Capítulo 18 •💘

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Yoongi gruñó con molestia cuando percibió que su mano instintivamente fue hacia el teléfono fijo para presionar el botón que lo conectaba directamente con su secretario.

Aunque odiara admitirlo, con solo un par de semanas la ausencia de Jimin era notable en su oficina, en la empresa.

Se había acostumbrado tanto a solo estirar la mano sin decir nada para recibir exactamente lo que necesitaba que ahora que no estaba ocurriendo, se sentía molesto.

Era increíble ver por primera vez los detalles a los que se había estado adelantando su secretario sin la necesidad de decirle nada, Jimin se había preocupado de arreglar cada mínimo detalle y hasta despejar minuciosamente su bandeja de correo, sacando las cosas inútiles, para enviarle solo los que realmente eran de su interés y necesitaban su atención.

Era por mucho el mejor secretario que había tenido desde la renuncia de Jessi, la secretaria de su padre.

Una razón más para tenerlo a su lado como su asistente personal, si su vida ya era mucho más fácil con él a su lado siendo su secretario, estaba seguro de que se ahorraría muchos dolores de cabeza si este permaneciera siempre a su lado, trabajando codo a codo.

Ahora, si tan solo el chico dejara de intentar escapar de su destino, muchas personas serían felices.

Porque si él estaba molesto y era infeliz, no era el único que sufría en esa empresa.

Observando la pila de carpetas que se habían juntado notablemente ante la ausencia de su secretario, Min Yoongi dejó que un suspiro escapara de sus labios y luego observó el documento que había estado revisando y corrigiendo.

Sus labios inevitablemente se torcieron hacia abajo en una mueca.

Echándose hacia atrás, recargó su espalda en el respaldar de su cómoda silla y masajeó a los costados de su cabeza, con sus dedos ejerciendo una presión en sus sienes para aligerar aunque sea un poco el dolor de cabeza que había comenzado a surgir ante la incompetencia de los demás.

Realmente, Jimin tenía agallas para abandonarle justo en semana alta.

No importaba que este se hubiera excusado diciendo que estaba enfermo, él sabía la verdad mejor que nadie.

El chico no había logrado cumplir con su apuesta y solo estaba retrasando lo inevitable una vez volviera al trabajo.

Pero Yoongi ya tenía marcado el día en que Jimin volvería a la empresa, y apenas pusiera un pie en su oficina, pondría una maldita pluma en su mano y empujaría la hoja frente él para que la firmara sellando su destino.

—¿Seguirás colocando una dulce sonrisa cuando eso suceda? —pensó, divirtiéndose ante la idea de que pudiera soltar algunos insultos infantiles como lo había hecho aquella noche que lo descubrió borracho con su amigo.

Uhm, tal vez debería de poner aprueba la paciencia de Jimin para verificar si realmente era el perfecto secretario dulce que decía ser.

O bien, podría darle un trabajo que definitivamente le confundiría.

Su mirada instintivamente viajó al primer cajón izquierdo de su escritorio.

Soltando un suspiro, estiró la mano y lo abrió, revelando una máscara con pequeños diseños navideños impresos en esta.

Aunque no quisiera admitirlo, desde aquella noche en el hotel, que no había logrado dejar de pensar en ese hombre con el cual había compartido una larga y emocionante noche llena de pasión y frenesí.

Era la primera vez en mucho tiempo que había vuelto a sentir esa emoción llena de desafío en él por su pareja, y aunque no le gustara, la diferencia entre tener relaciones con un hombre y una mujer había sido tan clara, que le trajo mucho más recuerdos de aquella época a Yoongi.

Había pensado que en ese punto realmente había perdido todo interés por el cuerpo de otro hombre, pero ese chico...

El solo pensar en su cuerpo, su tacto y sus sonidos, volvía a poner duro como una roca a Yoongi.

Y lo peor de todo, es que ya había comprobado que una mujer no iba a satisfacer la necesidad que sentía ahora.

El solo recordar el incómodo momento con uno de sus ligues ponía de mal humor a Min.

Las curvas que antes le tentaban ya no lo hacían, los gritos agudos llenos de placer ya no lo encendían, y la completa sumisión sin lucha ni desafío... Le aburría.

Haber estado con ese chico que en cada momento luchó con él por el control había sido novedoso, llamativo y adictivo.

El solo recordar el estúpido mensaje dejado en la ventana sacaba una sonrisa de sus labios.

"Yo gané" había escrito, y cobardemente había huido antes de que despertara, sin darle la oportunidad de discutir aquello.

Y como si se tratara de un maldito cuento divertido, el chico había abandonado su ropa interior.

