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Hyunjin se encargaba de analizar al contrario a detalle, creyendo que la mejor faceta de sí era cuando no tenía ni una sola gota de maquillaje en su rostro. Le parecía adorable verlo tan tímido, apretando con sus manos la tela de la bata que lo cubría para tratar de apaciguar sus nervios.

— ¿Estás listo? —preguntó Hyunjin al estar frente a frente con el pelirrojo.

— No —rió, quitándole a Hyunjin la copa de vino de las manos y bebiendo un sorbo.

— Todavía sigue en pie lo de echarte para atrás, pero honestamente sería una lástima que lo hicieras. Me gustaría que fueras la obra principal de mi exposición.

— Deja de decirme esas cosas porque estoy tan avergonzado ahora mismo que no soy capaz de quitarme la bata —murmuró Minho desviando la mirada.

Hyunjin bebía el último sorbo de vino y dejaba la copa sobre la mesa.

— De acuerdo, empecemos antes de que salgas huyendo de aquí —dijo relamiendo sus labios y buscando entre sus materiales lo que necesitaría para comenzar.

— ¿Cómo quieres que me ponga? —preguntó Minho luego de bajarse un poco la bata, descubriendo la parte superior de su cuerpo, el pelinegro señalaba con su mentón el sillón frente al lienzo en blanco.

— Recuéstate boca arriba en el sillón, coloca tus brazos debajo de tu cabeza y flexiona las piernas. Asegúrate de que tus pies estén juntos y que las piernas permanezcan abiertas —veía a Minho asentir en respuesta acatando la orden y le daba la espalda otra vez.

Cuando lo miraba de nuevo, Minho se encontraba completamente desnudo sobre el sillón en la posición que le había dicho momentos atrás, esperando por él. Su rostro aún reflejaba timidez, pero su cuerpo no decía lo mismo porque parecía tener la confianza suficiente como para ignorar la vergüenza y dejarse ser inmortalizado en una pintura para siempre.

— ¿Por qué conmigo te muestras avergonzado pero en las sesiones de fotos tienes bastante confianza en ti mismo? —preguntó Hyunjin luego de sentarse en el taburete de madera, tomando su lápiz negro favorito para comenzar.

— ¿Tengo que responder algo tan obvio? —preguntó Minho en respuesta, haciendo reír al pelinegro.

— Bueno, estoy seguro que a los fotógrafos les encantaría verte en todo tu esplendor como te tengo yo ahora mismo —sonreía coqueto, la tenue luz naranja que salía por la lámpara lograba un precioso matiz y contraste en la piel suave y acaramelada del mayor.

Le gustaba como se marcaban sus curvas en la posición en la que estaba, el sombreado en diferentes zonas donde la luz de la lámpara no alcanzaba a iluminar. El brillo en su piel y luego su rostro, Minho reposaba su cabeza en ambas manos y sus ojos estaban cerrados, se veía perfecto.

Era la única palabra con la que podría describir al mayor en ese momento, sus muslos se llevaban el protagonismo, sus labios carnosos lograban hipnotizarlo por momentos y su cabello rojizo algo alborotado le daban ese toque de sensualidad que Hyunjin buscaba retratar perfectamente, sin omitir detalle alguno.

Los minutos pasaban y Minho trataba de aguantar lo más que podía, sentía sus párpados pesados y los brazos un poco entumecidos pero no se quejaba, y Hyunjin agradecía eso, porque cuando se daba cuenta del tiempo que le había llevado hacer solamente el boceto, caía en cuenta lo mucho que había repasado sus labios, la curva perfecta de su cadera hasta sus glúteos y sus muslos.

— Luces bastante lindo cuando estás concentrado —la voz grave de Minho rompía el silencio que se había instalado en la habitación, Hyunjin alzaba la mirada y la sostenía con la suya por unos segundos.

— Es uno de los trabajos más difíciles que he hecho, quiero hacerlo perfecto. Aunque es una verdadera lástima no poder presumirlo como me gustaría.

— ¿Puedo preguntarte algo? —preguntó, Hyunjin tronaba su cuello y asentía— ¿Pensaste únicamente en mí para hacer esto o planeabas hacerlo con alguien más?

El pelinegro suspiró dejando su lápiz a un lado, se paraba de su asiento y caminaba un par de pasos hasta el sillón, agachándose para estar a la altura de Minho.

— No me imagino pintando a alguien más en este momento que no seas tú —sin ser capaz de poder contenerse, Hyunjin acerca su rostro al del mayor y une sus labios en un tierno beso que en cuestión de segundos Minho se encargó de profundizar luego de sentir la mano del pelinegro en su cuello, acercándose más a él y procurando no afectar la posición para poder continuar.

— Deberías terminar rápido para que podamos ir a dormir —dijo Minho luego de cortar el beso, evitando la mirada de Hyunjin, este asiente relamiendo sus labios y camina de vuelta al taburete.

Minutos más tarde, el boceto estaba terminado y Hyunjin le daba pase libre a Minho de poder moverse.

— ¿Puedo ver? —preguntó soltando un quejido, poniéndose de pie y tronando los huesos de su cuello, espalda y brazos.

Hyunjin tomaba la copa de vino de la cual anteriormente había bebido y asentía llenándola de nuevo—. Adelante, aunque solo es el boceto —formó un puchero con sus labios y Minho caminaba hacia él en toda su gloria, dejando finalmente la vergüenza de lado.

Se paraba al lado del pelinegro, viendo asombrado el boceto de él, formando una pequeña "o" con sus labios.

— Es... —Minho se quedaba sin palabras y Hyunjin nunca se había sentido tan orgulloso de un simple boceto, porque era solamente eso—. Soy yo, de verdad soy yo —dijo, trazando con sus dedos las líneas negras del lienzo.

Hyunjin sentía esa calidez inexplicable en su pecho cuando Minho elogió su trabajo, a pesar de que esto era algo completamente nuevo para ambos, lo estaban disfrutando. Si al pelirrojo le había encantado, significaba que había hecho un excelente trabajo y se permitía a sí mismo enaltecerlo entre sus demás obras.

— Puedes irte a dormir si quieres, lo terminaremos mañana —dijo Hyunjin en medio de un bostezo, haciendo que el mayor desviará su atención del lienzo hacia él.

— ¿No necesitas tenerme en vivo para saber qué colores utilizar para pintar todo el retrato? —preguntó.

— Tengo buena memoria fotográfica —respondió con una media sonrisa.

— No tengo problema en quedarme toda la noche contigo hasta que logres terminar —tomó la mano del pelinegro entre las suyas, dando suaves caricias con su pulgar.

— ¿Estás seguro?

— Sí.

— Bien, tomemos un descanso y continuemos.

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