42. Aires de batalla

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Los grupos se habían predispuesto.

Agniet y yo éramos los únicos en desventaja hasta que Val nos dio bolsas con sangre que habíamos guardado en caso de emergencia, todos miraban a la recién llegada con sospecha. Incluso Elya no le quitaba los ojos de encima, sobretodo porque estaba junto a mí.

Oded quiso charlar con ella y Agniet le dio una mirada cargada de odio, casi la oí gruñir y me provoco una sonrisa ver como la rubia no entendía porque no le caía en gracia. Tampoco apartaba la vista de Arion y los recién llegados, anonadada por sus marcadas características vampíricas.

Éramos la retaguardia, las tres chicas y yo. Frente a nosotros Dick junto a Val y cuatro personas más. Un pequeño grupo más adelante y Arion a la cabeza junto a su hermano y los invitados. Todos como estatuas de yeso, blancos como la nieve y duros como rocas. Sus auras de poder eran demasiado elevadas.

Estaban hablando entre ellos y asintieron, a excepción de Arion, quien parecía enfurruñado, sus auras se redujeron a primera vista, de nuevo Arion fue quien renegaba.

Elya a mi lado abrió mucho los ojos.

—No creo que lo hagamos tan bien como ellos.

—Solo mira —dijo Oded, cerrando los ojos.

Su halo blanco y brillante se oscurecía. Elya frunció el ceño notando que todos ya lo habíamos hecho y solo dos luces eran visibles, ella y Arion.

—Evan...no puedo —susurró cerca de mí.

Agniet volteó los ojos.

Me puse frente a la aspirante. Me recordaba a Dick cuando recién se convirtió y posterior a esto, cuando me rogó que ayudara a Val a incluirse.

Me pondría un cartel: <<Evan, servicio de reinserción a la sociedad vampírica. Si tienes problemas, yo te ayudo>>

—Solo respira y concéntrate en tu centro. Recuerda lo que dijo Eithan, para ti debería ser más fácil porque puedes ver el aura mejor que el resto.

Ella lo hizo.

—Veo la "Luz" —simula unas comillas.

—Arrástrala al centro, conviértela en oscuridad.

Poco a poco lo hizo, ya no brillaba. Al menos no de esa forma.

Abrió solo un ojo como si le costara demasiado mantener ese estado.

—¿Lo logré?

Asiento.

—Debes designar una parte de ti a mantenerlo y luego soltarlo en su momento.

Murmuró un agradecimiento. No pasé por alto la perfecta ceja de Agniet levantaba en mi dirección.

—¿Te van las aspirantes?

—No te incumbe.

—¿Te voy yo? —insinúa aunque sin nada de la picardía que antes irradiaba.

Apreté los labios mirando al frente y sintiendo dos pares de ojos esperando una reacción que no les daría.

Una energía crepitante era palpable, puntos de luz que llenaban el bosque frente al claro donde nos encontrábamos, diez en total, demasiado claros para ser el clan.

—¡Son los señuelos! —gritó Agniet repitiendo parte de la información que nos había dado—. Todos están cegados, ellos vendrán después.

—¡No avancen! —gritó Athea.

Mientras todos permanecíamos a la expectativa, ella y Arion avanzaron con niebla siendo atraída por sus pasos. Arion era muy bueno con la niebla y pude notar que ella también. Los cegados aparecieron dispuestos a atacar sin reparar en nada, sus ojos encendidos y buscaban en vano controlar la niebla que pronto consumió a los primeros cuatro que cruzaron el límite. Athea hizo una seña y Víctor en completo y arrollador silencio acabó con dos más.

El séptimo punto desapareció en el bosque y Athan junto a un hombre joven acabaron cada uno sin mucho esfuerzo con los dos restantes.

—Eso estuvo bien —comentó Elya ligeramente sorprendida.

Por su parte, la confiada Oded parecía aterrada.

—¡Esa mujer es la polla! —exclamó Dick ganándose una mala mirada de su novia—. Y los chicos también, digo ¡Vamos jefe!

Tres horas pasaron sin ninguna actividad. Los ánimos seguían tensos y aunque el clan charlaba, todos permanecían atentos ante cualquier movimiento.

—¿Esto es una batalla? —masculla Oded en voz baja ignorando que todos podemos oírla—. Esperaba algo más de acción a lo Crepúsculo.

