Huimos mientras los cazadores nos persiguen, rompemos cámaras en el proceso, luego nos ocultamos en una cueva y nos mantenemos ahí.

—¿Vas a decírmelo ahora? —insisto con el tema, aunque mi respiración sea agitada al igual que la de él—. Mi padre ya no puede hablar para contármelo.

Gerriot traga saliva y luego me mira un segundo, para acto seguido volver a observar la pared de enfrente de nosotros.

—¿De verdad le crees a la luna?

—¡Claro que sí, es lo único bueno que tengo en mi memoria! —Alzo la voz.

—Si nuestro amor fuera tan grande y real, ¿por qué al no tener el lazo ya no siento nada por ti? ¿Lo ves? Es mentira. Tu padre... él... él también sabía eso, estaba seguro de que las emociones que tenía por tu madre eran falsas. Quizás te olvidaste de todo esto porque en el fondo no querías aceptar la verdad y sigues sin aceptarla.

Frunzo el ceño.

—La única verdad es que la luna no tiene razones para mentir, esto es tan solo una prueba, lo sé, lo siento en mi ser. —Apoyo la mano en mi pecho—. Y si tú sientes lo contrario, está bien, no es mi problema, no son mis emociones, son las tuyas. —Suspiro y observo hacia el bosque a través de la cueva—. Y si mi padre dudaba de sus sentimientos con mi madre, tampoco puedo hacer nada, era cosa de ellos, solo puedo creer en lo que yo siento.

—Entonces no te molestará saber que Orión tuvo un amorío con tu madre, incluso aunque ella tenía el lazo.

A la mierda.