iii. Weird, Weird, Weirder

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THREE WEIRD, WEIRD, WEIRDER


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HARRY LLEGÓ CASI DESPUÉS de Briar, pero ella no tuvo la oportunidad de preguntarle cómo estuvo ya que, cuando se sentaron a cenar, Briar terminó respondiendo todo tipo de preguntas sobre Beauxbatons: no, no hay casas... Sí, compartes un dormitorio con otro estudiante, y sí, no siempre son el mismo año que tú... O también sí, he hecho nuevos amigos, y sí, supongo que me he adaptado bien... Y luego se convirtió en Percy tratando de preguntarle a Briar sobre su abuelo, y Briar se sintió rara todo el tiempo, considerando la pasión de Percy por él.

Pero ahora, Briar está de pie en el baño de arriba, con su pijama puesto y cepillándose los dientes. Estando un par de semanas en Beauxbatons, Briar se dio cuenta de que todos los demás parecían tener pijamas bonitos, no solo pantalones viejos y una sudadera con capucha, y ella comenzó a comprar un par de conjuntos agradables, por lo que se sentía un poco menos inferior de pie junto a Fleur, quien tenía bonitas camisas de pijama de satén, con pantalones cortos a juego. Briar usa su pijama de satén rosa claro, una cinta roja mantiene su cabello atado por ahora. Se enjuaga la boca con agua y mira al espejo, su ojo interior le dice que Harry aparecerá en tres, dos...

Ella recuerda cuando conoció a Harry en su primer día en Hogwarts. Briar tiene este mal hábito cuando se encuentra con personas: un millón de posibilidades son lanzadas hacia ella por su ojo interno, quien le muestra todo lo que podría pasar. Como si Briar hubiera sido desagradable y no se llevaran bien. O si no se llevaron al principio. O si se llevan genial de inmediato, porque Briar dijo: "¡oh, nuestros padres eran amigos!" Ella eligió la última opción.

Desde entonces, se han dado cuenta de que ambos tienen el mismo padrino, pero eso fue años después de que Briar se convirtiera en la hermana mayor honoraria de Harry. Empezó por la primera Navidad en Hogwarts, cuando el abuelo de Briar iba a estar ocupado, por lo que ella y Livvy se quedaron en el colegio.

—Oye, Briar —dice Harry—, ¿puedo comentarte algo?

—¿Qué pasa? —responde ella, dándose la vuelta, limpiándose la pasta de dientes de la boca sobre la franela. Ella lo mira y es raro... Parece preocupado. Briar no sabe qué, pero conoce su ceño fruncido y su forma de estar en pie, pareciendo un poco incómodo, como si se sintiera aprensivo al hablar de esto, para saber que está preocupado por algo.

—Pues... tuve un sueño muy raro.

Briar asiente.

—Vale.

Harry mira a su alrededor. Entra al baño, cerrando la puerta, como si le preocupara que alguien fuera a caminar por el pasillo y escuchara accidentalmente. Briar sigue su ejemplo, abriendo uno de los grifos para tener algo de ruido.

—Era sobre Vol... Quien-Tú-Sabes.

Briar se cruza de brazos, frunciendo el ceño.

—¿Qué pasó en el sueño?

—Estaba en una casa vieja —explica Harry—. Había un anciano, un muggle, que intentaba ver quiénes eran los intrusos, y también había una serpiente, Colagusano y otro hombre... —Briar asiente con la cabeza y Harry la mira—. No sé si fue, ya sabes, como uno de tus sueños. Pero pensé que era extraño. Especialmente desde.... —hace una pausa—. No puedes decirle esto a nadie —Briar cruza su corazón con los dedos—. Mi cicatriz... dolía después.

—Oh —dice Briar, dando un paso adelante. Ella mira su frente, la cicatriz del rayo, e inclina la cabeza—. ¿Qué más pasó?

—El anciano fue asesinado por la serpiente —responde Harry.

—Vale —dice Briar—. Si quieres, podemos escuchar la radio muggle durante los próximos días, ver si dicen algo sobre una muerte extraña —vuelve a mirar la cicatriz. Durante mucho tiempo, ella pareció olvidar el significado detrás de eso, quien se lo dio—. ¿Cuándo fue la última vez que te dolió?

—La última vez que estuvo en Hogwarts —dice Harry—. ¿Crees que lo que sucedió en mi sueño pasará?

