Kiss you

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En nuestra cita, las horas faltan, y pasamos al menos tres horas en esa cafetería hasta que decidimos que ya ocupamos la mesa por mucho rato.

Luego de eso, terminamos dando vueltas por el parque y las calles, paseando tranquilamente hasta que comienza a atardecer y a hacer algo de frio, y le digo a Jennie que preferiría llegar a casa antes de que se haga muy tarde.

¿Ya dije que todo nuestro paseo fue tomadas de las manos?

Jennie parece feliz, parece cómoda y eso me hace sonreír aún más, cosa que a veces la hace temblar y la noto incluso sin ver por el contacto de nuestras manos.

Cuando llegó a casa, tengo ganas de invitarle algo y que se quede más tiempo conmigo, pero no quiero parecer una desquiciada por su atención, debe tener otras cosas para hacer y ya pasó toda la tarde conmigo, no quiero molestarla.

—Gracias por lo de hoy —le digo, parada sobre el escalón frente a mi puerta—. La lista significa mucho para mí, gracias por ayudarme.

Ella se encoge de hombros.

—No hay de qué, Lisa. Dime si necesitas algo —dice, y está por marcharse pero la detengo antes de que se aleje, mi mano atrapa el cuello de su abrigo.

—Espera.

Mira mi mano con confusión, la toma entre las suyas y la envuelve completamente.

—S-Si te parece, podría completar el otro punto ahora y no volvería a molestarte... —murmuro, mi voz va bajando en decibeles con cada palabra.

Frunce ligeramente el ceño y ladea su cabeza, va a abrir la boca para hablar pero un maullido la hace voltear.

—Maldito Nini.

Los ojitos de mi gato brillan y es lo primero que vemos hasta que se acerca a la luz y mira a Jennie para volver a maullar.

Jennie ríe.

—Es raro —dice—, parece que estuviera enojado.

—Es su expresión normal, no te lo tomes personal —digo, riendo un poco, sabiendo que mi gato es muy especial en su expresión, suelta mi mano y se agacha frente al gato, que está a mis pies.

—Hola, pequeño... Soy la Nini original —dice, acariciándolo detrás de sus orejas, este se deja, cerrando sus ojitos y acercándose más a su mano, noto a la castaña sonreír con amplitud—. ¿Vas a quedarte junto a Lisa a mi nombre, verdad? —le pregunta, y me ruborizo demasiado.

La sonrisa de mi unnie es adorable, hace que sus encías se vean, que sus dientes parezcan pequeños y sus ojos se arrugan, junto con su nariz.

—Le caes bien —hablo, mirándolos con ternura.

—Es lindo —dice, y creo que ya ha repetido esa palabra muchas veces, deja de acariciar al ronroneante gato y se levanta para quedar frente a mí de nuevo, su sonrisa aún no se borra del todo, me pone algo nerviosa y roja—. Ibas a decir algo.

—Q-Que... Digo, que podría besarte ahora y ya te dejaría de molestar, ya que... Completaste todos tus puntos de la lista...

Me mira sin decir nada, está tan cerca y se ve tan hermosa, vuelvo a tomar el cuello de su abrigo con ambas manos esta vez, ella automáticamente coloca sus manos sobre las mías, sin dejar de mirarme.

Me inclinó hacia ella, cierro los ojos, siento su aliento chocar contra mis labios y sé que estoy por ir al lugar correcto.

Sin que me de cuenta, gira su rostro y mis labios quedan en su mejilla, la suavidad de esta se hunde bajo mis labios, abro los ojos,
sintiéndome decepcionada y con ganas de llorar.

Me separo confundida, la miró con el ceño fruncido de triste, sus ojos me miran y sus pulgares acarician mis manos, que siguen en el mismo lugar.

—¿Qué tal si dejamos el beso para nuestra cita de mañana?

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