xviii. Blue Hawaii

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EIGHTEEN BLUE HAWAII


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LAS MAÑANAS DESPUÉS DE LAS LUNAS LLENAS no siempre son particularmente agitadas, sin embargo, consisten en huesos que necesitan ser encajados, pero el miedo de no volver a hacerlo evita que Remus Lupin mueva sus extremidades con movimientos circulares para hacer que los huesos hagan clic. Normalmente presentan un lento avance desde la Torre de Gryffindor hasta el Gran Comedor, donde se planta en la mesa de su casa y se prepara un buen desayuno.

Por "buen desayuno" se refiere al que hace su madre los domingos por la mañana. Uno con morcilla y huevos fritos, del tipo que es una pesadilla para el lobo —ja— antes de que comiencen las clases, pero es lo correcto, ¿no? Las lunas llenas son terribles, desde el atardecer hasta el amanecer. Tiene la impresión de que un desayuno abundante es lo correcto para recargar energías una vez que la luz del sol ha alejado la luz de la luna.

Ayer no hubo luna llena, pero aún siente la necesidad de comer algo con un poco más de proteínas y todas esas cosas nutritivas de las que su padre habla. Las costras de los rasguños profundos hacen que sea imposible retorcerse y estirarse y hacer que sus huesos hagan clic. A veces, la luna llena es peor que otras, pero esta no era solo alguien saliendo de Cabeza de Puerco y dirigiéndose hacia la Casa de los Gritos, estaba lo suficientemente cerca como para que Remus se diera cuenta, y la única forma de evitarlo fue que sus amigos lo engañaran para que se lastimara mientras una amable rata se convertía en un adolescente aterrorizado y sacaba al mago borracho hasta un lugar seguro.

Esta comenzó con el último examen. Casi podía saborear los helados que traían las vacaciones de verano mientras se dirigía a la Casa de los Gritos. Esta luna llena no estaba destinada a estar fuera de lo común, pero nunca se planea que sean diferentes, ¿verdad?

La luna llena hace dos noches se sintió llena de esperanzas, empezando un poco más tarde de lo habitual debido al verano, y terminó bien, o eso pensó él, hasta que recuperó el sentido y sus amigos le dijeron: "anoche te escapaste... Te perdimos de vista un rato, pero seguramente no pasó nada, no te preocupes, Lunático..."

Y luego una chico en su año fue encontrada muerta. "Emily Murphy falleció..." de un ataque de hombre lobo.

La forma en que su estómago cayó a las profundidades de la tierra, la forma en que se retorció en nudos y su corazón se detuvo. Fue él. Seguramente fue él. No hay otros hombres lobo cerca, Dumbledore lo dejó increíblemente claro a lo largo de los años. Si uno fue responsable de la muerte, tuvo que haber sido él.

Sus amigos están convencidos de lo contrario. Arman historias sobre otros hombres lobo que viven en el bosque, las manadas donde los niños no tienen forma de mago. Durante años, Dumbledore mencionó eso, pero a Remus siempre le ha parecido extraño la forma en que lo ha dejado caer en las conversaciones. Como si estos otros hombres lobo —los que nunca conoció— solo aparecen cuando algo horrible ha sucedido. Como si solo fueran mentiras para encubrir al responsable.

Remus intenta desayunar. Consigue pasar unas tostadas a través de su garganta, pero sigue enfermo. En un momento trató de comer morcilla, pero recordó que era principalmente sangre y su cerebro saltó a lo que Dumbledore había dicho la noche anterior en la reunión urgente, donde anunció que Emily Murphy había sido encontrada muerta. Cornamenta cogió la morcilla del plato y se la comió.

Canuto se planta al lado de Remus en el banco, agarrando una de las rebanadas de pan tostado de inmediato. Echa un vistazo a la mesa de Slytherin por segunda vez ese día, que viniendo de él, está fuera de lo común. El mundo entero se siente en ruinas. Todo es diferente desde el anuncio de la muerte de Emily Murphy, desde que Remus comenzó a verse a sí mismo como un verdadero monstruo. No es solo un hombre lobo una vez al mes, ha asesinado a alguien. No. Asesinar lo hace parecer humano. Matar implica que un monstruo tuvo la culpa y eso fue lo que sucedió. Un monstruo tuvo la culpa. Él la tuvo.