—No lo sé —dice Briar—, pero si la última vez que dolió fue porque estaba cerca... Debe significar que el sueño es significativo —deja escapar un suspiro—. Mira, Harry, escucha las noticias, pero no pierdas el sueño por eso. Si sucede, pues sucede.

Harry se ve sorprendido por eso.

—¿Crees que debería... esperar?

—Obviamente tuviste ese sueño por una razón, pero si aún no la sabes, no tienes porqué preocuparte, porque no te va a hacer ningún bien —ella explica—. ¿Has hablado con Sirius al respecto?

—Todavía no.

—Asegúrate de hacerlo —dice Briar—. ¿Se lo has contado a Ron y Hermione? —él sacude la cabeza—. ¿Quieres hacerlo...? —él niega otra vez. Briar piensa en sí misma con las lunas llenas, con el dolor que hay y su obstinación hacia ocultarle todo a los gemelos—. Lo veo bien. Buenas noches, Harry.

—Buenas noches —dice Harry.

Briar cierra el grifo y vuelve a la habitación de los gemelos. Se sienta en la cama entre las otras dos. Ambas tienen sus iniciales pegadas a sus cabeceras, y en los diez minutos que ha estado fuera han intentado colocar una 'B' en la torpe cabecera de hierro de la cama plegable. Briar resopla con eso. En el suelo, debajo de la cama de Fred, hay una bolsa de regalo. Junto a ella, ya que la parte inferior de la cama de George ya está llena de productos de broma y cosas que los ocultan, hay una tarjeta de cumpleaños dirigida a ella. Ella finge que no la ha visto.

—Ojalá nos quedemos despiertos hasta tarde —comenta George—. ¿Qué tan patético sería para ti cumplir los dieciséis y no dormir hasta medianoche?

—¿No pueden ser mis dulces dieciséis patéticos? —Briar deja escapar una risa—. Vuestra madre dijo que tenemos que irnos a las seis de la mañana.

—Tardamos cinco minutos en estar listos —dice Fred, encogiéndose de hombros.

—Eso es porque ya eres hermoso —dice Briar, rodando los ojos hacia él. Para ella misma, piensa no estoy mintiendo, Weasley.

—¿Entonces no quieres quedarte despierta por tu cumpleaños? —cuestiona George, frunciendo el ceño.

—No, porque estaré cansada mañana —responde Briar. Piensa en el año pasado, en la cantidad de noches malas que ha tenido y en cómo ha tenido que lidiar con las clases a pesar de todo—. Pero está bien. Dormiré si eso mañana por la noche.

—Ese es el espíritu —dice Fred, sonriendo.

Briar le devuelve la sonrisa y George apaga las luces. Ella se recuesta en su cama por unos minutos y dice:

—Sabéis, ninguno me ha contado que ha pasado en Hogwarts desde que me fui...

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HOGWARTS NO HA CAMBIADO, por lo que se ve.

Ella descubrió esto justo antes de que George se quedara dormido, rompiendo su propio código por ser patético. En todo caso, Briar pensó que era muy gracioso, y Fred bromeó acerca de comentárselo en la mañana, cuando se dio cuenta de su idiotez. Aún así, Briar se recuesta en la cama mientras Fred le cuenta lo que sucedió en los partidos de quidditch durante el año pasado, poniendo énfasis en lo que hizo.

—Cuéntame —susurra, estirándose y poniendo su mano en su cara. Se ríe, mientras mueve su mano hacia atrás—, ¿Cedric ayudó a Hufflepuff a ganar?

—¿Te sigue gustando? —pregunta Fred.

—Woah, no, solo decía —dice Briar frunciendo el ceño. Se siente mal cuando le gusta alguien, especialmente la forma en que le gustaba Cedric hacia el final del cuarto año. Porque ahora, no puede gustarle alguien sin su cerebro evocando lo que sucedería si salieran, y descubrirían la verdad. Es desagradable, lo entiende. Simplemente no quiere prepararse para la miseria cuando ya sabe la verdad.

Ella mira al reloj de la mesita de noche.

—¡Oh, mierda! —dice, y se sienta, sonriéndole a Fred—. ¡Quedan cinco minutos!

—¡Volveremos a tener la misma edad! —él sonríe hacia ella.

—Uh, sí, hasta que llegue de nuevo abril.

—Pero cumpliré diecisiete, podré hacer magia donde sea —dice Fred, y él le sonríe descaradamente, inclinándose más cerca—. Y tú no podrás, tonta.

