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|Por otra parte|

(Mencionaré que aún siguen en el mismo tiempo cuando Shadow perdió a su madre, pero en este caso estaremos con Sonic)

— ¡¿De nuevo está frío!? ¡¡¡Maldita sea no puedes hacer nada bien imbécil!!! —uno de los miles regaños llegó a los oídos de aquel joven erizo de catorce años, el tiempo había pasado y ahora su adolescencia había dado inicio.

— Pe..perdoné....la comida se enfrió ya que usted-

— ¡¡¡Excusas, estoy hartas de ellas, sino puedes hacer algo bien por lo menos no estorbes!!! —dicho eso empujó al cobalto, haciendo que éste cayera dolorosamente contra el suelo.

— ¡Au! —Exclamó con rozar su piel contra un cuchillo que cayó junto a él.

— Para la próxima, te irá peor. —salió definitivamente de la cocina para dar un portazo en la puerta principal, encendió el coche y aparentemente se había ido del lugar.

— .....Auch... —de sus ojos comenzaron a brotar amargas lágrimas.

¿Y cómo no?
Desde que llegó a esa casa tuvo que valerse por si mismo, encontró un trabajo bastante forzoso para su edad pero se mantuvo en pie pesé las dificultades; los tratos por parte de su tío jamás cambiaron, constantemente era abusado o golpeado.
Su padre quién siempre le advirtió de su condición física, seguramente estaría decepcionado; por supuesto su familiar se percató de tu situación pero no le importó en lo absoluto, el único propósito para él era darle una fuerte violación.

Lo peor es que en el tiempo en dónde logró estudiar, era herido y golpeado por unos adolescentes, no había mejorado en nada y no tiene a nadie para hablar.
Su dolor era guardado en su pecho y no tenía manera de expresarlo.
No hasta ahora.

— El señor Harrison dijo que a veces el dolor psicológico puede ser peor que el físico...Tan sólo me pregunto si... —percatandose del cuchillo a su lado, notó ligeras gotas carmesí en sus muñecas, una idea pasó por su mente —. Seguramente...si separo mi piel...este dolor saldrá más rápido...¿No? —Ya sin más análisis, paso el filo por su antebrazo, creando una cortada ligera y simplemente tomada como un "rasguño" —. No tengo a nadie...quisiera cambiar mi vida...pero..ya no puedo fingir que soy fuerte...soy tan patético...mi vida es una porquería de lo peor...je —volvió a pasar el objeto pero con mayor fuerza en dónde la sangre desbordaba su brazo—. El dolor se siente tan bien....ni siquiera debo porque sentir esto...es más, nadie se dará cuenta; tengo suficiente ropa para cubrirmelas, perdónenme padres...prometí jamás hacerlo pero de alguna forma debo desahogarme....

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— Sonic, ven aquí. —Le llamó un leopardo oji-miel, su jefe,  desde el marco de la puerta.

— Dígame señor. —se acercó al hombre mayor dejando las llantas a un lado. Claro, trabajaba como mecánico en un taller de mala muerte, ¿tenía otra opción?

— Quiero presentarte a mi sobrina, estará con nosotros un muuuuyyyy largo tiempo, ¡Amy ven aquí! —seguidamente, hizo acto de presencia una eriza de cabellos rosa y bellos ojos jade.

— ¡Hola! Mi nombre es Amy Rose pero puedes llamarme Amy.

— Mucho gusto, soy Sonic. —Era obvio, no se sentía nada bien luego de arañar sus brazos fuertemente con aquel cuchillo, logró detener las hemorragias y usaba un buso negro de mangas largas para evitar lucir sus cicatrices.

— Los dejaré para que conversen si quieren. —el hombre se fue dejando solo a los chicos, quedando un rato en silencio.

— Hace mucho calor como para que traigas ese buso, ¿No crees?

— Sinceramente no, me siento cómodo así.

— Tengo catorce, ¿y tu?

— Igual, no sabía que el señor Harrison tuviera una sobrina. —Trató de sonar animado.

— La verdad...hubo un problema con mi familia...y...no quisieron darme una oportunidad para quedarme a vivir con ellos... —tocar ese tema era doloroso para la rosada, desvío la mirada nostálgica.

— ¿Sucedió algo...? —su interés incremento al verla de esa forma.

— Si te contará te resultaría estúpido...pero...me inspiras confianza, ¿Puedo confiar en tí, sabre que no se lo dirás a nadie?

— Por supuesto —asintió ansioso por ver lo que ocultaba la oji-jade.

— Bien... —limpió de sus brazos, un aparente maquillaje dejando al descubierto sus notorias marcas.

— Tu...¿te las hiciste? —se sintió identificado, pero no quería sacar conclusiones apresuradas.

— Si....escuchar discusiones en la casa siempre ya me era tedioso y no tenía ningún amigo para desahogarme, no lo hice pensando en las consecuencias...y mírame ahora, debo usar un maquillaje especial para impedir que se vean.

— Sabes... —levantó sus mangas dejando expuestas sus recientes cortadas —. No eres la única...

— Sonic... —tenia un asombro notorio, pero su caso también se le hizo interesante —. ¿Tu...tu familia lo sabe...?

— No...sólo tengo a mi tío pero nuestra relación no es nada buena... —bajó la cabeza al recordar todo lo pasado, eso aún le dolía.

— Hey tranquilo....yo...ya deje ésto de lado y prometí cambiar...desde que mi familia se enteró...me llamaron lunática, pero sólo quería sacar mi dolor...

— Me pasa exactamente lo mismo... —sonrió después de tanto, sinceramente viendo a la pelirosa.

— Me vendría bien un amigo, nunca tuve uno y eso por mi problema de ser alguien "antisocial".

— Jaja igual yo aunque en mi caso soy más bien el "perdedor".

— Entonces....¿amigos? —le tendió la mano, haciéndolo sonrojar por un momento.

— Amigos. —la estrechó firmemente.

Recordaban que ambos aún conservaban algo de la mentalidad suicida, y aunque el cobalto acababa de empezar con ello, reconocía perfectamente lo de su amiga.

Ahora no estaban solos, tal vez no eran los amigos más "normales"; pero entre ellos se entendían y eso era lo que importaba.
Uno era el confidente del otro, su paño de lágrimas y su defensor.
Ambas almas se encontraron asemejadas, estaban unidas.

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