Merlín, piensa Briar. ¿Su padre no es un monstruo...?

—Hablé con ella.

La chica en cuestión es Laurel Crouch, que para Remus empeora las cosas. Laurel conoce a su mejor amigo, Canuto, por más tiempo que él o los otros dos merodeadores. Remus piensa que son el tipo de amigos de la infancia que se sienten como hermanos o primos. No hablan a menudo. Normalmente Laurel está escondida en la biblioteca o en su propia sala común. O tal vez en su dormitorio, el que compartió con Emily Murphy.

Esa es la razón por la cual Laurel hace que todo sea peor para Remus. Ella conocía a Emily Murphy. Remus no puede precisar un momento en el que haya tenido algún tipo de conversación con ella o solo preguntando si tenían tarea mientras esperaban para entrar al aula. Pero Laurel la conocía.

—Quiere saber lo que pasó —dice Canuto mordiendo su tostada. Remus puede sentir su estómago caer. Alguien se enterará de una forma u otra. Alguien tenía que estar muy cerca de Emily Murphy como para preguntar qué le sucedió realmente, por qué estaba muerta. Realmente, Remus no tiene claro por qué estaba en el bosque, pero sabe por qué está muerta. Porque se escapó durante la luna llena y la mató. Mutiló, eso es lo que dicen los periódicos y suena aún peor... No la mató, la mutiló. Eso es más apropiado. Matar todavía tiene connotaciones de que un humano hace daño a otro, y eso no fue lo que sucedió. Un monstruo mutiló a un humano. Él la mutiló.

Cornamenta contorsiona su rostro, pensando.

—¿Y qué va a encontrar? —alcanza la mesa y empuja el antebrazo de Remus, tratando de asegurarle—. No fuiste tú, Lunático.

Colagusano asiente.

—Te perdimos de vista —hace una pausa mientras Canuto y Cornamenta lo miran frunciendo el ceño—, pero no fue por mucho tiempo. Por lo que dice la gente, fue encontrada con cortes por todas partes. No podrías haber hecho eso en los pocos minutos que te perdimos.

Cornamenta asiente de acuerdo, apuntando con su tenedor a Remus. Está comiendo con la boca abierta, lo que normalmente es una señal de que está pensando en otras cosas y no puede recordar masticar con la boca cerrada.

—No podrías haber sido tú. No harías daño a nadie aunque fueras más peludo.

—Buena forma de decirlo —dice Remus, rodando los ojos.

—¡No lo harías! —dice Cornamenta—. Eres demasiado amable.

—No cuando soy así —repone Remus.

—No mataste a nadie —interviene Sirius—. Lunático, por el amor de Dios, pisaste una mariquita el otro día y te disculpaste. Joder, no fuiste tú.

—¿Cómo estás tan seguro...?

—¡Porque no harías daño ni a una mosca! —dice Colagusano. Levanta las manos y comienza a parecer exasperado. Remus sigue frunciendo, porque está increíblemente poco convencido. Emily Murphy está muerta por su culpa.

La mañana es terriblemente. Cada clase consiste en Remus sentado en su escritorio, junto a uno de sus amigos, con el ceño fruncido y la mano sujetando su cabeza. Comienza a pensar que su rostro será un ceño por el resto de su vida, porque no solo ha mutilado a alguien, sino que nadie piensa que fue él. Desea que lo castiguen por eso. Quiere pedir perdón a su familia antes de ir a Azkaban. Quiere que alguien lo llame una mierda por ser un hombre lobo, porque lo es. Es un imbécil. Un asesino. Un monstruo.

La clase antes del almuerzo es Historia de la magia con Ravenclaw. Los merodeadores reclamaron la parte de atrás del aula desde primero, por lo que es fácil para ellos salir y entrar sin ser vistos. También hay un par de filas donde se sientan Lily Evans y sus amigas, lo que para Cornamenta es útil, porque significa que puede pasar la clase mirándola mientras se va a los Mundos de Yupi.