—Ya, pero ¿quién cumplirá cincuenta antes? Ese serás tú, tonto —dice ella, sentándose recta, como si estuviera tratando de enfrentarse a él. Tiene una sonrisa, y él le sonríe, antes de que ella empiece a reírse, comprobando la hora otra vez—. ¡Cuatro minutos! ¿Cuándo recibo mi regalo, Freddie?

—Uh, cuando George está despierto para verte abrirlo —responde Fred.

—Pero —y deja sobresalir su labio inferior, haciendo pucheros— es mi cumpleaños. No puedes decirme que no. Está en contra de las reglas del universo.

—No.

—Por favor.

—No.

Por favoooooor.

Fred se detiene, y Briar se siente esperanzada, antes de que él sonría.

—No.

—¿Qué pasaría si fuera mi primer deseo de cumpleaños? Abrir mi regalo de cumpleaños, el segundo es mi cumpleaños.

—Bueno, tendrás que seguir soñando.

—Fred. Por fiiiiiiiiii.

—¡No!

Freddieeee.

No.

—Te amaré por siempre.

—... ya lo haces.

—¡Pero mucho más! —exclama Briar, y salta hacia adelante, sentándose en su cama ahora, sosteniendo sus manos y haciendo un puchero, tratando de parecer compasiva—. Por favor, Freddieeeee.

—¿Vas a callarte?

—Cuando digas que sí —dice Briar con una sonrisa. Ella le frunce el ceño por un minuto, pensando si contar o no una visión que ha tenido y negociar con eso. Pero hace todo lo posible por parecer simpática y atractiva, antes de que finalmente él suspire.

—Iba a sorprenderte con otra cosa —dice Fred lentamente. Los ojos de Briar se iluminan. De cerca, Briar piensa lo mismo que pensó antes: él se ve diferente—, aunque iba a esperar hasta que estuviéramos solos para dártelo.

—Bueno —murmura Briar. Se levanta, extendiendo su mano para que él la tome—, iremos a la cocina.

Fred vacila, antes de encogerse de hombros, como diciendo qué diablos, inclinándose hacia atrás para sacar una pequeña caja envuelta, del tamaño de un monedero. Briar le sonríe, y ella mantiene su mano, esperando que él la tome.

Bajan las escaleras, haciendo todo lo posible para permanecer en silencio. Lo peor es pasar por la habitación de sus padres, pero después de esa hazaña, el resto es fácil, y llegan a la cocina, cerrando la puerta.

Briar observa que el reloj da la medianoche y le sonríe a Fred.

—Es el momento perfecto —dice ella.

—En cierto modo pensé en dártelo el último —dice Fred, mientras le da la caja. Briar comienza a abrirla, y ella lo mira, notando que se ve nervioso. Ella le sonríe—. Espero que te guste.

—Me encantará solo por ser tuyo —dice Briar, mientras retira el papel y abre la caja. En el interior, hay un pequeño libro del tamaño de una cinta de cassette, con piel de dragón rojo cubriendo el exterior. Briar lo abre, y aquí está la parte rara: no es un libro o algún tipo de revista. En el interior hay un enorme pergamino, como si todas las páginas se hubieran quedado pegadas, y la única disponible para leer es la primera.

—Básicamente, junto con los otros productos, hemos estado tratando de desarrollar esto: te permite hablar con la persona que tiene la otra parte, por lo que no importa lo lejos que se pueda estar. Con esto, se puede hablar de inmediato —dice Fred. Él le sonríe—. No creo que necesita decirte que yo tengo la otra parte.

Briar lo mira, casi llorando.

—Me encanta —dice en voz baja. Da un salto, lo rodea con los brazos y dice—. Me gusta mucho. No deberías haberlo hecho, no deberías haberlo...

—Entonces —dice Fred, sonriéndole—, sobre ti amándome mucho más...

—No lo haces fácil, ¿verdad? —dice Briar, besándole la mejilla.

Briar intenta contener los pensamientos de ¿siempre ha sido así de dulce? Porque conoce el territorio en el que su mente va a vagar si no actúa adecuadamente, y eso la preocupa. No arruinará una de sus mejores amistades simplemente porque tiene sentimientos y tenga que hacerle saber la verdad. Él se disgustaría. No le sirve de nada pensar estas cosas, porque no puede suceder...

No va a suceder.

