xx. Change of Plan

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


TWENTY CHANGE OF PLAN


  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

BRIAR SE EMPIEZA A AGOTAR mientras corre por los pasillos del castillo, rezando para que su ojo interior se aclare y encuentre a Cedric, antes de que desperdicie toda su energía corriendo sin rumbo. Se siente débil, siempre lo está después de las visiones, pero no puede parar. No descansará hasta que sepa que su amigo está a salvo. No permitirá que se haga daño.

Ve a Mia, quien está saliendo de un aula, sosteniendo un pedazo de pergamino con su nombre. Mia mira a Briar deteniéndose y sus cejas se fruncen.

—¿Estás bien, Briar? —quiere saber Mia, preocupada.

—¿Has visto a Cedric? —pregunta Briar.

Mia se ve confundida.

—Um, no desde el desayuno... creo que está en una práctica de última hora —responde Mia. Briar asiente y frunce el ceño para sí misma. Su ojo interior sigue sin aclararse, está desgastado por la última visión. Pero ella necesita encontrarlo. Y sabe que no tiene mucho tiempo; si no lo hace pronto, se desmayará, ¿y luego qué? No se despertará hasta que termine el torneo, o hasta que comience, y esto no tendrá sentido.

Pero hay un punto en esto. Pasará cuando Briar encuentre a Cedric.

—¿Algo va mal? —dice Mia, incómoda—. Me estás preocupando...

Briar mira a la chica, un año menor que ella, que extiende la mano para consolarla. La preocupación en su rostro le recuerda a Sirius, pero el inocente nerviosismo no.

Dios la bendiga. A Briar le cae bien Mia y ella quiere cuidarla, en parte porque es amiga de Cedric, en parte porque es la hija de su padrino o porque es un año más joven y ha pasado por más de lo que Briar podría imaginar. Por un segundo, piensa en pedirle ayuda, pero rápidamente se niega a ese pensamiento... Pero luego se siente aún más mareada y sabe que no tiene mucho tiempo hasta que se desmaye y piensa: tengo que intentarlo.

—Necesito que me ayudes, Mia.

Mia asiente, sin pensarlo dos veces.

—Vale.

—Cedric no puede competir —empieza Briar.

Mia frunce el ceño.

—¿Por qué no?

—Porque... —dice Briar, con demasiada fuerza, así que se detiene. Se balancea y recupera el equilibrio antes de respirar. Puedes hacer esto, Briar. Fuiste mordida por un jodido hombre lobo, puedes manejarlo... Todo ese sufrimiento ha llevado a esto. Eres lo suficientemente fuerte como para detenerlo—. Porque va a morir.

Los ojos de Mia se abren, las lágrimas ya se acumulan dentro de ellos.

—Pensé que los Videntes no debían intervenir...

—Sí, bueno, estoy ignorando ese punto —dice Briar—. Va a morir y...

Se abre la puerta del aula.

Y Briar recuerda dónde está.

La forma en que la ventana da a una cierta parte del terreno, la forma en que hay iniciales talladas en las paredes del castillo, por chicos aburridos mientras esperan que los dejen entrar a clase. Ve las iniciales R.J.L. junto a J.F.P., S.O.B., P.W.P., a los que ella siempre miraba cuando solía esperar fuera antes de que comenzaran las clases... después de que terminaran, esperando a Fred y George cuando se quedaban atrás.

Es el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras.

Mierda.

—¿Cuál es el problema? —pregunta su tío, disfrazado como Ojoloco Moody. Él mira a Briar y ella sabe que se ha delatado. Sus ojos se abren un poco y ya perdió todo el color en su rostro; Mia, junto a ella, se aferra al brazo de Briar, como si tratara de consolarla, pero las dos no lo suficientemente cercanas como para que Mia sepa qué hacer.

Mia sonríe débilmente a Barty. Briar no aparta la vista de él.

—No pasa nada, profesor —Mia parpadea un par de veces para evitar las lágrimas—. Briar tuvo una visión, nada más... voy a llevarla a la enfermería.

Dios bendiga a Mia Black.

—Sí, eh, deberíamos irnos —dice Briar, con voz temblorosa.

Tío Barty frunce el ceño a Briar y luego a Mia.

—Te ves débil —dice el tío Barty—. Será mejor que esperes en mi despacho. Haré que Madame Pomfrey te recoja.

