Ꜥꜥֶָ֢⛓️ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 16

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— Yo... Um JiMin... — TaeHyung tartamudeó, sintiendo cómo el sudor frío le perlaba la frente. No sabía qué decir.

JungKook apretó la mandíbula con fuerza, sus ojos oscuros mostrando frustración.

— TaeHyung, usa las palabras adecuadas — Dijo en voz baja, su tono dejando claro que empezaba a enfadarse.

TaeHyung respiró profundamente, sus manos temblorosas apretadas sobre su regazo. Miró hacia JungKook, buscando una comprensión que rara vez encontraba en los ojos severos del mayor.

— No quería ir. Le dije a JiMin que no, pero él realmente quería ir, se sentía mal después de que sus "padres perfectos" lo dejaran planteado y solo le hayan dado dinero, otra vez. Y como su mejor amigo, no podía verlo tan triste y solo, JiMin es como un hermano para mí, siempre ha estado a mi lado. Sentí que era mi deber hacerlo feliz también. Así que, sí, desobedecí tus órdenes — Terminó con más seguridad en su voz, aunque su corazón latía con fuerza en su pecho. La confesión fue directa, sin titubeos ni evasivas.

JungKook, aunque aún molesto, encontró cierto orgullo en la valentía de TaeHyung para enfrentar la verdad.

— ¡El problema no es solo tu deber como mejor amigo! ¡Podrías haber estado en peligro, TaeHyung! ¡¿Qué habrías hecho si yo no estuviera allí?! — Intentó mantener la compostura, pero la ira se desbordaba en cada palabra.

Un golpe seco hizo temblar la mesa cuando JungKook cerró el puño con fuerza. TaeHyung se estremeció y sus ojos se llenaron de lágrimas, sintiendo el peso de la decepción de JungKook sobre él.

— Lo siento, no... no lo sabía — Balbuceó, desviando la mirada con miedo hacia el suelo.

JungKook cerró los ojos y respiró hondo, contando hasta diez para calmar su temperamento. Recordó el método que le enseñaron para controlar su ira años atrás, algo que TaeHyung notó con sorpresa en medio de la tensión.

Flashback.

TaeHyung estaba sentado en un rincón de la enorme habitación, con las rodillas contra su pecho. Se balanceaba hacia adelante y hacia atrás, lleno de miedo por Bunny. Extrañaba desesperadamente a su hermano, SeokJin, y llevaba dos semanas en ese lugar sin ver el rostro de su captor. Cada intento de escapar era en vano; Bunny siempre lo arrastraba de vuelta y, si se resistía, lo sacudía o abofeteaba con brutalidad.

Los recuerdos de esos días de cautiverio llenaban su mente con un miedo constante y una sensación de impotencia. No podía olvidar el terror que sentía cada vez que Bunny entraba en la habitación, con su voz suave pero inquietante, y su rostro oculto tras una máscara de conejito que parecía más aterradora cada día.

Estaba inmerso en sus pensamientos cuando la puerta se abrió de golpe, haciéndole estremecer. Bunny entró con paso firme, su presencia llenando la habitación con una energía intensa y amenazadora. Cerró la puerta con tal fuerza que TaeHyung temió que le golpeara. Aunque recordó que esa también era la habitación de su captor, no pudo evitar sentir un escalofrío ante su presencia imponente.

TaeHyung se puso de pie lentamente, temblando ligeramente, mientras lo observaba agarrar un jarrón cercano y lanzarlo con furia contra la pared. El estruendo resonó en la habitación, haciendo eco de la tormenta emocional que lo consumía en ese momento. Los nudillos de Bunny sangraban tras golpear furiosamente la pared, sus golpes resonando como un eco de su propio tormento interno.

El corazón de TaeHyung se encogió al verlo lastimándose así. A pesar del miedo que sentía hacia él, no podía ignorar el dolor ajeno. Con decisión, se acercó y lo detuvo de las manos antes de que pudiera lastimarse más.

— N-no te lastimes, ¿por qué lo harías? — Exclamó, tomando rápidamente una servilleta sin usar del almuerzo y presionando suavemente los nudillos ensangrentados.

Bunny no mostró ninguna señal de dolor ni emitió ningún sonido. Parecía desconectado de sus propias sensaciones, como si estuviera inmerso en un mundo interior lleno de turbulencias.

— Porque estoy enojado — Murmuró finalmente, su mirada fija en la de TaeHyung. Aunque su rostro permanecía oculto detrás de la máscara de conejito, sus ojos revelaban un tormento profundo, como si cargara con un peso demasiado grande para soportar.

En ese momento, TaeHyung sintió una extraña mezcla de miedo y compasión por Bunny. A pesar de ser su captor y causarle tanto sufrimiento, no podía evitar sentir lástima por el hombre que parecía atrapado en su propio dolor.

Con cautela, le ofreció una pequeña sonrisa, observando atentamente la reacción del contrario, quien permaneció imperturbable.

— Si no puedes controlar tu ira, respira hondo y cuenta hasta diez. Mi maestra me enseñó eso.

Bunny lo miró durante un momento más antes de retirar sus manos y parpadear un par de veces, como si estuviera despertando de un trance.

— No es nada... Pero tú... Eres especial... Y solo mío — Murmuró antes de dirigirse hacia el baño, dejando a TaeHyung confundido y con las mejillas sonrojadas por la extraña confesión.

Fin del Flashback.

TaeHyung sonrió involuntariamente al recordar finalmente ese largo recuerdo olvidado. ¿Había tenido sentimientos por él desde entonces?

— ¡Piensa antes de actuar, TaeHyung! ¡Decir "lo siento" no resuelve todo! ¡No puede traer de vuelta a los muertos! — Gritó JungKook, levantándose de su silla y dejándola caer mientras salía del comedor.

— Lo sé. No importa cuántas veces lo diga, nunca volverán — Murmuró TaeHyung con una lágrima deslizándose por su mejilla mientras miraba fijamente a través de la puerta de vidrio hacia afuera, como si buscara respuestas en el horizonte lejano.

Se puso de pie, abrió la puerta corrediza y caminó afuera, donde se sentó cerca de la piscina, perdido en sus pensamientos.

Reflexionó sobre el momento en que conoció a Bunny por primera vez, sobre sus comportamientos y emociones. Intentaba encontrar una razón detrás del comportamiento tanto pasado como actual de JungKook, tratando de entender qué había detrás de todo eso.

Al haber entrado en la habitación de JungKook, aparte de las armas, había descubierto algo más que lo convenció de que era Bunny.

Había un tablero lleno de fotos suyas. Algunas tomadas de sus redes sociales, otras mientras dormía, y algunas más cuando simplemente estaba en la calle o en otros lugares. Incluso había una foto de él mientras se bañaba. A estas alturas, ya no le sorprendía tanto después de haber experimentado la locura de Bunny, o JungKook, como ahora le gustaba llamarlo.

Apoyándose en una silla, inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, permitiendo que el sol hiciera que su piel color miel resplandeciera bajo su cálido resplandor, como si intentara encontrar paz en medio de la confusión.

Por otro lado, JungKook se apoyó en la gran puerta de vidrio y observó a TaeHyung. No quería que lo odiara de nuevo, especialmente porque había hecho todo lo posible para protegerlo, aunque el más joven no lo supiera. JungKook admitía haber cruzado la línea una vez, dominado por la ira y los celos, desatando su lado más oscuro mientras estaba un poco borracho, abuso del menor.

La infancia de JungKook había sido una serie de desafíos que ningún niño debería enfrentar. Sin embargo, había sobrevivido a todo lo que el mundo le había lanzado hasta ahora, aunque cada día parecía llenarse más de odio y amargura. El día en que TaeHyung entró en su vida fue como un rayo de esperanza tardío, pero JungKook ya estaba demasiado herido para creer en la felicidad fácilmente.

Solo deseaba ver a TaeHyung sonreír cada día, esa sonrisa que iluminaba su existencia oscura y hacía que todo pareciera más llevadero. Pero sabía que TaeHyung era joven e inocente, y que acercarse demasiado a él podía ser peligroso y legalmente complicado. Por ello lo acechaba desde las sombras.

¿JungKook debería esperar y protegerlo o, simplemente olvidarse de la única persona que le hacía sentir algo bueno, manteniéndolo alejado de su mundo oscuro?

JiMin bajó cojeando las primeras escaleras que encontró en la mansión, sus ojos muy abiertos mientras observaba a su alrededor. Siguió el delicioso aroma que lo guiaba hasta la cocina, donde encontró a YoonGi con una camisa holgada mientras rapeaba y se movía ligeramente. El ambiente estaba lleno de la mezcla de sus rimas y el aroma tentador de la comida, creando una escena acogedora.

— Don't give a fuck~ — Murmuró YoonGi antes de que JiMin lo interrumpiera.

— ¡Hyung! — Lo llamó, mostrando una sonrisa encantadora que iluminaba sus ojos. YoonGi se volteó, sonrió y luego lo escudriñó de arriba a abajo, notando su camisa demasiado holgada que le llegaba hasta los muslos y el cabello aún húmedo.

Internamente, YoonGi maldijo su atracción por esos muslos gruesos, recordando la noche anterior cuando los había besado apasionadamente. No era como si no hubiera disfrutado del tiempo con JiMin, pero... La cocina estaba llena de recuerdos de su última noche juntos, y la presencia de JiMin hacía que todo pareciera aún más vibrante y emocionante.

— ¿Dónde están tus pantalones? — Preguntó, apagando la estufa y girándose hacia él con las manos cruzadas sobre el mostrador, sus ojos mostrando un toque de lujuria.

JiMin sintió su mirada intensa y jugueteó nerviosamente con la camisa, sonrojándose. La atmósfera cálida de la cocina contrastaba con la tensión sensual entre ambos, creando una situación que Park encontraba emocionante.

— S-se siente incómodo así.

— Está bien, entonces vamos a comer.

El castaño asintió, tratando de ayudar a YoonGi al darle una botella de jarabe para que sostuviera. El gesto era pequeño pero significativo, un intento de JiMin por retribuir la atención y cuidado que siempre recibía de YoonGi.

— Minnie, ¿qué hacías en el club? ¿No sabes lo peligroso que puede ser ese lugar? ¡Te podrían haber drogado esos idiotas! — YoonGi lo miró fijamente, preocupado.

— No sabía qué tipo de club era, y he estado un poco deprimido últimamente. Solo quería relajarme y terminé allí con TaeHyung. Debería haber escuchado cuando me dijo que no fuera... Lo siento.

El mayor solo suspiro ante aquellas palabras y se inclinó para abrazarlo. El contacto cálido y reconfortante era lo que JiMin necesitaba en ese momento de vulnerabilidad.

— Minnie, si te sientes triste o deprimido, o cualquier cosa, solo llámame. Habla conmigo, ven aquí o puedo ir yo mismo. No importa dónde estés, iré.

JiMin sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas mientras escuchaba la voz cálida de YoonGi y sentía sus manos acariciando su espalda con afecto. La promesa del mayor sobre estar allí para él era algo que valoraba más que cualquier otra cosa en el mundo.

— ¿D-de verdad, YoonGi Hyung? — Preguntó con la voz entrecortada. YoonGi se apartó para mirarlo con preocupación, sus ojos oscuros reflejando su genuina preocupación por JiMin.

— De verdad... Minnie, ¿estás llorando? — Frunció el ceño, observándolo con atención mientras sus dedos acariciaban suavemente el rostro de JiMin, limpiando las lágrimas que se escapaban.

— No, no estoy... — Ni siquiera pasaron cinco segundos antes de que las lágrimas rodaran por las mejillas del menor. Sin perder tiempo, YoonGi lo abrazó con ternura, envolviéndolo en un consuelo silencioso que hablaba más que las palabras.

— JiMin, prométeme algo — Murmuró, su voz suave pero firme — Nunca vayas a un lugar que no conoces. Si te sientes triste o algo así, dime. Y cada vez que vayas a algún lugar desconocido, avísame primero... Mi Minnie — Hizo un puchero adorable, intentando arrancar una sonrisa a JiMin, quien no pudo evitar reír ante el gesto sincero del mayor.

— Hyung, lo prometo.

Secó con cuidado las lágrimas de JiMin y le dio un beso en la frente, su expresión llena de preocupación y cariño.

En otro rincón de la ciudad, en un restaurante, SeokJin lucía su delantal característico mientras preguntaba a su alrededor con una mezcla de orgullo y ansiedad:

— ¿Cómo está? — Su mirada recorría el espacio, encontrando la aprobación en los ojos de sus trabajadores habituales y clientes asiduos.

— ¡Es la comida más deliciosa y sabrosa que he probado en mi vida, Jinnie! — NamJoon se relamió mientras saboreaba cada bocado, provocando una sonrisa de satisfacción en el rubio.

— Sabía que mis platillos eran los mejores — Dijo con orgullo, sintiéndose reconfortado por el elogio genuino de NamJoon.

— Sí, igual que tú, delicioso — NamJoon le guiñó un ojo con picardía, recibiendo un ligero golpe juguetón en la cabeza por parte de SeokJin.

— ¿¡Quieres que envenene tu comida!? — Bromeó mientras el moreno negaba con la cabeza con una sonrisa cómplice.

— ¿Es tu novio? ¡Es muy lindo, Jin! — Intervino la señora Byun, una cliente habitual conocida por su entusiasmo y sinceridad.

— ¿Eh? ¿Novio lindo? ¿Dónde está, señora Byun? — Entrecerró los ojos con humor fingido, jugando con las palabras mientras miraba alrededor con teatralidad.

NamJoon hizo un puchero, sus emociones internas empezando a burbujear.

— Jin, ¿no es tu novio? — Señaló a NamJoon con una mezcla de incredulidad y complicidad.

— ¿Torpe? Sí. ¿Idiota? Sí. ¿Guapo? No. ¿Novio? Um, nunca — Negó con la cabeza, una sonrisa irónica curvando sus labios mientras evitaba mirar directamente a NamJoon.

Pero lo que no recordaba es que todos tienen un límite, y el de NamJoon acababa de romperse. Haber escuchado eso dolía como la mierda. SeokJin no lo veia atractivo y nunca lo aceptaría como su novio. Se levantó con una risa amarga, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de tristeza y resignación mientras enfrentaba a SeokJin y a la señora Byun.

— ¿Sabe?, tiene razón. Soy imperfecto, torpe, un idiota estúpido al que le gustas mucho. Un dios de la destrucción, mira, incluso accidentalmente rompo este vaso, gracioso, ¿verdad? Nunca podré ser aceptado por ti porque no soy lo suficientemente bueno. Lo dejaste muy claro, SeokJin. No soy bueno para ti... Lo siento mucho por hacerte perder el tiempo — Forzó una sonrisa, pero el dolor era evidente en sus ojos.

Con una mirada dolorosa hacia abajo, intentó encontrar las palabras adecuadas, pero finalmente salió del restaurante diciendo:

— Adiós, SeokJin.

El nombrado se quedó paralizado en su lugar, sin palabras ante la salida repentina y las palabras crudas de NamJoon. No esperaba que su broma desencadenara tal reacción. Nunca había visto ese lado vulnerable del menor, el lado que no siempre se mostraba tonto y despreocupado, sino que revelaba una profunda herida emocional.

— Jin, eso no estuvo bien. ¿Por qué mientes? Lastimas a ambos ahora. Vi cómo lo mirabas con tanto cariño antes de que se fuera. Cómo le diste un golpe y él sonrió sabiendo que era de alguien que le gustaba. Él siente por ti lo que tú sientes por él... Así que deja de actuar como si no lo necesitaras, sé sincero con él o lo perderás.

Con los ojos vidriosos, SeokJin miró a la señora Byun, quien le devolvió una mirada comprensiva antes de que NamJoon se alejara por completo.

Rápidamente buscó un taxi, pero todos estaban llenos hasta que alguien detuvo su auto frente a él.  Se apresuró a entrar en el coche, sintiendo la urgencia de llegar a casa lo antes posible.

— Hey Hyung.

— ¡Cállate, HoSeok! ¡Llévame a casa ahora mismo! — Lo interrumpió, saltando al asiento trasero con impaciencia.

— Eso no fue muy amable de tu parte — HoSeok replicó mientras arrancaba el coche y se unía al tráfico agitado de la ciudad.

— Hola Jinnie — Saludó SunMi alegremente, su voz resonando en el pequeño espacio del coche. Su energía contrastaba con la tensión palpable en el ambiente.

— Hola SunMi. Disculpame, vamos, HoSeok, acelera — Ordenó desde el asiento trasero, haciendo eco de la impaciencia que tenia en ese momento.

— Hyung, ¿qué pasa? ¿por qué deberíamos atraer la atención de la policía? — Preguntó HoSeok mientras maniobraba hábilmente entre los autos.

— ¡Kim SeokJin va a conseguir a su hombre, Kim NamJoon! — Exclamó con entusiasmo, sus palabras llenas de anticipación y emoción.

— No digas más, Hyung — HoSeok sonrió con complicidad mientras SunMi asentía con la cabeza.

A SeokJin realmente no le desagradaba que NamJoon fuera torpe o un tonto adorable; era el único que podía verlo así. Y, lo más importante, no le desagradaba NamJoon.

En menos de cinco minutos, dejaron a SeokJin frente a la imponente casa de NamJoon.

— ¿Dónde estamos? — Preguntó, recuperando rápidamente la compostura mientras miraba a su alrededor con curiosidad.

— Esta es la mansión de NamJoon — Dijo HoSeok, señalando el coche del mismo estacionado detrás de la puerta de entrada.

— Pero no es...

— Lo sé, por trabajo vivimos juntos, es mucho más... divertido que estar solos — HoSeok sonrió torpemente, intentando explicar la situación de manera ligera y optimista.

SeokJin estaba demasiado ocupado con sus pensamientos para profundizar más o cuestionar cómo NamJoon podía permitirse una mansión tan lujosa.

— ¡Gracias, Hobi! ¡Realmente eres mi esperanza! Adiós a los dos — Dijo con gratitud, corriendo hacia la puerta con determinación.

— ¿Qué estás mirando, HoSeok? — Preguntó SunMi, curiosa por la expresión pensativa en el rostro del chico mientras observaba a SeokJin alejarse.

— Después de tanto esfuerzo, finalmente conseguirá lo que quiere — Sonrió, refiriéndose a SeokJin y NamJoon.

— ¿Qué quiere? — Preguntó, buscando entender mejor el panorama emocional.

— Jin finalmente le confesará sus sentimientos, al menos eso espero... Pero confío en que lo resolverán todo. Espero que YoonGi y JungKook también tengan el coraje de confesar sus sentimientos. Definitivamente estaré allí para ayudar si es necesario.


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