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Diamond despertó en la enfermería. El dolor en todo su cuerpo parecía ser mayor que la última vez que fue torturada. Sabía que Madame Pomfrey le había dado algo de la poción para calmar su dolor aunque no se le fuera permitido, pero no hizo desaparecer sus heridas. A Diamond le ardían las mejillas, donde estaban los cortes, y sentía su labio algo hinchado. Estaba segura de que tenía un ojo morado. Su cabello marrón se había vuelto algo verde.

Miró a todos lados para ver si alguien más estaba allí. No había nadie, estaba sola. Habían pasado unos pocos minutos cuando el director Snape hizo acto de presencia en la enfermería. Sus ojos oscuros reflejaban enojo, al igual que los pasos que daba en dirección a Diamond. Ella supo de qué sería la charla que iban a tener.

─Tienes suerte de tener amigos que darían la vida por ti─ dijo Snape con frialdad─. Amycus le notificó al Señor Oscuro de tu traición y él estuvo dispuesto a venir a matarte hasta que Damien se metió.

─¿Damien se metió?─ preguntó como si hubiera escuchado mal, sintiendo una oleada de preocupación por el chico.

─Si. Dijo que tu y él se metieron en el Ejército de Dumbledore por si encontraban noticias sobre Potter─ contestó, sin dejar de mirarla como si quisiera entrar en su mente, pero Diamond era inteligente y la había bloqueado─. Por supuesto que el Señor Oscuro le creyó y reprimió a los Carrow. Está claro quién es el favorito.

Snape dijo aquello último con un tono burlón, pero Diamond comprendía ese favoritismo. Lord Voldemort utilizaría a Damien, haría que él mandara a su lado cuando Harry Potter estuviera muerto, lo entrenaría como si fuera su hijo, pero no había que confundir las cosas. Voldemort no era capaz de amar. Voldemort quería a Damien solo por su deseo de poder, solo porque era un sangre pura y porque eran los únicos herederos de Slytherin con vida.

Pero había algo ahí que no cuadraba.

─Señor─ llamó Diamond a Snape─, ¿por qué habla como si también estuviera del lado de Harry Potter?

Snape no dijo nada, solo la miró a los ojos como si quisiera comunicarse telepáticamente. Diamond entrecerró sus ojos con sospecha, pero no pudo decir nada más porque justo llegó Madame Pomfrey.

─Señorita Parkinson, puede irse─ dijo la mujer.

Snape se fue rápidamente. Diamond le agradeció a la sanadora por ayudarla como pudo y también se fue. Quería ver a sus amigos. Ellos probablemente estarían decepcionados, e incluso podrían estar sintiendo que los había traicionado y, aunque así fue, Diamond necesitaba hablar con ellos.

Caminó por los pasillos ignorando el dolor que le provocaba el esfuerzo. Sus ojos viajaban por todos lados por si se cruzaba con alguien, pero el lugar parecía bastante vacío. Diamond supuso que estaban en clase. Se dirigió a su Sala Común, deseando llegar a los sillones para sentarse a descansar un poco, pero cuando llegó, ese deseo se esfumó rápidamente.

─Despertaste─ fue lo primero que dijo Theo al verla.

Diamond caminó hacia él, tratando de ocultar su dolor.

─Ojalá no─ trató de bromear, pero aquello no sonó gracioso.

─No seas tonta─ Theo la atrajo en un abrazo─. Estábamos preocupados, pero Madame Pomfrey no nos dejó visitarte. Snape dijo que hablaría contigo en cuanto despertaras, ¿lo hizo?

─Si, me contó que Damien me salvó de que el Señor Oscuro me matara─ dijo Diamond, separándose para tomar asiento─. ¿Y los demás?

─En el comedor, es la hora del almuerzo─ contestó Theo, sentándose a su lado─. Estaba por ir hasta que llegaste.

─¿Estuve inconsciente por muchas horas?

─Si, demasiadas. Temíamos que fueran días.

Diamond no supo qué más decir, solo se preguntaba por qué Theo seguía tratándola bien.

─¿No estás enojado conmigo?─ le preguntó.

Él negó rápidamente.

─Para nada, yo te apoyo─ respondió con honestidad─. No tengo huevos como para meterme en el bando contrario frente a los ojos del Señor Oscuro, pero tan pronto como pueda lo haré.

Diamond agradeció mentalmente tener a Theo de su lado. A él no le importaba el riesgo, siempre fue como su fiel compañero, y al revés también. Sabían que podían confiar el uno del otro.

─¿Y los demás cómo lo tomaron?─ quiso saber.

─Draco se puso de mal humor porque sabía lo que hacías, aunque no se lo hubieras contado, y creo que se llevó el susto de su vida cuando se enteró que habías sido torturada otra vez─ comenzó a contar─. Pansy creo que está algo enojada, pero se le pasará. Blaise dice que vas a terminar como los esposos de su madre. Damien se sorprendió, pero luego dijo que te entendía.

─Pero los traicioné a ustedes también─ replicó Diamond.

─Si lo dices así, parece que quieres que estemos enojados contigo─ sonrió Theo y luego movió su mano─. No nos sentimos traicionados porque estamos de tu lado, Mondy. De lo que sí deberías preocuparte es de tus padres, ellos estan furiosos porque no creyeron las palabras de Damien.

─Ellos ya no son mi problema. Me alegro entonces que todo esté bien. Luego hablaré con mi hermana.

•••


Diamond fue a dos de sus clases sin tomarle importancia a su estado físico y su cabello verdoso. Todavía le dolía un montón el cuerpo y sus cortes ardían de vez en cuando, pero podía aguantarlo. No quería perderse de nada y luego le pediría a alguien lo que hicieron en las otras materias.

Pansy efectivamente estaba enojada con ella, por lo que lo mejor era darle tiempo hasta que se calmara, pues era una persona muy orgullosa y no aceptaría hablar con Diamond hasta estar tranquila.

No había tenido tiempo para hablar con Draco ya que había faltado a una clase y la próxima hora no les tocaba lo mismo. Tendría que buscar una forma de estar a solas luego de la cena para verlo.

Diamond dejó su mochila en su habitación luego de que terminara la hora de Alquimia. Nunca supo realmente por qué había optado por cursar esa materia, pues era conciente de que no le serviría para lo que quería ser en el futuro.

─Ahí llega nuestra rebelde─ dijo Blaise al ver a Diamond entrar en el Gran Comedor.

Theo le dio un golpe en la nuca. Cualquiera podría haberlo escuchado.

Diamond se sentó en la mesa de las serpientes, entre Draco y Crabbe. Notó que Pansy estaba alejada de ellos, conversando con Millicent.

─Creo que tenemos que hablar luego─ dijo Draco, lo suficientemente cerca de Diamond para que solo ella escuchara.

Ella asintió en respuesta y comenzó a servirse algo de sopa. Le dolía mucho la mandíbula como para masticar algo. La cena fue prácticamente silenciosa, con uno que otro intercambio de palabras con Theo y algunos chistes de Blaise. Para el postre Diamond optó por pudín porque se deshacía fácil, y admitía que su cuerpo necesitaba algo de azúcar.

Al finalizar, se levantó primero junto a Draco y salieron del Gran Comedor en dirección a la Sala Común. Diamond no sabía si él quería hablar en esos momentos, y luego él le indicó que sí al hacerle una seña con la cabeza de que subieran a su habitación. La joven fue detrás de él en silencio, preguntándose qué se dirían esa vez. Draco no estaba enojado, lo notaba en su forma de hablar y sus expresiones.

─Fuiste muy tonta, lo sabes─ fue lo primero que dijo, luego de que Diamond cerrara la puerta detrás de sí.

