꒰ extra | O1 ꒱

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Unos años después...

—¡Cuidado, Daehyun!—Murmuró Jungkook jalando la parte trasera de la camiseta del pequeño alfa, evitando que chocara contra uno de los clientes que iba pasando.

Soltó un suspiro cuando su pequeño hijo de siete años sostuvo con determinación la bandeja, evitando que la bebida se derramara. Sonrió cuando el alfa caminó de regreso a la mesa a la que iba dirigido y depositó el vaso con cuidado, observando como la mujer le agradecía totalmente sorpredida de ver al pequeño y le revolvió el cabello, provocándole una carcajada.

Jungkook había llevado aquel día a su trabajo a su pequeño alfa de nombre Daehyun, considerando que estaría tranquilo pero resultando todo lo contrario, ¿Por qué pensó que estaría quieto? Si era una réplica exacta de su esposo, mismos actos serviciales y queriendo que no hiciera nada en su trabajo, le recordaba cierta época donde el alfa le había ayudado. El recuerdo lo puso nostálgico, observando a su alrededor como el tiempo lo cambió todo a su alrededor, ¿Cuánto había transcurrido desde entonces? 

Su pequeña familia de dos integrantes se había expandido a dos más, y uno más en camino. En la primera temporada de celo en el que se habían propuesto a intentarlo lo habían logrado, lo que no esperaban es que de aquel momento de calor surgieran dos nuevas vidas al mismo tiempo. Daehyun y Suni habían sido sus dos pequeños corazones que llegaron hace siete años, tan parecidos y tan diferentes a su vez; Daehyun había salido tal cual como su padre alfa, pareciendo una réplica exacta en miniatura de su esposo. De cabello azabache, pequeños ojos color miel que sobresalían en su rostro, una nariz de botoncito y la actitud servicial y bondadosa que su alfa demostraba, lo hacían sentir orgulloso.

Por otra parte se encontraba Suni, su pequeña omega que había salido con sus mismos rasgos y sus mismas virtudes; mismo cabello castaño, los mismos lunares que en su rostro adornaban junto con la misma actitud de sobresalir y superarse, demasiado curiosa con el trabajo de su padre alfa que pasaba más tiempo con él que con Jungkook, pero no era algo que le molestara, le gustaba ver como sus hijos eran apegados a su padre, la forma en como convivían y al momento de llegar a casa lo hogareño que se sentía.

Y como si de pensarlos los hubiera invocado, al escuchar la campanilla de la puerta lo obligó a mirar en esa dirección, expulsando su aroma ante la evidente emoción al ver a su alfa y pequeña caminando de la mano hasta donde se encontraba.

—¡Mi bebé!—Exclamó con emoción y cargó a su hija, provocándole una carcajada al hacerle cosquillas.

—¿Y no hay nada para mí?—Cuestionó su alfa con la ceja arqueada.

—Primero son mis bebés, alfa.—Contestó con obviedad, sacándole una risa burbujeante.

—¿Dónde está mi pequeño alfa? ¿Cómo les ha ido en el trabajo?—Observó todo su alrededor hasta que vió a su hijo dejar la bandeja sobre el mostrador hasta correr en su dirección, haciéndolo que se arrodillara antes de cargarlo, besando su mejilla.—¿Cómo está mi pequeño hombre?

—¡Feliz! Estoy ayudando a papi con su trabajo.

—¿Cómo les fue en la empresa, alfa? Suni parece muy contenta.—Entrecerró sus ojos, curioso.

—Nuestra pequeña tiene una mentalidad demasiado impresionante, llegando a casa les contaré como impresionó a todos mis colegas en la junta directiva.—Murmuró con una sonrisa de orgullo, mientras su hija se escondía en el cuello de su padre con un evidente rubor.