Remus mira al frente del aula, donde están Laurel Crouch y sus amigas. Se siente mal del estómago. Canuto continuó diciendo lo confundida que ella estaba por todo el asunto, y Remus sabe que es su culpa. Hace dos días, estaba radiante con orgullo y decía lo feliz que estaba con sus exámenes, y ahora, ni siquiera parece que esté disfrutando. Laurel Crouch no disfruta con aprender. Remus la ha roto. Matado, también.

Cuando termina la clase, no puede evitarlo. Recoge sus libros lo más rápido posible, metiéndolos en su mochila mientras Laurel pasa y sale del aula.

—Lunático, ¿qué...?

Pero él ya está en el pasillo, pasando junto a otros estudiantes que se dirigen al Gran Comedor para tomar sándwiches afuera con sus amigos. Remus alcanza a Laurel, una de sus amigas le grita y le promete que le traerá unos sándwiches de queso. Él hace todo lo posible por sonreírle, pero está sin aliento, y se siente como una mierda, así que.

—Uh, hola —saluda.

—Hola —devuelve Laurel. Lo mira con el ceño fruncido—. ¿Sirius ha hecho algo?

—No —responde Remus.

Pero tiene sentido, teniendo en cuenta que cada vez que han hablado fue porque Canuto quería demostrar que algo podría ser posible y preguntó a Laurel con la esperanza de que su respuesta concordara con su argumento. La última vez que sucedió, fue hace un par de meses, y Canuto le había dicho que probara que nadie era capaz de acercarse al Sauce Boxeador, especialmente de noche. Y, antes de eso, un año desde que Canuto le preguntó si sería posible hacer un mapa del colegio.

—Es que parecías algo callada en historia —dice. ¿Está mintiendo? Él notó que ella estaba actuando de manera diferente, e incluso ahora, parece más callada. Menos enérgica. Él sabe por qué está menos alegre que de costumbre, pero no es solo porque estuvo callada en una lección. Su amiga murió por su culpa. Y se siente culpable. Odia la idea de hacer enfadar a alguien—. Solo me lo estaba preguntando...

—No entiendo qué estaba haciendo ella allí —murmura Laurel. Se sienta junto a un tronco que alguien debe haber movido para ver muy bien el lago. Sus cejas están fruncidas y Remus duda por un minuto antes de sentarse a su lado—. ¿Por qué estaba en el bosque? ¿Por qué estaría allí o cerca de un hombre lobo para encontrarla? No lo entiendo.

Remus intenta pensar en algo tranquilizador, trata de recordar todo lo que escuchó de sus amigos en las últimas horas, pero nada parece encajar. En cambio, asiente.

—Sí, es extraño.

—Desearía que alguien supiera lo que pasó y por qué —dice ella. Remus está tentado a contar todo lo que sabe y disculparse hasta que se le caiga la lengua. Es demasiada la culpa que le roe el estómago. No sólo hizo daño a una persona. La mató. La muerte afecta a todos los que la conocen. Ha lastimado a mucha gente. Los padres de Emily Murphy podrían tenerla solo a ella y él la mutiló. ¿Qué van a hacer? ¿Qué pasa si esto rompe su matrimonio, qué pasa si tienen otros hijos y están muy molestos porque su hermana está muerta? ¿Qué pasa si tiene un hermano que es lo suficientemente joven como para estar todavía en casa en esta época del año y aún no entiende sobre la muerte? ¿Qué pasa si no entiendo por qué sus padres lloran o por qué su hermana mayor nunca volverá?

Incluso Laurel. Apenas la conoce pero sabe que está molesta por su culpa. Él hizo esto.

—Puede que los profesores...

Laurel niega con la cabeza.

—Han tirado la toalla —dice ella. Lo mira con disgusto plasmado en su rostro—. Por la forma en que actúan, es como si el monstruo fuera un maldito estudiante... Pero no se molestarían en averiguarlo, ¿verdad? —Remus se encoge de hombros. Intenta relajarse, porque sabe con certeza que se congeló cuando ella dijo que el monstruo era un estudiante. Gracias a Dios, había apartado la vista en ese momento—. Están demasiado ocupados con los estudiantes que se vuelven mortífagos... Joder, no puede ser tan difícil descubrir qué le sucedió a Emily, tiene que haber una cadena de eventos que...

