—Veo que ya se encontraron. —Visualizo venir a Orión.

Frunzo el ceño.

—Me estás espiando —le recrimino, aunque mi atención sigue en Gerriot, es una sensación intensa que se contradice porque él no reacciona igual—. ¿Quién es? ¿Por qué siento...

—Ah, es tu compañero, bueno en realidad no, ya no lo es —se corrige al final.

—¿Mi compañero? —digo confundida—. ¿No lo es?

—Rompí nuestra conexión —expresa fríamente el chico de ojos verdes.

Su mirada profunda y su tono de voz me duelen.

—¿Rompiste? —Vuelvo a mirar a Gerriot.

No entiendo, pero este dolor es intenso, me lastima.