Ella apretó sus labios y se sentó en la cama de Blaise.

─Si, pero también sé que fue lo correcto─ dijo Diamond con seguridad en sus palabras─, y sé que estas de acuerdo.

─No lo voy a negar, de alguna manera hiciste que todos mis pensamientos cambiaran hace un tiempo─ asintió Draco─. Eso no quiere decir que acepte que pongas tu propia vida en riesgo, pero soy consciente de que es tu decisión y no puedo hacer nada al respecto, así que solo te diré una cosa: ten cuidado, actúa con la cabeza.

Diamond sonrió. Sentirse comprendida no era algo que sucediera seguido en su vida, pero ahí estaba él, demostrando que la entendía y apoyándola aunque eso le costara su propia vida. Y era verdad lo que Draco decía, ella había cambiado su manera de pensar en varios sentidos, había hecho que abriera sus ojos y se diera cuenta del mal que lo rodeaba. A eso se refería Draco cuando decía que ella era su luz en el camino.

─Agradezco tu comprensión─ le dijo Diamond.

Draco movió su cabeza, aceptando el agradecimiento.

─La guerra está cerca─ murmuró él con seriedad. Sus ojos grises viajaron a la ventana, que iluminaba la habitación de un tono verdoso debido a que estaban debajo del Lago Negro─. Hay que comenzar a elegir nuestros verdaderos bandos.

─¿Con cuál pelearás tú?─ preguntó Diamond, temiendo por la respuesta.

Por más que desde el principio ella le dejó en claro que lucharía con Harry, no estaba segura de que Draco estuviera completamente decidido. Siempre mostró algo de duda cuando Diamond sacaba el tema, por eso mismo tenía miedo de lo que iba a contestar.

─Dia, si el Señor Oscuro gana...

─Él no va a ganar, Draco─ Diamond se acercó a él para mirarlo mejor a los ojos─. Y si lo hace jamás sabrá que estuvimos en su contra.

─¿Cómo estás tan segura de eso? Es más, ¿cómo puedes estar segura de que Potter va a ganar si es solo un chico como yo, como tú? El Señor Oscuro es casi tan poderoso como Dumbledore.

Diamond no supo qué contestar. Veía razón en las palabras de Draco. No podía asegurar con certeza de que Voldemort sería el derrotado, pero si estaba segura de algo: elegiría el bando de Harry.

─No importa─ fue lo que salió de su boca. Sus ojos demostraban decisión y su cabello verde comenzaba a volver a su estado amarronado─. Yo estaré con Potter, aunque eso me lleve a la muerte... Después de todo, ya no tengo nada que perder. ¿Qué harás tú?

Draco se quedó en silencio, pensando en qué diría. Había duda en su mirada, tenía miedo. Diamond lo comprendía más que nadie. Sabía que Voldemort no solo lo mataría a él si se enteraba, mataría a su familia también. En cambio, ella podría hacer lo que quisiera, pues sus padres ya no la tomaban como hija y seguramente harían a Pansy decir que no la quería.

─Está bien, Draco, no tienes que decir nada─ volvió a hablar Diamond, pero esa vez tratando de sonar tranquila.

─Lo siento, Dia.

─No te preocupes, lo entiendo─ sonrió a medias.

Ninguno sabía qué más decir. Diamond miraba a Draco, pero él miraba al suelo. Ella sabía exactamente en qué pensaba: todo es una mierda. Draco jamás sería libre, jamás se iría del lado oscuro. Vivía bajo las decisiones que tomó su padre desde el día en que él nació y no podía hacer nada para evitar que estas lo afectaran.

─Diamond, estamos en caminos separados─ dijo Draco cabizbajo. Se había sentado en su cama y tenía los codos apoyados sobre sus piernas─, ¿significa que debemos dejar de vernos?

El corazón de Diamond dio un vuelco al mismo tiempo que su cabello se oscurecía. No, no quería eso. Sabía que la respuesta era sí, pero aceptarlo no estaba en su mente.