Así que lo único que tenía a su disposición para volver a encontrarlo, era una máscara, un pequeño bóxer que estaban guardados en su departamento y sus recuerdos.

Jungkook tampoco había sido de mucha ayuda al respecto, en especial cuando le había jurado no haber enviado a nadie detrás de él para arruinar su noche, por lo que dejaba la duda.

¿Con quién se había acostado realmente?

¿Quién era la persona con la cual había pasado toda su noche?

¿Y de dónde había salido?

Esas dudas atormentaban su cabeza sin descanso cada vez que se ponía a pensar en ello, porque para su desgracia, ya había probado el sabor de aquel chico, lo había marcado y ahora...

Quería más.

Deseaba repetir esa noche, con la única diferencia, de que dejaría bien en claro quién era el mejor en la cama y... Sería él quien lo dejara durmiendo, no al revés.

¿Infantil?

No importaba, él era quien dejaba a sus amantes fuera de combate, totalmente satisfechas y desaparecía de sus vidas mientras permanecía en sus mentes.

—Te encontraré —prometió, observando la máscara en sus manos.

No importaba cuanta tardara en el proceso, de que lo haría, lo haría, no por nada había llegado a su puesto siendo el mejor.

—Sabía que estarías aquí —exclamó una voz conocida.

Alzando su cabeza, Yoongi contempló a su amigo apoyado en el marco de la puerta, observándole mientras negaba lentamente con desaprobación.

—¿No te enseñaron a tocar? —espetó con molestia, guardando la máscara otra vez en el cajón.

—Lo hice, pero no escuchaste, y como tu secretario no está para avisarte, pensé simplemente en entrar —se excusó, acercándose luego de cerrar la puerta—. Por cierto, ¿dónde está esa dulce cosita? -preguntó.

—Escapando con la excusa de estar enfermo —respondió con un resoplido.

—Eh, siento que me estoy perdiendo de algo —expresó tomando asiento frente a él—. ¿Qué le hiciste?

—¿Yo? Nada —respondió, con aquella sonrisa ladina—. El solo aceptó una apuesta, y ahora que perdió, no quiere venir y asumir la responsabilidad, por lo que se esconde detrás de una excusa de estar resfriado —explicó.

—Me interesa saber sobre esa apuesta —comentó—. Pero sinceramente no creo que se esté escondiendo solo por el hecho de haber perdido, tu perfecto secretario no haría algo así —indicó.

—Apostamos que sería mi asistente personal si perdía —anunció.

Jungkook parpadeó lentamente.

—Bueno, real o no, se merece ese tiempo de descanso si al volver trabajara codo a codo con un demonio —se lamentó.

—No soy un demonio —espetó, molesto.

—Amigo, soy la única persona que te diría esto directamente, pero en tus mejores días eres desagradable, y ahora que Jimin no ha estado, tu trabajo se a acumulado y te obsesionaste con un tipo que no conoces, eres un demonio —aclaró.

—Soy exigente —corrigió—. La ausencia de Jimin solo me recordó lo incompetentes que son todos en esta empresa —señaló la pila de carpetas a su costado—. Lo que obviamente me molestó.

—¿Molestar? —alzó una ceja—. ¿Has caminado fuera de tu oficina estos últimos días? Todos temen hasta de respirar cerca de ti —se burló.

—Si hicieran bien su trabajo, no temerían nada —descartó con un encogimiento de hombros.

—No amigo, realmente has estado más irritable y desalmado de lo normal —anunció, observándole con interés—. Y tengo curiosidad por saber si se trata solo ante la ausencia de tu perfecto secretario, o por el chico que te dejó con las palabras en la boca y un bóxer para que lo recuerdes —indicó divertido.

—Debe de trabajar aquí —espetó, observando el cajón instintivamente—. Considerando sus quejas, me conocía y sabe cómo soy cuando estoy en una oficina —declaró.

—No necesariamente debe de trabajar aquí entonces —le recordó—. Viajas a muchas partes, y cada persona sabe cómo eres realmente cuando estás en modo trabajo —indicó—. Y en ese edificio, nuestra fiesta no era la única que se estaba celebrando.

Yoongi instintivamente frunció el ceño.

—Son muchas personas a las que debo investigar —expresó infelizmente.

—Simplemente olvídalo —aconsejó.

—Nunca.

—¿Por qué? —preguntó curioso—. Según tú mismo me dijiste, no te habías acostado con otro hombre desde que dejaste la universidad, acostarte con uno ahora no puede hacer tanta diferencia —destacó.

—Pero lo hace —dijo, irritado.

—¿Qué quieres decir con eso? —cuestionó interesado.

