25. La historia de Lynn Silence IV

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Mi padre se salió con la suya en varios aspectos, pues no sólo había conseguido que su cuñado se apartara de su vida y la de su ahora ya esposa, sino que en cuanto nací se le concedió el gusto de darme su nombre, aunque tampoco es que me queje de ello.

Su vida en la mansión de sus suegros era apacible, pero no por ello piensen que era o es un mantenido ni mucho menos. Mis abuelos, sus padres, lo pusieron al frente del manejo de una buena parte de las acciones y negocios de los Dollanganger junto con sus hermanos, por lo que tiene su propio dinero y en realidad no necesita ni le interesa mucho el de mamá, al menos no tanto como el apellido Silence, que a la larga se dio cuenta del prestigio que conlleva con todo y sus beneficios.

Más tarde tendrían una hija: Shirley, pero lamento decirlo, la mayor parte de la atención se dirigió hacia mí. Digo que lo lamento no porque pensara que a mi hermana la hicieran menos, que ella estaba tranquila en ese aspecto, siendo a mí a quien constantemente presionaban y no me quitaban el ojo de encima, siempre al pendiente de mi educación y mi comportamiento para dar una buena imagen de prestigio y alcurnia como primogénito y futuro heredero de los Silence.

Aún recuerdo a mi abuela Catherine. Una mujer estricta, pero agradable, o al menos conmigo no era tan estricta como lo era con mi madre, a quien le criticaba el que pasara mucho tiempo presionándome. Yo tenía veinte años cuando murió.

Por ella supe la existencia de un tío que por instrucciones de mi padre no se hablaba mucho en casa, aunque la primera oportunidad que tendría de conocerlo se daría meses después cuando mi madre anunciara alegremente que debido a problemas económicos, éste con su familia se mudaría desde Estados Unidos a Ontario. Ni siquiera sabía su nombre.

Mamá tuvo muchas peleas con papá, pues ella quería ofrecerle una vez más que viviera en la mansión, ahora junto con su esposa. Cuando eso ocurrió, yo estaba de vacaciones del internado en Inglaterra, por lo que prefería evadirme yéndome diariamente al pueblo más cercano a caminar escuchando la música británica a la que me aficioné.

Una mañana, cruzando la calle tuve la visión de la mujer más hermosa que nunca antes en mi vida haya conocido. Se trataba de una joven rubia muy bella que trabajaba como guardia de cruceros, a la que sin empachos coqueteaba cantando cada vez que nos encontrábamos.

Un día descubrí una carta en mis bolsillos donde me confesaba lo mucho que yo le gustaba. Aún me sorprende cómo la puso sin que me diera cuenta. No supe que decir, pero ella sí, pues terminó pidiéndome una cita donde nos la pasamos de maravilla. Resta decir que no le hablé a mis padres acerca de ella, la chica que se llamaba igual que mi madre (algo que me mosqueó al inicio antes de acostumbrarme y dejar de darle importancia), pues temía que por su clase social la hiciesen menos, más temía en ese aspecto por mi padre que de mi madre, ya que creía que lo del nombre a ella por lo menos le resultaría simpático.

Las semanas pasaron y tras ganar la discusión definitiva, mamá me anunció que conocería a su medio hermano no reconocido junto con la familia de este, a quienes esperaba convencer que se mudaran con nosotros. Como mi padre tuve mis reservas, creyéndome su argumento acerca que buscaban aprovecharse de nosotros para conseguir dinero.

Llegó el día y pude conocer a mi tío Abert, a mi tía Lori, pero a mi prima resultó que ya la conocía.

Rita se quedó tan sorprendida como yo, pues con lo sonado que era el apellido "Silence", se imaginó este sería muy común en la región, mientras que yo ignoraba que "Loud" era el apellido del tío del que se tenía prohibido hablar, como para haberlo relacionado con Rita. Pueden decir lo que quieran, se podría decir que el amor nos mantuvo bastante torpes para no poner atención.

Para evitar el bochorno, delante de nuestros padres fingimos recién conocernos por primera vez, quedando profundamente decepcionados al saber que cualquier intento de relación entre nosotros estaba vetado al descubrir que éramos primos.

Pero lo que teníamos era demasiado poderoso y no nos atrevimos a dejarlo. A escondidas de nuestros padres y tras pensarlo mucho, decidimos continuar lo nuestro, diciéndonos a nosotros mismos que no era tal malo, después de todo nuestros padres eran hermanos de distinta madre, además gracias a nunca haber sido reconocido por los Silence, el parentesco del tío Albert legalmente no estaba relacionado conmigo y por tanto tampoco el de Rita.

Sé que hicimos mal, pero no nos importó. Durante casi un año nos mantuvimos juntos. A papá le molestó que su esposa se saliera con la suya y los Loud vivieran con nosotros, contrario a mí que lo vi como un golpe de suerte.

Resignado, papá aprendió a tolerar a sus cuñados evadiéndolos y para mi fortuna, le daba lo mismo que yo tuviese amistad con su sobrina. En realidad, cada vez que algún sirviente o conocido le señalaba el modo en que pasábamos demasiado tiempo juntos, lo mandaban a callar tachándolo de mal pensado.

