30. The Colder

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Ver la sonrisa de Arion era algo que me hacía contraer el rostro, no dije nada, no era necesario. Lo que vio fue lo que pasó y no inventaría absurdas excusas cuando yo misma me encontraba aún confundida.

—Supongo que tuviste tu venganza —con voz dura se dirigió a Evan.

De inmediato una máscara inescrutable se instaló en el rostro del aludido.

—Las cosas solo pasan.

—Como lo que pasó anoche ¿No, Anabelle? —sonrió de forma malvada —. No me malentiendas, prefiero ser quien lleva la delantera en el tenis. Pero ¿ser la pelota? Eso está muy mal considerando que solo recibirás golpes.

Y los más duros siempre terminaba recibiéndolos de él ¿Cómo le explicaba qué, aunque sentía cosas muy fuertes por él, también me sentía atraída a Evan? No podía, cada palabra en esa frase estaba mal.

—Solo está confundida —Evan seguía hablando por mí ya que si hablaba estaba segura que mi voz se quebraría.

—¿Y tú te encargas de alimentar esa confusión? —Arion ríe—. Qué pena, ya ni te preocupes "hermano" considérame fuera de este juego.

No, de inmediato supe que no podía perderle a él, y joder, era una maldita egoísta.

—Arion...

—¡Roja! ¿Te había mordido la lengua un vampiro?

—Yo...sé que no hice bien, nosotros, lo que pasó —me salían atropelladas las palabras—... Estoy contigo Arion, pero...

— Wow, alto ahí, rojis —puso frente a él las manos luciendo sorprendido y luego apenado—. Lamento que nuestra apasionada noche te haya hecho creer lo contrario, pero tú y yo no estamos juntos. Si te traje a la reunión era para que te quedara claro de una vez que no eres bien recibida en este mundo. Tu y yo...fue divertido y toda la cosa —se encogió de hombros, quizá sin notar las lágrimas en mis ojos—... Pero si algo me han enseñado estos breves doscientos años vivos es que el "fue" es pasado.

—Mientes —y por alguna estúpida razón le solté aquello—. Si eso fuera cierto no querrías ir tras Ashton para saber cómo contrarrestar la transformación.

Apartó la vista y casi lloro de alivio al ver que había dado en el clavo y el que hablaba era su enojo.

Volvió a mirarme con esa lástima que tanto me recordaba a la de mi madre los últimos años.

—Lo siento, representas una amenaza para nosotros, nunca hemos lidiado con un semi-híbrido. Disculpa por quererte de mi lado en caso de que resultes peligrosa.

Entonces ¿Solo fue eso? ¿Todo lo que dijo era mentira? Miré a Evan con el labio inferior temblando.

—¿Tu lo sabías? ¿Todo lo tuyo fue mentira también?

Apretó los labios.

—Tampoco seas tan dura contigo, Roja —siguió Arion—. Eres...mona y eso, y creo que si le gustaste un poco, pero cuando tienes esa imagen de tu mejor amigo sobre la chica que te gusta todo el tiempo...

Evan le cogió por el cuello, salté atrás sorprendida de su acción, no obstante, me impactó aun lo que Arion había dicho.

—¿D-de que hablas? —ahora temblaba.

El rubio sonrió del mismo modo que antes.

—¿Evancito no te lo dijo? Él estaba en el hotel él día que Ashton abusó de ti y te convirtió en lo que ahora eres, sea lo que sea.

Sentí el mundo ceder bajo mis pies, vi a ambos chicos, tan distintos en la tenue luz. Evan lucía culpable, aterrado y Arion, parecía que se arrepintió en último momento pero luego esbozó una sonrisa triunfal. El día y la noche, luz y oscuridad, ambos polos opuestos en una balanza.

Y yo era el punto medio que los hacía tener algo en común.

Ambos habían roto mi corazón.

Val y Dick salieron del bosque y al observar la escena frente a ellos se detuvieron.

—¿Ana estás...? —comenzó Dick.

—¿Bien? —completó su novia.

Y volvíamos a lo mismo, a estar humillada frente a miembros de una especie que ni siquiera era la mía propia. De nuevo esa punzada en mi cabeza, sonreí y blanqueando los ojos di vuelta para comenzar a caminar.