─No─ contestó, pero la mirada de Draco la hizo achicarse en su propio lugar─. ¿Por qué?

─Tomé mi decisión, mi bando. Estaré con mi madre... con mi padre. Tu estas del otro lado.

─¿Y por eso crees que debemos dejar todo esto?─ una parte de ella lo entendía, pero otra simplemente no quería.

Sintió el miedo volver a ella, sintió como volvía a encerrarla como si fuera una burbuja. Sentía su pecho estrujarse. Su mente le pedía que corriera y su corazón le reprendía por ser débil.

─Creo que es lo mejor─ musitó Draco con la voz entrecortada.

Diamond notó algo raro en su mirada, algo que hizo click en su mente.

─Lo haces para salvarte a ti mismo, ¿no es así?─ descubrió. La mirada del rubio fue una respuesta suficiente─. Si, es así. Eres todo un Slytherin, Draco. Por un momento creí que, después de ese supuesto cambio en tus pensamientos...─ su voz se perdió en el aire─. Olvídalo. Lo entiendo, no te preocupes.

─Diamond, yo en serio te quiero como a nadie en el mundo, pero...

─Pero crees que me equivoco al estar con Potter.

Draco no dijo nada, solo asintió lentamente con lágrimas en sus ojos. Claramente él tampoco quería terminar las cosas así. Después de todo, se había enamorado de Diamond y dejarla ir, como prometió que jamás haría, lo estaba partiendo en mil pedazos. Estaba pensando solo en sí mismo, estaba siendo egoísta como siempre, estaba dejando atrás a una chica que lo amaba más que a su propia vida.

Los ojos de Diamond estaban por explotar de las lágrimas acumuladas. No se atrevía a pestañear porque sabía que comenzarían a caer, pero la verdad es que ni siquiera necesitó hacerlo para que eso pasara. Por un momento pensó que Draco lo hacía por su madre, por la mujer más importante en su vida, y si lo fuera lo habría comprendido incluso más... pero no, no fue por eso.

Un sollozo se escapó de los labios de Diamond. Draco quiso golpearse a sí mismo al oírla. Siempre terminaba haciéndola llorar, odiaba eso y tenía que decírselo. Ya no aguantaba.

─Por esto a veces desearía que jamás te hubieras enamorado de mi─ soltó, sabiendo que a ella le había dolido─. Desde el inicio vi que no teníamos ni principio ni final. No sé amar, Diamond, y siempre termino pensando en mí mismo.

─No digas eso─ Diamond no quería oírlo más.

─Tu tampoco sabes querer a alguien y hasta le tienes miedo─ una sonrisa amarga se dibujó en su cara, pero al instante se transformó en una mueca, como si fuera a llorar─. Estaba claro que eso nos iba a perjudicar.

─Deja de hablar, por favor─ lloró─. Esto no tiene que terminar así, Draco.

─¿Terminar? Pero si jamás comenzó.

Aquello se sintió como miles de Cruciatus en Diamond, y notó que a él le dolió de igual manera.

─Lo siento, pero hasta aquí llega lo nuestro.

A Draco se le hizo muy difícil decir aquello, pero verla asentir fue incluso peor. Diamond tenía el cabello de un color indescifrable, era como un azul combinado con el negro y el marrón. Trató de no llorar cuando volteó para dirigirse a la puerta. La abrió con lentitud, como si pensara que en esos segundos Draco cambiaría de parecer y le diría que pelearía en su lado, pero nada pasó. Él no la iba a detener.

Se fue de allí con la mirada perdida y un corazón dolido, dejando atrás a un chico en el mismo estado. Pasó de largo cuando vio a sus amigos sentados en la Sala Común. No fue a su habitación, se fue a la Sala de Menesteres.

Ahí pudo llorar y gritar sin ser escuchada.



















me duele, me quema, me lastima.

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