Con mamá la historia fue distinta. De estar encantada que me llevase bien con mi prima, fue ella la primera en comenzar a recelar sobre nuestra convivencia juntos. Rita y yo lo negábamos todo, por sorprendente que suene, incluso mi padre salió en mi defensa varias veces diciéndole que veía cosas donde no había nada, siendo lo poco con lo que se ponía de acuerdo con sus cuñados que tampoco miraban a mal nuestra "amistad".

Chicos, a su madre y a mí nos emocionaba el mantener las cosas en secreto. Nos las arreglábamos para ser discretos, aunque a veces éramos descuidados. Fue durante... una de esas veces que nos descubrieron juntos besándonos.

Mamá nos abofeteó en la cara y la situación pudo ir a mayores de no ser por papá quien enseguida apareció consiguiendo contenerla. Albert llegó junto con su esposa después. Mamá estaba histérica y gritó a todo mundo lo traidores que éramos. Papá no se quedó callado y también nos gritó mucho, exigiéndoles a todos los Loud que se marcharan enseguida de la mansión.

Albert nos gritó también y perdió los estribos como su esposa, acusándome a mí de haberme aprovechado de su hija. Yo me quedé callado recibiendo gritos por todas partes hasta que harta, Rita, su madre, fue la primera de los dos en hablar disculpándose con mis padres, admitiendo ser ella quien se acercó a mí al principio

Mis padres le gritaron hasta de lo que no y Albert les reclamó por hacerlo, aunque también les pidió disculpas diciendo que hablarían duramente con su hija. Fue cuando me di cuenta que no debía dejarle todo a Rita y hablé, vaya que lo hice, siendo mis palabras las que serían determinantes para la sentencia final.

Amaba a Rita y les hice ver que no había nada que nadie pudiese hacer para impedir el casarme con ella. Ambos éramos apenas ya legalmente adultos y legalmente no estábamos relacionados, por lo que bastaría irnos del país a otro sitio para estar juntos.

Todos quedaron en shock. Mis padres dijeron que si hacía semejante barbaridad, podría irme despidiendo de ellos y de todo, pues no sólo me correrían de la casa, sino que también me desheredarían.

No lo pensé, sólo tomé de la mano a Rita y los dejamos solos avisándoles que empacaríamos nuestras cosas. A diferencia de mi abuelo, decidí que yo sí haría lo correcto y eso sería quedarme con la mujer que de verdad amaba para protegerla, asumiendo cualquier consecuencia que se presentara en el camino.

Fue cuando estuvimos fuera de la mansión horas después que los padres de Rita hablaron conmigo seriamente de forma más calmada. Su abuela Lori estuvo en su mayoría de acuerdo con lo nuestro, aunque tenía sus dudas. Albert parecía preocupado, así que lamento decírselos chicos, él en un inicio no pareció estar muy de acuerdo con nuestra unión. Cuando nos casamos, fui yo el que cambió su apellido por el de Loud para hacerle ver a Albert que iba en serio, así como también para que mis padres no nos buscasen conflictos después por "escándalos relacionados con la familia" o cosas así.

Al final Rita y yo terminamos en Estados Unidos, en Royal Woods para ser exactos, que fue donde originalmente Albert vivió con su madre antes de la guerra y a donde regresó tras vivir la primera vez con su hermana un tiempo. Ambos teníamos algo de dinero, pero al paso comenzamos a prosperar.

Cumpliendo con su palabra, ni mi madre o mi padre volvieron a hablarme. Para ellos no había más hijos que Shirley, con la cual de vez en cuando hablaba, casi siempre por teléfono y cartas, aunque con el tiempo nuestra relación igualmente se volvió muy distante.

Cuando nació nuestra primera hija, la abuela Lori se emocionó porque la llamamos con su nombre. Albert por el contrario, preocupado nos señaló las manos palmeadas y la curiosa forma de su cabeza que inicialmente tuvo antes que al crecer se le compusiera. Él temía como yo que fueran defectos por el parcial parentesco de su hija conmigo, aunque lo cierto era que, pese a su preocupación, se encariñó mucho con ella.

Leni nació después. Conforme fue creciendo y demostró no ser tan... bueno, su abuelo de nuevo estaba preocupado por lo mismo y no lo negaré, Rita y yo también. Entonces llegó Luna, después Luan, Lynn y su abuelo iba cambiando cada vez más, siendo más afable incluso conmigo. Después vino Lincoln y Lucy, siendo ya para entonces el abuelo cariñoso y amoroso que conocieron, quizás porque Lincoln se parecía mucho a él y Lucy a su difunta madre.

El punto es que retamos al destino varias veces y a la maldición de mamá, quien aseguraba que cuando tuviéramos hijos, estos nacerían con colas con ojivas, patas de cabra y cuernos. Tuvimos en total once maravillosos hijos de los que su madre, su abuelo y yo nos sentíamos tan orgullosos como también la abuela Lori, quien murió sin alcanzar a conocer a la mitad de ustedes.

Yesa, chicos, fue la historia de nuestras familias. Los Loud y los Silence.

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