Capítulo 44

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Capítulo dedicado a Haruki_Seizaki AMOOOOO tus comentarios, te juro que me alegran el día. 🤭

Mi mano envolvió la base de su falo y apretó con discreta fuerza. Mi lengua se movió en círculos alrededor de la cabeza y jugó dejando trazos longitudinales en el orificio de su uretra antes de succionar lascivamente.

—Mhmm… —gimió y extendió su cuello hacia atrás, dejando ver la hermosa curva delantera de este y su nuez de Adán tan prominente y masculina.

Separé mis labios de su miembro, lo lamí desde la base hasta la punta y le sonreí coqueto.

—Jeon Jungkook, no juegues conmigo.

—¡Oh, no, Jimin, esto no es un juego! —Dejé un camino de besos húmedos por toda su hombría, lamiendo y succionando de vez en cuando—. En serio quiero volverte loco.

—Eres más descarado de lo que pensé.

—Mira quién lo dice.

Sí, soy descarado, con Jimin puedo serlo. Quiero complacerlo de todas las maneras posibles, de la misma forma en que él lo ha hecho conmigo; quiero que toque el cielo con sus dedos, tal y como lo logré yo hace unos minutos. ¿Para qué la cohibición y la vergüenza? Con él no vale la pena sentirlas, no con todo lo que hemos hecho hoy, y lo que probablemente haremos. Me he sentido lo suficientemente confortable como para dejar de lado las dudas y entregarme sin reservas ni reparos.

Besé la punta de su pene y, auxiliándome de la humedad creada por mis besos, fui introduciendo toda su longitud en mi boca con tortuosa y placentera lentitud. El calor y las pulsaciones invadieron mi cavidad. Los jadeos y gemidos de Jimin, música para mis oídos, fueron el catalizador para acelerar mi ritmo y engullirlo con más ganas. Mi mirada intensa se clavó en su rostro desfigurado por el placer. Creo que acabo de descubrir algo más que me gusta: verlo así, desorbitado y descontrolado por lo que le proporciono; esta es, sin duda, una escena que me encargaré de provocar en el futuro incontables veces.

Sus manos tensas se dirigieron torpemente hacia mis cabellos y me preparé para lo que probablemente vendría; sentir todo su miembro ser empujado sin control hasta el fondo de mi garganta. Sin embargo, algo diferente sucedió, Jimin acarició con parsimonia mi pelo, acomodándolo hacia atrás, sus ojos lujuriosos se clavaron en mí, se relamió y asintió levemente con una pequeña sonrisa en los labios, dejándome entender que lo estaba haciendo bien. A pesar de ello, sentir los espasmos contenidos de su hombría en mi boca es suficiente para percatarme de que desea más.

Dejé mi boca vacía por unos segundos para hablarle:

—Puedes acelerar el ritmo —abogué, mis labios hinchados y brillantes—, yo también quiero saborear todo de ti. —Volví a engullirlo, esta vez con más velocidad.

Fue entonces que la calma se transformó en vehemencia y todo comenzó a girar a mi alrededor. Jimin embistió mi boca con tanto ímpetu que no demoró demasiado en derramarse en ella. Saboreé su esencia y la tragué por completo, sintiéndome satisfecho por mi trabajo y por la expresión extasiada en su rostro.

En cuanto su respiración se regularizó no demoró en tirar de mí y unir nuestros labios en un beso desesperado, sin que importasen demasiado los lugares que nuestras bocas visitaron previamente; era nuestro sabor, el sabor del placer y la entrega total.

Nos acariciamos por unos minutos mientras nos recuperábamos, estábamos algo agotados, pero ni de lejos demasiado. Nuestras lenguas exploraban las cavidades orales contrarias sin descanso para otra cosa que no fuese recobrar el aliento. Jimin se acomodó encima de mí y sentir su calor tan cerca una vez más envió un golpe de sangre a mi ingle. Me estaba poniendo duro de nuevo. La fricción causada por los movimientos de cadera involuntarios me hizo notar una dureza ajena chocando contra la mía. Se había venido después de mí, tan pronta vitalidad me sorprendió gratamente.

—Alguien por aquí está impaciente. —Mordí su labio inferior y agarré una de sus nalgas para acercarlo a mí e incrementar el contacto.

—Que no me diga eso el que ha tenido su erección despierta bamboleando entre nuestros abdómenes. ¿Quién es el pervertido? —Movió sus caderas simulando una embestida—. Aunque te tengo unas ganas descomunales

—Ahhh… —jadeé—. Creo que ambos somos unos depravados —reí—, pero si tengo que ser yo el que se quede con el título, que así sea. Te necesito dentro de mí, ahora. —Lo devoré a besos de nuevo y lo solté a los pocos segundos para concluir mi frase—: No contengas esas ganas, porque yo tampoco puedo controlar las mías.

Saber que Jimin estaba duro de nuevo y escuchar sus palabras fue más que suficiente para saber que ya no tenía que retener más el primitivo impulso que me carcomía, necesitaba su pene en mi interior, rozando mi próstata con desesperación, mostrándome un universo más colorido y majestuoso que el que vi cuando lo hizo con sus dedos.