—¿De dónde sacaron a estas niñas? —Agniet no se preocupa en modular su voz u ocultar su enfado.

—Supongo que de un sitio parecido a dónde te encontraron a ti.

La rubia mira a Elya con odio por su comentario, la otra chica no sabe quedarse callada, de nuevo estoy entre ambas y me decanto por alejar al vampiro inestable del vampiro novato y así evitar una desgracia.

—Vaya con la nueva, no deja de hacerte ojitos e intentar impresionarte.

Dick y Val se sorprenden al escuchar esto, son los únicos cerca y disimulan sonrisas. Siempre me siento el payaso de esos dos.

—No sé de qué hablas.

—Espera a que conozca a la competencia —dice con amargura.

Chasqueo la lengua ignorándola, Elya no tiene esas intenciones; y de tenerlas Anabelle no sería una competencia, no puede llamarse competencia a alguien que ni es parte de la carrera.

¿De qué hablo? Toda esta tensión me hace divagar en asuntos estúpidos.

Corto el rumbo de mis pensamientos cuando el grupo de reconocimiento encabezado por Arion regresa.

Oigo a Oded suspirar.

—Ni siquiera el cegado que huyó esta cerca ¿Estás segura de que esos eran los planes? —se dirige a Agniet.

—Ashton lo adelantó porque sospechaba de un infiltrado. Al amanecer fue su orden. Deben estar cerca, ya no falta mucho.

En efecto una media hora después comenzó a aparecer al horizonte una fina línea roja que daría paso a los primeros rayos solares.

No había movimiento, estábamos en posición y nada. La tensión podía cortarse.

Todos conteníamos la respiración y al darnos la luz en la cara, los ojos de todos comenzaron a cambiar de forma involuntaria para soportar el baño de claridad. Nuestra visión sobrenatural distaba demasiado de la humana, los colores se esfumaban dejando solo grises siluetas; de los árboles, rocas y todo lo que nos rodeaba. Se supone que si había más de nuestra especie, en esta forma veríamos sus colores, sus fuentes de auras. Pero no había nada.

Una idea apareció.

—¡Están canalizando! No quieren ser detectados.

Con eso cobró todo mucho sentido, pues después de mi declaración, el primer grupo de enemigos apareció.

Y por supuesto, su líder iba a la cabeza.

No pensé que llegaría este momento, al menos no tan pronto, miro con cautela a la chica frente a mí decidiendo qué hacer.

—Supongo que no tienes idea de dónde ir —mi voz parece sobresaltarla.

Luce una culpable expresión, no quiero entrar en pánico. Ni siquiera sé quien es pero algo que tengo muy claro es que debemos salir pronto de aquí.

—No hay tiempo, será mejor que nos pongamos en movimiento.

La veo dudar y luego decidirse por seguirme a la estructura que da a la escalera de incendios. Con miradas en todas las direcciones y pasos apresurados descendemos toda la altura del edificio.

—El lugar más cercano que conozco esta a millas de aquí —suspira frustrada.

La imagen llega a mí con dolorosa fuerza y aparto los recuerdos que me llenan de ira.

—Sé dónde ir, al menos por esta noche —me retiro el pelo del rostro.

Ella me envía varias miradas extrañas y no pierdo el tiempo en evaluarla, luce confundida, cansada y hay un brillo extraño en sus ojos que me provoca desconfianza. Sin embargo, no hago preguntas, ni ella tampoco. Ya habrá tiempo para eso.

Me duele el cuerpo, me encuentro figurando mentalmente cada cuna de las heridas que puedo tener. El estomago me arde de hambre, me cuesta caminar porque mis piernas parecen no querer ceder. En contra de todo eso, me armo de coraje, estar lejos de este lugar es lo que más deseo.

Ondeo por las oscuras calles que conozco tan bien, maldigo las mañanas de ejercicio donde él me obligaba a aprender las calles mientras trotaba a mi lado sin esfuerzo alguno y con gafas de Armani. Quiero gritarle y llorar, quiero volver en el tiempo, quiero olvidar todo lo que este mundo me ha traido.

La chica y yo nos cuidamos de andar por donde nadie nos pueda reconocer agachando la cabeza y buscando rostros familiares de los cuales huir.