Ella se detiene. Él frunce el ceño. Por un minuto permanece mortalmente silenciosa, con los ojos entrecerrados mientras frunce ante un trozo de hierba arenosa frente a ellos, el único ruido proviene de los de tercero acercándose al agua del lago.

—No hay que saber de ciencia espacial para descubrirlo —dice Laurel. Se vuelve hacia él. Sus ojos van de entrecerrados, con las cejas fruncidas arriba, a brillantes, como si una bombilla estuviera sobre su cabeza. Hay un brillo extraño en sus ojos—. Se peleó con sus amigas hace un tiempo, pero podrían saber algo, y estoy segura de que se quedó las cartas que recibió...

—Laurel...

Ella pone la mano sobre la de él. Se ve emocionada.

—Ya sé que hacer —le dice—. ¡Voy a descubrir la razón!

Remus no está seguro de qué hacer, qué decir. Todavía puede sentir la culpa en su estómago, mientras que ella mira hacia la luna. Finalmente responde y dice:

—Puedo ayudar, si quieres.

Mutiló a Emily Murphy. Él es la razón por la cual Laurel está molesta, porque quiere saber por qué sucedió. Entonces, seguramente, debería tratar de ayudarla a superar esto. Esto su culpa. Necesita arreglar las cosas, incluso si termina con ella descubriendo lo que sus amigos llaman su pequeño secreto peludo. No se conocen tan bien. Y si termina odiándolo por eso, la culpa es de él por hacer daño a alguien, en primer lugar.

—¿En serio? —dice Laurel. Remus asiente y una pequeña sonrisa aparece en su rostro—. Entonces, ¿quieres resolver un asesinato?

Y la visión se corta y Briar vuelve a la actualidad.

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CUANDO BRIAR REGRESA, hay un breve momento en el que se queda sentada y congelada frente a Madame Maxime. Normalmente, después de visiones como esta, las que se apoderan de sus sentidos, termina desmayándose, vomitando o teniendo algún tipo de reacción. Pero hoy no. En cambio, se siente aún más conectada, su cabeza se agita en estado de shock. ¡Vio a su madre! No está feliz, lo que le parece extraño; en cambio, la molesta, porque ver a su madre la hace pensar que desearía haberla conocido. Briar lo deseó desde siempre, o al menos tener un recuerdo real. Vio las fotos, pero no recuerda a su madre en lo más mínimo... Y lo odia.

Briar sale temprano y se encuentra con Livvy, luego con Fleur y por último Fred, George y Lee, contándoles lo que sucedió. Suena tonto, cómo encontró a todos los importantes, exclamando sobre cómo ha tenido la mejor clase. Es solo una visión. Pero para Briar se siente como el mundo, porque esta fue la primera vez que oyó hablar a su madre.

El viernes por la noche la energía gastada en la visión comienza a pasar factura y Briar se acuesta temprano. La luna llena cae en domingo, lo que podría tener algo que ver. Fleur se duerme temprano también, así que la luz se encuentra apagada; la segunda prueba es el domingo y Fleur está en el punto donde está preparada y nerviosa. Increíblemente nerviosa. Sin mencionar el entrenamiento adicional que ha estado haciendo.

A la mañana siguiente, Briar se prepara y, curiosamente, siente mariposas en el estómago. No sabe por qué, ya que a estas alturas estuvo saliendo Fred durante dos meses y fueron mejores amigos durante años. No hay razón para que Briar se sienta nerviosa por una cita, ¿verdad? Pero, aquí está, aplicando su maquillaje con una mano temblorosa y gastando diez minutos en encontrar un atuendo.