—Ya no me interesa acostarme con mujeres como antes —anunció, observándole enojado—. Su cuerpo no me llama la atención para nada porque en mi mente,, está el recuerdo de este chico burlándose de mí a cada momento mientras monta mi polla, o maldiciéndome mientras se la come —exclamó y luego pasó sus manos por su rostro.

—¿Hace cuánto que no te acuestas con alguien para liberar la tensión? —preguntó su amigo con simpatía.

—Esa noche de la fiesta —respondió con un suspiro—. Intenté hacerlo un par de días después de que Jimin envió su primera licencia, pero... No quise cuando la tuve frente a mí —contó.

—Con razón has estado en modo demonio desalmado —negó—. Necesitas acostarte con alguien.

—No quiero una mujer —espetó.

—¿Y quién dijo una mujer? —sonrió, llamando su atención.

—Difícilmente creo que puedas encontrar al chico de esa noche —indicó.

—No necesariamente necesitas acostarte con el tipo de esa noche —corrigió y se apoyó en el respaldar de su silla—. Es bastante obvio lo que está sucediendo aquí —anunció con confianza.

—Ilumíname —pidió, ligeramente divertido ante la posición arrogante del contrario.

—Obviamente, permitirse que tu lado competitivo y terco, aquel depredador que utilizas en tus negocios, pasara a tu vida personal sin darte cuenta —expresó, chasqueando sus dedos—. Ambos sabemos que cuando pones tu mente en un trabajo, te obsesionas con este hasta tenerlo completo, y este chico con el que pasaste la noche, resultó ser un asunto incompleto.

—¿Incompleto? —alzó una ceja.

—Exactamente —asintió—. Solo piénsalo, dejando que la mentalidad de tu trabajo influyera en tu vida personal, el chico con el cual no pudiste tener la última palabra y terminarlo como te gusta, es bastante obvio que utilizaste el tiempo y energía que tendrías para follar una mujer para concentrarse, obsesionándote con él —explicó.

Yoongi frunció el ceño y pensó en las palabras de su amigo.

Considerando lo que sentía al pensar en esa noche y en ese chico, era... Bastante fácil ver que Jungkook tenía razón.

—Bien, entonces dejé que mi mentalidad de trabajo influyera en mi vida personal, ¿ahora qué? —preguntó—. Sabes cómo soy cuando se trata de trabajo y no me detendré hasta que lo encuentre y lo tenga otra vez —indicó.

—Si, porque eso no suena nada turbio —negó.

—No molestes que tú eres igual o peor —le recordó chasqueando su lengua.

—Bien, cierto —sonrió—. Afortunadamente para ti, tengo la solución correcta. Solo debemos de ir a un bar y buscar una presa que se asemeje a lo que estás buscando o que llame tu atención —anunció—. No necesariamente tienes que tener al mismo chico, si uno logró que se te levantara otro podrá hacer lo mismo —expresó, orgulloso de su plan.

—Creo que realmente no conoces mi mentalidad cuando se trata de trabajo —comentó—. ¿Obsesionarse hasta ganar? —le recordó.

—En este momento lo que necesitas es ganarle a un hombre de esa forma, no tiene por qué ser el mismo —argumento—. ¿O qué? ¿Me dirás que en verdad se trata de amor a primera vista y por eso quieres buscarle? —alzó una ceja.

Yoongi rió sin poder contenerse.

—Amor a primera vista —resopló, negando divertido.

—Ves —asintió satisfecho—. Solo necesitas quitarte todo el estrés que se te juntó ante la ausencia de Jimin y eso es todo. Chupa una polla, jode un culo y luego sé feliz como una lombriz —sonrió alzando ambos pulgares.

—Lenguaje —pronunció chasqueando su lengua descontento.

—Por favor, como si no dijeras cosas peores en la cama —resopló, levantándose—. Vamos, iremos a un club para que estas pobres almas mañana puedan tener un respiro —anunció.

—Tengo trabajo —observó la pila de documentos.

—Y mañana seguirá estando ahí —aseguró—. ¿O qué? ¿Prefieres seguir pensando en ese chico?

—No he estado solo pensando en él —negó, levantándose.

—No, pero el tiempo que podrías usar para relajarte lo has estado utilizando mal al obsesionarte con ese chico que te dejó su ropa interior —expreso—. Seriamente temo de que llegues al punto de querer probárselo a cada empleado, como el príncipe con cenicienta —se estremeció.

—Imbécil —negó, siguiéndolo fuera de su oficina.

Una noche de diversión seguramente le ayudaría a liberar todo su estrés causado por la ausencia de Jimin y el chico de la luna.

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