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Una vez más, cerró los ojos y liberó su mente. Los recuerdos y memorias que había estado conteniendo en lo más profundo de su ser salieron a borbotones, llenando su mente. Desde los momentos más felices y memorables hasta los más tristes y dolorosos, una marea de recuerdos inundó su conciencia. Por un instante, se sintió sofocado y abrumado por la avalancha de emociones, por l lo que procedió a bloqueándolos una vez más.

De golpe abrió los ojos y se levantó con rapidez, impulsado por las aguas del mar. Emergió hacia la superficie con un movimiento preciso. El cielo ya no era el azul sereno que recordaba; ahora se teñía de un naranja hermosamente brillante, ofreciendo una vista impresionante del atardecer. Había permanecido más tiempo bajo el agua de lo que había imaginado.

Sin embargo, la belleza del momento le resultaba molesta. Desvió la mirada y frunció el ceño al ver a una de sus hermanas, Asherah, de pie junto a la orilla del mar, gesticulando con las manos.

Con resignación, descendió hasta el suelo y se encontró frente a ella. Su hermana tenía un cabello ondulado de un hermoso plateado y unos ojos azules que reflejaban los suyos propios, aunque carecían del matiz dorado; eran más oscuros.

—¿Has decidido convertirte en un pez? —habló Asherah, mostrándole una gran sonrisa.

Llevaba un sencillo vestido azul, del mismo color que sus ojos, que ondeaba ligeramente con la suave brisa del mar.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Virion con más brusquedad de la que pretendía, ignorando su pregunta.

—¿Una no puede venir a querer ver las vistas y el atardecer? —soltó con voz inocente, y él alzó una ceja en respuesta a su clara mentira.

Ella levantó las manos en alto, suspirando con resignación.

—Está bien, está bien, te seguí—confesó.

—¿Me seguiste?—Preguntó algo confuso, auqnue sin mucho interés en la respuesta.

—Ya sabes, seguí el olor a amargado que desprendes siempre. No fue tan difícil —dijo sin más, y su ceja se levantó aún más si cabía.

—¿Acaso no estarías consternada al saber que tu familia apuesta por tu infortunio como si estuvieran en un casino?— inquirió con irritación.

—No fue idea mía, que conste, pero como te dedicas a ignorar todos nuestros consejos, es lo único que nos queda por hacer.

—¿Qué consejos ignoro?

—No te hagas el tonto. Ya sabes lo que pensamos todos. Incluso sé que Dion habló contigo de traerla con nosotros —le recuerda, mientras él tuerce los ojos y los pone en blanco, alejándose de ella.

—¿Tú también empezarás con lo mismo?

—No es lo mismo, Virion. Es lo de siempre. ¿Por qué eres tan cabezota? ¿Qué más pruebas necesitas para darte cuenta? —Asherah sigue hablando, mientras él camina por la playa, ignorando sus palabras.

—¿Acaso quieres que vuelva a pasar lo de...?

—¡Eso no volverá a suceder, no lo repitas de nuevo!— exclamó con vehemencia. El rugido resonó, como un trueno que anuncia tormenta. 

Virion no supo en qué momento se había desplazado, pero ahora la cara de su hermana quedaba a centímetros de la suya. La mirada de ella era intensa, llena de reproche.

—¿Qué no volverá a suceder? ¡Ja! No fuiste tú quien casi pierde un ojo, Virion. Si sigues ignorando esto, si lo alargas, la ignoras, volverá a pasar. Ella se...—Su voz tembló, y sus palabras quedaron suspendidas en el aire.

—¡Te advertí que guardaras silencio. Me aseguré de que no se repitiera—interrumpió Virion con firmeza.

La hermana frunció el ceño. 

—¿Crees que sellando su memoria hará la diferencia? Tú mejor que nadie lo sabes. Estaba en la otra punta del mundo y, de nuevo, regresó aquí. Siempre volverá a ti, incluso si vive en la luna.—Hablaba gesticulando con las manos, un gesto que hacía cuando se ponía nerviosa.

Virion se cruzó de brazos. 

—Entonces, según tú y Dion, ¿Qué esperan que haga? ¿Que la persiga y la diga? 'Oh, mira, soy el hombre que conociste en los principios de los tiempos, y como me enamoré de ti como un insensato, estás condenada a amarme incluso si no lo deseas'—sus palabras resonaron con sarcasmo y amargura.

—No de esa forma, pero al menos no deberías rehuir de ella como si fuera un maldito parásito.

—No rehuyo de ella. —dijo a toda prisa, pero Ashera lo observó ahora con la ceja levantada y cruzando los brazos.

—De acuerdo, quizás un tanto, pero es preferible de esta manera.

—No lo es y tú mejor que nadie lo sabes.—refutó, pero Virion no daba su brazo a torcer, por lo que la peli plateada suspiró.

—Trabajarán juntos, es una buena forma de acercarse y...—la mirada fulminante de él la hizo quedarse a mitad de palabra.

—No digo que sean mejores amigos, pero al menos no la hagas sentir como un paria o un virus. Estoy segura de que la pobre debe sentirse perdida en estos momentos debido a los sentimientos que le despiertas sin razón —le aconsejó, pero Virion seguía en silencio.

—Trátala bien, no te cuesta nada. Estoy seguro de que incluso será mejor para los dos.—finalizó ella, soltando un suspiro y apretando ligeramente su hombro.

Virion se quedó pensativo, con las palabras de Asherah resonando en su mente. Sabía que ella tenía razón. No era justo la actitud que había tenido en la sala de reuniones hace unas horas. Pero, ¿Sería lo bastante fuerte como para permanecer a su lado sin ceder ante sus instintos o impulsos más bajos? ¿Podría compartir su proximidad sin dejar que sus manos la toquen?

¿Y si su cercanía volviera a despertar el monstruo que yace en mi interior?

No creía tener la suficiente fuerza para volver a sellarlo. Y estaba seguro de que aquel ser, que era como su némesis, tampoco se lo permitiría.

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