Finalmente, se pone una falda lisa negra, un jersey de cuello blanco, su abrigo de invierno rosa y sus botas negras hasta el muslo; su argumento es que si usa esas botas no tendrá que ponerse medias, no es la mejor manera de lidiar con el frío invernal, pero Briar pasa cinco días de la semana sin usar medias, ya que las negras se verían raras con el azul celeste del uniforme y tiene que usar calcetines blancos que llegan hasta las rodillas, así que ¿cuál es la diferencia? Además del hecho de que, posiblemente, sus botas son mucho más lindas que los calcetines.

Se encuentra con Fred fuera del pasillo, donde él le sonríe.

—Estás muy guapa —le dice, mientras ella va a abrazarlo, poniéndose de puntillas para alcanzarlo—. Bueno, siempre lo estás, es solo que me acostumbré a verte con el uniforme.

Briar se encoge de hombros.

—Esa tela no halaga a nadie —dice con increíble sinceridad, mientras retrocede y lo toma de la mano—. Dijiste que tenías un lugar especial en mente.

—Sí —dice Fred, viéndose confiado.

—¿Me lo vas a decir?

—Es una sorpresa.

—Soy psíquica, Freddie —Briar tiene una extraña mirada en su cara.

Fred la mira, viéndose presumido, sabiendo que le gustará el lugar. Briar recuerda esta mirada de cuando la invitó al baile. Piensa que es dulce.

—¿Puedes dejar de ver el futuro? Gracias —él dice—. Quiero ver tu cara cuando lo veas... No es gran cosa, es solo un café, prefiero comer una araña que entrar allí, pero sé que a ti te gusta...

Briar piensa en todos los cafés de Hogsmeade, desde la pésima pizzería hasta Madame Pudipié... ¿Madame Pudipié?

—¿Madame Pudipié? —ella dice, levantando una ceja.

Fred hace una pausa, antes de ceder y asentir.

—Recuerdo cuando dijiste que te gustaría tener una cita allí...

—Pensé que lo odiabas. Pensé que George y Lee y el resto de tu familia se molestarían si tuvieran que pisar el lugar...

—A lo mejor lo intentarían, pero ¿sabes qué? —Fred la mira. Ella sigue sorprendida, sus ojos más abiertos que de costumbre—. Realmente no me importa lo que piensen... Eres mi novia y siempre has querido ir. Así que te llevaré.

—Yo... ¡Esto es lo que causa embarazos adolescentes, Freddie!

Fred se ríe.

—No le digas eso a mi madre.

Briar también comienza a reír.

—Siendo honesta, dejaré que seas tú el que se lo cuente.

—Muy amable de su parte —dice sarcásticamente.

Ella sonríe.

—¿Verdad que sí?

Y comienza a reír de nuevo.

—Sin embargo, esto es realmente encantador —ella le dice con una sonrisa.

Fred se encoge de hombros ante Briar y la besa suavemente.

—Lo que sea por ti.

Puede sentir sus mejillas arder mientras los dos entran al café. Ella le sonríe a Madame Pudipié, que está detrás del mostrador. Hay un par de personas siendo atendidas, dos chicas cogidas de la mano y Briar mira a su alrededor, donde se han ocupado la mayoría de las mesas. Cuando estaba con Fleur, normalmente no había tanta gente, la mayoría tienen una primera cita incómoda, porque a mitad de camino sus amigos se acercaban a la ventana y se empezaban a reír. Lo cual es molesto, piensa Briar, cuando está sentada allí cotillea con Fleur sobre las personas no tan agradables que viven en el carruaje con ellas y algunos idiotas de cuarto año que se burlan porque su mejor amigo intenta tener una cita. Merlín.

Hay una vitrina para los diecinueve tipos de pasteles al lado del mostrador. Las etiquetas para cada uno están escritas en francés, aunque es fácil descubrir qué es cada pastel; el marrón es chocolate, el blanco con zanahorias anaranjadas en la parte superior es el pastel de zanahoria, y en una esquina hay diferentes piezas de panadería. Briar ya está mirando uno de los cruasanes (es básico, lo sabe, pero los que están aquí son muy buenos, especialmente cuando has estado comiendo los del colegio toda la semana) mientras la pareja que está al frente, ahora un chico y una chica, está pidiendo pastel de chocolate.

Fred mira a Briar.

