xv. Cruel Nineteenth

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TWENTY-FIVE CRUEL NINETEENTH

(HER SPINDLE WHEEL)



(EL DÍA TAN ESPERADO)

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BRIAR SE DA CUENTA DE que está encerrada en el sótano de alguna casa. Rápidamente nota que debe ser la mansión de los Malfoy, considerando la carcajada de Bellatrix que suena desde arriba hasta la prisión subterránea. No sabe qué hacer consigo misma. En parte está de piedra. Cuando se despertó esta mañana, ni una sola vez pensó que sería secuestrada por mortífagos. Ni siquiera se le pasó por la cabeza... Y sin embargo, aquí está... Secuestrada por ellos... Es muy raro...

Y luego recuerda la visión. Harry diciendo que Sirius está en peligro y que ella también lo estaría. Bueno, ya lo está. Anda atrapada en la mazmorra de los Malfoy, porque aparentemente hay familias que se permiten tener una cárcel en el sótano... Que les den a los ricos, piensa Briar mientras se pone de pie. No le quitaron el coletero rojo de la muñeca, no sabe por qué lo harían, pero se alegra de que todavía lo tenga, y se ata el pelo en una coleta. Es hora de arreglar esto, Briar.

No se quedará aquí el tiempo suficiente para ser torturada o algo así. Puede escuchar voces arriba, así que sabe que debe tener cuidado. Cierra los ojos e intenta usar la Aparición, sabiendo muy bien que habrá un hechizo que la bloquea y, curiosamente, hay uno que crea un viento que la derriba. Cae al suelo, raspándose las rodillas, las palmas, la mejilla. Encantador.

Briar se sienta. Bien, ¿qué puedo hacer? Puede descubrir cómo abrir la puerta. Entonces, tal vez pueda correr escaleras arriba o salir por la ventana del sótano frente a la celda en la que se encuentra y Aparecerse desde allí Y si eso no funciona, correrá hasta que sea seguro. O podría esperar hasta que vuelvan a bajar y recuperar su varita, pero eso parece muy poco probable, considerando que Briar solo se pone de pie rápidamente cuando su ojo interior la está ayudando, y todavía está mortalmente silencioso. Ni siquiera le advirtió sobre los mortífagos que la rodearon en el Callejón Diagon, no está funcionando a causa de la visión...

Sus cejas se fruncen. Sin embargo, le resulta extraño que toda esta cuenta regresiva haya llevado a Sirius y Briar están en peligro. Es importante, claro, pero no parece que sea el fin del mundo, o al menos no en comparación con algunas de sus otras visiones. Lo encuentra muy raro.

Y luego oye que la puerta del sótano se abre.

Mierda, piensa Briar mientras escucha pasos cada vez más fuerte. Oye la puerta cerrándose y otro conjunto de pasos. Briar retiene las lágrimas. El suspenso la está matando. No sabe qué hacer. No puede esconderse, no puede defenderse, no tiene más opciones...

¿Y si muere?

—Señorita Briar Crouch —la voz de Bellatrix resuena a través del sótano. Empieza a reír—. ¿O es Lupin ahora? —abre la puerta de la celda. Briar retrocede—. Hay mucha gente arriba que está muy interesada en ver una medio Vidente y medio bestia...

—Oh, vete a la mierda — dice Briar, el miedo se convierte en ira.

Bellatrix trata de agarrar a Briar, pero ella se resiste, o al menos lo intenta, luchando tanto que Bellatrix solo puede mantener una de las manos de Briar detrás de su espalda. Lestrange intenta alcanzar su varita, pero Briar golpea su mano libre contra la de ella, enviando la varita hacia el suelo.

No sabe cómo, pero Briar ha vuelto al suelo. Bellatrix saca una daga de su vestido, y Briar piensa, no vas a morir hoy, vas a salir de aquí.

—Esto es lo que sucede cuando mocosos como tú se interponen en mi camino —dice Bellatrix, y señala con la daga la clavícula de Briar. Siente que la hoja le perfora la piel muy ligeramente. Suficiente para asustarla. Suficiente para que Bellatrix se ría ante los ojos abiertos de Briar. Suficiente para que agarre la cabeza de Briar con la mano, con las uñas afiladas clavadas en la piel, mientras pasa la hoja por su mejilla. Una vez más sólo perfora la superficie, pero está cerca de su ojo, Briar no puede evitar sentir pánico...

Y entonces Bellatrix se retira, mirando fijamente la varita. Una interminable sucesión de tortura llegará con la varita, y Briar no puedo dejar que se apodere de ella... Si lo consigue, estaré perdida.

