Capítulo 30 •💘

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Vestido solo con unos pantalones de pijama y unas pantuflas, Yoongi se sirvió su café una vez estuvo listo y sonrió cuando su llamada finalmente fue contestada.

—JiHoon, soy yo, tu hermano mayor, Yoongi —anunció cuando solo hubo silencio del otro lado de la línea.

—¿Yoongi qué? —preguntó, y se escuchó un ruido extraño.

Yoongi sabía qué era ese ruido, provenía de su hermano golpeando suavemente una liga que tenía alrededor de su muñeca, era un gesto que hacía inconscientemente cada vez que hablaba con alguien por primera vez.

Y aunque no era la primera vez que ambos hablaban, sí era el comienzo de su conversación lo que ponía algo nervioso e incómodo a su hermano.

—Min Yoongi, hijo de Min DongWon y hermano mayor de Min JiHoon —respondió.

—Yoongi —dijo en un suspiro y el sonido de la liga se detuvo—. ¿Por qué me llamas? ¿Ocurrió algo? —interrogó.

—Te echo de menos y quería saber si hoy era un buen día para ir a visitarte —expresó, con un tono amable, cálido y calmado que nunca mostró en su trabajo ni con nadie realmente.

Sí, claro, ¿por qué no? —respondió, no muy interesado—. Hoy no hay ninguna actividad interesante por aquí, y Lisa dijo que podía hacer otra cosa si no estaba interesado en participar —explicó.

—Excelente, entonces te iré a ver hoy —dijo felizmente—. ¿Te gustaría que llevara algo?

No traigas a Jungkook —anunció.

—¿Todavía no lo perdonas? —preguntó con una leve sonrisa.

Su hermano soltó un sonido enojado e irritado.

Tocó mi colección de piedras y las desordenó —se quejó—. Aún no puedo encontrar la que me perdió.

—Está bien, no llevaré a Jungkook —interrumpió, sabiendo que su hermano soltaría un discurso para explicarle la importancia de las piedras y su colección.

Algo que ya había escuchado demasiadas veces y que seguramente volvería a escuchar una vez llegara con su hermano.

—¿Dulce? —pidió.

—Te llevaré tus ositos de gomas favorito —aceptó.

—Solo los verdes —le recordó.

—Lo sé, te veré en unas horas más —prometió.

—¿Cuántas horas exactamente? —cuestionó.

—Dos —anunció luego de pensarlo—. Ni un minuto más ni menos —aseguró.

—Bien, te veo en dos horas —aceptó y cortó la llamada sin despedirse.

JiHoon odiaba las despedidas después de todo.

Dejando su teléfono en la encimera del mueble, Min se dio vuelta y tomó un sorbo de su café mientras admiraba a través de la ventana de su cocina, el jardín trasero que se expandía ante él.

A pesar del poco tiempo que pasaba en su casa, esta siempre se mantenía limpia y su jardín bien cuidado gracias al programa de limpieza que había contratado.

Alguna vez, había tenido planes de hacer una piscina en su jardín trasero, de colocar unas de esas sillas que se balanceaban igual que un columpio, ¿y por qué no? Hacer una casita aprovechando el gran árbol de gruesas ramas que compartía con un vecino al estar justo a la mitad de ambos terrenos.

Incluso la cerca había tenido que cortarse y construirse al rededor del árbol para no sacarlo.

Pero claro, cualquier plan que pudo haber pensado, solo quedó en eso, dentro de su mente.

Había comprado la casa con la intención de llevarse a JiHoon con él, pero su madre se lo había prohibido por una simple razón tan egoísta como ella.

No quería que ambos estuvieran juntos, no deseaba que el mundo se enterara el producto que había dejado el engaño de su padre.

Una sonrisa amarga creció entre los labios de Min sin poder evitarlo.

Realmente encontraba hipócrita por parte de su madre que le hubiera sacado en cara a su padre su engaño cuando ella misma le había sido infiel en infinidades de veces, haciendo sentir mal a DongWon.

Y la única vez que este decidió hacer la misma jugada, tuvo como resultado a su hermano menor, Min JiHoon, a quien por supuesto que reconoció dándole su apellido.

Era imposible negarlo cuando era la copia de Yoongi, y este lo era de su padre.