—¿Qué te apetece?

Briar sonríe con picardía.

—Tú —dice ella, y comienza a reír. Nadie escucha, por lo que realmente no le importa; en todo caso, le resulta gracioso cómo la mira—. Tomaré un croissant y chocolate caliente. El de aquí está bueno —mira hacia Madame Pudipié mientras el chico de enfrente pronuncia mal el etiquetado francés, y se vuelve hacia Fred—. ¿Quieres que lo pida yo?

—Puedo yo. No haré el ridículo diciendo croissant, Bri. Lo he dicho muchas veces —Briar rueda los ojos—. Y yo pagaré por los dos, así que.

Briar frunce el ceño.

—Mientras me dejes pagar la próxima.

—Claro —dice Fred, de una manera que significa todo lo contrario.

—Fred —Briar frunce más.

—¿Qué? He dicho que puedes.

—No, que va.

El chico y la chica de enfrente se alejan y caminan hacia la caja registradora. Madame Pudipié ya se da cuenta de Briar, una sonrisa se extiende por su rostro cuando sus ojos se posan en ella.

—¡Briar! —y pasa por delante del mostrador para besar las mejillas de Briar. Regresa a donde había estado antes, sonriendo cálidamente—. ¿Es tu novio? —habla en francés, y Briar ya puede decir que Fred está confundido.

—Ah, sí —dice Briar, hablando en inglés.

Madame Pudipié mira a Fred de arriba abajo y Briar no puede evitar sonreír.

—¡Hace siglos que no te veo! —dice mientras se vuelve hacia ella. Ahora está hablando en inglés, lo que hace que Briar esté un poco más feliz. A ella le gusta el hecho de que si habla con Fleur en francés, los gemelos no se enteran, pero en este momento no hay nada que Fred no deba saber. La haría sentir mal excluyéndolo—. ¿Cuándo empezásteis a salir? Oh... ¿este es el chico del que hablabas?

Las mejillas de Briar comienzan a arder otra vez.

—Sí.

Fred se ve feliz consigo mismo.

—Fuimos juntos al baile —dice Briar, que de repente quería interrumpir esto. Fred ya está saltando por las paredes con "¿este es el chico del que hablabas?" ¿Te imaginas qué pasaría si supiera lo que ella dijo?—. Esto está muy lleno hoy...

—Siempre lo está en San Valentín —dice Madame Pudipié. Ella sonríe cálidamente mientras mira a su alrededor—. ¡Es tan hermoso ver el amor! —junta sus manos por un momento y luego las deja caer—. ¿Os gustaría pedir?

—Por favor —dice Briar.

Fred ordena y paga por los dos, Briar hace una nota mental para asegurarse de que no pague la próxima vez. Lo engañará si es necesario, pero se siente mal dejándolo pagar. Ella sabe que es parte de hacerlo especial, porque siempre quiso ir a una aquí, pero aún así.

Se sientan a la mesa. Fred tiene una sonrisa engreída en su rostro y cuando ella se quita el abrigo, él dice:

—¿Hablaste de mí?

—A Fleur, sí —dice Briar, rodando los ojos—. Yo puedo decir que hablaste de mí con George y Lee... Considerando lo molestos que estaban —le sonríe.

Fred se encoge de hombros.

—Sabes qué, cuando a ellos les guste alguien, lo entenderán —llega el croissant, que aparece mágicamente en la mesa junto con el chocolate caliente, y ella comienza a untar el suyo—. Este lugar no es tan malo, en realidad. No es Las Tres Escobas, pero está bien...

—Ni siquiera has probado los croissants —dice Briar.

Él le da un mordisco y sus ojos se abren mientras la mira.

—Oh, —ella dice con una sonrisa.

—Entonces, ¿cómo es esa ciudad cerca de Beauxbatons? —él dice con la boca llena de croissant.