Necesita conseguir la varita antes de que Lestrange lo haga. Una vez que la tenga, obtendrá ventaja... Briar hace todo lo que puede para alejarse de Bellatrix, pero ella vuelve a agarrarla por la cara, riendo.

—Ni lo pienses —su mano cubre la boca de Briar en un intento de detener su movimiento, pero Briar tiene una idea. Hay una cosa que puedo hacer, que la asustará lo suficiente como para dejarme coger la varita.

Mira a Bellatrix con los ojos entrecerrados.

Y, sin pensarlo dos veces, Briar muerde la palma de su mano.

Bellatrix inmediatamente grita y se echa hacia atrás. Ha sido mordida por una mujer lobo, ¿no? Es demasiado estúpida para saber que ahora está jodida. Puede que le guste la carne cruda, pero nada más. Pero ya está hecho...

Bellatrix grita:

¡QUE ALGUIEN LA ATRAPE! —pero cuando la puerta del sótano se abre, Briar ya tiene la varita de Bellatrix y está fuera de la celda, capaz de Aparecerse en el momento en que pasa los barrotes.

Pero aún no puede. Tendrá que subir o salir de la casa. Mierda, piensa. Si sube las escaleras...

—Briar, Briar, Briar —dice Greyback.

No te congeles ahora, piensa.

Recuerda sus clases de Defensa en el colegio y grita rápidamente:

¡Desmaius! —el pánico de ella al verlo debe haberle dado algo de poder al hechizo, porque él vuela por toda la sala, aterrizando junto a las escaleras. Pero Briar no puede preocuparse por lo cerca que está de ellas mientras las sube, empujando la puerta del sótano para abrirla.

Oye gritar a un par de hombres diciendo a los demás que se ha escapado, pero ya se ha marchado; se Apareció al segundo en que sus pies tocaron la planta baja, yendo directamente a Grimmauld Place. Tal vez tengan a Sirius, tal vez aún no, pero Briar sabe que podrá contactar con la Orden. Llega al pasillo e inmediatamente corre hacia la cocina.

—¡PAPÁ! —llama ella—. ¡TIENEN A SIRIUS...!

Pero Sirius está allí, junto con el resto de la Orden.

—Uh... —frunce el ceño.

Comienza a balancearse, a punto de caerse de la adrenalina, pero su padre aparece de la nada, dándole un cálido abrazo. Al otro lado de la cocina, Fred mira hacia arriba, aliviado. Briar dice: estoy bien.

—¿Qué ha pasado? —pregunta Remus.

—Ah, me secuestraron pero... Sirius, tuve una visión, Harry cree que has sido secuestrado por los mortífagos —dice Briar. La señora Weasley mueve una silla para que Briar se siente. Tanto Fred como George cruzan la sala para quedarse a su lado—. Me atraparon porque pensaron que me interpondría como el año pasado... ¿por qué a ti no?

—Tal vez no planeaban llevárselo —dice su padre—. ¿Eso lo dijo Harry en la visión?

Briar asiente con la cabeza.

—Sí...

Fred se arrodilla junto a ella para sostener su mano. La señora Weasley debe saberlo ahora.

Y entonces aparece Snape.

—Así que Potter ha dicho eso —y luego mira a Sirius—. Ya veo.

Briar frunce el ceño.

—No lo entiendo...

—Es una trampa, van tras Potter —dice Moody, de repente.

Bueno, normalmente suele ser así.

—Pero no sé en qué lugar —dice Briar.

Remus asiente con la cabeza.

—Necesitas descansar...

Briar frunce el ceño.

—Quiero ayudar.

—Ya has hecho suficiente —dice Remus.

—Estoy bien —dice Briar, y se pone en pie, pero empieza a tambalearse. Se sienta de nuevo—. En serio, papá, estoy bien.

Remus mira a los gemelos.

—Fred, George, ¿podéis cuidar de Briar?

Pero justo cuando pregunta, Snape le murmura algo a Sirius sobre su hija y la cabeza de George se gira violentamente.

—¿Mia está involucrada? ¡Os acompaño!

La señora Weasley empieza a decir:

—¡No, no lo harás...!

—¡Haré lo que quiera! —exclama George.

Remus intenta:

—Fred, ¿podrías, por favor, cuidar de...?

—¡No, nosotros vamos! —dice Briar, y se vuelve hacia los gemelos. Fred parece como si estuviera esperando la respuesta de Briar, y se pone de pie, asintiendo con la cabeza.

