12. La decisión de Lori

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Clyde acariciaba el lomo de Cliff, mientras sus gatos tímidamente se le acercaban para saludarle curiosos. Los señores McBride suspiraron sintiéndose evidentemente mal por la situación, claro está, pensando más en su hijo.

El tiempo había transcurrido lo suficiente para que mi mejor amigo se recompusiera. Al menos está vez la impresión había caído menos fuerte a la que tuvo cuando le conté la noticia días atrás sobre mi futura partida. De todos nuestros amigos fue el que peor se lo tomó.

-Lo cuidaré bien -me prometió-.  Cuando regreses por él verás lo bien que estará.

-Estoy seguro que sí, amigo.

Aunque de todas nuestras mascotas con Cliff nunca me llevé del todo bien, me puse triste tras dejárselo. Juraría que al salir por la puerta escuché a ese gato maullar de forma lastimera.

Charles para esos momentos estaba en la granja de Liam. Me lo imaginaba correteando a las gallinas, quizá ya feliz después de verme dejarlo con la familia de mi amigo que aceptó acogerlo.

Geo estaba con una niña llamada Darcy, con quien acompañé a Lisa para que se despidiera. Sin duda esa dulce pequeña era alguien especial como para que mi hermana se rompiera del modo en que lo hizo en llanto.

Nadie supo qué le sucedió a Waltz, sencillamente desapareció coincidiendo con la migración de unos patos que pasaron una mañana hace tres días.

Lucy regresó tarde un día bastante sucia en compañía de Lana. Había liberado a la mayoría de sus mascotas en el bosque tras no encontrar a quien pudiese quedárselas. Lucy nos explicaría que dejó a Colmillitos con una colonia de murciélagos que encontró en una cueva.

Al regresar a casa vi el indicio de más malas noticias apunto de asomar por la puerta, específicamente de la habitación de nuestros pa... de la habitación de papá, donde tanto yo como mis hermanas lo escuchamos discutir con Lori.

-¡No puedes dejarnos así! ¡Somos tu familia!

-¡Tengo dieciocho años y no puedes obligarme a acompañarlos!

-¿Y de qué se supone que vas a vivir? No creo que tus "suegros" te permitan que te vayas a vivir con ellos así como así.

-¡Pues lo hicieron! Ya aceptaron recibirme. Además, trabajaré en la tienda El Mercado con ellos.

-¿Y de verdad eso es todo lo que quieres de la vida? ¡Irte así nada más para terminar como la empleada de una tienda de abarrotes!

-¡Al menos yo sí tendré un trabajo honesto en lugar de arrastrar a mi familia contra su voluntad a otro país para que mis padres me perdonen por portarme mal y que me den dinero!

Escuchamos el sonido de un chasquido. Hubo silencio durante un largo instante. De pronto escuchamos a papá menos ofuscado y más asustado.

-Lo... Lori... no... no quise hacer...

La puerta de la habitación se abrió y Lori salió de ella conteniendo las lágrimas mientras que con una mano sujetaba una de sus mejillas.

Luna y Leni fueron las primeras en reaccionar y tratar de alcanzarla hacia su habitación donde se encerró.

Papá fue el siguiente en salir. Su rostro estaba rojo, no sabría decir si era por la ira o la vergüenza por lo que de pronto comprendí hizo.

Al ver nuestras miradas llenas de reproche, regresó hacia su habitación donde también se encerró.

Preocupado subí a buscar a Lori seguido por el resto de mis hermanas. Toqué varias veces a la puerta pero ella no me respondió ni a mí ni a nadie.

Horas después la veríamos salir con la mejilla hinchada y dos maletas ya preparadas.

Algo era seguro entre toda esta incertidumbre. Lori no nos acompañaría a Canadá.

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