Capítulo #18

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Pdt: Amo este capítulo, espero lo disfruten tanto como yo disfruté escribirlo.

Alexa:

Desciendo, desciendo y en milésimas de segundo paso de estar a metros sobre el cielo a encontrarme hundiéndome en un pozo del cual por más que sigo descendiendo no toco su fondo, kilómetros bajo tierra siento quedar sepultada.

Las lágrimas corren por mis mejillas, empapándolas, no me he movido ni un milímetro, en el mismo sitio me encuentro mirando la puerta por la que salió con la estúpida esperanza de que regrese.

La sensación de asfixia me avasalla el pecho, dificultándome la respiración, siento haber caído en un abismo, un precipicio pero uno infinito. Me sigo ahogando en mis lágrimas y en el dolor infernal que me atormenta.

Camino hacia atrás, primeros pasos que doy, a pesar de que ya hace minutos se fue, no había sido capaz de moverme, quería pero mi cuerpo no me obedecía; camino lentamente de espaldas hasta sentir la frialdad de la pared en mi piel desnuda.

Me deslizo por ella hasta que toco el piso, envuelvo mis piernas con mis brazos y lloro más fuerte aún, la presión que ejerzo sobre mis pies es tanta, supongo que busco armar mis trozos.

Tiemblo de tanto llorar, pero es que ella era esa cura, esa venda que tapaba mis heridas, que me hacía olvidar el dolor, que me ayudaba a sanar; y ahora sin más ya no está; ahora es la herida que más sangra; quisiera poder apagarlo.

Pasan varios minutos más y mi llanto cesa, siento que las reservas de agua de mi cuerpo se agotaron y una extraña sequedad en mi boca por lo cual mojo mis labios; no quiero estar más en este lugar, de ser posible jamás entrar aquí.

¿Por qué me pasan estas cosas a mí? ¿Qué hice para merecerlo? Ahora ¿Por quién me levanto cada día? ¿Por quién sigo a pesar de tener tanta mierda encima? ¿Cómo diablos hago para seguir?

Mi mente me atormenta y yo sólo quiero que se calle, que deje de torturarme con preguntas a las cuales yo no tengo ni encuentro una respuesta.

No sé en que momento pero una vez más mis mejillas están empapadas, mis ojos arden y siento ganas de gritar, de golpear, de soltar todo lo que me queda dentro; de paso también los estúpidos sentimientos que me enloquecen, de todas formas ¿para qué me sirven?¿de que sirve un corazón enamorado sino es correspondido?

Reúno las fuerzas que requiero para levantarme del lugar que maldigo aún sin tener culpas, porque fui yo la que jamás debió sentir, la que debió alejarse cuando el deseo se convirtió en amor... pero ¿cómo te alejas cuando amas más a una persona que a tu vida , cuando tu vida depende de ella, cuando tu corazón grita su nombre en cada latido? ¿cómo rayos se hace eso?

Seco las lágrimas de mi rostro y sorbo por la nariz, es imposible seguir en la Uni, tampoco quiero toparme con Ellie porque se que me dirá "te lo dije" y eso es lo último que necesito escuchar ahora.

Me la jugué y perdí, dejé que una persona fuera mi todo y se fue, dejándome en la nada, me enamoré perdidamente de alguien que pidió que no lo hiciera y aquí tengo mis consecuencias y ahora toca hacerles frente.

  <<Cúbreme, necesito saltarme las clases, luego te cuento>>

Le aviso a Ellie, no quiero que me colapse el celular con mensajes ni llamadas por lo que le dejo un mensaje, así estará tranquila y además seguro pensará que me escapé con Parsley.

Apago mi celular ya que necesito estar sola, además no quiero hablar con nadie y la única persona a la que deseo escuchar, no me llamará, probablemente no vuelva a escuchar la voz que me cautivó desde el primer momento.

Mi alma se desgarra al pensar que no la volveré a escuchar, que su voz no volverá a erizar mi piel, que sus manos no volverán a incendiar mi cuerpo, que no podré admirarla jamás, que sus labios ya no volverán a estar con los míos, ni su respiración cerca de mi boca o mi cuello.

Me jode pensar que un día no muy lejano nos encontraremos en una discoteca o una tienda y mientras ella hará como que jamás me conoció, yo lucharé con las ganas de correr a sus brazos. Mientras ella probablemente ni se percate de mi presencia, la de ella la notaré a kilómetros porque es de este tipo de personas que no importa el corto tiempo que esté en nuestras vidas, así sean segundos, la marca para siempre.