Cuando Yoongi se había enterado de que tendría un hermano, no le dio mucha atención ni jugó el papel que su madre quiso darle para hacer sentir mal a su padre, ya era casi un adulto y no le interesaba mucho el drama entre los dos, pero si odió, que Nara dejara caer el infierno sobre su padre por tener un hijo con otra.

Prácticamente, ella dijo que no le importaba que su padre le fuera infiel, pero que hubiera salido un niño producto de ese engaño, era algo que no podía perdonar ni tolerar, en especial, cuando se notó que JiHoon era diferente a los otros niños.

Presentar síntomas de autismo no era algo a lo que se debía de tener vergüenza ni un tema que se debería de utilizar para atacar y dar por menos a alguien, pero su madre lo había hecho, y molestó infinidades de veces a su padre y al mismo JiHoon por ello.

Si no molestaba a DongWon con el engaño, lo era con "el bastardo enfermo" Que había tenido, que era como usualmente se refería a JiHoon.

Su padre aguantó lo más que pudo, hasta que simplemente, se rindió ante todo y los dejó a los dos solos con la bruja de su madre.

Por supuesto que a Yoongi le dolió su pérdida, no tuvo la familia amorosa que todo niño debería de tener, pero tenía a su padre, que era todo lo que su madre no era.

Y lo peor, fue cuando dejó a JiHoon a manos de la bruja, porque aparte de suicidarse, no dejó nada preparado para dejarlo a su cuidado.

Porque Yoongi habría dejado mil veces su posición en la empresa si con eso tenía a su hermano con él.

Pero su madre solo vio una forma de controlarlo con ello, y hasta el momento, había tenido éxito.

Chasqueando su lengua con molestia ante el recuerdo, Yoongi dejó su taza y se sirvió más café.

Una leve sonrisa creció al pensar en su asistente en la noche anterior.

—¿Debería de llamarlo? —pensó, con una sonrisa malvada—. ¿O tal vez debería de dejar que se atormente solo hasta el lunes que nos veamos en el trabajo?

Ciertamente no creía que le fuera a responder fin de semana, mucho menos pensaba que ya estuviera en pie y bien considerando la forma en que se había ido con el otro chico.

Su chico de la luna.

¿Quién se habría imaginado, que durante todo ese tiempo, se había tratado de su asistente?

Si no fuera por aquella llamada que escuchó sin intención, nunca habría puesto su interés en el chico, lo que había llevado a prestarle atención y con ello, comenzar a ver las similitudes entre ambos.

Aunque claro, lo que había tenido solo eran sospechas no comprobadas que se pusieron en dudas aún más luego de que Jimin leyera su propia en cuenta y diera mal todas las respuestas.

Pero si se trataba de Jimin y como obviamente no quería ser descubierto, era claro que mentiría, pero haber errado en todas solo le hizo ver más sospechoso.

Le agradecía a Jungkook por haberle arrastrado fuera de su casa anoche, si no, probablemente se habría perdido la oportunidad de confirmar sus sospechas o tal vez tardado más en descubrirlo, lo que bien podría haber significado perder al chico ante su actitud de mierda.

—Bien, ¿qué hago contigo ahora? —preguntó con una leve sonrisa.

Dejando su taza sobre el lavavajillas, Yoongi se dirigió a la entrada cuando su puerta fue simplemente abierta y contempló con claro disgusto a su madre.

—¿Desde cuándo tienes la clave y la llave, madre? —preguntó, cruzando sus brazos.

—¿Por qué no las tendría? Soy tu madre —respondió como si no hubiera hecho nada malo.

Forzando un suspiro fuera de su boca, Min hizo una nota mental de cambiar todo nuevamente.

—¿Qué quieres? —cuestionó.

—Muchas cosas que lamentablemente nunca estás a la altura de cumplir —espetó con desagrado.

—Querrás decir mejor, que no cumplo con tus órdenes —corrigió, observándola detenerse en su sala de estar y tomar asiento mientras observaba a su alrededor.

—Podrías haber conseguido algo mucho mejor que esto —comentó.

—No has venido aquí a opinar sobre mi casa —le cortó.

—No, no lo he hecho —aceptó y le observó directamente—. Es hora de que confirmes y anuncies tu compromiso con Yuri —anunció.

—No.

—Lo harás —ordenó—. Si quieres seguir teniendo tus visitas a ese bastardo, anunciarás tu compromiso —declaró.

—No puedes prohibirme las visitas a JiHoon —espetó, haciendo puños sus manos.

—Puedo —dijo, con una pequeña sonrisa malvada—. Soy quien responde por el chico, una llamada a ese internado de locos, y ya no podrás verlo más —amenazó acercándose, deteniéndose frente a él—. Y quién sabe, podría hasta sacarlo de ese lugar y ponerlo donde yo quiero, con el verdadero trato que se merece esa basura.

—No puedes hacer eso —gruñó.

—Puedo y lo haré —juró—. Y más te vale que te disculpes con Yuri, luego de que la ignoraras en aquella boda, ha estado triste —informó alejándose—. Anuncia tu compromiso pronto, Yoongi-ah, o un día llamarás y ni siquiera sabrás donde está el bastardo ese —canturreó y salió de la casa.

Con el sonido de la puerta cerrándose a su espalda, Yoongi tomó una profunda respiración y lentamente, relajó los puños que se habían transformado sus manos.

—Hay cosas más importantes que pensar en esa tontería —se recordó a sí mismo y subió a su habitación.

Primero tomaría una ducha y luego se prepararía para ir a visitar a JiHoon.

No arruinaría su día enfadándose por lo que le dijo su madre, ya pensaría en algo.

Bajándose del auto con la bolsa de gomitas y otros regalos que le había traído a JiHoon, Yoongi caminó por el estacionamiento, rodeando el edificio principal hasta que llegó a la entrada.

Empujando la puerta de vidrio, Min entró al amplio lobby simple donde las paredes eran de un blanco puro y el techo una simulación del cielo, pero para darle un aire pintoresco todo el lugar estaba lleno de objetos hechos manualmente, desde aviones, trenes, lapiceros, floreros, cuadros, etc.

Cada uno de ellos, hechos por los mismos residentes, y Yoongi sabía, que cada parte del edificio se encontraba decorado de la misma forma.

—Señor Min —sonrió la mujer mayor sentada detrás de su escritorio—. Me alegra de volver a verlo por aquí, JiHoon ha estado preguntando la hora cada cinco minutos, debí de imaginarme que era por usted.

—Lamento las molestias que causó mi hermano.

—Por favor, no es ninguna molestia —aseguró agitando suavemente su mano regordeta—. Es una distracción agradable, en esta zona nunca sucede nada interesante.

—Señora Young, hace cinco minutos me dijo que faltaban cinco minutos para las doce, ¿ya son las doce? —preguntó, deteniéndose a una pequeña distancia del escritorio de la recepcionista.

—Hola, JiHoon —saludó Yoongi, sonriéndole.

Su hermano abrió bien grandes esos ojos acaramelados tan parecido a los suyos, le observó y luego esquivó su mirada concentrándose en el suelo para después volver con él.

—Si viniste —pronunció finalmente, sin poder sostenerle la mirada.

—Te dije que estaría aquí en dos horas —pronunció y observó levemente a la señora Young, quien asintió y señaló hacia el interior del edificio.

Acercándose, JiHoon instintivamente retrocedió.

—¿Vamos afuera a conversar o prefieres ir a otro lugar? —preguntó suavemente.

—Fuera. Mesa de picnic —respondió observándole antes de alejarse para dirigir el camino.

Siguiéndole por el pasillo, Yoongi se aseguró de mantener la distancia con su hermano, sabiendo perfectamente que a este no le iba bien cualquier contacto con otro a menos que este mismo lo iniciara y aun así, solo era algo leve y corto.

Pasando por una sala común donde había otros pacientes un poco menores a JiHoon, ambos salieron al jardín y fueron directamente a una mesa donde suponía que era donde su hermano había estado esperando al haber un libro, piedras y una lupa.

—¿Estabas estudiando las piedras? —preguntó, tomando asiento frente a él.

—M-mi amigo me regalo un libro nuevo —dijo, señalándolo—. ¿Mis dulces?

—Aquí están —asintió, dejando la bolsa sobre la mesa, en el espacio vacío—. Tus ositos verdes y otros regalos.

—¿Regalos? ¿Qué otros regalos? —cuestionó, deteniendo sus manos en el aire.

—Pensé que tus pinturas o lápices podrían haberse terminado —explicó—. Te compré más de la misma marca y un libro para colorear de paisajes.

—No, libro no —anunció, apartándolo, pero tomando todo lo demás.

Tomando la bolsita de dulces, Yoongi la abrió y se la entregó a su hermano otra vez.

—Mi amigo me dice que debo decir gracias cuando recibo algo, así que gracias —expresó, sin mirarlo.

—De nada —sonrió—. ¿No quieres presentarme tu amigo aprovechando que estoy aquí? —preguntó, observando a su alrededor curioso.

—¿Por qué? Él es mi amigo, no tuyo —respondió obvio, comiendo de sus ositos verdes.

—Cierto —aceptó—. ¿Cómo has estado estos días?

—Bien, unos días aburridos, otros no, otros no quiero hacer nada y después feliz —contó y le observó con atención—. ¿Por qué tu triste? —preguntó, bajando la mirada a sus dulces.

—No estoy triste —negó inmediatamente.

—Sí, sí lo estás —asintió y señaló sus propios ojos—. Aquí, lo veo, como las tarjetas que me muestra Lisa, como papá antes de irse lejos —explicó.

Observando a su hermano, Yoongi no pudo evitarse sentirse algo orgulloso por el menor, quien de no saber nada sobre las emociones, comenzaba a reconocerlas gracias a las personas que cuidaban de él.

Y era precisamente por eso, que quería que JiHoon se mantuviera en ese internado, ya que era el único lugar donde su hermano se había mostrado cómodo y que realmente le cuidaban y enseñaban de todo, hasta como independizarse llegando el momento.

Claro que esa era una enseñanza que su hermano aún no necesitaba aprender.

—¿Y entonces? ¿Por qué triste? —insistió.

—No estoy triste, solo algo preocupado —aclaró.

—¿Preocupado y triste no es lo mismo? —preguntó, frunciendo el ceño.

—Son parecidos, pero no lo mismo —explicó.

—Uhm, complicado, no entiendo —murmuró agitando su cabeza—. ¿Y por qué así?

—La bruja de la que te conté me está molestando otra vez —reveló.

—Oh... —musitó, parpadeando—. ¿No la golpeas?

—Me gustaría, pero desaparece antes de que pueda —respondió.

—Uhm, no se oye bien —frunció sus labios—. ¿Y por qué te molesta ahora?

—Quiere obligarme a salir con alguien —contó y aguantó la risa cuando la expresión de su hermano fue de puro disgusto y horror.

—Qué feo —negó, estremeciéndose.

—Lo sé, pero si no obedezco, me lanzará un hechizo para volverme invisible y no podrás verme —explicó.

JiHoon entrecerró sus ojos—. Puedes decir que te llevará lejos —indicó.

—Correcto, me llevará muy lejos —sonrió.

—¿Y tienes que estar realmente con esa persona? —preguntó—. ¿O tienes que salir con muchas?

—¿Por qué dices eso? —preguntó, confundido.

—Aquí —anunció y sacó tres revistas diferentes debajo de su libro de piedras.

Y en cada una de esas revistas viejas, salía con una mujer diferente y a su lado, Jungkook de igual forma, solo que con chicos.

—Esto... No deberías de verlo —suspiró.

—¿Por qué? —parpadeó y evitó su mirada.

—Solo... —torció sus labios, sin decir nada más.

—Me gusta él —anunció y señaló cierta figura un poco borrosa en la revista detrás de él—. Sus ojos son verdes, como la piedra jade —contó.

Observando la revista, Yoongi se fijó en Jimin intentando salir del enfoque de la cámara sin éxito.

—A mí también me gustan sus ojos —comentó.

—Sale con él —anunció como si nada—. Así la bruja no te junta con la otra mujer.

—No funciona así —negó.

—Entonces, hazlo funcionar —anunció simplemente, y luego lo ignoró para concentrarse en sus otros regalos.

"Hazlo funcionar" pensó Yoongi, con una idea formándose en su cabeza.

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