23 de agosto de 2016

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Marcus miraba el salón de ceremonias con media sonrisa, no podía creerse eso de estar asistiendo a una boda, y menos aún siendo su propia boda.

Analizó lentamente a los invitados: había poca gente por su lado, nada de familia, todo amigos, algunos legales que había conocido por el negocio de la magia, otros no tanto que había conocido en alguno de sus tantos delitos. Por el lado de Eva, casi todo era familia muy cercana, sus padres, un par de tíos... era una ceremonia pequeña con pocos invitados, los pocos que habían accedido a ir después de que la novia rompiese lazos de relación con todos.

Bajó la mirada hasta Seth, que estaba a su lado, bien vestido para la ocasión, tenía que llevar los anillos, y Marcus le había dejado bien claro que si lo hacía mal tendría un castigo ejemplar. Desde que Eva salía con Marcus los castigos hacia Seth se habían visto reducidos considerablemente, ya que ella se solía interponer, pensando que los castigos físicos no eran la opción ideal para la crianza de un niño, y menos si no había hecho nada que lo mereciese.

Dio una palmada en el hombro del pequeño, que se sobresaltó asustado, y se giró para ir en dirección al lugar donde Eva se estaba dando los últimos retoques. Ya estaría sola, sin sus damas de honor, sin la maquilladora, sin el peluquero, sin su padre molestando... la tendría para él.

—Papá, la mamá de mamá Eva ha dicho que da mala suerte que la veas con el vestido antes de tiempo. —La voz de Seth sacó a Marcus una sonrisa, este se giró a mirar a su hijo.

—Tranquilo, no habrá mala suerte si voy a verla, no es un gato negro, solo voy a asegurarme de que dice que sí cuando le pregunten si quiere casarse conmigo. —Dejando a su hijo más confuso que antes de decir nada, Marcus retomó su camino.

La puerta de madera cobriza era lo único que lo separaba ya de su futura mujer, no había necesitado nada así con Irene, ya que ella lo amaba de verdad y él la amaba de verdad a ella, pero a Eva no la amaba, solo la necesitaba, y ella no lo amaba a él, solo creía hacerlo.

Golpeó la puerta con los nudillos y entró sin esperar respuesta, encontrándose a su prometida frente a un espejo, aguantando las lágrimas para no estropear su maquillaje. Marcus se acercó a ella y la agarró por los hombros, recalcando su autoridad sobre ella.

—Estás preciosa de blanco. Dime, ¿Lo de debajo también lo es? —Depositó un beso en su cuello con una sonrisa socarrona, Eva intentó apartarse porque sabía lo que Marcus buscaba, pero este no le dejó irse.

—Estamos a punto de casarnos, ¿No puedes esperar un poco y esta noche...? —Marcus no le dejó terminar la frase, recuperando el control de la conversación, que por unos instantes había peligrado.

—También puedo decir que no quiero casarme contigo —Marcus empezó a apretar los hombros de su prometida mientras esta ponía una mueca por el dolor, pero no se quejaba —, hacer que vuelvas con tus padres, esperar dos noches en las que estaré maltratando a Seth día y noche porque seguro que llora llamando a su "mamá Eva" —Según seguía hablando Eva se rompía, Marcus conocía sus puntos débiles y los aprovechaba siempre que quería —, y cuando creas que te has librado de mí, apareceré en tu habitación, te destrozaré una vez más de todas las maneras que se me ocurran, y te colgaré como si te hubieras suicidado para que tus padres se piensen que te has suicidado por su culpa.

Eva rompió a llorar. No le asustaba la muerte después del tormento que pasaba junto a Marcus, pero si le asustaba ver a Seth maltratado, le aterrorizaba que sus padres pensasen que ellos tenían la culpa de su muerte, le hacía temblar el pensar que antes de dejar de respirar sufriría otra vez las torturas que Marcus pensase para ella.

Echó el cuello hacia un lado, dejando ver en el reflejo del espejo la sonrisa de Marcus, que se lanzó a besar y morder el cuello de la joven, como un vampiro sediento, maltratando aquella piel blanquecina. Eva mordió su labio inferior para reprimir los quejidos, le dolía, nunca había hecho el amor con ese hombre, siempre se había dejado hacer, la única vez que intentó resistirse lo pasó mil veces peor, recibió puñetazos, arañazos e incluso un corte tan profundo que le había dejado una fea cicatriz.

Sintió las manos de Marcus levantarle el vestido mientras la apartaba de la silla y la ponía contra el tocador que tenía delante.

—Irene... —Eva se encogió al oír el nombre de una muerta.

Marcus imaginaba a la Irene de la que se había enamorado y, en su imaginación, absolutamente todo era perfecto, maravilloso y romántico. La realidad era muy diferente. Lo que en la imaginación de Marcus era una suave caricia, en la realidad era un fuerte arañazo. Un suave beso en el cuello era en realidad un mordisco doloroso. Eva gritaba de dolor, mientras que Marcus escuchaba suaves gemidos de placer provenientes de Irene.

Fue apenas un cuarto de hora, pero a Eva se le hizo eterno, no podían alargarse más en el tema porque la ceremonia estaba a punto de empezar.

—Recuerda, Eva, me caso contigo, pero no creas que eso hará que seas Irene.

Marcus desapareció tras la puerta y fue a su lugar, la ceremonia tenía que ser perfecta, y el banquete también.

Música. Marcus esperando en el altar. Eva entrando del brazo de su padre. El sacerdote hablando. Seth llevando los anillos. Una prima de Eva llevando las arras. Y por último el "sí, quiero" de Eva.

—Sí, quiero. —"Irene", autocompletó en su mente. Aunque realmente acababa de casarse con Eva, en su mente acababa de casarse con Irene, y eso lo hacía totalmente feliz.

Mientras salían de la estancia y les echaban el arroz, Marcus miraba sin disimulo la alianza de Eva, una alianza especial creada únicamente para él, una alianza localizadora. En las fotos de la boda se vio reflejado el vacío de los ojos de Eva, el miedo en el cuerpo de Seth y la superioridad en el aura de Marcus.

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