Abandono la escuela, percatándome de no ser pillada, salgo a paso veloz y constante. Cuando me encuentro lo suficientemente lejos, me detengo e inhalo el aire que reclaman mis pulmones. Continúo calle abajo a paso lento y despreocupado, camino sin rumbo, no sé a donde iré pero dejo que mis pies tomen vida; que sean ellos quienes me guíen.

Una fina llovizna comienza a mojar mis hombros, la cual van en intensidad y en cuestiones de algunos minutos los fuertes goterones maltratan mi cuerpo. La lluvia está helada pero no me molesta en lo absoluto, las personas a mi lado corren deprisa, se resguardan en los locales abiertos y evitan la fuerte lluvia. Por el contrario yo sigo caminando lento por las calles como si de un baño de sol se tratase.

Fragmentos de todos nuestros recuerdos juntas se van agolpando en mi mente, haciendo que la herida sangre aún más

La primera vez que probé sus labios, los besos que perpetuaron la condena que ahora estoy pagando porque con sólo uno, me volvió adicta a ella; recuerdo que son besos que no volverán y mi genio aflora.

Pateo una lata que se encuentra en la calle y sigo mi caminata bajo la incesante lluvia que no parece terminar. Mis lágrimas se camuflajean con las lágrimas de las nubes, impidiendo que los que miran como una chica va caminando bajo semejante aguacero con tanta calma sepan que está llorando, que no son sólo las gotas de agua las que empapan su cara.

Me concentro en el ruido que produce el salpicar del agua en la carretera y como si ya no tuviera suficiente recuerdo como cuando de niña papá jugaba conmigo en los charcos que quedaban en el jardín, suspiro, el suspiro se vuelve largo e interminable y está cargado de tanta melancolía. Lo extraño pero no perdono lo que me hizo.

El viento sopla y el frío comienza a golpear mi cuerpo; cruzo mis brazos  y hago caso omiso al frío que siento. Llevo horas caminando, tanto que la oscuridad ya empieza a hacer acto de presencia.

La lluvia no ha cesado aún y la temperatura está cambiando, el clima se vuelve áspero y helado, pero sigo allí sin importarme las condiciones del clima a mi alrededor; más fría y rota se encuentra mi alma, más terror me causa la idea de una vida sin ella y más vacía me encuentro yo.

¿Qué es un poco de lluvia para alguien que lo perdió todo, sin tan siquiera haberlo tenido?

Nada.

Eso pensé, un poco de lluvia no es nada comparado con mi terrible existencia.

Involuntariamente llego hasta el mar, sí, exactamente donde he vivido de mis mejores momentos con ella. Me acerco hasta la orilla, el mar está enfurecido y salvaje, las olas chocan contra las piedras con movimientos bruscos y violentos; todo lo contrario a aquella noche donde se encontraba en completa calma, la noche en la que dijo las palabras que jamás podré olvidar: "Decidiste jugar en un infierno en el que sabías te terminarías quemando, te quemaste pequeña Alexa porque ya no hay escapatoria, no quiero más encuentros casuales, no quiero títulos, ni ninguna de esas cursilerías pero el mundo debe saber que eres el demonio que pertenece a mi infierno; de ahora en adelante sólo ardes para mí  porque a partir de ahora este infierno sólo pondrá a arder a un demonio".

Se repiten en mi cabeza tan exactas como si me las estuviera diciendo ahora, y se siente tan real que es difícil diferenciarlos del espejismo que he creado o tal vez son mis ganas de que sea real las que lo vuelven tan verdadero.

Me duele respirar, el frío cala hasta todas las partes de mi cuerpo, quien exige un descanso y no puedo evadirlo porque un fuerte mareo me lleva al piso, presiono mi cabeza con las manos intentando evadir todo y me pierdo.

Me pierdo tratando de encontrar una razón por la que seguir, una razón para que la vida vuelva a tomar colores, una razón por la que luchar, algo que me anime a seguir y entonces... la veo a ella; justo cuando buscaba algo por lo que continuar creo escuchar su voz y al girarme se asoma su mirada.

Alucinaciones de mi cabeza, tal vez, producto al deseo de que esté conmigo, producto a necesitar su presencia, producto a amarla.