Se me hacia pesada la respiración y no fue hasta varios pasos que me di cuenta de que estaba llorando...una vez más. Val y Dick seguían de cerca mis pasos, no hablaron o se acercaron y lo agradecí, cada metro que recorría camino a mi casa era una bocanada de alivio, volvería ahí, a los brazos de mis abuelos.

Mi lugar seguro.

La furia manchaba el aura de Evan y sentí sus inmensas ganas de lanzarse sobre mí.

—No era necesario.

Me encogí de hombros.

—Querías alejarla ¿no? Ese fue el trato —palmeé su brazo—. Hice mi parte y seguro disfrutaste la tuya.

Esta tarde, luego de borrar la memoria de la otra chica, Evan me encaró para no meter a Anabelle en nuestro enfrentamiento con el clan de Sahirs, sin contar que yo ya tenía un plan para hacer eso. Y sí, era precisamente llevarle a un quiebre emocional.

La única forma de alejarla era hiriéndola, solo eso había conseguido que se alejara de nosotros la primera vez.

—Era solo hacerla creer que no la querías.

—No tengo que hacerla creer nada, no la quiero.

Sin darle derecho alguno a replica me marcho.

Hitach echó por la borda todo aquello que estaba armando, prácticamente había echado al clan sobre mí. La mayoría solo se quedaron por miedo pero con duda sobre aquellas palabras que el miembro del concejo había citado. Las últimas palabras de Héctor Vriklas.

Me estaba quemando en el infierno por la mirada decepcionada de Anabelle.

Busqué a mi hermano, a estas alturas ya debía haber vuelto de su viaje, como lo supuse estaba en su despacho, miraba el fuego con un vaso de whisky en sus manos.

—¿Algo sobre ella?

—Sahirs dejó huellas por todos lados, básicamente podemos llegar a su escondite con los ojos cerrados.

Había estado ausente desde la muerte de Agniet, durante los años nos habíamos acostumbrado al sentimiento de pérdida, cada uno se aislaba su manera en los tiempos donde nos tocaba lidiar con alguna muerte.

—¿La chica?

Hice una mueca, con mi hermano no hacía falta fingir.

—Está fuera, en cuanto sepa cómo hacerlo, revertiré el cambio y borraré su memoria.

No sé porqué me molestaba admitir aquello, si era lo correcto, el camino más fácil a tomar para alejarla y protegernos. Athan asintió, se levantó de su silla yendo al librero que había a un costado, cogió un cuaderno encuadernado en cuero rojo. Las páginas estaban desgastadas por la cantidad de años.

—Héctor hablaba siempre sobre nuestro origen, decía que la naturaleza siempre creaba para una bestia, una amenaza aún más grande que pudiera dominarle —abrió aquél antiguo diario para comenzar a citar—. "Mis hijas me creen desvariar, sin confiar en las palabras de un anciano que ha estado vivo más tiempo de lo que cualquiera podría recordar, ni yo mismo sabría deducir con certeza el tiempo. Pero he vivido para ver nuestros poderes apoderarse lentamente de mortales hasta llevarlos a la locura de una medio-inmortal vida. Es por eso que hoy plasmo las reglas de un clan cuando antes no nos han regido ninguna, aquellos que cambien lo harán de completamente y de no ser así, la muerte será la opción más segura."

Estaba recibiendo una indirecta con aquellas palabras, yo mismo había leído y releído aquel párrafo tantas veces como para que en mi memoria quedase grabado para siempre.

—Solo fue un efecto colateral —replico—. Un error cometido por un novato y que estoy seguro podemos revertir.

—¿Y si no es así?

Debía matarla...

—Lo será.

Me miró de hito en hito, sus ojos vaciados de color como los míos, podía recordar la época en que eran de un tono esmeralda, igual que los míos antes de ser tomados por el azul. Me gustaba ver los ojos de Anabelle porque tenían casi el mismo tono, me traía recuerdos de cuando mi vida no llevaba la carga de la inmortalidad.

—¿Te has enamorado Arion? —enterneció el semblante— Eso no ha resultado nada bueno para nosotros a lo largo de la historia.

