy es un gran día para vivir porque Louis inicia el tour en México y yo lo veo el martes 😭, encima el LOT comienza en Glasgow y dios, estoy muy feliz.

Pero bueno, les mando todo mi amor y si nadie te lo dijo hoy, eres más de lo que tú crees y no dejes que nadie te haga pensar lo contrario, vales todo y la vida es bonita cuando tu salud mental, emocional y física están en sintonía, cuídate y ámate mucho mucho♥︎.
María.

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