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Jimin dejó escapar su aroma para impregnar al omega, contento de verlo salir del edificio mientras lo buscaba con la mirada. Su lobo revoloteó contento, emocionado por estar a solas con el castaño, teniendo su compañía para él solo.

Abrió la puerta cuando Jungkook se acercó lo suficiente, tendiendo su brazo en su dirección.—¿Listo para esta noche?

—Listo.—Contestó con una sonrisa, metiéndose al interior del automóvil con ayuda del alfa.

Jungkook empuñó sus manos sobre la tela del pantalón mientras veía al alfa rodear el auto, tomando lugar al lado del piloto. El interior del auto estaba cálido a causa de la calefacción, entrando a mediados del mes las temperaturas estaban bajando considerablemente por las noches, por lo que el alfa procuraba que su omega estuviera a gusto.

—¿Estás bien con la temperatura o quieres que le suba?

—¡No! Así está bien, gracias.

—Entonces andando.—Puso el auto en marcha, trasladándose hasta su próximo destino.

El trayecto fue agradable para los dos, sumergiéndose en una charla sobre sus días y lo agotados que se podían sentir, pero cualquier cansancio había desaparecido cuando se encontraron. A diferencia de su cita pasada, desde el primer momento habían entablado una conversación y divagando de diferentes cosas, procurando seguir cuando Jimin se estacionó frente a uno de los restaurantes reconocidos de la ciudad por las carnes que ofrecía. Con una reservación en mano, ayudó a Jungkook a salir del auto antes de dirigirse a la recepción, donde una mujer los acompañó hasta su mesa.

El interior del restaurante era cálido, tomando lugar al centro del lugar mientras varias personas más los rodeaban sumergidos en su propia cena. Fue cuestión de segundos cuando un mesero se acercó para tomar su orden, siendo el alfa quien pidiera a petición del omega, antes de que el hombre se alejara a la cocina.

—¿Recurres a este tipo de restaurantes para tus reuniones de la empresa?

Negó.—Son recomendaciones que recibo de mis amigos, las reuniones de la empresa suelo hacerlas en lugares menos concurridos y donde haya espacios privados para evitar interrupciones. A veces es molesto que se distraigan por todo, así que prefiero los restaurantes con mayor gama de ejecutivos que uno normal.—Explicó, haciendo que el castaño asintiera.

—Cuando hablas de esa manera me intimidas de cierta manera.—Confesó, observando todo el lugar.

—¿Por qué?—Cuestionó cambiando su expresión a una afligida, no gustándole escuchar eso a su lobo.

—En la cafetería te puedo ver como una persona normal, sin ser ostentosa. Pero afuera de la cafetería, ahora que venimos a cenar, recuerdo tu trabajo y el ambiente que te envuelve, perdón simplemente son cosas que me ponen a pensar.—Comentó con pena, tratando de formular cualquier pregunta para desviar el tema, pero nada se le ocurrió.

—Jungkook, tanto en la cafetería como fuera de ella sigo siendo yo, no es como que cambie de personalidad.—Sonrió, estirando su brazo sobre la mesa para alcanzar la mano del castaño.—Trataré de no hablar de mi trabajo, así puedes sentirte cómodo.

—No, no hagas eso. Yo pregunto por tu trabajo y te hago hablar de ello, así que no tienes porqué pensar en ello si soy yo quien está interesado en conocerte de esa manera, no me gustaría que te guardaras algo por mi culpa.—Trató de calmarlo acariciando el dorso de su mano, antes de ser interrumpidos por la comida que llegaba a su mesa.

Sus manos se separaron mientras servían los diversos platillos, Jimin observando como Jungkook miraba con fascinación cada comida mientras ponía su dedo sobre sus labios en señal de que estaba pensando por cuál empezar. Sonrió enternecido, agradeciendo al mesero por su servicio antes de que se alejara, dejándolos nuevamente solos.

—Adelante, omega. Puedes probar lo que quieras, y si quieres ordenar algo más solo dímelo para pedirlo.