Miro una vez a la desconocida que me sigue sin mediar palabra, alguien así de confiado no debe tener ningún plan. Tiene el rostro comprimido, como si soportara un gran dolor.

Soy consciente de varias cosas al mismo tiempo, la adrenalina de huir y estar libre me había hecho olvidarme de mis propias dolencias, y mi memoria no ha sido afectada.

Doy gracias a los dioses cuando veo el número correcto de apartamento, dos sencillos pisos, necesarios más por lo estrecho que por aparentar ser lujoso. Voy directo a las barandas de la escalinata donde reposan unas plantas ya muertas. Ella me mira como si tuviera dos cabezas cuando con mis dedos rebusco entre la tierra. Una cadena de nailon con una llave va a parar a mi mano en la segunda maceta.

—Maldito sea profesor y sus malditas y acertadas previsiones —mascullo eso al ingresar la llave y abrir paso al lugar. Me golpea el olor de su familiar fragancia—. Ha estado aquí recientemente —emito un susurro tembloroso.

—Disculpa, no sé de quién hablas.

Por supuesto.

Enciendo las luces iluminando la estrecha sala, una cocina moderadamente hogareña y unas escaleras que dan al piso de arriba igual de pequeño que este.

Recuerdos me risas me nublan la vista. Este había sido mi hogar en lo que parece toda una vida atrás.

—Probablemente no tenga idea de que estoy libre —hablo mas para mí que para mi acompañante—, no es como si le importe de todos modos, no le importó cuándo me entregó a ellos —mi voz está ahogada por las lágrimas que no puede ver al estar de espaldas a ella—. No confío en ti, me dejaste libre y te creo cuando dices que no eres como ellos. Pero veo tus ojos, son diferentes y definitivamente no son humanos.

Se sorprende cuando la enfrento, pero no se amaina y me agrada que esté tan a la defensiva como yo. Debería, solía tener un novio que me enseñó cómo taclear.

—Deberías mirar los tuyos, me parece que tenemos una larga conversación por delante.

💙

—Supongo que no sirve de nada hacernos desentendidas —le tiendo una manta.

Ha preparado café instantáneo y se lo agradezco al primer sorbo. Sigo sin poder relajarme a pesar de haber tomado un baño rápido.

Cuando mucho me sirvió para llorar en silencio y lamentarme de mis antiguas decisiones.

—No, ambas estamos demasiado metidas en este mundo ahora —su cabello rojo distrae mi atención.

Recuerdo al chico del tejado, él siempre hablaba de una chica pelirroja y todo lo que traería consigo, lo que ella representaba. Nunca entendí mucho de aquella cháchara, también dudo que ella tenga conocimiento de ello.

—Supongo que sí.

—¿Cuanto... —piensa su pregunta— ¿Cuánto tiempo llevabas ahí?

De verdad quiero no confiar en ella, contengo las ganas de echárselo en cara. Luego me doy cuenta de que al igual que yo, es una víctima más de este remolino que no deja de atraer inocentes.

—Perdí la cuenta del tiempo, salir me hizo ver que pasó un mes; fue en Halloween. Habíamos estado investigando a este chico pero nunca imaginamos que él vendría por nosotros —guardo varios detalles para mí—. Fui entregada, cómo una garantía —dejo escapar una risa que es mitad sollozo—. Un mes donde cada noche lloré por una maldita ayuda que nunca llegó. Sufrí cosas horribles...Al principio no me prestaban la mayor atención, estaba encerrada y punto. Cualquier persona dejaba la comida a una hora y volvía después sin importar si la tocaba o no.

>> No volví a ver al chico que me llevó ahí; hasta un día donde él y el otro, al que llamaste Elliot me llevaron a ese cuarto. Desde entonces solo mantenía la conciencia a medias.

Cierro los ojos recordando como Elliot usaba sus poderes en mí, como se alimentaba de mi sangre hasta dejarme desmayada. Nunca me tocó de forma sexual, sus motivos eran mucho más oscuros.

—Yo ehm... Lo siento —parecía sincera—. ¿Llegaste a beber su sangre?

Su pregunta se me hizo rara, lo correcto es que fuera al revés, sin embargo, mordía sus uñas totalmente preocupada por mi respuesta.

Busco en los profundos rincones de mi mente y tengo un par de lagunas mentales. Pero logro dar con la respuesta.