—¡De lo mejor! Los muggles viven en ella, pero se pueden hacer muchas cosas —dice Briar, comiendo la crema batida de la parte superior de su chocolate caliente—. Las calles mágicas están escondidas, ¡pero todas son tan hermosas, te encantarían! Hay pequeños cafés y pubs y hay algunas tiendas realmente bonitas —hace una pausa para asegurarse de que esto sea realmente interesante. Él le devuelve la sonrisa y ella piensa, aw—. Pero no hay tienda de bromas. Hay una de juguetes con productos de bromas, pero no una tienda dedicada a ello... Cuando Sortilegios sea súper exitosa puedes aventurarte en los mercados internacionales.

—Solo si hablas por nosotros —dice Fred.

—Por supuesto —dice Briar, sonriendo.

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CUANDO REGRESAN AL COLEGIO no es aún demasiado de noche, pero los dos deciden pasar el resto del día juntos, por lo que no hay mucha diferencia. Fleur está ocupada entrenando para la segunda prueba mañana, por lo que Briar vuelve a meter a Fred en el carruaje, en la habitación del dormitorio. De acuerdo. No puedes culparla por querer besarse con su novio.

Uno de los discos de Fleetwood Mac está sonando, principalmente para que nadie afuera pueda escuchar la voz de un chico en el dormitorio de una chica. A diferencia de la Torre Gryffindor, no existe una restricción real mágicamente como con la escalera que se convierte en un tobogán cuando un chico intenta subir, pero Briar sabe que se metería en problemas si Madame Maxime se da cuenta de que no solo tenía un chico en su dormitorio, si no que estaba encima de él en la cama, sin hacer nada, pero besándose mucho...

Su ojo interior le dice que Madame Maxime va a llamar a la puerta, y comienza a contar hacia atrás. Inmediatamente, los ojos de Briar se abren y se aleja de Fred, que había estado besando su cuello. Él frunce el ceño.

—¿Hice algo...?

—No, Maxime está a punto de tocar la puerta —Briar se baja de él. Él salta, mientras ella se endereza la falda—. Escóndete en el baño.

—¿Por qué viene? —dice, de pie junto a la puerta del baño, sin parecer impresionado.

—No lo sé —responde Briar—. Solo sé que va a hacerlo, ¡y nos asesinaría si nos viera hacer algo...!

Llaman a la puerta. Briar abre la del baño y empuja a Fred, cerrando la puerta. Abre la que conduce al dormitorio, quitando la aguja del tocadiscos a mitad de Big Love, lo cual es una pena. Briar sonríe cortésmente a Madame Maxime.

—Hola, Madame Maxime.

—Hola, Briar —dice Maxime. Parece un poco preocupada, lo que preocupa también a Briar—. ¿Está bien si te hablo sobre la segunda prueba de mañana? Es bastante urgente.

—Eh, claro —ella asiente.

Madame Maxime gesticula, queriendo que Briar salga de la habitación con ella, y Briar piensa: Dios mío, he dejado a Fred solo. Oh no, oh no, oh no. Va al despacho de Maxime, y si no fuera por ella diciendo que se trataba del torneo, Briar habría pensado que tal vez alguien notó que Fred se colaba y se trataba de eso... Aparentemente no, por suerte.

Cuando entran, le dice que tome asiento, y Madame Maxime comienza a explicar. La segunda prueba es en el lago e involucra a las sirenas (Briar asiente, ya lo sabe gracias a Fleur) y cómo cada campeón tiene algo que salvar. Le dice que hay una restricción de edad en cuanto a lo que se puede salvar; catorce, aparentemente, como en el Baile de Navidad. Briar cree que esto no debe ser tan peligroso como el torneo en sí, porque si la restricción de edad es de catorce años para arriba, mientras que el torneo en sí es de diecisiete años, esto no es tan peligroso.

Y luego Madame Maxime cambia la conversación exactamente a donde Briar pensó que iba: "me gustaría que fueras lo que Fleur salve mañana." Briar está de acuerdo, pensando, ¿por qué no? La luna llena no es hasta mañana, ella estará bien haciendo esto. Maxime ya se aseguró de ello. No se lo ha contado a nadie, pero se ha asegurado de que sea seguro para Briar, considerando lo que le pasará mañana.

Así que todo irá bien.