—¡Si se trata de Harry, Ron tiene que estar también! —dice Fred—. ¡Quizás hasta Ginny!

—¡Nuestros amigos están en problemas! —dice George. Briar sabe que se refiere a Mia, pero el comentario es cierto—. ¿Crees que vamos a quedarnos de brazos cruzados?

—¡Dijiste que podíamos formar parte de la Orden! —dice Fred.

—Woah, woah, woah, ¿cómo es que no estoy en la Orden? —Briar se vuelve hacia Remus.

Remus suspira.

—Ellos dejaron el colegio antes que tú...

—¿Así que ahora formo parte de ella? —cuestiona Briar.

Remus frunce el ceño.

—Brillante, así que ahora los tres somos parte de la Orden —se señala a sí misma y a los gemelos—. Vamos a ir a ayudar a nuestros amigos.

—¡Muy bien! —dice Moody, golpeando un cenicero en la mesa. Briar salta—. ¡Lo que no vamos a hacer es permitir que los críos dicten esta reunión! —mira fijamente a Briar, Fred y George—. ¡Os quiero a los tres fuera de esta cocina!

Los tres no discuten. Moody da miedo, Briar no miente... También está convencida de que sigue siendo su tío por lo del año pasado.

Salen de la cocina, frunciendo el ceño. Suben a la sala de estar y en el momento en que se cierra la puerta, el refunfuño de George aumenta.

—No voy a tolerar esto —dice George.

Fred cruza los brazos.

—Briar tiene razón, Ron y Ginny...

—¡Y Mia! —añade George.

—Muy bien, maldita sea —dice Fred, en voz baja.

—¡Oh, no puedes hablar! —dice George.

Fred se queda callado. Briar frunce el ceño.

George mira a Briar.

—¿Podrías averiguar dónde están?

—Lo puedo intentar —dice Briar—. Aunque antes tuve una visión —capta la mirada de Fred y rápidamente mira hacia otro lado—, así que necesitaré una bola de cristal o algo parecido...

Por suerte, la antigua y noble casa de los Black es extraña, y hay una en el armario. Briar se sienta y se esfuerza por concentrarse. Sé que no debería tener otra visión tan pronto desde la última pero, por favor, dime dónde están...

Ve una sala oscura con luces azules. Oye susurros, la voz de su ojo interior se multiplica, susurrando diferentes profecías y visiones... Pero eso es todo lo que puede ver, así que piensa en otra cosa: ¿dónde estará Harry en cinco minutos? Y el cristal no le muestra la sala, sino una diferente con un arco en el centro y un largo conjunto de escaleras que suben en espiral por las paredes de piedra. No sabe cómo, pero su ojo interior dice está en el Ministerio.

—Sé adónde ir —explica Briar. Sabe que le ha llevado un tiempo descubrirlo, perdiendo al menos media hora mirando la bola de cristal—. O, más bien, sé cómo llegar.

—Pues vamos.

Briar les sujeta las manos después de comprobar que ha recuperado su varita.

—Espera —dice Fred—. Briar, ¿por qué tienes los labios rojos?

—Ah, es que mordí a Bellatrix —responde Briar, y se Aparecen en el Ministerio.

—¿Que mordiste a...? —dice Fred al llegar a la sala, en las escaleras. Está oscura, iluminada por la luz espeluznante que sale del arco.

—Sí, mordí a Bellatrix —susurra, por si hay alguien más aquí—. Necesitaba distraerla para escapar y obviamente la bruja no se dio cuenta de que la mordedura afecta aún si estar un hombre lobo transformado.

George la mira extrañamente.

—... Vale, encontremos a los demás.

Encontrarlos resulta mucho más fácil de lo esperado, porque una serie de choques y encantamientos vienen de una puerta al pie de las escaleras. Los tres intercambian una mirada antes de que Briar agarre las manos de Fred y George, y piense, envíame al lugar donde Harry va a estar en diez segundos.

Se Aparecen en una sala oscura, un resplandor verde crea luz. Briar frunce las cejas; los gemelos inmediatamente ven a Ron y Ginny y corren hacia ellos. Ella los sigue. Harry está agachado junto a Ron, con una profecía en sus manos. Los ojos de Briar se abren de par en par.

—¿Por qué tienes...?

—¡Trata sobre mí y Voldemort! —dice Harry—. ¡Se la quieren llevar!

—Tenemos que sacar a Ron y a Ginny de aquí —dice George.

Briar mira a Ginny. Había estado en la oscuridad y Briar ni siquiera se había dado cuenta de que Ginny había sido golpeada con un hechizo, y ahora estaba inconsciente. Sus ojos se abren de par en par.