—Un par de veces —debo beber de mi café para olvidar el amargo sabor—, era parte de sus torturas.

Ella mira al frente y comienza a murmurar cosas sin sentido. Se toma la cabeza y comprime el rostro, me hago para atrás. Parece repetir entre dientes las palabras de Elliot, lo que él dijo antes de saltar.

<<Para, para, para>>

Se me cae la taza al escuchar su voz retumbar en mi cabeza tal como él lo hacía. Pero esto era diferente, era una súplica, intento tomarla de los hombros, la manta se ha caído y siento la calentura de su piel.

—Es...como yo —dice entre quejidos.

Parece como si no pudiera verme.

Comienzaa convulsionar y consigo levantar mis pies cuando un espeso humo se cuela en lacasa. Este no se disuelve hasta que ella cierra los ojos cayendo hacía atrás enel sillón.

¡Maldita sea!

Golpeo la puerta haciendo que termine de caer de su agarre, cometí un error subestimando a Anabelle. La chica era de armas tomar, apenas tuvo la fuerza suficiente se había marchado.

Mi móvil repiquetea cuando entro en el apartamento vecino buscando el control de las cámaras.

—¿Aló?

—Cambio de planes, estoy de cacería. Harás el traslado y te reunirás conmigo cuando partamos hacía Atenas antes del amanecer. ¿Entendido?

Pongo los ojos en blanco frotando mi rostro.

—Entendido, voy rumbo al edificio. Te informaré cuando esté en el punto B.

Cuelga ya llamada y me abstengo de lanzar el móvil contra la pared.

En las grabaciones la veo hacer acopio de sus nuevos y limitados poderes para abrir la puerta y luego correr por el apartamento. Pierdo contacto con ella cuando entra en el ascensor pues el resto de las cámaras del edificio no están conectadas al panel. Había perdido la única oportunidad de recuperar a Eris.

Pensar en ella renueva mi enojo, su nombre siempre causando caos en mi fuero interno.

Sacudo mis rizos revisando las grabaciones una y otra vez, me detengo al ver como en el pequeño indicador del ascensor marca el último piso y no el vestíbulo.

¿Qué buscaría Ana arriba? ¿Huir por la escalera de incendios? Una idea aparece pero la descarto, sin embargo, no puedo evitar revisar las grabaciones de su habitación.

Busco en tiempo real y...nada. La habitación está vacía, la puerta partida en dos.

Maldigo y retrocedo, veo a la pelirroja y a ella, mi morena. Elliot se deja caer dramáticamente después de intercambiar palabras con ellas y luego se marchan, el resto es una habitación y un espacio de azotea abandonadas.

Borro las pruebas y subo al lugar por la estructura lateral, el ascensor no me daba acceso. Tal como en la pantalla esta todo y hago puños mis manos al ver de cerca las deplorables condiciones en que ella estaba cautiva. Siempre estuvo aquí, a unos cuantos metros de mí y nunca vi el maldito cuartucho.

Me tiro del pelo para luego sonreír con tristeza, ella está libre y seguro debería estar yendo a cualquier parte lejos de esta ciudad y lejos de mí. Pero yo la conozco mejor que nadie, no se ha ido, no aún.

¡Eithan basta! voz acariciando mi nombre era melodioso hablara el idioma que hablara.

La dejo debajo de mí robándole un jadeo. Acaricio la curva de su cuello con la nariz inhalando su olor y notando su pulso latir. Viva, viva por mí y viva para mí.

¿Quieres que pare?

Niega soltando un suspiro entrecortado que me hace sonreír.

Quién diría que aquella mañana que tan bien comenzó terminaría convirtiéndose en una pesadilla. La que la arrebató de mi lado.

La cara de imbécil de Ashton llega a mí, con el libro de la vida en sus manos y sus aires de grandeza. Yo era el guardián y me había robado en mis narices. Fui perdonado una vez por el trono inmortal, no correría dos veces con la misma suerte.

Sonrío con amargura. Sé donde están y deben quedarse a salvo por lo menos esta noche.

Viajaría a Atenas y volvería para sacarlas del radar.

Eso si las cosas no se complicaban en el campo de batalla.

Después de hablar con Ashton, haciendo una ridícula parodia de viaje al sitio donde me indicó, quedo en reunirme con él y emprendo el viaje al pueblo.