Jungkook, demasiado sumergido observando la comida, asintió antes de tomar el primer bocado del platillo frente suyo, soltando un quejido ante lo caliente que se encontraba la carne pero degustando al final, casi chillando por el buen sabor que tenía. El alfa lo observó toda la noche con una sonrisa, apenas tomando un par de bocados por lo anonadado que se encontraba con el omega frente suyo, sin querer perderse todas las expresiones y comentarios que hacía cada que probaba algo nuevo.

La cena transcurrió con tranquilidad, al igual que las botellas de vino se iban acabando a causa de que Jungkook se encontraba demasiado cómodo bebiendo y charlando. Jimin se limitó con la bebida, tomando un vaso de agua mientras escuchaba todo lo que el castaño le decía, fascinado por la forma en que se expresaba. Por ejemplo, la manera en que recargaba su mentón sobre su puño cuando prestaba demasiada atención, o cuando fruncía la nariz cuando algo le apenaba, la forma en que sus labios se curvaban al relatar algo que le parecía divertido o nostálgico, recordando en varias ocasiones su infancia. El alfa aprendió del omega que, en lugar de contar de sus padres de una manera melancólica, siempre los recordaba con una sonrisa y buenas anécdotas, sin titubear un solo segundo en contarle algo tan íntimo como su vida privada.

Jungkook aprendió que Jimin no tenía mucho por decir, su vida siempre había sido la empresa en la que ahora era dueño, pero también de las aspiraciones que tuvo de jóven. La forma en que sus cejas se fruncían cuando algo le gustaba, o los hoyuelos que se marcaban al mostrar una de esas sonrisas tan grandes que se le achicaban los ojos, la manía de mover sus manos al relatar algo para darle un toque diferente y como le gustaba hacer sonidos de los momentos que le contaba para darle un toque diferente. 

Para cuando la comida se acabó y la noche estaba en su punto más alto, Jungkook estaba demasiado risueño y Jimin tuvo que ayudarlo a incorporarse para que no perdiera el equilibrio. Su trayecto al auto fue con un omega tarareando una canción, por otro lado el alfa tenía un brazo envolviendo su cintura antes de ayudarlo a meterse en el asiento del copiloto.

—¿Sabes? Hay algo que no me ha dejado de perseguir desde la tarde.—Jungkook habló una vez que el alfa entró al auto, encendiéndolo antes de ponerse en marcha.

—¿Qué cosa?

—El cortejo está a la mitad, pero no hemos pensado en lo que vendrá, o por lo menos no de mi parte.—Formó un puchero, repentinamente triste.—No estoy seguro como funciona una vez que te acepte como mi alfa, pero la idea no me aterra en comparación de otras veces. Lo nuevo siempre es algo para temer, pero contigo, saber que es algo nuevo contigo no me aterra, en cambio me emociona por experimentar.

El alfa tuvo que orillar el auto antes de seguir avanzando, girándose para verlo.—¿No te aterra pensar en algo nuevo conmigo?

Negó con una sonrisa.—En cambio, me emociona. Pero sigo sin estar seguro de qué es lo que puede venir una vez que te acepte, ¿Qué se supone que se haga después? ¿Se acaba el cortejo y es todo?

Jimin estuvo tentado a reírse, pero sabía que Jungkook estaba divagando por todo lo que había tomado, generalmente no sería tan preguntón a esas alturas. ¿Qué se suponía que debía contestarle? Había imaginado un millón de escenarios juntos una vez que terminara su cortejo y lo aceptara como su alfa que ni siquiera sabía cómo decírselas todas. 

—De hecho, si tu respuesta es un sí ante mi cortejo, creo que podríamos hacer una excepción esta noche, omega.—Agarrando su mano entre las suyas, la sujetó contra sus labios antes de depositar un casto beso, erizando la piel del otro.—¿Por qué no pasas la noche en mi casa? Prometo cuidarte y hacerte sentir cómodo, esto solo sería el primer paso de lo que podría suceder después.

Con una sonrisa, y sin esperar meditarlo en realidad, Jungkook asintió.—Eso me gustaría.

—Entonces es momento que conozcas mi casa.—Volviendo sus manos al volante, su destino fue cambiado del departamento del omega hacía su casa, su lobo dando vueltas ante la perspectiva de estar una sola noche en compañía de su omega.

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