Fred se acerca a Ron y George se queda con Ginny.

—Briar...

—Estaré bien —dice Briar. Los mortífagos intentan abrir las múltiples puertas que conducen a esta sala. Mira a Harry, Holly, Neville y, sorprendentemente, a Mia—. ¿Y los demás?

—Allí —dice Neville, pero su nariz está tapada.

—La profecía —dice Briar—. Uh, puedo usar la Aparición, pero no con todos a la vez y están a punto de entrar...

—¿Qué hacemos? —dice Harry.

Briar intenta pensar.

—Uh... —se detiene, su ojo interior empieza a hablar—. Hay despachos por aquí. Podemos llegar a las chimeneas y usar la red flu.

—Yo los detendré —dice Mia.

George, que estaba a punto de Aparecerse, se vuelve hacia ella.

—No lo harás.

—Ni siquiera estabas cuando Umbridge se volvió loca, ¡no puedes hablar! —le grita. Se vuelve hacia Harry—. ¡Tienes que irte ahora mismo!

—Yo también me quedaré, puedo conjurar Crucio —dice Holly, encogiéndose de hombros.

—Guay —dice Mia con una sonrisa.

Briar intercambia una mirada con Mia, que debe estar asustada porque el tranque de los cerebros tiembla como un corazón palpitante.

—Volveré a por vosotras —dice Briar. Mia le da un pulgar hacia arriba. Briar se vuelve hacia Harry y Neville—. Vamos —los guía fuera de la estancia y hacia los despachos.

Trata de abrir las puertas, pero todas están cerradas con llave; usa magia y pura fuerza, pero nada mueve las mueve Briar, gritando, "¡no, no, no, no, no!" mientras corre por el pasillo, probando cada puerta. Pero nada funciona. No sabe qué hacer. Cree que Mia o Holly ya están heridas, porque oye a Bellatrix gritar: "¡Se escapan!"

¡Mierda! —dice Briar—. ¡Vamos!

Obliga a Harry y Neville a empezar a correr. Hay una puerta diferente al final del pasillo y la reconoce. Es una salida.

—Es por ahí, es por ahí...

Su visión empieza a nublarse.

No —dice en voz alta—. ¡Ahora no, por favor!

Briar intenta luchar porque necesita poder ver lo que la rodea, necesita defenderse. Es una mujer lobo, cuidando de los niños, siendo perseguida por mortífagos. Si se detiene, la matarán o, peor aún, podría hacer que mataran a Harry o a Neville.

¡Briar!

Ella se vuelve y ve a Fred.

—Está pasando, Freddie, la visión...

—¡Briar! —dice Harry, en pánico.

¡Continuad vosotros!

—Pensé que ya habías tenido la visión —dice Fred.

Briar sacude la cabeza. Las lágrimas se acumulan en sus ojos.

—No, esa debió ser otra, esta es la de verdad —comenta rápidamente, entrando cada vez más en pánico—. Yo... Yo...

Fred se aferra a ella, como siempre lo hace, y logra romper el cristal de la puerta de un despacho. La abre y la cierra detrás de ellos. La sala pequeña es de color negro oscuro, así que estarán bien...

Briar no sabe lo que pasa; no sabe cómo termina acurrucada en un rincón, la tenue silueta de Fred y el escritorio transformándose en una horrible masa negra, pero eso es todo. Lo sabe. Esta es la visión. ¿Por qué si no iba a tener una ahora mismo? Nunca tiene visiones después de una importante... Y si la última no lo fue, tiene que ser esta.

Cierra los ojos...

Y los abre, encontrándose en Hogwarts. Frunce el ceño, porque esto no tiene sentido. ¿Por qué debería estar en Hogwarts de todos los lugares del mundo? Ni siquiera es su colegio, lo es Beauxbatons. La única razón por la que tendría una visión sobre Hogwarts es porque uno de sus amigos está involucrado... y luego oye un ruido, un grito y ve Harry, Ron y Hermione en un pasillo poco iluminado.

Briar puede ver el fuego en la distancia, las brillantes lenguas que se enroscan en los lados del castillo. Puede ver el campo de quidditch, iluminado con un resplandor naranja. Su corazón se hunde cuando su ojo interior le dice la fecha: 1 de mayo de 1998.

Dentro de dos años.

Briar sigue oyendo gritos, golpes y explosiones y todo lo que quiere hacer es correr, pero está atascada en este lugar. Quiere encontrar a alguien en el castillo y ver qué está pasando. Pero no se puede mover. Su ojo interior centra su mirada en la ventana que está a su lado, con vistas al terreno, donde el resplandor del campo se hace cada vez menos perceptible a medida que sale el sol.

Una voz comienza a resonar en su cabeza: "Hemos ganado la batalla y vosotros habéis perdido a la mitad de vuestros combatientes. Mis mortífagos os superan en número y el niño que sobrevivió ya no existe. No debe haber más guerras. Aquel que continúe resistiendo, ya sea hombre, mujer o niño, será sacrificado junto con toda su familia..."

Supone que debe ser Quien-Tú-Sabes.

Y su corazón se empieza a romper al pensar que la batalla está ganada, pero su ojo interior comienza a tomar el control, leyendo una profecía final:

Colin Creevey.

Severus Snape.

Nymphadora Tonks.

Vincent Crabbe.

Fred Weasley.

Briar puede oír más nombres, pero no los escucha. Sabe por qué se los están diciendo; "habéis perdido a la mitad de vuestros combatientes" esta gente morirá y siente cómo se le parte el corazón. No sabe qué hacer consigo misma. Fred va a morir. Briar, sin pensarlo dos veces piensa no puedo vivir sin él. Iban a casarse. Iban a tener hijos... Ha tenido nombres escritos durante años, todos con Weasley al final para asegurarse de que funcione. Briar sabe que sólo tiene diecisiete años, pero el hecho es claro. Es el amor de su vida. Es el único amor verdadero que ella soñaba cuando era pequeña, cuando leyó esos cuentos de hadas sobre princesas y príncipes. Él es todo para ella...

Y no sólo eso. ¿Cómo va a llevar George esa tienda sin Fred? No podrá hacerlo. Briar lo sabe. Fred ha tenido un sueño en todo el tiempo que lo ha conocido y ha sido hacer reír a la gente, y eso es lo que está haciendo ahora. Y que se lo quiten y que se lo roben también a George...

Pero entonces, otro nombre se abre paso.

Briar Crouch.

Qué diablos.

Briar oye decir a su ojo interior Tom Ryddle, pero no le importa. Ella va a morir. En 1998. Dos años. En dos años, Briar estará muerta. Tendrá... ¿qué, diecinueve? Diecinueve años. Ni siquiera veinte y estará muerta. Dios, ¿cómo se supone que hará todo lo que quiera hacer en dos años?

No podrá. Esa es la verdad. No podrá casarse, ¿verdad? Serán demasiado jóvenes, es lo que todos dirán... No podrá tener hijos... Parpadea y sale de su visión, pero su vista está nublada por las lágrimas.

Siempre ha tenido esa imagen de ella y de sus hijos. De llevarlos al colegio por primera vez, ya fueran a Hogwarts o a Beauxbatons. De levantarse temprano con ellos en la mañana de Navidad y ver las sonrisas en sus caras mientras abren regalos. De ver a sus bebés por primera vez, de tener esta conexión especial que un padre o una madre tienen con su hijo... Briar ama a sus hijos y ni siquiera los ha conocido. Y nunca lo hará.

Y Fred... Fred. Quizá mueran juntos, quizá no... Pero sabe que su mejor amigo el amor de su vida, va a morir en dos años. Cuando tenga veinte. Va a perder toda una vida...

Abre los ojos y ha vuelto. Fred tiene su mano en su brazo. Quiere estallar en lágrimas. Los dos vamos a morir.

—¡Briar! —dice él en voz baja—. ¿Estás...?

—Estoy bien —dice ella. A través del cristal roto puede ver rayas de luz roja. Ni siquiera le importa que haya llegado la Orden—. En realidad, no, no lo estoy —las lágrimas comienzan a caer por sus mejillas—. No te puedo contar la razón, de verdad que no...

—¿Por qué?

—Porque no puedo —dice ella, moviendo la cabeza.

Fred está agachado, con las manos en los brazos para intentar consolarla.

—¿Tiene que ver conmigo? —dice. Ella empieza a llorar aún más. Claro que se trata de ti, ya lo sabes, sólo quieres que te lo confirme—. Briar, por favor, cuéntamelo...

¡No puedo...!

—¿Por qué? ¿Me has visto morir?

Briar se congela.

—A los dos —dice ella, en voz baja.

Fred la mira con los ojos abiertos. Tarda un minuto en decir:

¿Qué?

—No debí decírtelo —dice ella, ya arrepintiéndose. Puede ver la tristeza y el dolor en su rostro. Es horrible ver a alguien descubrir que va a morir pronto. Briar siente como si le hubiera roto el corazón a Fred... Quizá lo haya hecho—. Lo siento muchísimo, tal vez deba hacer un encantamiento para olvidar este momento...

—¿Cuándo?

—¿Qué?

—¿Cuándo será?

Briar mira a Fred hecha piedra.

—En d-dos años.

—Es por ellos, ¿no? —dice Fred, y asiente hacia la puerta. Como si estuviera en el momento justo, las luces rojas aparecen por el pasillo. Briar asiente con la cabeza. Él frunce—. Yo... no quiero morir.

Parece perdido en sus pensamientos. Una mirada de determinación comienza a aparecer en su cara.

—Yo tampoco —dice Briar, su voz mucho más suave que la de él.

—Pues no lo haremos —afirma Fred.

Briar frunce.

—Así no es como funciona.

—¿Quién lo dice?

—¡Lo dice cada Vidente vivo!

Fred mueve la cabeza.

—Yo no soy Vidente, pero digo que vamos a sobrevivir. Si te lanzara algo, tu ojo interior sabría esquivarlo.

—¡Pero eso es diferente!

—No, no lo es —Fred se pone en pie—. Briar Crouch, no vamos a morir... pero ¿sabes qué?

—¿Te has vuelto loco?

No —dice Fred. Extiende la mano para levantarla. Ella la toma, quitándose la suciedad de sus rodillas no cubiertas. Sus cejas están arrugadas, pero él la mira con determinación clara en su rostro—. Les vamos a dar una paliza a esos imbéciles hasta que estén acabados.

Briar lo mira.

¿Está loca por querer creerle?

Me quedan dos años, piensa ella. No voy a morir esta noche. Eso lo sé. Quien-Tú-Sabes también, Harry no, eso significa que no ganarán. Y lo que él dijo sobre matar a los niños... Esta perra está siguiendo a un hombre que mataría voluntariamente a los niños o a familias enteras... Tengo que pelear.

—Vamos —dice Briar, tomando su mano.

—Esa es mi chica —dice Fred con una sonrisa.

Briar le guiña el ojo.

Salen corriendo al pasillo, soltando las manos del otro para concentrarse en mantener firmes sus varitas. Se dirigen hacia la puerta, hacia los gritos y las luces rojas. Ella sabe que se prometió a sí misma que no iba a contarle a nadie una visión nunca más, no después de hacerlo con Mia, pero cree que esta podría haber sido su mejor decisión hasta ahora.

¡La profecía! ¡Dame la profecía, Potter! —oye gritar a Lucius Malfoy, a pocos centímetros de matar a Harry y de hacerse con la profecía.

¡HARRY! —grita ella—. ¡PÁSAMELA!

Y Harry lo hace, tirándola al otro lado de sala. Briar se las arregla para atraparla y se aferra con fuerza al cristal. Pero tres mortífagos la empiezan a perseguir y sube corriendo por las escaleras, justo cuando Fred se escabulle por la sala para defender a Neville.

¡Briar! —dice Tonks, que desde entonces ha aparecido a mitad de la escalera. Briar oye el nombre de Tonks dicho por su ojo interior. Ella también va a morir—. ¡Usa la Aparición, aléjate de ellos!

—¡Eso intento! —dice Briar, y corre tan rápido como puede por las escaleras. Pero un mortífago aparece frente a ella. Le lleva un minuto darse cuenta de que es Malfoy.

—Vamos, Briar, sé una buena chica...

Ha subido tanto las escaleras que, si cayera, se rompería los huesos. Mira la caída y luego hacia la bola de cristal.

—Nadie saldrá herido, si me das...

—Ya, claro, lo que tú digas —dice Briar. Da un paso atrás, el corazón late con fuerza.

Lucius Malfoy se acerca. Ella mira hacia atrás, imitando su acción de antes.

Y, con eso, extiende su mano, sobre la distancia que hay desde arriba hasta el suelo, y deja caer la profecía.

¡NO!

Los ojos de Lucius Malfoy se abren de par en par, y casi se lanza por las escaleras para intentar atraparla. Toda la sala se queda en silencio, mientras la profecía se rompe. Briar observa cómo el pánico en la cara de Malfoy se convierte en ira, mientras él se vuelve hacia ella.

—Tú.

Los ojos de Briar se abren de par en par. Mierda.

Malfoy levanta su varita.

¡Avada...!

¡DESMAIUS! —La voz de su padre grita desde detrás.

Malfoy se cae por las escaleras.

Remus corre hasta Briar, agarrándose fuerte a su brazo. Pero al segundo en que Briar lo mira, recuerda uno de los otros nombres que no escuchó. Remus Lupin. Su padre va a morir. Briar ya empieza a llorar. Mira hacia otro lado para que él no se de cuenta. Nadie puede enterarse, Briar, no puedes contárselo a nadie...

—Tienes que irte —le dice—. Ya me has ayudado, pero ahora necesito que te vayas.

Esta vez no discute.

Egoístamente le gustaría que su padre hubiera podido regresar con ella a casa, porque sólo le quedan dos años más con él... Pero a pesar de todo empieza a llorar, cayéndose al suelo del pasillo.

Sergeant aparece y apoya la cabeza en las rodillas de ella. Él trata de lamerle la cara, pero ella lo detiene, abrazándolo con fuerza. Trata de no hacer mucho ruido, enterrar su cara para que Livvy no se dé cuenta de que está llorando, pero él la oye gracias a su sollozo y a los lloriqueos de su perro.

—¿Briar, que es lo que...?

—Ha sido un día horrible —dice Briar.

Se sienta a su lado y trata de consolarla por lo mucho que llora. Pero no puede parar; todo lo que quiere hacer es llorar, llorar y llorar hasta que sus lágrimas la ahoguen. Tal vez así no le duela al morir. Porque todo lo que sabe es que lo hará peleando contra los mortífagos y que va a ser doloroso, sangriento, aterrador y...

Pero no va a morir.

Eso es lo que dijo Fred. No tienen que morir. Si te lanzara algo, tu ojo interior sabría esquivarlo. Así es como necesita verlo. Necesita ver esto de la forma en que una Vidente no lo haría. En la forma en que lo ve Fred. Porque tiene la idea. Si no quiere morir, no lo hará.

Briar deja de llorar al cabo de un rato. Se limpia las lágrimas de la cara y le sonríe suavemente a Livvy.

—Lo siento, Liv... ¿Sabes que me secuestraron antes?

—¿Qué fuiste qué?

—Y escapé mordiendo a Bellatrix —dice Briar, comenzando a sonreír—. Deberías haber visto su cara. Debió pensar que también se convertiría en mujer lobo. ¡Ja!

Livvy empieza a reír.

—¡Qué idiota! ¡Está claro que no será así!

Briar no puede evitar sonreír.

—Cuando soy humana no hace gran cosa.

—Lo sé —dice Livvy, pero la mirada en su rostro hace reír a ambos.

Briar pensó que la mordedura iba a ser el final de su vida, pero no. Así que esto tampoco lo será. Briar Crouch ha pasado por un infierno y ha vuelto, y no se detendrá ahora.

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(7 DÍAS DESPUÉS)

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SIRIUS MURIÓ ESA NOCHE.

Briar no estuvo allí para verlo, pero Fred y George se lo contaron... Mia se lo tomó fatal, no es de extrañar, y aparentemente hizo que la sala se inundara con su magia emocional. George no ha visto a Mia desde entonces. Nadie lo ha hecho. Briar entiende por qué está molesta. Ella sigue mirando a su padre y sabe lo que le va a pasar... Pero no es tan malo como la situación de Mia, ella lo sabe. Porque Briar no va a morir, sólo tiene que defender su vida dentro de dos años.

Es dos semanas después de su cumpleaños, cincuenta y siete días, cuando va a la Madriguera con Fred y George. Los gemelos iban a volver para la cena y Briar fue invitada. Así que van y Briar sonríe suavemente a los presentes. A Harry, que acaba de llegar. A Holly, que pasa la noche en la habitación de Ginny. Y a Mia, que está más tranquila, siendo muy educada por apreciar que los Weasley todavía quieran asegurarse de que está bien.

Se sienta junto a Fleur, que ahora está comprometida con Bill, a pesar de las protestas de la señora Weasley. Llegaron a la Madriguera mucho antes de la cena, así que Briar y Fleur se alejaron durante una hora, empezando a planear la boda de Fleur para el verano siguiente.

—Va a ser preciosa —dice Fleur, as dos sentados en el césped. Fred, George y Bill están fuera hablando. Briar mira a Fleur, quien está radiante—. Será a finales de verano. Justo antes de que las flores se marchiten y las hojas se vuelvan marrones. Pero será maravillosa... No puedo esperar, Briar...

—Yo quiero una boda en primavera —afirma Briar—. En marzo, tal vez. Y las flores estarán floreciendo y no hará mucho calor, puede que un poco de frío, pero de una forma agradable gracias al sol.

—Creo que quedaría genial —dice Fleur con una cálida sonrisa.

—Una boda en agosto también —dice Briar.

Fleur sonríe aún más.

—¿Es una visión lo que escucho, señorita Briar Cr...?

Puede ser —dice Briar, y se empieza a reír.

Todo se siente bien. Briar puede describirlo como ingravidez. Porque, ahora que está decidida, no va a morir dentro de dos años, sus visiones se sienten mucho menos poderosas. O, al menos, son más débiles sobre ella y Briar puede ser sólo Briar: una mujer joven y madura, con el pelo rubio y la cara más pecosa que se pueda imaginar. El peso del mundo ya no está sobre sus hombros, porque no le dará ese poder. En cambio, el poder de sus visiones es sólo eso, una fuente de poder, para que ella mire el futuro y diga, no, yo decidiré mi propio destino. Porque, para Briar, una cosa es segura: Briar Crouch no tendrá diecinueve años para siempre.

Después de cenar, Briar y Fred se quedan solos en la cocina. George ha desaparecido para tratar de alcanzar a Mia antes de que ella regrese a casa, y todos los demás se han marchado a sus habitaciones. Fleur ha subido con Ginny y Bill está en la sala de estar charlando con su madre, siguiendo sus entrañables comentarios sobre Fleur. Briar se apoya en el mostrador de la cocina. Fred lee El Profeta, sentado en la mesa.

—Así que el callejón Diagon está vacío —dice, en voz baja.

Briar asiente, frunciendo.

—Sí...

—Me pregunto si el Ministerio lo está investigando...

Briar lo mira extrañamente.

¿Qué?

—Sólo digo —dice Fred.

—Es el comentario más raro que has hecho en toda tu vida.

Fred la mira extrañamente.

—Claro que no.

—¡Sí, lo es! —dice ella—. ¿Por qué actúas tan raro?

—¡No actúo raro!

—¡Que sí!

Él la mira con una pequeña sonrisa en la cara. Ella frunce el ceño, confundida cuando él se le acerca y atrapa su rostro. Él la besa y ella apoya sus manos en su pecho. Y luego se echa para atrás, con una sonrisita en la cara, y dice:

—No me quejaré por esto, pero...

—Cierra los ojos.

Ella levanta una ceja.

—¿Uh...?

Fred frunce el ceño.

—Por favor.

—Wow —dice ella, mirándolo con curiosidad—. ¿Fred Weasley tiene modales? —y luego le sonríe, esperando que eso lo haga parecer un poco menos nervioso, por la razón que sea—. Debo haber entrado en otra dimensión.

—Briar.

—Lo siento —y cierra los ojos.

Ella lo oye moverse y por un segundo empieza a preocuparse, pero luego lo oye decir:

—Voy a añadir que le he preguntado a tu padre.

Su corazón se detiene. ¿Es que va a...?

La cuenta atrás comienza en su cabeza. Tres... dos...

—Ya puedes mirar.

Ella abre los ojos.

Y él está de rodillas, con un anillo en la mano.

—¿Quieres casarte conmigo?

Por un momento el tiempo se congela y el mundo entero se convierte en un recuerdo lejano. En ese momento, sólo están Briar y Fred, Fred y Briar. Mejores amigos desde primero, amantes después. En ese momento se olvida del futuro. Se olvida de todo lo que va mal en el mundo y solo lo puede ver a él.

Briar vuelve a la realidad y, en el momento en que lo hace, exclama:

¡Sí!

Él se pone de pie y ella se lanza sobre él, con los brazos alrededor de su cuello. Briar le sonríe y su cara se ilumina por completo. Lo mira como si fuera el mundo entero. Se siente como si su corazón estuviera creciendo por mil, como si fuera primavera de nuevo y estuviera rodeada de todas las flores bonitas.

Fred le sonríe mientras le pone el anillo en el dedo. Ella lo besa y él la abraza con fuerza como si estuviera sosteniendo el mundo, y ella cree que lo es para él.

—Te quiero mucho —dice ella en voz baja.

—Yo aún más —le responde con una sonrisa.

Ella se empieza a reír.

¿Oh?

—Oh, —dice Fred.

Y aquí está: Briar Crouch, muy pronto Weasley, ama muchas cosas. Coronas hechas de cuarzo, la película muggle True Romance (¿has escuchado un xilófono tan majestuoso?) y, en lo más alto de la lista, a Fred Weasley.


The End


Tranquilos, no van a morir, se van a casar y van a tener los hijos más lindos del mundo ;-)

¡Gracias por haber leído Clueless! ♥

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