Viajo rápido, después de todo mi motivación esta más allá de las nubes.

Cuando me asiento en los bosques me mantengo en el punto de encuentro percibiendo cerca los aires de batalla del clan Vriklas, están canalizando todos menos su arrogante líder. Quién destila cantidades exorbitantes de poder.

Ha habido muertes, lo percibo.

Aún oculto percibo murmullos y me tiento a acercarme pero eso desataría sospechas, Ashton y su ejército no tardan en llegar; faltando poco para el amanecer ocultan su poder de una forma practicada. Podré ser cualquier cosa pero no un mal profesor.

Las filas esperan y le informan a Ashton de la desaparición del grupo de cegados.

—Es tiempo de acercarnos —dice.

Aun esta oscuro, en sol apenas muestra un par de destellos y al avanzar escuchamos un grito que pone en evidencia nuestras intenciones.

—¡¿Como carajos están al tanto?! —grita nuestro líder furioso.

Dispara dardos a todo mundo con sus ojos ardiendo, lo que me lleva a cruzar miradas con los grupos infiltrados, mi familia y los supuestos traidores al trono que se habían unido. Asienten una vez con cautela.

—Iremos como advertencia —señala Ashton—. quiero a los Fischer, a Filiphe —el nómada—, e Hitach. El resto manténganse ocultos. Rosa, tus hijos serán los primeros cuando de la orden.

—Deseo ir adelante señor —murmura uno de mis aliados a duras penas, su inglés no es el mejor.

—Dejaremos el poder para el final. Prepárense —mis griegos amigos asienten.

Son tal vez los más poderosos, el trono pudo tenerlos de aliados pero decidieron por su cuenta. Y aunque estén dentro de mi plan, su desprecio hacía mis superiores no es pasado por alto.

Ignoro el dramatismo de la situación avanzando junto a mis padres y Filiphe, no confío en el nómada, ni en el par de chicos que sumó, por tanto, no sabe de mis planes. Para él será una sorpresa toparse con Elya y Oded, no sabrá explicarse como dos de sus víctimas fueron a parar acá.

Presenciamos en el claro el gran grupo de los Vriklas, todos preparados y dispuestos y...

Enviados del trono.

Mi padre y yo compartimos otra mirada al ver a los hombres de confianza de la reina...bueno, su hombre y mujer de confianza.

Ashton los mira con suspicacia y hace una reverencia sarcástica.

—Nunca había tenido el honor de matar miembros de la realeza, será una gran práctica para cuando reclame la cabeza de tu reina.

Su arrogancia no causa el efecto deseado, sino más bien el contrario. Athea reposa sus ojos en mi padre y luego reparan en mí.

—El antiguo y el actual guardián ¡Pero qué hermosa sorpresa! —su alegría no alcanza sus atemporales ojos—. Basta de formalidades, ya he dicho que las odio. Víctor, querido, al niño lo quiero con vida.

Ordena con elegancia y el mastodonte a su derecha da unos cuantos pasos.

—Filiphe, Hitach, háganse cargo.

Nuestro viajero, que no había apartado la mirada de las chicas del fondo, avanzó sonriendo.

—No es buena idea —hablo.

—Las órdenes las doy yo. ¡Rosa!

Que te den.

Dejo de canalizar y esto es la señal para el resto. Me pongo en ofensiva y pronto mi padre y madre me siguen.

Los cuatro chicos Cristian, Sebastián, Carlos y Emilio aparecen.

Todos sonrientes, fuertes como tanques. Ashton ilumina sus ojos para dar su siguiente orden oficial, esboza una sonrisa.

—Acaben con ellos.

Okay, sabemos que Eithan trabaja para el trono, por eso sabe tanto. Sin embargo hay una razón para que oculte tantas cosas ¿Recuerdan cuándo les dije que Evan ocultaba cosas? Pues acá pasa lo mismo y hago esto porque...Jeje no les voy a decir hasta dentro de unos capítulos.

Estoy emocionada y agradecida con Mari Fer  (Mi hermosa Kate de la real life, siempre ahí 😻). Ella es la responsable de que ahora nuestro Arion bebé cuente con una cuenta de Instagram, esta publicando imágenes muy apetitosas 7u7 contribuyan con su follow y su corazoncito.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro