Te ves tan feliz ahora que ya no hábito en tus recuerdos.

Ahora que mis visitas a tu mente ya no son tan constantes; e incluso en la realidad, mis pasos ya no reconocen tu calle; tus ojos ya no voltean para verme pasar.

Ya no miras hacia atrás.

Ahora tu mirada está más allá, más allá de mi.

Te ves tan feliz ahora que ya no soy aquel que cruza tu puerta, ni siquiera aquel que corre a abrazarte.

Ahora mis brazos vuelven arrastrándose por un sendero repleto de grillos que me atormentan noche tras noche, y que no lograrás escuchar, pues aquellos susurran tu nombre entre sus chirridos metálicos, como aquella canción subliminal que, en lugar de hacerme olvidarte, tan solo me hace más vulnerable a ti.

¡Y caigo en la locura, caigo en la tristeza!

Mientras te encuentras más allá, más allá de mi.