Oh, no. No, no, no, no, no, no.

Tío Barty lo sabe.

¿Qué va a hacer ella ahora?

Él la mira, como si dijera yo tengo ventaja, y luego mira a Mia.

—A menos que quieras que la señorita Black espere contigo...

—¡No! —dice Briar—. ¡No pasa nada! ¡Esperaré aquí!

—Puedo vigilarla —le dice a Mia.

Mia mira a Briar, increíblemente confundida.

—¿Segura...?

—Sí, está bien —dice Briar.

Mia asiente sin parecer convencida. Su mano suelta el brazo de Briar, cayendo a su muñeca, luego a su mano, donde la aprieta para tranquilizarla. Briar fuerza una sonrisa. Es la más débil que jamás ha tenido. Y Briar fue atacada por Greyback y lo mantuvo en secreto de su familia.

Cuando Mia se empieza a alejar, tío Barty se vuelve hacia Briar. Ella quiere vomitar.

Fuiste mordida por un hombre lobo, Briar. Nada es tan malo como eso.

Sobreviviste a su ataque. Puedes con esto.

La puerta del aula, luego la puerta del despacho, se cierra detrás de ella.

Briar no se sienta; se queda en pie, aunque dejó su varita en el comedor. No saldrá sin pelear. ¡Fue atacada cuando no tenía varita! Esto no será diferente.

Su tío no va al despacho. Está aquí porque él sabe que ella conoce el plan, sabe que intentan traer de vuelta a Voldemort. No la mató en verano, ¿verdad? Tal vez no quiere matarla... Pero no quiere que detenga el plan, por lo que está encerrada.

Briar se derrumba en la silla, sintiéndose cada vez más mareada...

... Hasta que todo se vuelve negro.

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

HOLLY NO HABÍA ESTADO tan preocupada antes.

Holly fue a Durmstrang, el invierno en vida, y sin embargo, nunca había estado tan preocupada. Sus palmas sudan, sus manos tiemblan, su corazón late tan rápido que está segura de que se puede escuchar en el pasillo. Puede sentir cómo se le hace un nudo en el estómago. Quiere llorar, vomitar, correr un millón de kilómetros y escapar de esto.

Se sienta frente a su primo, quien sigue mirándola con el ceño fruncido.

¿Qué pasa contigo? él le pregunta a través de la conexión en sus cabezas que sus madres implantaron en verano. Parece que has visto un fantasma.

No ha visto uno. Sin embargo, ha visto fantasmas potenciales. Puede ver a Harry en la mesa de Gryffindor, con un montón de pelirrojos que ella supone que son otros Weasley, y no puede evitar el temor que siente. No puede creer que esto esté sucediendo... ¿y si sale herido?

Estoy bien, responde ella.

—Voy a la biblioteca —dice Holly cuando ve a Harry ponerse de pie. Esta es su oportunidad. Puede agarrarlo, disculparse, explicar todo. No pasará nada. Tal vez la gente piense que él solo lo descubrió por sí mismo, tal vez Madre no se dé cuenta de que fue ella... Pero debe intentar detener esto. No quiere que se haga daño.

Pasa junto a Mia Black, que se ve increíblemente angustiada mientras habla con Cedric Diggory. Holly jura que ve una lágrima en su mejilla, pero no quiere volver a comprobarlo. Privacidad, ya sabes.

—¿Harry?

Él se da vuelta, y tan pronto como se da cuenta de que es ella, su expresión cambia por completo. La mira como si fuera su primo y ​​ella frunce el ceño.

—¿Puedo hablar contigo, por favor?

—¿Sobre qué? ¿Sobre cómo soy escoria o algo así? —dice Harry. Holly no responde. Cree haber escuchado a Draco decir eso antes, una de las veces que ella no quiso exponerse como alguien que realmente se preocupa por el niño que sobrevivió—. ¿O qué? ¿Tú y tus amigos habéis preparado un nuevo artículo para El Profeta?

Holly suspira.

—Puedo explicarlo.

—Sí, puedes. Eres tan mala como ellos —espeta Harry.

Él se empieza a alejar y Holly lo agarra de la muñeca; seguramente, Holly no es fuerte —no tienes Crucio en ti una vez al día y te vas con músculos al instante—, pero usa todo su poder para evitar que se vaya. Harry le da una mirada desagradable. Holly lo mira con mucha más fuerza que antes.

—Intento advertirte —dice bruscamente.

Harry se zafa del agarre.

—No me interesa.

Y con eso se va. Holly se queda en medio del pasillo, sintiéndose increíblemente derrotada, y cuando sacude la cabeza y comienza a alejarse, ve aparecer a su primo.

Holly mira hacia atrás en la dirección en que se fue Harry.

Tal vez podría detenerlo.

Draco comienza:

—Pensé que ibas a la biblioteca...

—Cambio de plan —dice Holly.

Cambio de plan, de hecho.

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

MIA BLACK MIRA A SU ALREDEDOR, a los hombres con sus túnicas negras discutiendo los beneficios de los torneos transnacionales, a los padres de campeones con sonrisas de oreja a oreja, a los adolescentes con pintura en la cara como la canción de Queen. Ella tiene los brazos cruzados mientras está junto a Cedric, quien está vestido con el uniforme de campeón, negro y amarillo para Hufflepuff. Hay pintura dorada en sus mejillas, una línea en cada, pero el ceño fruncido en su rostro es todo menos alegre.

—Ced, no creo que debas...

Cedric coloca sus manos sobre sus brazos y sonríe cálidamente. Ella lo mira y ya quiere llorar. No quiere decir la razón por la que no lo quiere dejar competir, no cree que deba. Sabe que si le dijera la verdad, él entraría de todos modos. Odiaría molestar a sus padres; no es que quiera su aprobación, o que estén enfadados, sino que odia la idea de que se sientan mal por su culpa. Y lo harían si se retira.

Pero Mia desea que lo haga.

—Estaré bien, Mia —le dice. Una de sus manos acuna su rostro y ligeramente sus dedos rozan el costado de su rostro, colocando un mechón de pelo detrás de su oreja. Ella aprieta la mandíbula para detener las lágrimas—. Volveré, y aunque pierda, tenemos todo el verano para olvidarlo...

—¿Qué pasa si te matan? —cuestiona Mia de repente.

Cedric la mira extrañamente por un minuto antes de sonreír.

—¿Es eso lo que te preocupa? —se ríe, porque no lo sabe. Pero ella no puede decírselo. Arruinará como quince grandes cosas en el universo. Lo salvará y su padre morirá, o algo así—. Estaré bien.

—No digo esto como tu novia, Ced, lo digo como tu mejor amiga —susurra Mia con urgencia en su voz. Las luces a su lado, manteniendo las gradas iluminadas, comienzan a brillar más. Cedric se da cuenta: Mia está frustrada—. Por favor, no compitas.

—¡Campeones! —llama Dumbledore.

—Me tengo que ir —dice Cedric—. Te quiero mucho.

Mia envuelve sus brazos alrededor de él. Lo dijo por primera vez hace un par de días. Ella no lo dijo en ese entonces. Estaba demasiado asustada para hacerlo.

—Yo te quiero mucho más —Mia continúa abrazándolo, esperando que tal vez pueda impedir que él se aleje...

Sin embargo, no es tan fuerte.

Cedric se aleja para mirarla a la cara. Su expresión se ilumina por completo, porque ella lo dijo. Y él sabe que para ella es un gran problema. Mia ha tenido una buena cantidad de novios en los últimos años y rompen después de haber dicho esa palabra. No pudo decirla... No hasta ahora...

¿Pero no es esa su suerte? La única vez que quiera decirlo, la única vez que realmente se siente así, él la dejará.

—Te veré pronto —dice Cedric, y la besa.

Se mueve para alejarse. Mia niega con la cabeza y le toma la mano.

—Vas a morir, Ced, por eso no quiero que compitas —dice Mia, hablando rápidamente. Las lágrimas se acumulan en sus ojos. Cedric se ve increíblemente confundido—. Me lo dijo Briar. Por favor, no compitas, no sé cómo y tampoco creo que ella lo sepa, pero si compites vas a morir...

Cedric sonríe débilmente.

—Bueno, al menos sé que debo tener cuidado.

—Ced...

—Te veré pronto —le dice, tratando de tranquilizarla.

Él se va con los otros campeones. Mia se queda allí, en las escaleras que suben a las gradas, y da un paso atrás. No quiere quedarse para esto. Mira hacia donde están los magos del Ministerio, esperando que su madre esté aquí. Su madre no trabaja en el Ministerio, sino en San Mungo, y su trabajo con niños y familias ha sido suficiente para ganarse una buena reputación desde lo que le pasó a su padre. Fue invitada e iba a venir... Pero Mia no puede verla. Por el amor de Dios, la necesita. El mundo entero podría terminar y su madre aún estaría allí para ella... pero ¿dónde está ahora?

Mia empieza a llorar, alejándose de la entrada al laberinto antes de que Cedric entre. Escucha a la gente animarlo y se cubre las orejas con las manos, justo cuando una chica con el pelo blanco como el hielo (¿cree que es Malfoy?) pasa corriendo por su lado. Quiere pensar que tal vez, porque él lo sabe, podrá evitarlo, pero ¿cómo lo sabrá ella? O vuelve muerto o vuelve con vida... Pero la Vidente se lo dijo primero a ella y no puede evitar creer que va a suceder. Su mejor amigo va a morir...

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

AQUÍ ESTÁ LA COSA: HOLLY no estaba segura de cómo detenerlo. Pero, mientras estaba en las gradas, vio por qué necesitaba intentar algo, cualquier cosa, para arreglar lo que ya había hecho. Holly se ganó su confianza, le contó a su madre las cosas que dijo. Ha intentado arreglarlo. No dejará que el peso quede sobre sus hombros.

Holly se apresura a pasar junto a Mia Black, quien está llorando (se siente horrible) y dobla la esquina, pasando las gradas. Sostiene su varita. Ya ha buscado en las gradas en busca de su padre. Obviamente su madre no está allí, estará en el cementerio, viendo cómo se desarrolla el espectáculo del terror, pero su padre podría haber estado aquí...

Pero no. Holly trata de ver esto como si todavía estuviera en Durmstrang: con calma y fuerza. ¿Está sola? Vale. Está bien. Puede manejarlo. Puede conjurar las Maldiciones Imperdonables, podría decirse que Crucio es el mejor hechizo que tiene, incluso ahora, puede resolver esto...

Tiene que hacerlo.

Entonces piensa en lo que dijo su padre durante el verano, cuando le habló a través de la Aparición. Ella es demasiado joven para hacerlo legalmente, pero ¿sabes qué? No hay otra opción. Crucemos los dedos para que no pierda, bueno, un dedo.

Imagina el cementerio; fue a la casa de al lado en verano, pensando que sus padres estaban allí para trabajar, pero luego se dio cuenta de que era una casa de la mujer que habían estado chantajeando. Holly caminó por los jardines, hacia la casa del viejo cuidador, ahora una casa de lujo propiedad de un cirujano plástico muggle; Margo la apartó en el instante en que apareció el muggle, pero eso no es importante. Holly también vio el cementerio. Lo recuerda lo suficientemente bien como para llegar.

Recuerda las lápidas, la forma en que la hierba era lo suficientemente larga como para rozar sus tobillos. Recuerda el sendero incómodo, que ya no se usa, que llega a la última tumba de la de la familia de Voldemort. Recuerda el frío en el aire, el susurro ligero de los árboles meciéndose en el viento, y cierra los ojos con fuerza. Vamos, Hol.

No funciona. Holly recuerda que no puedes aparecer en los terrenos del colegio, por lo que comienza a alejarse. No son dueños del bosque, su padre siempre bromea sobre cómo podría escapar si corre por él. Sigue cerrando los ojos mientras corre, tratando de Aparecerse, pero no funciona. Corre un poco más. Cierra los ojos. Corre un poco más, casi tropieza y cae, pero va hacia el bosque, cierra los ojos y...

Ya no está en Hogwarts. En cambio, está en un cementerio, el mismo en el que estuvo en verano, pero no tiene tiempo suficiente para dar un suspiro de alivio. Inmediatamente se cae, un corte masivo aparece en su piel. Holly ni siquiera puede detenerse, deja escapar un terrible grito de dolor, tratando de aferrarse a su pierna pero la sangre se derrama sobre la hierba.

Su piel está desgarrada, desde la parte superior del muslo hasta el tobillo; incluso la piel de su rodilla, y cada vez que intenta doblarla para moverse, quiere llorar de dolor. Pero necesita ayudar a su amigo. Puede ocuparse de la pierna cuando regrese.

¿Holliday?

Los siguientes minutos son borrosos. Holly trata de defender a Harry, pero su madre levanta su varita, como si fuera a matarla, pero antes de que se dé cuenta, su padre la está apartando del camino mientras protesta porque su amigo se ha quedado atrás.

—Vas a morir, Holly, si no vienes conmigo —le dice bruscamente, cargándola y corriendo por el cementerio, hacia la casa a la que no se le permitió acercarse. Su padre golpea la puerta, rogándole al amable cirujano plástico que los deje entrar.

Y luego su padre susurra un encantamiento, y sus ojos comienzan a sentirse más y más pesados y más pesados...

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

Y BRIAR DESPIERTA cuando su tío regresa.

Se sienta mejor, sus ojos ya se dirigen al reloj. Olvida al imbécil en la habitación, ella necesita ver la hora.

Sus ojos captan donde está la manecilla, su corazón se hunde. La prueba ha terminado. Briar espera que Mia haya podido sacar a Cedric, pero se siente culpable. Debería haber estado allí para detenerlo. Tal vez esté en el torneo ahora, compitiendo, porque la predicción no fue suficiente por parte de Mia. Tal vez si Briar lo hubiera dicho y subrayado, habría escuchado, porque esto es lo que ella hace. Esto todo lo que Briar, Crouch o Lupin o lo que quieras poner después, hace. Predice tragedias.

—Te lo has perdido, Diggory está muerto.

—Y Voldemort ha vuelto —dice Briar débilmente.

—¿Lo sabías? —dice una voz, y Briar se da vuelta, dándose cuenta de que Harry está sentado a su lado. Briar se vuelve hacia él y ella asiente. Su mirada regresa a su tío, el pánico comienza a aparecer. El regreso de Voldemort. Barty Crouch Jr., un conocido mortífago, los tiene a ella y a Harry encerrados en su despacho.

Está jodida.

Briar mira a Harry, que parece preocupado, pero sobre todo cansado. Estaba allí cuando Voldemort regresó. Debe estar traumatizado... Le dice algo a su tío, y Briar se da cuenta de que Harry no lo sabe. Mira hacia Barty, todavía disfrazado de Moody, mientras él responde a Harry con la misma mirada que antes. Tío Barty tiene ventaja.

—Entonces, ¿los perdonó? —le pregunta a Harry—. ¿A los mortífagos que quedaron en libertad, los que se libraron de Azkaban?

Un mal presentimiento crece en el estómago de Briar, y segundos después, su tío saca una varita y apunta a Harry.

¿Qué? —dice Harry

—Te he preguntado —dice su tío— si él perdonó a esa escoria que no se preocupó por buscarlo. Esos cobardes traidores que ni siquiera afrontaron Azkaban por él. Esos apestosos desleales e inútiles que tuvieron el suficiente valor para hacer el idiota en los Mundiales de Quidditch pero huyeron a la vista de la Marca Tenebrosa que yo hice aparecer en el cielo.

—¿Que usted...? ¿Qué está diciendo?

Briar mantiene sus ojos en su tío.

—Ha sido él todo el tiempo...

—Ya te lo expliqué, Harry, ya te lo expliqué. Si hay algo que odio en este mundo es a los mortífagos que han quedado en libertad. Le dieron la espalda a mi señor cuando más los necesitaba. Esperaba que los castigara, que los torturara. Dime que les ha hecho algo, Harry... Dime que reconoció que yo, sólo yo le he permanecido leal... y dispuesto a arriesgarlo todo para entregarle lo que él más deseaba: a ti.

—Usted no lo hizo... No puede ser.

Briar mira la varita en la mano de su tío. Recuerda las fotos de él cuando era un niño y la varita que siempre sostenía. No sabe el tipo de madera, pero recuerda que estaba torcida, con plata enrollada flojamente a su alrededor. Su abuelo lo mencionó cuando obtuvo su varita, cómo tío Barty quería la más bonita... Pero no es esa. Está usando la varita de Moody. Lo que significa...

Ve la varita con la plata sobre el escritorio. Vale, ojo interior, piensa para sí misma. Dime cuando.

Y comienza una cuenta regresiva. Ocho, siete...

Su tío explica cómo puso a Harry en el torneo.

... seis, cinco...

Briar mantiene sus ojos en su tío, mientras él menciona que la encerró en el despacho para evitar que interfiera. Ella no mira la varita. No quiere que él la descubra.

... cuatro...

—Briar Crouch, una vez más, intentando salvar el día.

... tres...

—Pensé que ya te habrías dado cuenta. Siempre pierdes.

—Tú fuiste el que terminó en Azkaban, tío Barty —dice Briar.

Los ojos de Harry se ensanchan.

¿Qué?

—Y tu fuiste atacada —dice Barty, y la mandíbula de Briar cae. Su tío se burla de ella. A su lado, Harry frunce el ceño—. Dime, Briar, ¿alguien lo sabe?

... uno.

Briar coge la varita del escritorio, escondida debajo del pergamino y, antes de que su tío pueda detenerla, ella la levanta.

Pero su tío no se detiene.

—¿Tus amigos lo saben?

Harry frunce el ceño a Briar, como diciendo ¿saber qué?

—¿Saben el monstruo que eres?

Briar sabe que solo está diciendo esto para molestarla, para atraparla con la guardia baja. Pero joder, ¿esperas que esté bien con esto? ¿Con su tío llamándola monstruo? Todo lo que pensó sobre sí misma, él lo dice en voz alta; nunca escuchó a alguien decirlo.

—Apuesto a que pensaste que mataste a tu abuelo, ¿no?

Briar aprieta los dientes.

—Pensé que te gustaría eso.

Capullo, piensa ella.

Él sigue hablando. Cómo vio la poción matalobos escondida en la papelera cuando escapó de la casa al darse cuenta de que había ayudado a un monstruo como ella a hacer lo mismo, cómo deseaba haberlo descubierto antes, cómo deseaba que ella se hiciera el mismo daño que él.

Briar piensa en cuando fue mordida. Cómo sucedió antes de que pudiera pensar en un hombre lobo. Piensa en el otoño del año pasado, cuando estaba convencida de que era una asesina, un monstruo... Piensa en el invierno, cuando ya no estaba tan convencida, no cuando sus amigos la aceptaron al enterarse, no cuando la cuidaron, asegurándose de que estuviera bien...

—Fui atacada por un monstruo, pero no soy uno —dice Briar, lentamente. Su tío le sonríe, feliz de que ahora esté respondiendo a sus tormentos—. Puede ser una mujer lobo, pero no un monstruo... Pero tú lo eres. Igual que Greyback.

Tío Barty se pone rojo.

—Eres tan malo como Greyback, como un hombre lobo... ¿Cómo te hace sentir eso, tío Barty? Eres tan malo como lo que llamas monstruo —Briar levanta la varita. Esto es por cada vez que se llamaba a sí misma esas cosas. No es un monstruo. No es solo una mujer lobo. Es Briar Crouch y se defenderá por cada maldita vez que se humilló.

Esto es por como su abuelo la obligó a abandonar a sus amigos porque su padre era profesor. Esto es por su ataque. Es por cando su abuelo la obligó a alejarse de sus amigos en verano. Es por cada segundo que se miró en el espejo y no se vio a sí misma, sino más bien lo mismo que la atacó en primer lugar: un monstruo. Es por cada segundo que ha sufrido en los últimos dos años.

Cuando las cosas se ponen difíciles, te vuelves más fuerte, y si el universo le arrojó toda esta mierda, pensando que sufriría en silencio, que la prueben.

—Mejor aún: ¿cómo te hace sentir sabiendo que te pudrirás en una celda de la prisión porque yo te envié?

Él levanta su varita, pero ella es más rápida.

Lo aturde y él cae al suelo. Briar se mueve y mira a su tío, acostado sobre su espalda, atado con restricciones invisibles.

Briar se vuelve hacia Harry.

—Creo que se olvidó de que veo el futuro —ella sonríe.

—Eres una...

—¿Mujer lobo? Sí —dice Briar—. Preferiría que la gente no lo supiera —Harry asiente—. Estoy bien con eso, pero el mundo no, así que... —se encoge de hombros—. Pero estoy bien con eso ahora. Es lo importante.

Briar abre la puerta. Dumbledore, Snape y McGonagall corren por el pasillo, el resto de la Orden detrás de ellos.

¡Me encargué de él! —dice Briar con una sonrisa.

Remus la atrae hacia el abrazo más cálido que jamás ha sentido y ella sonríe.

Se acabó.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro