Evitamos a los cazadores y nos dirigimos a encontrarnos con Orión, lo descubrimos regando sus plantas, como lo vi la primera vez.

—¿A qué debo el honor? —consulta.

—Mataste a mi padre, ¿cierto? —expreso directo.

—Eso suena muy atroz.

—Querías que nos enteraramos —agrega Gerriot—. ¿Por qué?

—Jovencitos, se están haciendo una película en la cabeza, todo lo que he hecho fue para que los cazadores no los mataran.

Le tiro la regadera cuando la golpeo, luego le aclaro:

—Deja tus plantitas y préstanos atención.

Mira como el agua queda desparramada, para acto seguido observarme.

—¿Quieres que te diga la verdad? Está bien, pero no te va a gustar.

—¡Habla! —exijo.

—Yo soy tu madre.

¿Qué...? ¡¿QUÉ?! ¿Qué clase de droga fuma este? Estoy confundida.