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BRIAR SE DESPIERTA POR UNO de uno de sus sueños "extraños", esos que permanecen en su cerebro por la mañana, la base para que se hagan realidad en algún momento. A menudo, sueña con personas que está a punto de conocer: soñó con los gemelos la noche antes de conocerlos, tal como soñó con Fleur. Sin embargo, nunca son fáciles de leer. Fleur era una figura brillante con largo cabello plateado. Harry era el pelo negro y la cicatriz. Tan pronto como se encuentre con ellos, en algún momento ese día, conectará los puntos, pero hasta ese momento, Briar tiene una imagen en su mente de una chica con el pelo blanco como el hielo...

Se despiertan alrededor de las cinco y media, con la señora Weasley encendiendo la luz del dormitorio. Briar tarda un minuto en sentarse, y para ese momento, George se ha dado cuenta de que (a) se quedó dormido, como un idiota, y (b) que era el cumpleaños de Briar. Hasta el segundo en que todo el grupo abandonó la Madriguera, teniendo que caminar hasta el traslador para llegar a los Mundiales, la casa se había llenado de caos. Sus cumpleaños siempre son un poco maníacos, así que no es un gran problema, pero aún así. Ella había tratado de ocultar la mayor cantidad posible de dulces de los gemelos, para que su madre no los encontrara, pero los gemelos intentaron hacer lo mismo, olvidando que su madre los buscaría, y se los quitó, dejándolos con un estado bajo de ánimos mientras los tres salían de la casa, un par de minutos antes que todos los demás.

—Ella tiene buenas intenciones —señala Briar a los gemelos, mientras se pone sus gafas de sol, ignorando el hecho de que no hace tanto sol, solo le gusta usarlas.

Fred se burla, mientras que George niega.

—Piensa que estamos perdiendo el tiempo —dice Fred.

Briar intenta protestar, pero sabe que es verdad. La señora Weasley no entiende que Fred y George están en algo más. Sortilegios Weasley podría convertirse en algo, Briar lo sabe, solo necesitan trabajar en ello por ahora. Porque, piensa en ello. No hay tiendas de bromas importantes en el Reino Unido. Está Zonko y ya. Pero es sólo una pequeña tienda en Hogsmeade. Nadie ha aprovechado esta oportunidad todavía, y los gemelos Weasley proponiéndose algo son tan buenos como los merodeadores.

Continúan caminando hacia el traslador, y si Briar no estuviera de buen humor por su cumpleaños, ya se estaría quejando. Sus pies la están matando, sus zapatos duelen contra sus talones, y está casi tentada de que los gemelos la lleven. Deben ser fuertes, piensa Briar, agradecida de que sus gafas de sol hayan ocultado la mirada inquisitiva en su rostro al mirarlos. Deben serlo, teniendo en cuenta que Fred me elevó cuando me abrazó ayer... Y no hay razón para que uno sea más fuerte que otro... Y los mira de nuevo, recordando que juegan al quidditch, y su mente se desvía de los brazos de Fred parecen musculosos a OH, los brazos de Fred son musculosos...

Esto se está convirtiendo en un problema.

Durante el resto del paseo por la colina, Briar no mira a los gemelos. No entiende porqué sigue mirando a Fred de esa forma, y siendo realista, si este es el momento donde tiene un crush en él, ¿qué clase de momento es? Briar no lo ve en absoluto. Durante la mayor parte del año, está en un país diferente. Están las tierras medias y el mar entre ellos, y Malecrit sabe cuán masivos son.

No hay que mencionar que nada podría pasar, de todos modos. Se olvida de esto todo el tiempo, pero siente como si intentara mantenerlo alejado de sus pensamientos. No puede tener un novio, ¿verdad? Es un monstruo. Nadie en su sano juicio se enamoraría de ella si supiera la verdad, y si alguien gusta de ella y se entera, saldría corriendo. Nadie querría a una mujer lobo.

Cuando llegan a la cima, los demás los han alcanzado, después de que Briar les dijera a los gemelos que quería sentarse ("No me importa si estáis molestos por lo de antes y no queréis que vuestra familia llegue antes, pero es mi cumpleaños y quiero sentarme") ven otras dos figuras de pie en la colina. Briar se da cuenta de que el más alto es Cedric Diggory, el chico que está un curso arriba, con quien era una especie de amiga. (Con esto, ella quiere decir que eran amigos, se besaron antes de que ella se marchara de Hogwarts y luego Briar se reunió con él en el verano y le dijo que se iba y que solo serían amigos... Una vez más. Nadie querría a una mujer lobo.)

