La vida de anne hasta ahora parte 6

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Pasaron los días, las semanas y diana y yo no nos hablamos. Tenía que ir en bicicleta para ir a la escuela y no era para nada abrumador comparado con la idea de ir sola sin diana como siempre. Realmente no entiendo qué hice mal, pero lo lamento profundamente. Pero cuando veo a diana me fallan las palabras y después de 16 años de vida aprendí que cuando las cosas malas vienen son como un remolino o un huracán porque vienen una tras otra y habrá que esperar que se calmen con el tiempo.

Yo estaba viendo hacia la reina de nieve, imaginando que una princesa llamada Cordelia le decía todos sus problemas y el árbol la reconfortaba y hacía caer sus pétalos blancos sobre ella.

Oh, mi reina blanca, ¿qué debo hacer? Por favor, denme vuestro valioso consejo. Vos, gran árbol.

que vio y vivió la misma cantidad de vida que vuestra tierra, oh gran árbol celestial delé a este ser.

mortal de su...

De repente oí un grito que me sacó de mi imaginación; era de Marilla. Matthew se volvió a desmayar, lo llevamos a la cama y llamamos al doctor.

Marilla lloraba, era de las pocas veces que la vi llorar menos de una forma tan desesperada. El doctor dijo que si Matthew no descansaba, lo más probable es que no viva mucho. Yo ni siquiera pude llorar del shock. Era demasiado para asimilar, calmé a Marrilla y la dejé en su cama después de un largo tiempo de estar abrazadas y me fui con una taza de té. A Matthew le sonreí, él me dio esa dulce sonrisa que amo con el alma.

-Matthew, bebe esto para que te sientas mejor y vuelvas a ser el mismo de siempre.

-Anne, no creo que eso sea posible.

-¿De qué hablas? Bueno, mi té no es mágico, lo admito, pero por lo menos te aliviará un poco.

-Anne, cuando yo no estuviera...

Grite: lo que dices, Matthew.

-Anne, lo sabes bien, no me queda mucho tiempo por lo que

-No, Matthew, el doctor dijo que si descansas y comes bien, vas a estar...

-El doctor no puede controlar el universo, Anne, y si esto fue lo que eligió Dios, para mí lo acepto.

Las lágrimas que no pude sacar antes salieron una tras otra sin parar. Empecé a gritarle tonto a Matthew. Él solo me sonrió y se sentó en su cama y me atrajo hacia él. Nos abrazamos. Lloré por Matthew por mucho tiempo, olía su perfume, sentía su piel, no podía creer que era posible ya no sentir eso.

Al día siguiente me desperté con los ojos bien hinchados y rojos. Marilla nos miró en silencio y desayunamos. Sin duda, estos momentos son los peores en mi vida, son como agujas bien clavadas en el corazón.


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