Briar es puesta en un sueño después de cambiarse a su uniforme escolar, sintiendo que realmente está cumpliendo con el nombre de Bella Durmiente, mientras se va quedando dormida. Sueña con bodas, el verano y la canción You Can Never Tell de Chuck Berry, y luego abre los ojos y sube a la superficie del lago, jadeando por aire.

Mira a su lado, donde en lugar de Fleur están Harry y Ron. Briar levanta una ceja hacia ellos.

—Uh, hola.

—Fleur no lo consiguió —dice Harry.

Los ojos de Briar se ensanchan.

—¿Está herida?

—Está bien —responde Harry—. Simplemente no consiguió llegar.

—Oh —dice Briar, y ya se siente mal por su mejor amiga, pensando se va a quejar de sí misma por esto. Nada hacia la orilla, esperando poder consolar a Fleur tanto como pueda antes de que sea de noche, pero el día de la luna llena se estrelló sobre ella, haciéndola sentir mareada cuando le dieron una toalla, y Fleur la abraza fuertemente, llorando.

—¡Lo siento mucho, Briar! ¡Quería volver para salvarte, lo siento mucho!

Briar le sonríe.

—Está bien —y se vuelve hacia Harry—. Uh, gracias, Harry, por cierto...

—¡Sí, gracias! —dice Fleur, poniéndose de pie de un salto. También abraza a Harry, quien se ve increíblemente sorprendido por esto, y besa sus mejillas. Él comienza a sonrojarse, lo que hace sonreír a Briar. Fleur también agradece a Ron, quien no solo se sonroja, sino que se pone rojo hasta el punto de que cuando los gemelos entran en el área de los campeones, Fred abraza a Briar por detrás y se empiezan a reír.

Se anuncian los resultados, pero Briar siente que se marea. Su ojo interior hace eco en sus oídos, sin decir nada importante, solo predicciones pequeñas y aleatorias. Un segundo la avisa sobre la Torre de Astronomía dentro de un par de años, y el siguiente tiene que ver con un día de mayo... Briar no las entiende, pero las predicciones se vuelven claras cuando Fred pone una mano sobre ella, comprobando que está bien, y ella comienza a ver su futuro y se asusta, alejándose.

—Mi ojo interior está haciendo de las suyas, no quiero ver tu futuro, Freddie... —dice rápidamente, luchando por mantenerse en pie.

Fleur vuelve a su lado; Briar no sabe esto porque no la ve, pero en el momento en que Fleur la abraza, comienza a ver el futuro de su mejor amiga.

—Briar, está bien si ves el mío, tienes que irte —dice, tan severamente que Briar solo asiente.

—¿Qué pasa con los resultados?

—He perdido, no importa, tú eres más importante —dice Fleur. Sin embargo, Briar sigue sin verla. Solo puede escuchar su voz porque la visión se ha vuelto más clara, ahora que está viendo a Fleur sosteniendo un bebé—. Uh, Fred, George, no pasa nada.

—Pero...

—Estoy bien —repone Briar.

Fleur guía a Briar a través de las multitudes, presumiblemente para llevarla a la habitación del dormitorio o a la Casa de los Gritos. No tiene sentido llevarla a la enfermería, se verá obligada a pasar la noche y luego ¿qué? Madame Pomfrey lo descubrirá, al igual que cualquier otra persona que esté allí... Briar no puede permitir que eso suceda...

Mientras se mueven, Fleur logra hacer pasar a Briar sin que nadie la roce; Briar cree que puede escuchar a los gemelos, lo que debe estar ayudando. Pero, en un punto, roza a Moody; lo sabe porque comienza a ver su futuro...

Y no es lo que esperaba.

Ve la poción multijugos. La sonrisa burlona en su rostro. La forma en que la madre de Holly se sienta en su despacho complacida consigo misma, mientras Moody lentamente se convierte en otra persona, en quién es realmente...

Tío Barty.

Pero luego sucede lo mismo, como siempre pasa cuando Briar tiene una visión debido a la luna llena: un segundo está en pánico, agarrando con fuerza el brazo de Fred, y al siguiente, no recuerda nada... ¿Por qué estaba tan preocupada otra vez?

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