Pero Briar no puede mostrar eso. No puede mostrar al mundo la forma en que le duele el corazón cada vez que piensa en el hecho de que nadie querría a una mujer lobo. Ella no puede mostrar al mundo que algo la está molestando, porque entonces la maldición gana. Entonces, la noción de Briar Crouch se vuelve a poner en práctica: tratará con esto como lo hace con todo, y actuará como siempre lo hace.

—Hola, extraño —dice Briar, sonriéndole a Cedric.

Cedric le devuelve la sonrisa.

—¿Aún me recuerdas?

Briar rueda los ojos.

—No lo sé... ¿Fuiste tú a quien besé después del partido de quidditch o antes...? —ella comienza, y deja escapar una risa—. Es broma, sé quién eres —Cedric resopla, y Briar comienza a reírse otra vez, mientras la abraza.

Ellos se separan. Para este punto, el resto de los Weasley llegaron, el señor Weasley se unió rápidamente al padre de Cedric a unos pocos metros de donde Briar y Cedric están de pie. Briar le da un codazo a Cedric y comienza a caminar hacia todos los demás. El señor Weasley sonríe a todos.

—Éste es Amos Diggory. Trabaja para el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas. Y creo que ya conocéis a su hijo Cedric.

—Hola —saluda Cedric, sonriendo ligeramente.

Los demás le saludan; la única excepción son los gemelos. George asiente con la cabeza a Cedric, obviamente aún molesto por lo que sucedió en el partido de Hufflepuff contra Gryffindor el año pasado (Briar se ha enterado demasiado de esto.) Fred, por otro lado, no hace o dice nada. En cambio, se queda esperando para usar el traslador.

—Ced me ha hablado de ti, por supuesto —dice el señor Diggory, al ver a Harry y la cicatriz en su frente. Briar lo mira de reojo, donde Cedric le hace una mueca con una expresión torpe—. Nos ha contado lo del partido contra tu equipo, el año pasado... Se lo dije: esto se lo contarás a tus nietos... Les contarás... ¡que venciste a Harry Potter!

—Harry se cayó de la escoba, papá —dice Cedric, con las mejillas enrojecidas—. Ya te dije que fue un accidente...

—Sí, pero tú no te caíste, ¿a que no? —dice el señor Diggory, sonriendo con orgullo. Él pone su mano en la espalda de su hijo, y al hacerlo, Briar atrapa su mirada—. ¡Y tú debes ser Briar!

Briar se congela.

—Uh, sí.

Papá —dice Cedric.

—Ya debe de ser casi la hora —dice el señor Weasley de repente, levantando la vista de su reloj. Está de pie junto al traslador, una vieja bota que se está cayendo a pedazos, y Briar mira a los gemelos. Fred parece molesto, y ella supone que es por lo que pasó en quidditch (ella ha oído hablar de ese partido tanto que siente que lo vio) y no le gusta que su mejor amigo esté tan cerca del capitán del equipo que lo venció.

El señor Weasley le pregunta al padre de Cedric si van a llegar otros magos para usar el rraslador. Luego, vuelve a mirar el reloj y dice que deberían prepararse. Y, sin hacer una pausa, Fred toma la mano de Briar para acercarla más al traslador y dice:

—Vamos, la cumpleañera debería tener el mejor lugar.

Y, así, Cedric dice:

—Espera, ¿es tu cumpleaños?

—¿No lo sabías? —comenta Fred.

Briar coloca un par de dedos sobre el traslador y mira a George, que parece tan impresionado y sorprendido como ella. No puede realmente creerlo. La cosa es que Briar sabe que Fred puede ser bastante malhumorado, pero ¿qué diablos? No entiende esto. ¿Por qué sentiría la necesidad de señalar el hecho de que es el mejor amigo? Perdió un partido de quidditch, un maldito juego con escobas, ¿y está celoso?

Está muy confundida.

Pequeña nota para nuevos lectores: por si veis mucha gente emocionada por "la chica con el pelo blanco como el hielo" es porque ella aparece en su propia historia, Go Lightly, que está publicada y terminada en mi perfil. Es la misma chica que aparece en el cast como Holliday "Holly" Malfoy, ya que forma parte de este AU con un plot algo diferente al original.

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