Cierro mis ojos algunas veces con pesar porque en el fondo no quiero que desaparezca, pero sigue estando ahí, y cada vez se encuentra más cerca.

Hago un último intento por cerrar mis ojos e inhalo profundo, el mareo, el cansancio, el frío, la falta de alimentos, la fatiga; juegan con mi cabeza...

Pero entonces la siento, siento el toque eléctrico que solo sus manos producen en mi cuerpo.

...

Parsley:
7 horas antes

Aunque mi caminar no denote ni una pizca de inseguridad, en el interior me carcome la duda. Las ganas de volver, estamparla en la pared y comerle la boca se instalan en mi mente, pero no puedo, no puedo dejar que se siga instalando en mi vida así como no puedo dejar que ella me siga volviendo su mundo, que su amor crezca, cuando yo no voy a estar.

Una parte de mí me grita que vuelva, grita que cuente la otra parte de la historia, la que está tomando el mayor peso en estos momentos, la parte que impide que podamos estar juntas; esa que no debo decir.

Callo a esa parte irracional que lucha por salir a flote, me engaño diciendo que ella estará bien, que seré un amor corto y fugaz en su vida, uno del que aprendió y del que se olvidará fácilmente.

Ya sé, eso no es cierto, sé que no soy, ni seré un amor más en su vida; sé que las huellas dejadas en su alma no se borrarán con facilidad, tal vez ni siquiera puedan borrarse; pero es más fácil pensar que si lo hará.

Miro atrás antes de doblar el pasillo que parecía no tener fin, suspiro porque tampoco es sencillo para mí, y sigo de largo, con pasos más firmes esta vez, abandono el lugar.

No puedo definir el montón de sensaciones y sentimientos encontrados, tengo rabia. Rabia de que las cosas no puedan ser diferentes; miedo. Miedo a equivocarme, a arrepentirme, me quema el haberla dejado de esta manera sin una explicación, me destruye que sufra porque si hay algo que jamás busqué fue hacerla sufrir.

Se supone que yo la protegería de todos, que estaría ahí para ella y ¿de está forma la protejo? ¿es esta la manera de cuidar su alma? ¿era esto lo correcto? Y si era lo correcto ¿por qué se siente de esta manera?¿por qué se siente destructivo y atroz?¿ por qué tengo la fuerte convicción de que es un error?

Llego hasta la moto, golpeo par de veces el timón porque es que el genio me puede, la incertidumbre me castiga y la interrogante de si estuvo bien o mal terminará enloqueciéndome.

Me dirijo hacia el trabajo, al que de hecho voy tarde, espero no tener problemas por ello porque como J me toque las pelotas explotaré.

Sobre mi escritorio hay un montón de información que revisar, antes de comenzar mi labor me voy por un café, sorbo el vaso y está tan amargo, tan amargo como la decisión que tuve que tomar hoy.

Pasan algunos minutos que siento como horas, no es mucho lo que he avanzado, ya que me es imposible sacarla de mi cabeza  y el tiempo transcurre tortuosamente lento, quiero marcharme pero aún me restan algunas horas.

La cabeza me late y retumba, haciendo más difícil aún la búsqueda de información. Tiro los papeles al no encontrar nada, doy un golpe a la mesa y salgo hecha una furia de mi oficina.

Necesito despejar mi cabeza, necesito sacarla pero a pesar de todo se aferra con uñas y dientes de mis entrañas. Siento que me está desgarrando, el sentimiento me asfixia y un mal presentimiento sobrevuela mi mente.

Me dirijo hacia mi lugar seguro, la clínica. La mayoría de pacientes que hay aquí tienen sus días contados, solo un milagro podría salvarlos y entiendo demasiado bien su sentimiento porque de cierta manera yo también morí un poco aquí.

El olor a desinfectante y limpiadores penetra por mis fosas nasales, lo inspiro y poco a poco comienzo a calmarme.

La mayoría de caras me son conocidas, llevo años asistiendo con regularidad, trayendo donaciones, prestando mi servicio de diversas maneras. Solo algunos recientes se escapan de mi conocimiento, no obstante nunca me involucro demasiado con ellos, hasta ella; Alondra.

Es difícil de explicar lo que sentí cuando la vi por primera vez, pero lo que puedo decir con certeza es que tras todos los intentos por no dejarla entrar, ella se coló en mi corazón.