Jungkook sintió el apego repentino a él, a su hija no le gustaba que alardearan de sus impresionantes dones al momento de analizar y de acertar, en comparación a Daehyun que le gustaba presumir cuán eficiente era ayudando a sus padres y demostrando todo lo que sabía hacer, y si no lo sabía, lo aprendía con facilidad.

Ah, pero si ya se sentían demasiados orgullosos de sus dos pequeños, el siguiente cachorro que vendría los tenía ansiosos. Apenas con dos meses de gestión, los alfas de la familia protegían al omega de que no hiciera cosas bruscas o que lo hicieran ejercitar demasiado, cuidándolo en todo momento. Jungkook lo amaba, pero siempre les decía que aún era muy temprano como para tener ese tipo de cuidados, todo estaba bien en él como para que lo limitaran en el movimiento.

Jimin no podía estar más feliz por ver la consolidación de su familia, si años atrás le hubieran dicho que se encontraría con su omega destinado, con dos maravillosos hijos que eran tan parecidos a ellos que lo llenaban de orgullo y el próximo bebé que aún venía en camino, probablemente no lo creería y pasaría de largo, demasiado enfocado en su trabajo. Cada día se sentía agradecido de tener una familia, de poder despertar a lado de Jungkook y luego ser sorprendido por sus niños traviesos que procuraban despertarlos con sustos; ir a la cama sabiendo que su familia descansaba con tranquilidad y que estaban protegidos, envolver o estar envuelto entre los brazos del castaño y sentir que era su refugio si los días eran malos. 

—¿Qué les parece si vamos a cenar fuera de casa? Tenemos tiempo sin visitar aquel restaurante que tanto aman ir.—Sugirió el alfa con una sonrisa, recibiendo chillidos emocionados de sus hijos y una sonrisa de su omega.

—Me parece perfecto, no puedo esperar para pedir de ese exquisito helado que el restaurante ofrece.—Canturreó contento, saboreando el helado por anticipado.

El alfa rió, asintiendo.—Entonces esperemos a que la cafetería cierre para irnos. Ve con calma, estaremos esperando en la mesa del fondo.

Con una mirada compartida, se dieron un casto beso antes de que sus hijos hicieran gestos de estar en desacuerdo con su acción, haciéndolos reír antes de separarse, bajando a sus pequeños que se fueron directamente al mostrador para ayudar a su padre. 

—Supongo que seré el único que te espere en la mesa.—Murmuró con diversión.

—Está bien, entregaré los últimos pedidos y cerraré.—Depositando un beso sobre su mejilla, se apartó para dirigirse hasta la cocina para preparar las últimas órdenes del día.

Jimin fue a tomar asiento, observando desde su lugar como sus hijos ayudaban a su padre con las órdenes, guardando ese momento en su corazón. Se sentía pleno y no imaginaba cualquier otra cosa que le provocara la misma felicidad que sentía en ese momento, sintiéndose agradecido de haber logrado lo que jamás imaginó ni soñó.

Tener a su omega destinado, mismo que estaba esperaba a su tercer hijo, y sus dos pequeños revoltosos que pasaban mesa por mesa para ver que todo se encontraba bien. Su lobo descansó en su interior, complacido con la vida que había tomado al final.

¿Quién imaginaría que el café, siendo una de las bebidas que menos le gustaban, le traería consigo todo su futuro prometedor? Sí, el café había sido su salvación al incluir un hermoso omega en él, no podía imaginar lo que hubiera pasado si aquella mañana decidía pasar de largo directo a la empresa.

Y cuando todos se encontraron en el interior del auto, Jungkook manejando la radio y por el espejo retrovisor visualizó a sus cachorros charlando, sonrió para sí mismo mientras emprendían su camino hasta el restaurante. Condujo con la mano del castaño sobre su muslo, dando ligeros apretones cada cierto tiempo durante el camino, transmitiéndole la felicidad que sentía.

Al final del día, la mejor parte para él, era saber que otro día había culminado regresando todos a salvo.

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