¿Por qué todo el mundo deducía que eso era lo que sentía por ella? Cuantas ganas de tener a Agniet frente a mí para escucharle decir que aquello no era más que un capricho.

—¿O vas a decirme que fisgar en su casa cada noche es normal? ¿O dormir con ella como un mortal? Descuidas tus deberes, eres un líder, tu pueblo siempre será primero.

—Pues renuncio a ese derecho.

Cuantas ganas de que fuera tan fácil como decir unas palabras y listo, había reglas por algo y era una cuestión de honor mantener el título.

—Sabes que solo muerto podrás hacer eso.

¿Saben que es lo peor de este mundo? Cualquiera daría lo que sea por estar en la cima, ser temido por todos y el más poderoso. En los clanes, aquello se media por antigüedad, y yo era como todos sabían el descendiente Vriklas de mayor edad, luego de mí, en línea directa venía... exacto, Athan.

Y mi hermano sería mucho mejor líder de lo que yo llegaría a ser jamás, tanto que sabía que era capaz de sacrificar mi cabeza para hacerse con aquel puesto. Después de todo ya lo había hecho una vez hace casi doscientos años.

Dentro de todo esto, estaba solo, todos estos años lo había estado. Endureciéndome cual estatua, cegándome de ver al mundo a mi propia manera, enriqueciendo mi cuerpo con poderes que solo llegarían a ser sueños para algunos, oscureciendo mi alma hasta hacerla invisible a cualquiera que intentara buscarla y con el corazón bombeando mas hielo que sangre.

Incluso mis lágrimas ahora se volvían rojas, demostrando que no había un rastro de humanidad en mí. Era un monstruo, un depredador, una sombra, el más frío de mi especie. No solo por fuera sino también por dentro.

Y siempre volvía a ella ¿Qué había en ese manchón rojo de un metro sesenta que me devolvía a la tan anhelada vida?

Tenía una energía tan vivaz y unas ganas de vivir tan fuertes que vaciaba luz a raudales a cualquiera que se cruzase en su camino, lo sentí la primera vez, me abrumó de tal forma que tuve que emplear mis poderes de forma incógnita para hacer dormir en aquel vuelo. No habría soportado tantas horas con ella mirándome de aquella forma y tentándome con su dulce olor.

¿Qué tan jodido era estaba el universo como para enviarla a este pueblo? Y a mi mundo.

¿Qué clase de persona me volvía cuando estaba cerca de ella, si solo quería protegerla a toda costa? Incluso rompiéndola en medio de aquel intento. Sus lágrimas no eran provocadas por nadie más que por mi y su dolor se volvía mi dolor.

Athan, Evan y cualquiera que deducir mi posición ante Anabelle acertaría de forma estrepitosa.

Tras doscientos años de congelación había llegado el fuego que necesitaba en mi vida.

Y ya sin tanto drama y solo observándole dormir me daba cuenta de que estaba enamorado de ella. Y no tenía una puta idea de que hacer al respecto.

Sus ojos abiertos me dieron la bienvenida en la oscuridad de su cuarto.

—Estoy cansada.

—Lo sé.

Me dejó espacio en su pequeña cama.

—¿Harás que mañana todo parezca un simple sueño? —me tendí a su lado, cara a cara, apartando de su cara los rojos mechones.

—Solo esta parte —una lágrima descendió por su nariz mojando mi brazo bajo su cabeza.

—Bien —suspiró acurrucándose más cerca.

Y aunque mi presencia no le provocara calor alguno, durmió sin ningún problema.

Formulé una sonrisa, la profecía de Hitach había acertado, de una forma u otra lo había hecho.

Anabelle ignoraba completamente el hecho de que había hecho sucumbir al más frío.

Yo poniéndome bien romántica luego de una crisis existencial jsjsjjs. 

Aista, todo bien tranquilo. Chales que no esperen tener mil emociones en cada capitulo (va para las del grupo que querían que llovieran los vergazos) Ya habrá tiempo para eso...en los próximos capítulos.

¿No se dieron cuenta de que a pesar de todo no había por decirlo así mucho "romance"? Por eso Arion se nos puso meloso...eeeeeen feeeeeen.

Evan y Arion planearon TODO para que la rojis no fuera a la masacre. Pero sabemos que es bien terca alv y...

Besos *-*

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