Esa pequeña es un sol que le da luz a mi vida, y aunque para todos soy su salvación, lo que no saben es que ella se convirtió en la mía.

Llegó al hospital tiempo después de que mamá muriera y me devolvió la vida. Fue un soplo demasiado fuerte de vitalidad como para ignorarlo. Me resigno a perderla como perdí a mi madre.

—Llevas tres horas observándome, ¿que te pasa? Últimamente estás de un raro —la voz de la pequeña me saca de mi ensoñación.

Apartó sus ojos del libro y ahora me mira con esos profundos ojos grises. Es increíble como el brillo de sus ojos se mantiene intacto y si ella no sea rendido, yo tampoco lo haré.

—Hola mi niña. ¿Qué tal va esa lectura? —pregunto sacándome del foco de su atención.

—Genial, el principito es un libro hermoso. Ahora, ¿me vas a contar que te sucede? —insiste.

—¿Recuerdas que te conté que había conocido una chica? Bueno, pues creo que la cagué —no sé por qué le cuento a ella, sale de forma natural, es cómodo hablar con ella.

—Lo único para lo que no hay solución en esta vida es la muerte e incluso eso es cuestionable. ¿Sabías que podíamos reencarnar en otras personas, animales u objetos? Yo espero hacerlo en una mariposa, te visitaré Pars, no te dejaré sola.

Ella sabe que se irá, pero no le teme a la muerte, lo ve como un renacer y aunque nunca se queja se que aveces pierde algunas batallas.

—Las mariposas tienen una muy corta vida, ¿por qué querrías ser una de ellas?.

—Son hermosas y libres. Vuelan libres y a todos los pone feliz ver una mariposa. Reencarnaré en muchas mariposas, de todos los colores y formas —sonríe y me hace sonreír—. Y sabes en algunas de esas vidas me encantaría verte feliz, viva y enamorada. Dicen que el amor mueve el mundo, ¿no? Pues yo deseo que te llegue un huracán que te sacuda y que te haga entender que no todos se van, que algunos están destinados a estar hasta el final y otros simplemente no tenemos la opción de quedarnos. Permítete amar, hazlo por mí que probablemente nunca me enamoraré.

¿Cuándo ha crecido tanto? El golpe ha sido increíble, nunca ha tenido pelos en la lengua y me encanta que no le ponga filtro a las cosas, quizás por esto quería contarle. Necesitaba escuchar de alguien que no estoy rota, que no es mi culpa que la gente se marche.

—Gracias renacuaja, eres de las mejores cosas que me ha sucedido en la vida —trago el nudo de mi garganta.

—Eso no es de Rockstar, ahora ve a hacerle frente a tus sentimientos.

Me despido de Alondra y me marcho con una incertidumbre en el pecho, pero también una convicción, quiero intentarlo.

Es cobarde decir que no me hizo sentir, es cobarde decir que no es importante para mí, es cobarde no luchar por algo que me hace bien, por alguien que solo intentó hacerme feliz, por alguien que me amó sin exigir nada a cambio; es cobarde marcharme sin ni siquiera intentarlo; y yo no soy ninguna cobarde.

El deseo de tenerla de vuelta toman la decisión por mí y me encuentro llamándola. Su móvil está apagado, salta directo al contestador.

Llueve a cántaros, tal vez sea mejor marcharme a casa y buscarla mañana en la mañana. Me empapo por el camino debido al aguacero, pero no me importa, es un aliciente más de que estoy viva, de que puedo sentir.

Hay momentos y sentimientos que simplemente no los puedes dejar pasar. Son ahora o nunca y este es uno de ellos.

Cuando llego hasta la casa de Ellie no queda en mí ni una sola parte seca, pero eso es lo de menos, necesito verla. Me hacen pasar y en pocos minutos me recibe una despeinada pelirroja.

—Em hola, ¿por qué Alexa no viene contigo? —pregunta la pelirroja.

Su pregunta me desconcierta, no sé por qué asume que ella está conmigo. Hay algo que desconozco y un pinchazo de terror sube por mi columna.

—¿Por qué asumes que está conmigo?