Se separó de mí y se arrodilló en la cama, agarró un preservativo y rasgó su cubierta con velocidad antes de deslizar el látex por toda su palpitante longitud, volvió a tomar el lubricante y lo frotó en sus manos, distribuyendo con una la viscosidad a lo largo de toda su erección y con la otra acercándose a mi entrada para introducir paulatinamente sus dedos para prepararme un poco más. Una vez sus dedos estuvieron fuera de mí hice el ademán de girarme para poner mi cara en la almohada y alzar mi trasero, pero me detuvo en un suave movimiento.

—No, pequeño, no te voltees. —Acarició con ternura mi mejilla—. Quiero ver tu rostro mientras te doy placer, y quiero que también veas lo que provocas en mí. Quiero poder llenarte de besos cuando nos volvamos uno.

No pude ni siquiera maldecirme, solo me derretí por enésima vez en cuerpo y alma por saberme dueño de este hombre, por sentirme suyo. Las palabras se quedaron en mi garganta, no pude decir nada; aunque no fue necesario, el beso que compartimos acto seguido, aunque fugaz cual roce, dijo todo por nosotros.

El miembro de Jimin se alineó con mi entrada y comenzó a penetrarme cuidadosamente y con lentitud. Si bien hay un poco de dolor por todo el tiempo que ha pasado desde mi última relación sexual, la delicadeza con la que soy tratado y la dedicada preparación que tuve hacen que sea tolerable. A pesar de ello, no puedo evitar apretar mis manos en su espalda y clavar mis uñas en ella.

—Todo está bien, amor, iré despacio. —Se detuvo. De seguro notó mi ceño fruncido, una vez que me relajé, profundizó un poco más—. Si quieres que me detenga, solo dilo.

Nos quedamos quietos cuando todo de él estuvo acoplado en mi interior, esperando adaptarme al tamaño. Es difícil sentir su palpitante miembro siendo apretado por mí y el placer fusionarse con el dolor hasta opacarlo por completo y no movernos. Porque sé que desea moverse y darnos placer, de la misma manera en que mi subconsciente le ruega porque lo haga.

Quizá en un intento de distraerme de las malas sensaciones, repartió besos por todo mi torso desnudo. Cuando succionó uno de mis pezones erectos, mi espalda encorvándose bruscamente y mi gemido agudo mientras sostenía sus cabellos de seguro le dejaron claro que estaba en el sitio idóneo. No tardó en alternar en uno y otro, morder, lamer, besar, apretar, succionar de nuevo. Mis sonidos no hacen más que incrementarse y, oficialmente, voy olvidando el dolor.

Una vez todo se normalizó, las embestidas comenzaron. Tortuosamente lentas al principio, adquiriendo cada vez más profundidad y velocidad. Nos arrebataron gemidos y ruidos obscenos.

El ritmo sigue aumentando y también el volumen de nuestras voces. Las miradas lascivas y cómplices que compartimos, las lágrimas de placer que se escapan de mis ojos y son lamidas y besadas, los ruidosos y descompasados besos cuyos chasquidos se complementan con el golpeteo de nuestras pieles húmedas por el sudor; todo crea un infinito de perfección y en el centro estamos nosotros.

Jimin encontró mi próstata, yo gemí agudo y aprisioné sus labios con los míos en una feroz mordida que precedió a una intensa sesión de embestidas desesperadas enfocadas en ese erógeno punto. Mis piernas se enredaron en sus caderas y lo ayudé a acelerar el ritmo, diciendo su nombre una y otra vez, susurrándole al oído lo bien que me estaba haciendo sentir. Él besó mi cuello, mis clavículas, devoró y succionó mis pezones con ahínco por segunda vez, agarró mi miembro goteante de presemen y lo masturbó al ritmo de sus penetraciones.

—Oh, Jimin, ahí. Justo ahí… —dije entre jadeos, sintiéndolo atacar mi próstata sin control ni descanso. Comencé a sentir un familiar cosquilleo en mi parte baja. Mi segundo orgasmo de la noche estaba cerca, demasiado.

—Eres perfecto, Kookie, me encantas. —Aceleró aún más el vaivén de sus caderas y su mano—. Dios, ya no puedo…

Jimin estaba tan cerca como yo del clímax. Solo bastaron unas cuantas embestidas más en ese punto tan certero para que él se corriera en mi interior y yo entre nuestros vientres. Estábamos hechos un mar de jadeos, descontrol, éxtasis; tantas sensaciones que mi cerebro no es capaz de procesar palabras suficientes para describirlas.

Una vez más, increíble.

¡Holiwis! Aquí estoy de nuevo. Pude reconstruir mi cerebro licuado y seguir escribiendo XD, así que mañana debo volver por aquí.

Bueno, aprovecho un momento para decirles alguito:
Puede que haya parte de quienes leen esta historia que pensaran que era kookmin, aunque yo siempre la vi más jikook que otra cosa 😅.

Yo soy "Team dinosaurio" (parafraseando a Safir, de Behind the Shipp), mientras ellos estén juntos, yo soy feliz. Escribo tanto jikook como kookmin. Espero continúen leyendo, gracias por su apoyo y todo el amor que le dan a esta historia.

Chao chan 😘

Hasta la próxima actualización.

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