—Se fueron juntas en la hora de almuerzo y aproximadamente una hora después de eso me mandó un mensaje diciendo que la cubriera que necesitaba salir de la Uni, supuse que estarían haciendo sus cochinadas —dice mirando el esmalte de sus uñas recién pintadas

Me preocupa donde está así que prefiero ser sincera con ella, tal vez tenga una idea de donde puede haber ido.

—Peleamos... —me interrumpe sin dejar que termine.

—¿Qué mierdas le hiciste? Lo sabía, sabía que terminarías lastimándola.

Sus palabras me encienden pero no le respondo porque de cierto modo tiene razón, me queda claro que no sabe dónde puede estar y de saberlo tampoco me lo diría; así que decido marcharme y buscarla por mi cuenta.

¿Dónde estás Alexa?

Joder.

¿A dónde pudiste haber ido?

La lluvia está demasiado fuerte, el tiempo se ha vuelto frío y la oscuridad ya comienza a ser notoria. La culpa me atormenta porque Ellie tiene razón, esto es mi culpa.

Mis intentos desesperados por encontrarla no obtienen resultados, llevo como una hora buscando, preguntando en algunos sitios si alguien la vio. No tengo la menor idea de donde pudo haber ido, ya he recorrido media ciudad, los lugares a los que fuimos juntas; incluso llegué hasta su casa, se que no iría allí pero era una opción y no me importaba mentir para averiguar si se encontraba allí.

¿El mar?

Es el único sitio en el que hemos estado al que no he ido aún, pero con este clima me parece algo improbable, de igual forma es una opción así que cambió el rumbo hacia allí.

Diviso a lo lejos el feroz y embravecido mar y también un cuerpo cerca de la arena, es una silueta borrosa de una mujer, pero enseguida reconozco sus curvas, su altura, su pelo, su piel. Es ella, no tengo dudas, podría reconocerla entre cientos de mujeres.

Paro la moto y comienzo a correr lo más fuerte que puedo para alcanzarla. Poco antes de mi llegada veo como su cuerpo se desploma en la arena. El miedo me invade y suelto un grito que no sé si alcanza a escuchar debido al ruido provocado por la lluvia.

Mira en mi dirección, desconcertada y confusa pero yo sonrío sin dejar de correr hacia ella. Lleva sus manos a su cabeza y hace una mueca de dolor mientras cierra sus ojos y los vuelve a abrir varias veces, percatándose de que yo sea real.

Soy real cariño, estoy aquí.

Caigo de rodillas frente a ella y la atraigo hacia mí, tan fuerte como puedo. Su cuerpo está rígido e hirviendo, tiembla constantemente, seguramente tiene fiebre.

Tomo su cara entre mis manos y ella parece estar en shock, mueve su cabeza a un lado y al otro una y otra vez y repite la operación de cerrar y abrir sus ojos varias veces; no cree que sea real.

—Estoy aquí, soy real. Ya estoy aquí y no pienso marcharme, mírame —mantiene sus ojos cerrados y yo la acurruco contra mí.

—No, no, no eres real —sigue diciendo.

Lleva sus manos a la cara y niega varias veces, lucha consigo misma, no soporto verla sufrir de esta manera.

Junto nuestros labios y la beso, pero esta vez no solo beso sus labios, también beso su alma, beso las heridas y beso el dolor.

El miedo que experimenté hoy me confirman que ella también tiene un gran peso en mi alma, confirma que no solo la deseo y que incluso decir que la quiero se quedaría corto, pero son cosas que no estoy lista para aceptar aún.

—Vamos a casa —le digo en un susurro, temo que cualquier ruido brusco la altere.

—No , no me dejes —vuelve a tensarse.

—No te dejaré bebé; aquí estoy, pero ahora nos iremos a casa.

La lluvia se transformó en una fina llovizna, los nubarrones se fueron y ahora brillan en el cielo un millón de estrellas.

La cargo en mis brazos mientras la llevo a un sitio para refugiarla de la lluvia. Llega mi hermano y me cede su coche para el llevar mi moto hasta la casa, no dice nada solo asiente y yo me meto al auto con ella.

...


Su cabeza descansa sobre mi hombro, su respiración me indica que ya se durmió y mi mano casi sin tocarla acaricia su cuerpo, no dejo de observar a la mujer que descansa a mi lado y tal vez, sólo tal vez yo también la ame.

Las tormentas destruyen, arrasan y dejan estragos a su paso pero... cesan, y cuando cesan el sol sale nuevamente con mucha más intensidad.

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